Cielo
nuevo y tierra nueva
2da de Pedro 3:13
“Pero
nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los
cuales mora la justicia.”
Una
de las cosas que debemos hacer nosotros los creyentes, es tener nuestra fe y
esperanza puestas en Dios; en las promesas que Dios ha hecho. No es que vamos a
esperar lo que nosotros nos gustaría o queremos; debemos esperar lo que se nos
ha prometido. En esto encontramos las promesas de la vida después de esta vida
¿acá en esta tierra? ¿Dónde estaremos? ¿Por cuánto tiempo?
“Luego nosotros los
que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos
en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el
Señor.” 1ra
Tesalonicenses 4:17.
Acá
hay una promesa que estaremos siempre con el señor, pero ¿Dónde? Por
disposición de Dios, donde esté nuestro Señor Jesucristo allí estaremos también
nosotros, los salvados.
Nos
gusta pensar que es allá en el tercer cielo al lado del Dios Todopoderoso; pero
ya dije, no es lo que nos gusta, es lo que Dios ha dispuesto.
Estamos
viviendo en un lugar temporal. Esto debemos tenerlo claro, pues nos ayuda a
entender las escrituras. Así lo dijo el Apóstol Pablo:
“Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que
desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si
desecháremos al que amonesta desde los cielos. La voz del cual conmovió
entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. Y esta frase: Aún una
vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que
queden las inconmovibles.” Hebreos 12:25-27.
“no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las
cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” 2da Corintios 4:18.
De manera que estamos en un sistema temporal, tanto en
nuestro cuerpo como en el lugar donde estamos; en esta tierra. Nuestra fe y
esperanza debe ser igual a la que tenían los héroes de la fe. Ellos estaban
esperando algo mejor, algo eterno.
“Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido,
sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran
extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente
dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en
aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban
una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios
de ellos; porque les ha preparado una ciudad.” Hebreos 11:13-16.
La promesa de la herencia no es en esta tierra. De
igual modo dice:
“porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor
es Dios.” Hebreos
11:10.
Todo esto que hoy conocemos pasará. Así lo dijo Dios,
por boca del señor Jesucristo:
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.” Mateo 24:35; Marcos
13:31; Lucas 21:33.
Así vemos que hay una determinación de parte de Dios
que “este cielo y esta tierra pasarán”. Esta determinado una destrucción para
ellos. Así lo dijo el Apóstol Pedro:
“Éstos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por
la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por
el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua;
pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma
palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los
hombres impíos.” 2da Pedro 3:5-7.
Viene un día donde va a haber una destrucción, tanto
del cielo como de la tierra; así está prometido y así ocurrirá.
“Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los
cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos,
y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas
cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa
manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el
cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo
quemados, se fundirán!” 2da de Pedro 3:10-12.
Esto es lo que está profetizado y tendrá fiel
cumplimiento. Este cielo y esta tierra dejarán de ser, Pero ¿no promete Dios
que los justos heredarán la tierra?
“Los justos heredarán la tierra, Y vivirán para siempre sobre ella.” Salmos 37:29.
¿Qué de ésta promesa? Como toda promesa de Dios tiene
fiel cumplimiento. Pero ¿Cuál tierra? Note que no dice “esta tierra” sino “la
tierra”. El Apóstol Pedro nos habla de la esperanza de esta promesa:
“Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva,
en los cuales mora la justicia.” 2da de Pedro 3:13.
Fíjese que Pedro no habla de esta tierra ni de este
cielo; ni de una remodelación de los mismos. El Apóstol Pedro habla de “Cielos
nuevos y tierra nueva”. Es para estrenar. Nuevos de paquete. Recuerde que el Apóstol
Pablo dijo que era necesario que las cosas movibles sean removidas para que
queden las inconmovibles. Hebreos 12:27. Por eso estamos esperando que este
cielo y esta tierra sean removidas para que se nos den como herencia los cielos
y la tierra inconmovibles.
También encontramos al Apóstol Juan escribiendo sobre
un lugar nuevo y diferente que también llama tierra y cielo. Juan dijo que él
lo vio; por lo que debemos estar seguros que vendrá.
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera
tierra pasaron, y el mar ya no existía más.” Apocalipsis 21:1.
De acá podemos ver que hay una gran diferencia entre
la tierra actual y la tierra nueva. Esta tierra donde hoy vivimos proviene del
agua y por el agua subsiste. 2da de Pedro 3:5.
“Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas
de las aguas. E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo
de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. Y
llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo.” Génesis 1:6-8.
Note aquí que a esta expansión llamó Dios cielos, pero
que sobre la expansión y debajo de la expansión quedó agua. O sea, los cielos
quedaron en medio de dos aguas. Aguas encima de la expansión y agua debajo de
la expansión.
“Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un
lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la
reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno.” Génesis 1:9-10.
Vemos que cuando Dios juntó las aguas que están debajo
de los cielos entonces emergió lo seco, que llamó tierra. Entonces del agua
provino y por el agua subsiste. Ahora bien, si usted observa la descripción que
da Juan en el Apocalipsis, del cielo nuevo y la tierra nueva, hay una
característica diferente a la tierra que hoy conocemos y a lo que tanto se
aferra el ser humano, pues sostiene la vida “El Agua”. En la tierra y en el
cielo nuevo NO HAY AGUA. “El mar ya no existía mas” Apocalipsis 21:1.
Para el ser humano actual es inconcebible la vida sin
el agua. Pero Dios ha prometido llevarnos a un lugar a vivir donde el agua no
es primordial, al menos en forma de mar u océano. No da mucho mas detalles de
las otras cosas que allí habrá, pero al menos hace la distinción para que
sepamos que no se trata de esta tierra donde estamos hoy. Dando Dios aún una
promesa firme a Juan para que nos la diera a conocer:
“Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas
las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.” Apocalipsis 21:5.
Debo aclarar que dije que el agua como la conocemos,
como mar, no sería primordial pues hay otra promesa de parte de Dios que cuando
ya estemos en la tierra nueva y el cielo nuevo Dios dará a beber al que tuviere
sed agua:
“Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al
que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.” Apocalipsis 21:6.
De igual modo no podemos dar detalles de todo aquello
que Dios no haya aún dado a conocer.
Estamos a la espera de que Dios nos dará todas sus
promesas, registradas en el libro de los Salmos para los justos, para los que
esperan en Jehová, para los mansos, para los benditos, heredarán la tierra.
“Porque los malignos serán destruidos, Pero los que esperan en Jehová,
ellos heredarán la tierra.” Salmos 37:9.
“Pero los mansos heredarán la tierra, Y se recrearán con abundancia de
paz.” Salmos
37:11.
“Porque los benditos de él heredarán la tierra; Y los malditos de él serán
destruidos.” Salmos
37:22.
“Los justos heredarán la tierra, Y vivirán para siempre sobre ella.” Salmos 37:29.
“Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te
apacentarás de la verdad.” Salmos 37:3.
Es notorio que hay una promesa de heredar la tierra;
pero debemos estar claros que no se trata de esta tierra, sino de la
inconmovible, la que Dios nos tiene preparada, una nueva.
Pero ¿Luego de salvados, con cuerpos celestiales,
viviremos en una tierra? Bueno, no existe una promesa en la biblia que
viviremos al lado del trono de Dios; eso está determinado para los seres que
Dios creó para que estén alrededor de su trono. Si revisamos el plan de Dios,
el original, cuando Dios creó al hombre lo hizo para que viviera, en comunión
con Dios pero en un lugar diferente al tercer cielo. Los creo para que viviera
en una tierra. No habían pecado, no habían sido castigados, vivían en un
huerto:
“Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre
que había formado.” Génesis 2:8.
Y lo colocó en este lugar para que reinase;
“Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la
tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los
cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” Génesis 1:28.
Nada de esto es en el tercer cielo. Era para vivir en
una tierra. Este es y ha sido el plan de Dios. Por eso dice:
“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre,
heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” Mateo 25:34.
De manera que Dios, luego de nuestra resurrección para
vida, lo que hará es restituir el plan original, que fue estropeado por el
enemigo de nuestras almas, pero que Dios nos restituye para honra y gloria de
su nombre; y al estar en estos cielos y tierra nueva, entonces estaremos con la
presencia de Dios allí:
“He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos
serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.” Apocalipsis 21:3.
Podemos ver que no es que nosotros iremos a vivir con
Dios en el tercer cielo sino, que es Dios quien morará con nosotros en los
cielos y la tierra nueva, la cual llama también “El tabernáculo de Dios con los
hombres”, esta es la extensión de su tabernáculo.
“Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su
templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre
ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor
alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los
guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de
ellos.” Apocalipsis
7:15-17.
Debemos tener presente que la promesa de Dios es:
“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni
habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el
que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y
me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.” Apocalipsis 21:3-5.
“…ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni
dolor; porque las primeras cosas pasaron…” Sin estos problemas que nos aquejan
en esta vida, la vida eterna será una gran bendición en el lugar que Dios ya
nos tiene preparado.
Allí viviremos, allá estaremos con Nuestro Señor
Jesucristo como pastor y Sumo Sacerdote, todos sirviendo a un mismo Dios; al
Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.