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La gloria tras del sufrimiento del Cristo



La Gloria tras el Sufrimiento del Cristo
1 de Pedro 1:10-11
“Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos.”

A través de los años, en la predicación del evangelio, se le ha dado mayor énfasis a los sufrimientos del Cristo que a las glorias que había de recibir. Dios no solo dio a conocer los padecimientos que debía sufrir el Cristo de Dios sino que de antemano publicó, por boca de los profetas, los acontecimientos gloriosos que ocurrirán entorno a la figura de Jesús el Cristo.
Los profetas se interesaron en conocer, no solo de qué persona Dios les estaba hablando, sino los diferentes acontecimientos que vendrían antes de la aparición, durante la aparición y luego de la aparición del Cristo; por eso dice: “…y las glorias que vendrían tras ellos.” Pudieron darse cuenta que había una recompensa para esta persona que cumpliría la función de “El Cristo de Dios” y que sería, por medio del cual Dios cumpliría la promesa hecha a David:
“Éste será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;” Lucas 1:32.
¿Qué haría Dios con Jesucristo? “le dará el trono de David su Padre.”
Aunque estas palabras fueron dichas por boca del ángel Gabriel a María, no era la primera vez que se sabían. Ya Dios por boca del profeta Isaías:

“Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.” Isaías 9:7.
El mismo Jesucristo confirmó que de él estaba escrito lo que iba a acontecer:
"Y les dijo: Éstas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.” Lucas 24:44.
Acá nos da una pista de donde buscar, en los escritos que existían hasta Jesucristo; pues hay, en los escritos de Pablo y en el libro de Apocalipsis, eventos con mas detalles que fueron revelados posterior a la ascensión de Cristo al cielo; inclusive el mismo Jesucristo, por medio de su ángel dio a conocer a el apóstol Juan la gloria de la que goza y gozará el Cristo de Dios.
“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan, que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.” Apocalipsis 1:1-2
Sin embargo, este conocimiento es posterior a la existencia del Cristo. Pero ¿Qué sabía Jesucristo de él mismo? ¿Solo sabía de lo que iba a sufrir o sabía de la gloria que recibirá al pasar la prueba? El apóstol Pablo escribe:
“puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” Hebreos 12:2.
Esto, de lo que habla el apóstol Pablo, “El gozo puesto delante de él” es el conocimiento que tenía Jesucristo de la recompensa que recibiría el Cristo luego que hiciese el sacrificio en la cruz del calvario. Jesucristo pudo conocer de antemano la gloria que Dios había planificado para el Cristo. Como dice David en el libro de los Salmos:
“Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.” Salmos 110:1.
Dios estaba mostrando de antemano que había quien se iba a oponer al Cristo “Tus enemigos”; pero también le prometió que Dios iba a poner a los enemigos debajo de los pies de Jesucristo; sin embargo la verdadera gloria aquí para el Cristo es el hecho que Dios mismo le dijo: “Siéntate a mi diestra” y claro está, esto es por cierto tiempo; pero, que honor, que privilegio el sentarse a la diestra de Dios. Ser el protegido de Dios y esto no fue un acto sencillo, es u acto glorioso que Dios había planificado desde antes de la fundación del mundo.
“Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.” Juan 17:5.
Podemos ver que Dios ya había dado a conocer la gloria que tendría el Cristo, al ser sentado al lado de Dios. Acá no habla de una preexistencia, sino de un previo conocimiento de Dios de la recompensa que le daría al Cristo y que ya Jesucristo había leído en el libro de los Salmos: “Siéntate a mi diestra.” ¿Qué más grande que poder sentarse al lado de Dios?
Bueno, esta no era toda la gloria; aún Dios tenía preparado más para darle como recompensa. El apóstol Pablo dijo: “…por el gozo puesto delante de él…” (Hebreos 12:2) relatando que este hecho de sentarse a la diestra de Dios le causaría gran gozo, o satisfacción; gozo que aún no ha sido completado sino que llegará a su máximo cuando los salvados lleguen a la gloria.
“Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.” Isaías 53:11.
Quedar satisfecho es una sensación que se experimenta al tener un logro; y es más intensa si para alcanzarlo hubo la necesidad de esforzarse o tener que sufrir. Esta experiencia está descrita para el Cristo.
Otra promesa, también relatada para El Cristo de Dios, es su estadía como Rey en el trono de David su Padre, en su venida a reinar en esta tierra. Está descrito como un Regreso triunfal.
“Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.” Isaías 9:7.
¿Qué otra promesa de gloria había hecho Dios de antemano para su Cristo?
“Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.” Isaías 53:10.
Si lo esquematizamos nos ayuda a ver mejor las promesas de la gloria posterior a la muerte en la cruz del calvario:
a)    Verá linaje.
b)    Vivirá por largos días.
c)    La voluntad de Jehová será en su mano prosperada.
Y esto no es todo. Encontramos que también está profetizado para el Cristo de Dios:
“Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.” Isaías 53:12.
Vemos que también:
a)    Le dará parte con los grandes,
b)    Con los fuertes repartirá despojos.
Esto habla del poderío, el dominio, la potestad que recibió Jesucristo, de parte de Dios, al ser sentado a la diestra de Dios.
“quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades.” 1ra de Pedro 3:22.
De esto habló Jesucristo, después que fue resucitado por su Padre y apareció a los discípulos:
“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.” Mateo 28:18.
Recibió, de parte de Dios, autoridad, potestad para gobernar, inclusive sobre los seres que ya existían antes de él.
“Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” Filipenses 2:9-11.
De esto también habló el apóstol Pablo en su carta a los efesios:
“para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.” Efesios 1:17-23.
De manera que Dios ya había dado a conocer la gloria con la que recompensaría a su Cristo, luego que padeciera en esta tierra; y este conocimiento lo adquirió las escrituras y pasando largas horas y noches enteras hablando con su Padre en el desierto, en contacto directo con el Espíritu de Dios que mora en él.
“En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.” Lucas 6:12.
Este conocimiento, de los beneficios que iba a recibir, fue de ayuda para que Jesucristo menospreciara el oprobio que supone el hecho de ser crucificado; pues está escrito:
“no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado; y no contaminarás tu tierra que Jehová tu Dios te da por heredad.” Deuteronomio 21:23.
Podemos ver que había una maldición para el que era crucificado o colgado en un madero; sin embargo Jesucristo menospreció el oprobio que esto representa para salvar a la humanidad y recibir la recompensa de parte de Dios; aquella gloria que tuvo con Dios antes que el mundo fuese.

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