Dios
y su Espíritu.
Es fácil para nosotros, los seres humanos
aceptar el hecho que tenemos espíritu, pues así lo entendemos por la fe en la
palabra de Dios.
“Porque
¿Quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre
que está en él? Así tampoco nadie
conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.” 1ra Corintios 2:11.
Es frecuente que encontremos este tipo de
escritos en la biblia dándonos a conocer que dentro del ser humano existe un
espíritu, llamado el espíritu del hombre; como parte conformante de nuestro
ser.
“Y
el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu,
alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor
Jesucristo.” 1ra
Tesalonicenses 5:23.;
Respecto a lo cual, el Apóstol Pablo escribió,
refiriéndose a su espíritu:
“no
tuve reposo en mí espíritu, por no haber hallado a mi hermano Tito; Así,
despidiéndome de ellos, partí para Macedonia.” 2da Corintios 2:13.
Hay algo en esta porción que quiero llamarle
la atención y es la forma como se
expresa Pablo. Él se refirió al espíritu de él como algo propio “mi espíritu”.
Esta forma es muy frecuente cuando hablamos de algo que nos pertenece; nos
referimos como “mío” algo que poseemos. Ahora, ¿es sólo una forma de hablar del
hombre? Encontramos que en el lenguaje de Dios también está ésta expresión: “mi
pueblo” 1ra de
Samuel 9:16.; “mi siervo” Josué 1:2;
“mi casa” Números
12:7; “mi hijo” Salmos 2:7, todos estos como muestra de que le
pertenecen a Dios, pudiendo englobarlo en las palabras
“si
yo tuviera hambre, no te lo diría a ti; porque mío es el mundo y su plenitud” Salmos 50:12.
Todo
es propiedad de Dios pues él es su creador.
“Señor,
digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tu creaste todas
las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.” Apocalipsis 4:11.
Todo lo que está en el cielo, en la tierra y
aún debajo de la tierra es de Dios, quien lo creó.
Encontrar en la palabra de Dios cuando dice:
“…Este
es mi hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.” Mateo 17:5,
Nos da a conocer que Dios tiene un hijo
amado, el unigénito del padre, que conocemos que se está refiriendo a Jesús de
Nazaret. Este hijo es de Dios, le pertenece a Dios. “Mi Hijo”; quien aclara las
escrituras que procede o salió de Dios y fue enviado a el mundo.
“…porque
yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mi mismo, sino que él
me envió.” Juan
8:42.
De la misma forma encontramos relatado en la
biblia acerca de un espíritu que le pertenece a Dios; el Espíritu de Dios. Dios
reconoce que tiene Espíritu, un Espíritu que es de él, así como tiene un Hijo
amado.
“Y
dijo Jehová: no contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque
ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años.” Génesis 6:3.
En este relato encontramos la expresión “mi
espíritu” que, aunque esté escrito con “e” minúscula, podemos entender que se
trata de el Espíritu de Dios. No es el único lugar. Veamos algunos versículos
donde Dios usa esta expresión “mi espíritu”.
“Volveos
a mi reprensión; he aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, y os haré
saber mis palabras.” Proverbios 1:23.
Volvemos a ver acá la expresión “mi espíritu”
con “e” minúscula, pero al comparar esta escritura con lo dicho por el profeta Ezequiel en el
Capitulo 36:26-27 que dice:
“os
daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os haré un corazón de carne. Y pondré
dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis
mis preceptos, y los pongáis por obra.”;
Vemos que se está refiriendo a que Dios
pondrá en nosotros Su Espíritu con un propósito, una finalidad, hacernos
conocer sus palabras. En estos versículos podemos ver que existe una diferencia
entre el espíritu del hombre y el Espíritu de Dios.
Con este mismo propósito, Dios, por medio del
profeta Isaías, habla concerniente a su Hijo amado que había de nacer, de cómo
iba a tener una característica especial como siervo de Dios.
“He
aquí mi siervo, yo le sostendré, mi escogido, en quien mi alma tiene
contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las
naciones.” Isaías
42:1.
De
manera que sobre Jesucristo reposaría el Espíritu de Dios; esto fue lo que nos
dio a conocer por medio de Isaías. ¿Tiene Dios espíritu? Sí; Dios tiene
Espíritu, ese espíritu que ha prometido derramar en nuestras vidas por medio
del profeta Joel.
“y
después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán
vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros
jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas
derramaré mi Espíritu en aquellos días.” Joel 2:28-29.
Al Dios derramar sobre nosotros su Espíritu,
nos está garantizando que él es quien va a obrar por medio de nosotros. No es
con nuestra fuerza o nuestro conocimiento, es de la forma como Dios lo ha
establecido.
“Entonces
respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice:
No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de
los ejércitos.” Zacarías 4:6.
Este
Espíritu es conocido en las escrituras como “El Espíritu de Jehová”, “el
Espíritu del señor” “El Espíritu de Dios” “El Espíritu de Verdad” “El Espíritu
Santo”; podemos ver algunos ejemplos:
“Y
la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del
abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” Génesis 1:2.
“El Espíritu del señor está sobre mí, por
cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar
a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a
los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos,” Lucas 4:18.
“El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, y su
palabra ha estado en mi lengua.” 2da de Samuel 23:2.
Así encontramos,
a lo largo de toda la Biblia referencias de Dios manifestándose por medio de su
Espíritu, obrando a través de su Espíritu que envía a toda la creación; como
está escrito en el libro de los Salmos
“Envías
tu espíritu, son creados y renuevas la faz de la tierra.” Salmos 104:30.
“Por la palabra de Jehová fueron hechos los
cielos y todo el ejercito de ellos por el aliento de su boca.” Salmos 33:6.
ó como
podemos ver reflejado en el libro de Job.
“El
Espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida.” Job 33:4.
La obra creadora de Dios es posible gracias a
su poder que se pone de manifiesto por medio de su Espíritu. Dios llega a
nosotros por medio de Su Espíritu. Este Espíritu procede de Dios, sale de Dios,
pero no deja de ser de Dios. Le pertenece a Dios. No se transforma en una
persona o ser aparte de Dios. Es de Dios. Un ejemplo podría ayudarnos a
entender. Cuando nosotros como seres
humanos hablamos, emitimos un sonido que llamamos voz. Esa voz, con un timbre
característico que nos identifica y nos identifican por medio de nuestra
voz. Sabemos quién habla por medio de su
voz. Sin embargo, al salir la palabra de nuestra boca no se convierte en un
ente aparte, un nuevo ser. Sigue siendo nuestra voz. Si la grabamos y la volvemos
a escuchar, sigue siendo el sonido de nuestra voz. De igual manera el Espíritu
de Dios siempre le pertenece a Dios. Procede de Dios, sale de Dios como fuente
inagotable sin dejar de ser de Dios, ni convertirse en un dios o ser aparte de
Dios. Hace la obra para lo cual Dios lo envía, la obra de Dios, sin desligarse
de Dios. Al mantener la esencia de Dios es por eso es que muchos ven características
como de persona independiente, pero no es así. En el Espíritu de Dios están las
características de Dios porque es el Espíritu de Dios.
Jesucristo habló de este Espíritu.
“En el último y gran
día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene
sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su
interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de
recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo,
porque Jesús no había sido aún glorificado.” Juan 7:37-39.
Note la expresión: “esto dijo del Espíritu que
habían de recibir…” Nos habla de un Espíritu, el Espíritu de Dios que compara
con el agua de un rio “Ríos de agua viva”. Si usted ve correr el agua de un
rio, toda el agua desde la naciente hasta llegar al mar, usted la llama “el
agua del rio”. Cada gota en particular, no se constituye en aguas diferentes.
Corre por el lecho del río como el agua del rio. Así el Espíritu de Dios emana
de Dios, viene a nuestra vida y sigue siendo el Espíritu de Dios.
“Y el que guarda sus
mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él
permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.” 1ra Juan 3:24.
Algo característico con
el Espíritu de Dios es que es enviado:
“Mas el Consolador,
el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas
las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” Juan 14:26.
De la misma forma que con el agua, así es con
el viento, inclusive usted siente el viento pero no le ve. Cuando el viento
sopla Usted no sabe donde comienza ni donde termina; solo siente y oye su
sonido al pasar. De igual forma es comparado el Espíritu de Dios, como el
viento. Jesucristo les hizo una demostración de cómo era el Espíritu de Dios a
sus discípulos:
“Y habiendo dicho
esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.” Juan 20:22.
Este ejemplo no es para que nosotros nos
pongamos a soplar a todo el que podamos, no; simplemente les enseña como es la
manifestación del Espíritu de Dios, como el viento.
Primero: tiene una fuente, procede de Dios,
Segundo: es enviado;
Tercero: No deja de ser de Dios, por más que
recorra la tierra sigue siendo el Espíritu de Dios;
Cuarto: aun que no le veamos le podemos
sentir;
Quinto: sabemos cuándo ha llegado, usted lo
siente y el Espíritu de Dios se hace sentir.
Por eso, cuando el
día de pentecostés estaban todos reunidos y fue derramado el Espíritu Santo
sobre los discípulos y los que con ellos estaban, es recogida la experiencia
como:
“Y de repente vino
del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda
la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como
de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del
Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les
daba que hablasen.” Hechos 2:2-4.
Note que dice: “un estruendo como de un viento
recio que soplaba”. No hubo viento, el
sonido que ellos escucharon asemejaba el viento. De esto sabían los discípulos,
pues habían sido pescadores y conocían como suenan los vientos en el mar cuando
está enfurecido, cuando hay tormenta. Esta descrita aquí la comparación del
Espíritu de Dios con el viento, que no sabemos cuando comienza y cuando termina
pero sentimos su presencia.
De este Espíritu
predicaron los apóstoles, como residente en nuestras vidas, mas no como una
persona aparte de Dios.
“¿No sabéis que sois
templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” 1ra Corintios 3:16.
Ó como lo escribiera el apóstol Pedro:
“A éstos se les
reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que
ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el
Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los
ángeles.” 1
Pedro 1:12.
“Si sois vituperados por el nombre de
Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre
vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros
es glorificado.” 1ra Pedro 4:14.
Hemos recibido un Espíritu, y ese Espíritu es
el Espíritu de Dios. Es por medio del cual nos revela todas las cosas.
“Pero Dios nos las
reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo
profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino
el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de
Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del
mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos
ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría
humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo
espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de
Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de
discernir espiritualmente.” 1ra Corintios 2:10-14.
Este Espíritu de Dios, que conoce las cosas de
Dios, aun lo profundo de Dios, no es otro que el mismo Espíritu enviado para
morar en nuestras vidas, cumpliendo así Dios su promesa dada por medio del
profeta Joel:
“Y después de esto
derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y
vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán
visiones.” Joel
2:28.
No es el que el Espíritu no fuese ya
derramado, era que no en toda carne; pues ya los profetas eran templos del
Espíritu de Dios desde la antigüedad.
“porque nunca la
profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios
hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” 2 Pedro 1:21.
Y es algo que no debemos ignorar que en
nuestras vidas es derramado el Espíritu de Dios, el mismo Espíritu que operó
por medio de los Apóstoles y profetas.
“¿O ignoráis que
vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual
tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” 1ra Corintios 6:19.
Somos hechos templo y
morada del Espíritu de Dios, para alabanza de su gloria. Este es el propósito
de Dios.
“Y si el Espíritu de
aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de
los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su
Espíritu que mora en vosotros.” Romanos 8:11.
Reconocer que el Espíritu que
recibimos es el Espíritu de Dios es reconocer que Dios tiene Espíritu, mas allá
de su condición de ser Espiritual, de ser Espíritu; pues el Espíritu que mora
en nosotros procede de Dios, es Su Espíritu.