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El llamado que hizo Cristo



El llamado que hizo Cristo
Mateo 11:28
“Venid  a mí todos los que estáis trabajados y cargados,
y yo os haré descansar.”

En la Biblia encontramos que en reiteradas ocasiones Dios hace el llamado a la humanidad para que se vuelvan a servirle, a buscarle. Usando la expresión “Venid” o “Venid a mí”, Dios insta a las personas a acercarse a él.
“Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.” Isaías 1:18.
Este llamado es a acercarnos a Dios para hacer las paces con Dios. Cuando el ser humano peco con quien se enemistó fue con Dios; por lo tanto la reconciliación es con Dios.
“pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.” Isaías 59:2.
Como la separación fue con Dios, la reconciliación es con Dios.
“Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.” 2da Corintios 5:20.
Por eso el llamado es de parte de Dios. Sigue repitiéndose la historia donde, después del hombre fallar, Dios llama al hombre al arrepentimiento. Si recordamos en el huerto de Edén cuando el hombre y la mujer pecaron, fue Dios quien les dijo “Donde estas tu”. No fueron ellos los que se acercaron a Dios, antes se escondieron de la presencia de Dios. Sin embargo Dios sigue llamando al ser humano que se vuelva de la maldad y sirva a Dios.
“Pero así dice Jehová a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis;” Amos 5:4.
De igual modo hay un llamado para los sedientos, de parte de Dios; para todo aquel que quiere buscarle:
“A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.” Isaías 55:1.
Así mismo Dios hace un llamado con una promesa de dar vida; para todo aquel que quiera vivir:
“Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David.” Isaías 55:3
Esta recompensa de vida, que Dios está ofreciendo a todo al que venga a él, Dios la ofrece por medio de alguien más, a través de un instrumento; por eso dice: “…haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David.”
Dios hizo un pacto con David; le prometió que de él, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo.
“Hice pacto con mi escogido; Juré a David mi siervo, diciendo: Para siempre confirmaré tu descendencia, Y edificaré tu trono por todas las generaciones. Selah”. Salmos 89:3-4.
“Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo, Y nos levantó un poderoso Salvador En la casa de David su siervo,” Lucas 1:68-69.
Dios levantó a Jesucristo y por medio de él cumplió el pacto hecho a David. Por medio de este pacto eterno Dios quiere hacer pacto con cada uno de los que, gracias al llamado, acudan a Dios. Por eso dice: “…y haré con vosotros pacto eterno,…” Este pacto lo hizo por medio de Jesucristo, a quien Dios envió como cumplimiento de la promesa que le había hecho a David.
De la misma manera como Dios dio a conocer el pacto que hizo con David, así mismo Dios quiere hacer pacto con nosotros. El llamado Dios nos lo hizo por medio de Jesucristo. Así ya lo había profetizado por boca de Isaías:
“He aquí que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones.” Isaías 55:4.
Vemos que Jesucristo fue dado por testigo, por jefe y por maestro, no solo al pueblo Judío, sino también a todas las naciones. Y ¿Qué haría Jesucristo? Él haría un llamado. Este llamado está autorizado por Dios. Dios le habló de lo que Jesucristo debía hacer:
“He aquí, llamarás a gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correrán a ti, por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado.” Isaías 55:5.
Por eso encontramos a Jesucristo haciendo un llamado a la humanidad. Jesucristo hace un llamado, no por voluntad propia sino porque Dios le dio la orden de hacer el llamado; sin dejar por fuera a Dios. Por eso dice: “…por causa de Jehová tu Dios, y del santo de Israel que te ha honrado.”
Dios honro a Jesucristo y lo colocó en una posición donde las naciones correrían a él. Esto está permitido por Dios. De allí que encontramos a Jesucristo cumpliendo la profecía cuando dijo:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” Mateo 11:28.
¿Acudir a Jesucristo? Sí, porque así ya lo había dicho Dios por boca de Isaías. Este llamado es para que podamos recibir el descanso que Dios da por medio de Jesucristo.
“El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad  a los oprimidos;” Lucas 4:18.
Dios colocó en Jesucristo su socorro; y este socorro vino por medio de Jesucristo. Dios dijo:
“Entonces hablaste en visión a tu santo, Y dijiste: He puesto el socorro sobre uno que es poderoso; He exaltado a un escogido de mi pueblo”. Salmo 89:19.
Por Dios haber puesto su ayuda, su socorro en Jesucristo, entonces el llamado lo hizo por medio de Jesucristo.
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”. Juan 7:37.
La voluntad de Dios ha sido y es hacernos llegar sus bendiciones por la aparición en este mundo de su amado Hijo Jesucristo. Este llamado no fue aislado, el llamado que hizo Jesucristo está autorizado por su Padre; así como el hecho que la gente acuda a Dios por Jesucristo también está permitido por Dios. Al acercarnos a Jesucristo, por medio de la fe en él, no nos quedamos solo allí. Jesucristo es el camino que nos conduce al Padre.
“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;” 1 de Pedro 3:18.
No se trata de acercarnos físicamente a Jesucristo; sino de aceptarle como nuestro Señor. El acercamiento es al guardar sus palabras y ponerlas por obra, pues sus palabras fueron dadas dictadas por Dios para que Jesucristo las diera a conocer.
“Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.” Juan 12:49-50.
Jesucristo es el medio que usó Dios para llamarnos, y gracias a él nos acercamos a Dios.
“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,” 1 Timoteo 2:5.
“por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él;” Colosenses 1:19-22.
De manera que el Dios todopoderoso dispuso a Jesucristo, a nuestro favor, para hacer el mismo llamado que desde hace mucho tiempo Dios viene haciendo, por medio de los profetas, con el mismo propósito que ya Dios se había establecido:
a) “Venid y estemos a cuenta”
b) “Venid a mí, oíd; y vivirá vuestra alma”
c) “Buscadme y viviréis”
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;” Hebreos 1:1-2.
De la misma forma que Dios hizo el llamado por medio de los profetas, en tiempos antiguos, luego, en tiempo de los discípulos, por medio de Cristo, hoy Dios sigue haciendo el llamado; pero ya no por boca de Jesucristo sino que Dios lo hace por medio de los que anuncian las buenas nuevas de Salvación. Ya el llamado no lo hace en persona Jesucristo, sino que encargó a otros. Por eso Jesucristo dijo:
Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.” Juan 9:5.
Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.” Juan 17:11.
No es un llamado diferente, lo que ha cambiado es el medio por medio del cual Dios hace hoy el llamado; el mismo llamado que hizo por medio de Jesucristo:
“Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.” 2da Corintios 5:18-20
Hemos recibido en ministerio de la reconciliación, predicándole a los hombres que se reconcilien con Dios, que acudan a Dios: “Como si Dios rogase por medio de nosotros” y esto en nombre de Cristo, por mandato de Cristo o por comisión de Cristo Jesús:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Marcos 16:15-16.
“y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.” Lucas 24:47.
De manera que este llamado ahora es hecho, por mandato de Jesucristo, a través de los que anuncian la paz, de que nos acerquemos a Dios; y la forma en que podemos acudir a este llamado es al aceptar el evangelio de salvación que predicaron tanto el señor Jesucristo como sus Apóstoles; que establece:
“Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos. De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.” Hechos 10:42.
“Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Ésta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.” Romanos 10:8-11.
 Si aceptamos el llamado que Dios nos hace por medio del evangelio, y aceptamos a Jesucristo como nuestro Señor, pasamos a estar “en Cristo”. Ya no estamos lejos, somos hecho cercanos a Dios, somos reconciliados con Dios.
“En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.” Efesios 2:12-18.
“El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos. Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.” Hechos 17:24-31.

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