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¿Que significa recibir al Señor Jesucristo?



¿Qué significa recibir al señor Jesucristo?
Colosenses 2:6.
“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, 
andad en él;”
Frecuentemente escuchamos decir en las Iglesias “recibe a Cristo en tu corazón” o “Yo acepte a Cristo hace tantos años” y con esto quieren dar a entender que Jesucristo ha venido a vivir o morar en el corazón de la persona. Dicen “Yo tengo a Cristo en mi corazón” Pero ¿Es esto lo que dice la biblia que debe ocurrir? Recibir es tomar alguien lo que le dan o le envían. Es admitir, aceptar, aprobar. Si esta definición la vemos a la luz de las escrituras encontramos que dice lo que Dios hizo para poner la salvación de la humanidad: “Envió su hijo Amado”.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” Juan 3:16-17.
“En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.” 1ra de Juan 4:9.
“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,” Gálatas 4:4.
Podemos ver que lo que hizo Dios fue enviar a su Hijo; por lo tanto Jesucristo es un enviando. Note que no dice que Dios vino sino que envió a su Hijo. ¿Qué esperaba Dios? Que el pueblo recibiera a Jesucristo, pero no todos lo recibieron. Jesucristo dijo:
“Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis.” Juan 5:43.
Vemos que Jesucristo les reprochó el hecho que no le habían recibido, no lo aceptaron.  Antes le mataron, le injuriaron y le crucificaron, rechazaron la provisión de Dios. A pesar que los Judíos estaban esperando al Mesías, al ungido, al profeta de Dios prometido por boca de los profetas, ellos no recibieron a Jesucristo, cuando Dios le envió, pues  estaban esperando que Jesucristo se comportara de otra manera, les librara del yugo Romano y restaurara el Reino a Israel. Por eso le preguntaron:
“Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad;” Hechos 1:6-7.
Como los judíos no comprendieron el propósito por el cual Dios envió su Hijo al mundo, entonces no le recibieron.
“A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.” Juan 1:11.
Los judíos no pudieron aceptar que Jesucristo era el Mesías prometido, el Hijo de Dios; y aún le están esperando. Sin embargo no todo estaba perdido. Jesucristo cumplió al pie de la letra todas y cada una de las profecías que de él se habían dado, demostrando que él es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29), el Hijo del hombre con el cual se identificó el mismo Jesucristo.
“Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.” Mateo 18:11.
Era y es necesario recibir a Jesucristo puesto que trae un gran beneficio a nuestra vida: “Ser hecho Hijo de Dios.”
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;” Juan 1:12.
Jesucristo nos enseño como podemos hacer para recibirlo, inclusive hoy día. ¿Difiere esto a la forma como actualmente se predica que hay que recibirlo? Veamos.
“Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibe.” Mateo 18:5.
“El que reciba en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió.” Marcos 9:37.
“y les dijo: Cualquiera que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y cualquiera que me recibe a mí, recibe al que me envió; porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ése es el más grande.” Lucas 9:48.
Esto hablando de, no solo la sencillez de un niño, sino inclusive del hecho que muchos no recibieron a Jesucristo porque esperaba a un gran personaje, importante, humanamente hablando. Por eso la reacción de Natanael.
“Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve.” Juan 1:45-46.
Que tremendo ¿Qué esperaba Natanael? ¿Alguien humanamente reconocido?.
Esta sencillez y humildad de Jesucristo, su origen en esta tierra; fue tropiezo para muchos que no pudieron recibirle pues esperaban alguien diferente; asunto este que repercute aún en el día de hoy, que algunos quieren recibir a Jesucristo solo si Jesucristo es Dios.
Jesucristo hablando con sus discípulos les dijo:
“El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.” Mateo 10:40.
Ahora compara a los discípulos con el niño. Humanamente ¿Qué grado de instrucción tenían los discípulos? ¿Dónde estudiaron para ser pescadores? Antes, dice la Biblia que no tenían estudios:
“Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús.” Hechos 4:13.
Humanamente no eran importantes, pero fueron los elegidos para realizar el trabajo que se requería, Muchos no recibieron a los discípulos y al no recibir a los discípulos no recibieron a Jesucristo, ni recibieron a Dios.
“De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.” Juan 13:20.
¿Fueron los discípulos enviados por Jesucristo?
“Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío.” Juan 20:21.
Si no recibimos a los Apóstoles, no recibimos a Jesucristo y si no recibimos a Jesucristo tampoco recibimos a Dios.
De esto habló el Apóstol Juan, de cómo hubo quienes no les recibieron:
“Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia.” 3ra de Juan 1:9-10.
¿Cómo podemos hoy aceptar o recibir a Cristo?
Al reconocer y aceptar los siervos de Dios aún cuando sean de humilde condición. Basta con reconocer que Dios les usa, Dios les guía, que han sido escogidos por Dios para un ministerio sin importar lo que en el pasado pudieron haber sido o hecho.
“De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” 2da Corintio 5:16-17.
“El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación; pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba.” Santiago 1:9-10.
“Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado; ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos? Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros? Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis; pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores.” Santiago 2:1-9.
De manera que reconocer que Jesucristo murió y resucitó tanto por los unos como por los otros nos ayuda a aceptar la provisión de Dios en Jesucristo. De igual manera, cuando aceptamos el testimonio de los discípulos-Apóstoles, aceptamos a Jesucristo; pues ellos recibieron mandamiento de Jesucristo.
“Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos.” Hechos 2:36.
“Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él.” 1ra de Juan 5:1.
También tenemos el testimonio dado por Dios mismo, tocante a su hijo Jesucristo:
“El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.” 1ra de Juan 5:10.
“He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones.” Isaías 42:1.
“Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Éste es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia.” 2da de Pedro 1:17.
Al recibir el testimonio de Dios, el de los Apóstoles y profetas, por medio de las sagradas escrituras, entonces estamos recibiendo a Cristo.
Ahora usted dirá ¿Por qué entonces las palabras de Pablo?
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2:20.
¿Qué está diciendo aquí Pablo? ¿Se refiere a que Jesucristo estaba en persona dentro de Pablo? ¿O más bien se trata de una conducta, una forma de vida? Ciertamente está hablando de reflejar en nuestra conducta la vida de Cristo, tal como lo dijo el Apóstol Juan.
“El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.” 1ra de Juan 2:6.
De igual manera, cuando habla el Apóstol Pablo a los efesios:
“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.” Efesios 3:14-19.
Así tenemos que él habitar, el vivir o morar de Cristo en nuestros corazones por la fe está determinado por la conducta que se ve reflejada en cada uno de nosotros cuando vivimos y andamos como Jesucristo anduvo aquí en la tierra, en obediencia al Padre, haciendo la voluntad de Dios antes que la suya propia.
“Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y ésta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y ésta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.” Juan 6:38-40.
Cuanta falta hace hoy día que en tantas iglesias las personas recibamos a Jesucristo y empecemos a vivir como él anduvo, y agrademos al padre; de esta manera estaremos recibiendo a aquel que fue enviado por el padre al mundo.
“no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios;” Efesios 6:6.
“Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más.” 1ra Tesalonicenses 4:1.
“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él;” Colosenses 2:6.



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