Ir al contenido principal

EL MEDIADOR Y EL PACTO DE DIOS

El Mediador y el Pacto de Dios
1ra Timoteo 2:5.

“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,”


En las sagradas escrituras encontramos la manera como Dios trabaja con el ser humano; lo hace a través de pactos. Cada uno de estos pactos tiene ciertas características, de acuerdo al propósito de Dios.
En los primeros pactos o compromisos hechos por Dios, de forma unilateral, él mismo transmite la decisión que ha tomado, donde le da a conocer al ser humano elegido lo que ha dispuesto hacer y que afectará la vida del hombre en la tierra. Pero, de igual modo, encontramos que Dios usó un medio para hacer llegar este pacto hasta la humanidad. A éste  se le conoce como: El Mediador.
Veamos algunos ejemplos. Cuando Dios habló con Noé, lo hizo sin intermediario. Dios le comunicó su decisión a Noé.
“Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra.” Génesis 6:13.
“Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo.” Génesis 6:18.
“Y habló Dios a Noé y a sus hijos con él, diciendo: He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestros descendientes después de vosotros; y con todo ser viviente que está con vosotros; aves, animales y toda bestia de la tierra que está con vosotros, desde todos los que salieron del arca hasta todo animal de la tierra. Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra. Y dijo Dios: Ésta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra. Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes. Y me acordaré del pacto mío, que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá más diluvio de aguas para destruir toda carne. Estará el arco en las nubes, y lo veré, y me acordaré del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente, con toda carne que hay sobre la tierra. Dijo, pues, Dios a Noé: Ésta es la señal del pacto que he establecido entre mí y toda carne que está sobre la tierra.” Génesis 9:8-17.
De igual manera Dios hizo pacto con Abram, a quien le habló mediante una visión:
“Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande.” Génesis 15:1.
Acá, en esta visión, Dios le promete un hijo, una tierra, le muestra parte de las cosas que pasaría o viviría la descendencia de Abram; y está escrito que:
“En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: …”
Este pacto lo ratifica Dios con Abram luego en el capítulo 17 de Génesis, donde inclusive le cambió el nombre a Abraham.
Cuando Dios hizo el pacto con Abraham, trató directamente con él, aún cuando posteriormente le envía un Ángel para comunicarle o darle otros detalles. Esto fue un conocimiento claro para Abraham; que Dios le habló por medio de un ángel, por eso cuando envía a su criado para buscar esposa para Isaac le dijo:
“Jehová, Dios de los cielos, que me tomó de la casa de mi padre y de la tierra de mi parentela, y me habló y me juró, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra; él enviará su ángel delante de ti, y tú traerás de allá mujer para mi hijo.” Génesis 24:7.
Si comparamos el pacto de Dios con estos dos hombres, Noé y Abraham, con el pacto que hizo con el pueblo de Israel posteriormente, notaremos una diferencia: En esta oportunidad Dios usó mensajeros y un intermediario o mediador.
Nos dice el Apóstol Pablo que:
“Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador. Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno.” Gálatas 3:19-20.
Nos explica el Apóstol Pablo que Dios utilizó ángeles para hacerle llegar la información a Moisés y éste a su vez la hizo llegar al pueblo de Israel.
“Éste es aquel Moisés que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y que recibió palabras de vida que darnos;” Hechos 7:38.
De manera que Moisés fue un mediador entre Dios y el pueblo de Israel; complementando lo que pidiera el pueblo a Moisés cuando dijeron:
“Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos.” Éxodo 20:19.
Ya Dios había escogido a Moisés como libertador del pueblo de Israel, así como la persona que iba a usar Dios para dar liberación al pueblo; además de que, por medio de Moisés, Dios ratificó el pacto que ya había hecho a Abraham y agregó la Ley; todo esto por medio de ángeles y entregada en manos de Moisés.
El mediador no es alguien que simplemente intercede por el pueblo ante Dios, como le tocó a Moisés en varias oportunidades, sino que es el instrumento que Dios usa para dar a conocer el pacto.
Repito, no está puesto el mediador para que lleve a Dios las peticiones a Dios, sino para que traiga de Dios las condiciones que Dios establece.  El mediador no es escogido por los hombres para que interceda ante Dios, sino que Dios lo escoge para que le comunique el mensaje de Dios al hombre. La función del mediador no es de abajo hacia arriba. No es de los hombres hacia Dios, sino que es desde Dios hacia los hombres. Es un representante de Dios entre los hombres. No ha existido ni existirá un representante o mediador que escojan los hombres para que medie ante Dios. Es Dios quien escoge el siervo o medio a través del cual tendrá trato con el ser humano. De manera que es un mediador entre Dios y los hombres y no entre los hombres y Dios.
Ha pensado usted en que Moisés como mediador ¿Cuántas veces tuvo que traer la ley? Solo una vez, luego que quedó escrita solo bastaba con cumplirla para que tuviese efecto, incluyendo cada uno de los ritos de purificación por el pecado. No tenía que Moisés, como mediador, otra vez presentarse ante Dios por el pueblo. Encontramos que los sacerdotes ofrecían los sacrificios y el sumo sacerdote se presentaba ante Dios una vez al año.
“Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo;” Hebreos 9:6-7.
No tenía Moisés que hacer este trabajo, se dispuso como debía de hacerse. Se estableció sacerdotes y sumo sacerdotes que presentaran ofrenda y sacrificios ante Dios. El trabajo del mediador fue traer la información que Dios le dio de cómo debía hacerse.
Cuando se cumplió el tiempo en que Dios cumpliría la promesa hecha a Abraham:
“… y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente.” Génesis 28:14.
Entonces Dios levantó un nuevo mediador, de un nuevo pacto; a Jesús de Nazaret, el Cristo, a quien constituyó sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.
“Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos. Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.” Hebreos 2:9-10.
Dios levantó, una vez más, un salvador, a Jesucristo, y en esta oportunidad lo hizo no solo para el pueblo de Israel, sino para que  fuese el medio por el cual Dios diese salvación a toda la humanidad.
“Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.” Efesios 2:14-18.
“Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos.” Hechos 10:36.
Constituyéndose así, Jesucristo, en el ser que Dios escogió para que fuese el mediador a través del cual Dios enviaría palabra mediante la cual pudiésemos ser salvos.
Dios hizo un nuevo pacto, y nos lo hizo llegar en manos de un nuevo mediador; Jesucristo.
“Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo. Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; No como el pacto que hice con sus padres El día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor. Por lo cual, éste es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo; Y ninguno enseñará a su prójimo, Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; Porque todos me conocerán, Desde el menor hasta el mayor de ellos. Porque seré propicio a sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.” Hebreos 9:15.
“Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más, porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo; y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando; sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.” Hebreos 12:18-24.
Fíjese como dice: “a Jesús el Mediador del nuevo pacto”
Es Jesucristo el mediador del nuevo pacto que nos permite a nosotros obtener la salvación de nuestras almas. Por eso dice:
“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,” 1ra Timoteo 2:5.
Al igual que con Moisés, Jesucristo fue escogido por Dios para traer las decisiones que Dios había tomado para con los seres humanos.
“Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar.” Juan 12:49.
Y aún más, para hacer la salvación, que hubiese remisión de los pecados, era necesario que hubiese derramamiento de sangre, por eso Juan lo presenta como:
“… He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” Juan 1:29.
Así estaba ya profetizado por boca del profeta Isaías:
“Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.” Isaías 53:7.
Esto de morir en la cruz del calvario Jesucristo lo hizo solo una vez, de la misma manera que se presentó ante Dios con su propia sangre una sola vez.
“Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.” Hebreos 7:26-27.
Al igual que Moisés, como mediador, no tuvo que traer la ley varias veces, así mismo Jesucristo no tuvo que morir varias veces, ni que entrar al lugar santísimo repetidas veces; se presentó ante Dios con su propia sangre una sola vez.
“Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.” Hebreos 9:11-12.
Ya Jesucristo no tiene que presentarse ante Dios con su sangre para hacer la remisión de los pecados. Su sacrificio, su muerte y su entrada al lugar santísimo siguen vigente al día de hoy. ¿Qué hay que hacer? Gracias a la obra de Jesucristo, hoy nosotros tenemos libertad de entrar al lugar santísimo, a la presencia de Dios:
“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.” Hebreos 10:19-22.
No necesita Jesucristo hoy presentarse por nosotros ante Dios, el nos enseño el camino como llegar directo al Padre. Es tarea nuestra presentarnos ante Dios. No necesitamos acudir a Jesucristo y pedirle que interceda por nosotros ante el Padre.
“En aquel día pediréis en mi nombre; y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros,” Juan 16:26
Ya Jesucristo hizo la obra mediadora una vez para siempre. Usted y yo tenemos el permiso para acercarnos al lugar santísimo. Jesucristo hizo el camino. Nosotros debemos ir por ese camino. El papel o función de mediador de Jesucristo lo cumplió al darnos a conocer la disposición de Dios de cómo alcanzaríamos el perdón de nuestros pecados.
Al aceptar esta disposición de Dios, se hace vigente, efectivo, esta obra intercesora de Jesucristo, hecha hace tantos años atrás. A pesar de tanto tiempo, aún está latente y se hace patente, real en cada uno que acepta esta obra redentora.
Jesucristo fue escogido por Dios para que fuese el mediador; no lo escogimos nosotros. Jesucristo trajo los términos del nuevo pacto que Dios hizo para con el ser humano. Ya él medió; hizo su papel de mediador. La única salvación valida es la que nos ha provisto Dios por medio de Jesucristo y está a nuestro alcance.
Jesucristo no está puesto por Dios para que lleve nuestras peticiones ante Dios, sino para que traiga a los hombres las disposiciones de Dios, de cómo ser salvos. No lo escogimos nosotros para que interceda ante Dios por nosotros. Dios lo escogió para que nos comunicara su mensaje. Jesucristo es un mediador entre Dios y los hombres, no entre los hombres y Dios.
“En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies;” Hebreos 10:10-13.
De manera que no podemos pensar que cuando alguien peca, se debe pedir a Jesucristo para que se levante de donde está sentado y valla al lugar santísimo y presente nuevamente ante Dios su sangre por nosotros. Esa no es la disposición de Dios. Jesucristo le dijo al Apóstol Pablo:
“para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.” Hechos 26:18.
La forma establecida es que recibiremos perdón de pecados por la fe que es en Jesucristo; mediante el arrepentimiento y la conversión a Dios.
“sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento.” Hechos 26:20.

Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.” Hechos 17:30-31.

Entradas más populares de este blog

LAS ENFERMEDADES Y LOS SIERVOS DE DIOS

Las enfermedades y los siervos de Dios. 2da de Corintios 11:29. “¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?” A veces encontramos personas que creen que es su deber pelear contra las enfermedades como si fuesen sus enemigos. Le declaran la guerra, como si la enfermedad es un monstruo que se está llevando a la persona, no sabiendo cual es el origen y que no tienen que pelear sino rogar a Dios, quien es el que puede solucionar la situación. En la biblia encontramos relatos en la vida de los siervos de Dios, episodios donde atravesaron diversas enfermedades; aún cuando eran ungidos de Dios y es que no existe tal cosa como que no tendremos enfermedades en nuestro cuerpo. Grandes hombres de Dios padecieron enfermedades. Existe la posibilidad de padecer enfermedades mientras estemos en esta tierra. El Apóstol Pablo relata en su vida varios episodios de enfermedad. Hablando con los gálatas dice: “Pues vosotros sabéis que a causa de una