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LAS ENFERMEDADES Y LOS SIERVOS DE DIOS

Las enfermedades
y los siervos de Dios.
2da de Corintios 11:29.
“¿Quién enferma, y yo no enfermo?
¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?”

A veces encontramos personas que creen que es su deber pelear contra las enfermedades como si fuesen sus enemigos. Le declaran la guerra, como si la enfermedad es un monstruo que se está llevando a la persona, no sabiendo cual es el origen y que no tienen que pelear sino rogar a Dios, quien es el que puede solucionar la situación.
En la biblia encontramos relatos en la vida de los siervos de Dios, episodios donde atravesaron diversas enfermedades; aún cuando eran ungidos de Dios y es que no existe tal cosa como que no tendremos enfermedades en nuestro cuerpo. Grandes hombres de Dios padecieron enfermedades. Existe la posibilidad de padecer enfermedades mientras estemos en esta tierra.
El Apóstol Pablo relata en su vida varios episodios de enfermedad. Hablando con los gálatas dice:
“Pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio al principio;” Gálatas 4:13.
E inclusive, le recomienda a Timoteo un remedio para que sintiera alivio a sus constantes molestias.
“Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades.” 1ra de Timoteo 5:23.
¿Pablo dando este consejo a Timoteo? ¿No podía sanarle? Pablo, de quien se dice:
“Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, de tal manera que aun se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían.” Hechos 19:11-12.
¿Qué pasó aquí? Pues que las enfermedades son permitidas por Dios e inclusive enviadas por Dios. No se me asombre.
“En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él.” Eclesiastés 7:14.
De igual modo no es porque la persona este en pecado o haya cometido una falta que viene la enfermedad. Hay enfermedades que no están relacionadas con pecado cometido en forma personal; pero si usted reconoce que ha cometido una falta, no tarde en humillarse, arrepentirse y pedir perdón; aunque la sanidad no venga de inmediato.
Veamos algunos ejemplos de siervos de Dios que padecieron enfermedades:
a)    El varón de Dios se quedo ciego.
“Y la mujer de Jeroboam lo hizo así; y se levantó y fue a Silo, y vino a casa de Ahías. Y ya no podía ver Ahías, porque sus ojos se habían oscurecido a causa de su vejez.” 1ra de reyes 14:4.
¿Es considerada la pérdida de la visión una enfermedad? Si; aunque haya sido por desgaste del cuerpo a causa de la vejez. Esto le ocurrió no solo a Ahias, también Isaac perdió la vista.
“Aconteció que cuando Isaac envejeció, y sus ojos se oscurecieron quedando sin vista, llamó a Esaú su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él respondió: Heme aquí.” Génesis 27:1.
Ambos eran siervos de Dios, escogidos, ungidos con el Espíritu de Dios.
b)    El profeta de Dios muere de una enfermedad.
Estaba Eliseo enfermo de la enfermedad de que murió. Y descendió a él Joás rey de Israel, y llorando delante de él, dijo: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo!” 2da de Reyes 13:14.
Estaba enfermo y aún Dios se manifestaba por medio de él; y la palabra de Dios era efectiva por boca de Eliseo.
c)    Daniel estuvo enfermo a causa de una visión.
“Y yo Daniel quedé quebrantado, y estuve enfermo algunos días, y cuando convalecí, atendí los negocios del rey; pero estaba espantado a causa de la visión, y no la entendía.” Daniel 8:27.
El siervo de Dios no fue reprendido o azotado por algún pecado; sin embargo estuvo enfermo.
d)    Y que hablar de Job. ¿Qué mal había hecho?
“Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su integridad, aun cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa? Respondiendo Satanás, dijo a Jehová: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. Pero extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. Y Jehová dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida. Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. Y tomaba Job un tiesto para rascarse con él, y estaba sentado en medio de ceniza.” Job 2:3-8.
Quizá estos ejemplos nos ayuden a entender que existe la posibilidad que mientras estemos en este mundo padezcamos alguna enfermedad; sin que esto signifique que estamos siendo reprendidos por causa de algún pecado.
Si la enfermedad no estuviese contemplada dentro de las experiencias que nos toca vivir en esta vida ¿Por qué el señor Jesucristo habló de enfermedades?
“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.” Mateo 25:34-36.
Habla aquí de las razones por las que recibieron las recompensas y porque les dice “benditos de mi padre” Pero note Usted lo siguiente. Cada acción tiene una reacción. Preste atención a la acción correctiva de cada situación:
Situación

Corrección.
Tuve hambre              =
Me distes de comer
Tuve sed                     =
Me diste de beber.
Fui forastero               =
Me recogisteis
Estuve desnudo         =
Me cubristeis
Enfermo                      =
Me visitasteis
En la cárcel                =
Vinisteis a mi
¿Si notó? Mientras para las cuatro primeras situaciones la acción correctiva fue suplir la deficiencia o lo que faltaba, cuando llegó a la enfermedad dice:
“Enfermo y me visitasteis”. No dice  enfermo y me sanasteis, ni siquiera enfermo y orasteis por mí; sólo dice “Me visitasteis”; dando a entender que no todo el que esté enfermo va a recibir sanidad; ni por el hecho que cuando usted ora los enfermos no se sanan, entonces no puede ir a visitar los enfermos.
La sanidad de un enfermo no depende de nosotros, sino de Dios. Le dijo Elifaz a Job; refiriéndose a Dios:
“Porque él es quien hace la llaga, y él la vendará; El hiere, y sus manos curan.” Job 5:18.
De manera que no todo los que padecen enfermedad van a ser sanados; y algunos han de sucumbir a causa de ella. Este ejemplo vemos de cuando Jesucristo estuvo en la tierra:
“Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.” Juan 5:1-13.
Note usted: Yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos que esperaban el movimiento del agua; pero fue un enfermo, solo uno, el que no tenía quien le metiera al estanque, quien recibió el benefició. Estaba acostado pero se podía meter solo, sin embargo antes que el entrara lo hacía otro. Luego que Jesucristo sanó a este enfermo ¿Qué hizo? ¿Sanó al resto de la multitud de enfermos? No; antes se apartó de la gente que estaba en aquel lugar.
¿Se acabaron los enfermos? No; antes encontramos que aún dentro de los discípulos y creyentes seguía habiendo enfermos; incluyendo aquellos que por causa de  corrección padecen enfermedades.
“¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.” Santiago 5:14-15.
Note que hace la observación: “…y si hubiere cometido pecados,…” porque no todas las enfermedades son causadas por un pecado personal.
“Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.” 1ra Corintios 11:28-30.
Con esto no quiero causar que usted no clame a Dios por sanidad. No; antes por el contrario, en manos de Dios estamos. El es nuestro sanador. Pero también debe servir para consolación, como se le dijo al Apóstol Pablo:
“…Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad….” 2da Corintios 12:9.
Pocas veces vamos donde un enfermo o donde un anciano enfermo y oramos que si no ha de ser sano, según la voluntad de Dios, entonces sea consolado, fortalecido en el hombre interior.
“para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;” Efesios 3:16.
“Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.” 2da Corintios 4:16.
Las enfermedades son parte de este desgaste del hombre exterior, de esta morada terrenal, la cual terminará por deshacerse. Volverá al polvo de donde fue tomada.
Son las enfermedades totalmente compatibles con los siervos de Dios, escogidos de Dios e inclusive en ocasiones necesarias para que mantengamos nuestra fe y esperanza puesta en Dios, en el galardón, para que anhelemos estar con el Señor; sabiendo que esta vida en esta tierra es temporal, pasajera, transitoria y no se puede comparar con la gloria venidera.
“De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien.” 1ra de Pedro 4:19.
Esto tampoco desvirtúa o descalifica el hecho de que hoy acurran milagros y señales como en la antigüedad, pues Dios sigue siendo el mismo. Su mano no se ha acortado; pero Dios hace como él quiere. Aún sigue vigente su palabra cuando dice:
“Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.” 1ra Corintios 12:4-6.
“Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.” 1ra Corintios 12:11.
“De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece. Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad? Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?” Romanos 9:18-20.

De modo que ¡A Dios sea la Gloria! En cada situación que nos toque vivir, sea de salud o enfermedad; su voluntad sea hecha y no la nuestra.