El
Señor:
Un
nombre que está sobre todo nombre.
Efesios 1:20-22.
“la cual operó en
Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares
celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo
nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y
sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,”
En las sagradas escrituras podemos ver
relatado la recompensa más grande obtenida por ser humano alguno en éste siglo
y aún en el venidero. El privilegio otorgado a nuestro Señor Jesucristo no será
dado a ningún otro ser humano o creación humana.
“Sepa, pues,
ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis,
Dios le ha hecho Señor y Cristo.” Hechos 2:36.
Esto como parte de la recompensa que Dios
había prometido de dar por haber vencido.
“Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento.
Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por
largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto
de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará
mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. Por tanto, yo le
daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto
derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él
llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores. Isaías 53:10-12.
Podemos ver que una de
las recompensas es “yo le daré parte con los grandes” y esto no se refiere a
que tendría amigos importantes, sino que Jesucristo sería designado para
obtener y ejercer un cargo de autoridad.
“Entonces hablaste en visión a tu santo, Y dijiste: He puesto el socorro
sobre uno que es poderoso; He exaltado a un escogido de mi pueblo. Hallé a
David mi siervo; Lo ungí con mi santa unción. Mi mano estará siempre con él, Mi
brazo también lo fortalecerá. No lo sorprenderá el enemigo, Ni hijo de
iniquidad lo quebrantará; Sino que quebrantaré delante de él a sus enemigos, Y
heriré a los que le aborrecen. Mi verdad y mi misericordia estarán con él, Y en
mi nombre será exaltado su poder. Asimismo pondré su mano sobre el mar, Y sobre
los ríos su diestra. Él me clamará: Mi padre eres tú, Mi Dios, y la roca de mi
salvación. Yo también le pondré por primogénito, El más excelso de los reyes de
la tierra. Para siempre le conservaré mi misericordia, Y mi pacto será firme con
él.” Salmos 89:
19-28.
Hay en este salmo una semblanza de la gloria
que tendría el Cristo. No se deje distraer porque dice “…hablé a mi siervo
David…” pensando que se refiere al rey David, el hijo de Isaí en la antigüedad.
No es de este David de quien está hablando este salmo. Acá se hace alusión al
Señor Jesucristo como el descendiente de David. No le llama “Jesús”, sino
David; y no sólo en este salmo, en varias oportunidades las sagradas escrituras
hacen referencia a Jesús en el Antiguo testamento le llama David y en ocasiones
Jacob.
Podemos
ver que, este siervo del Dios Altísimo, iba a ser exaltado; y esto fue
precisamente lo que hizo Dios con Nuestro señor Jesucristo, le exaltó hasta lo
sumo, le hizo Señor y Cristo; no solamente acá en la tierra sino también en el
cielo.
Referente
ha
en la tierra, está profetizado que
Jesucristo será el más excelso de los reyes de la tierra; pero, referente a en el cielo, Dios le dio un privilegio mayor: le entronó como Señor
de todos aquellos que ostentan cargos en los lugares celestiales.
“quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están
sujetos ángeles, autoridades y potestades.” 1ra de Pedro 3:22.
Y este privilegio prometido y otorgado por
Dios a Nuestro señor Jesucristo lo completaría sentándole a su diestra.
“Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus
enemigos por estrado de tus pies.” Salmos 110:1.
Es un privilegio
ganado. Le fue otorgado por haber vencido.
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he
vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.” Apocalipsis 3:21.
El sentar a
Jesucristo con él, en su trono de gloria, no fue como un simple invitado de
honor. Dios le concedió a Jesucristo autoridad y potestad aún sobre todos los
seres creados en los cielos y en la tierra.
“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el
cielo y en la tierra.” Mateo 28:18.
Esta potestad es
parte del privilegio de haber sido exaltado hasta lo máximo que una creatura de
Dios ha podido y puede serlo; llegar a ser el segundo al mando, también llamado
Señor de Señores. Así es reconocido en el libro de Apocalipsis capítulo 17,
versículo 14.
“Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor
de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y
fieles.”
No debe confundir
este nombramiento con el hecho de que para Dios también se refiere en las
escrituras como “Señor de señores”. Déjeme explicarle. Dios, quien es el
creador de todas las cosas y a todos da vida, en todo cuanto ha creado ha puesto
gobernantes, autoridades, potentados para que ejerzan dominio, hacerse
obedecer; siendo esto tanto en el cielo como en la tierra. Ejemplo de esto,
cuando Dios colocó a Adan en el huerto de Edén, le dio autoridad sobre la
creación.
“Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la
tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los
cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” Génesis 1:28.
Aún cuando Dios le da señorío a los seres
vivientes que ha creado ninguno de ellos
llega a ser semejante al altísimo.
“Porque ¿quién en los cielos se igualará a Jehová? ¿Quién será semejante a
Jehová entre los hijos de los potentados?” Salmos 89:6
Todas estas
autoridades, todos estos señoríos, todos estos reinos de los seres vivientes
que Dios ha creado, están bajo la autoridad del señor Jesucristo. ¿Por qué?
Porque Dios le hizo Señor aún de ellos; pero Dios se reserva su derecho de
permanecer como Dios, como dueño y Señor de ellos, aún de Jesucristo. Por eso
dice:
“Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya
suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él
reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el
postrer enemigo que será destruido es la muerte. Porque todas las cosas las sujetó
debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él,
claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. Pero luego que
todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al
que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos.” 1ra Corintios
15:24-28.
Podemos ver que Dios
le confirió autoridad y potestad a Jesucristo sobre todo, pero Jesucristo no
tiene autoridad sobre Dios, que fue quien le sujetó a él todas las cosas. Por
eso Jesucristo tiene un señor y ese Señor es Dios. Jesucristo es el siervo de
Dios. Dios, el Padre de Gloria, sigue siendo Señor; por eso David
proféticamente hablando dice:
“Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus
enemigos por estrado de tus pies.” Salmos 110:1.
O como fue traducido
en el texto del Nuevo Testamento tomado del texto griego, quienes no usaron el
nombre de Dios sino que usaron la palabra Señor:
“Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, Hasta que ponga a tus
enemigos por estrado de tus pies?” Mateo 22:44.
Dios permanece siendo
Señor, aún de nuestro Señor Jesucristo.
El hecho de Dios
haber exaltado hasta lo sumo a nuestro Señor Jesucristo le concede el privilegio
de ser designado para ejercer un cargo, una función que hasta ese momento nadie
había ejercido. Este nombramiento es el que nos dice la biblia que está sobre
todo nombre. Permítame explicarle. La palabra de Dios dice:
“Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que
es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de
los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda
lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” Filipenses 2:9-11.
Al mirar
detalladamente esta porción, podemos ver que acá hace el énfasis en un cargo,
una distinción y no en una palabra o denominación con la cual se llama al Hijo
de Dios. Cuando hace referencia a que Dios le dio “un nombre que es sobre todo
nombre” no se refiere al nombre de pila con el cual fue bautizado en su nacimiento.
Con la exaltación de Jesucristo lo que ocurrió fue que se le designó para que
él fuese Señor; por eso termina diciendo el versículo 11:
“…y toda lengua confiese que Jesucristo es el señor,
para gloria de Dios Padre.”
Note que lo que hay que confesar aquí no es el
nombre con el cual se le conoce desde el nacimiento, que Dios le dio por medio
del ángel, en español o castellano “Jesús”. Lo que hay que confesar para gloria
de Dios Padre es el hecho de que Jesucristo es “El Señor”. Esta fue la
exaltación, el reconocimiento, la distinción, el nombramiento que recibió
Jesucristo luego de haber hecho la redención de la humanidad. Ahora, que este
ser entronado, que ejerce el señorío por voluntad y orden de Dios, se llama
Jesús, eso es diferente. Por eso dice: “Para que en el nombre de Jesús se doble
toda rodilla.”
Note que acá no dice:
“Para que en el nombre Jesús” sino que dice “Para que en el nombre de Jesús” haciendo claramente la distinción entre el nombre
y la persona que lleva el nombre, quien se llama Jesús. Dicho sea de paso, que
esta es una de las razones por la cual se dobla rodilla ante Jesucristo, no por
ser Dios, sino porque Dios le hizo Señor; y por el hecho de ser Señor entonces
ante él “se debe doblar toda rodilla de los que están en los cielos, y en la
tierra, y debajo de la tierra.” Filipenses 2:10.
Es por el
nombramiento como señor que debe doblarse toda rodilla. Ante el Señor, que se
llama Jesús. Esta orden es dada para todo ser viviente creado por Dios; pues
Dios le colocó sobre todos ellos.
“la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su
diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y
señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también
en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza
sobre todas las cosas a la iglesia,” Efesios 1:20-22.
Acá podemos ver la
expresión “sobre todo nombre que se
nombra”. Esta expresión debe ser leída con detenimiento, pues no se está
refiriendo a denominación de origen o nombre de pila con el que le presentaron
en la iglesia, ya se lo habían puesto cuando tenía ocho días de nacido.
“Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre
JESÚS, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido.” Lucas 2:21.
Aún cuando el nombre
“Jesús” es excelso por su significado y propósito para salvación y perdón de
pecados, no es este el nombre que es sobre todo nombre que se nombra; no al
menos directamente. No se me escandalice, espere un momento. ¿Qué significa la
expresión sobre todo nombre que se nombra? Lo primero que hay que hacer es no
sacar esta expresión del contexto en el cual fue dicho. Está hablando en Efesios 1:20-22
de los cargos, designaciones, investiduras que Dios ha hecho en los seres
vivientes que ha creado.
“Nombrar” es más que solo citar o mencionar o decir el nombre de
alguien o algo, Nombrar es también elegir o designar a alguien, generalmente
para un cargo o empleo. Si vemos un ejemplo pudiese ser cuando Saúl es ungido
para ser Rey. Él estaba preocupado por unas asnas y Samuel le salió al encuentro:
“Y Samuel respondió a Saúl, diciendo: Yo soy el vidente; sube delante de mí
al lugar alto, y come hoy conmigo, y por la mañana te despacharé, y te
descubriré todo lo que está en tu corazón. Y de las asnas que se te perdieron
hace ya tres días, pierde cuidado de ellas, porque se han hallado. Más ¿para
quién es todo lo que hay de codiciable en Israel, sino para ti y para toda la
casa de tu padre? Saúl respondió y dijo: ¿No soy yo hijo de Benjamín, de la más
pequeña de las tribus de Israel? Y mi familia ¿no es la más pequeña de todas las
familias de la tribu de Benjamín? ¿Por qué, pues, me has dicho cosa semejante?
Entonces Samuel tomó a Saúl y a su criado, los introdujo a la sala, y les dio
lugar a la cabecera de los convidados, que eran unos treinta hombres. Y dijo
Samuel al cocinero: Trae acá la porción que te di, la cual te dije que guardases
aparte. Entonces alzó el cocinero una espaldilla, con lo que estaba sobre ella,
y la puso delante de Saúl. Y Samuel
dijo: He aquí lo que estaba reservado; ponlo delante de ti y come, porque
para esta ocasión se te guardó, cuando dije: Yo he convidado al pueblo. Y Saúl
comió aquel día con Samuel. Y cuando hubieron descendido del lugar alto a la
ciudad, él habló con Saúl en el terrado.” 1ra de Samuel 9:19-25.
Todas estas
atenciones y palabras de Samuel para con este hombre ¿a qué se debían? ¿A que
se llamaba Saúl? No; era simplemente por su nombramiento, porque había sido
nombrado para estar sobre todo líder, jefe en Israel. Esto le hacía diferente.
O, si vemos el caso
de David, en 1ra
de Samuel 16:04-13, cuando fue ungido para ser Rey, igualmente
Samuel expresó unas atenciones especiales para con el último de los hijos de
Isaí. Aún cuando cada uno de los hijos de Isaí fueron llamados por su nombre y al
referirse al que faltaba ese día, el menor, ni siquiera se refirieron a él por
su nombre, vemos que Samuel dijo:
“envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa
hasta que él venga aquí” 1ra Samuel 16:11.
Que distinción, todos
debían esperar a que David llegara para poder comer. ¿Era porque se llamaba
David? No; era porque ya ante Dios había sido promovido, nombrado, designado
como Rey de Israel; señalado para ocupar el puesto principal, aún cuando era un
muchacho.
De la misma manera
los privilegios que ostenta Jesucristo a la diestra de Dios, como Señor de
señores, con toda la autoridad y potestad en el cielo y en la tierra, no es
porque se llama “Jesús” sino porque Dios le hizo Señor. Le promovió, le exaltó,
le designó como señor y como tal tiene privilegios; está por encima de todo
señorío. Tiene un nombramiento por encima de todo cargo que exista en este
siglo y aún en el venidero. Jesucristo fue investido como señor y esto es lo que
significa la expresión “nombre que se nombra” “titulo que se designa” y no se
refiere a nombre con el que se conoce a una persona sino cargo que le da autoridad. Ahora, que
este ser que fue designado por Dios para ser Señor y que juzgará al mundo por
medio de él, lleva por nombre o es conocido como “Jesús” es una realidad, una
verdad; pero es la designación que le dio Dios lo que le hace diferente a los
otros “Jesús”, pues hay muchos.
“Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda
a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha
establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a
quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.” Hechos 17:30-31.
Esto es lo que mandó
Jesucristo a predicar:
“Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que
Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos.” Hechos 10:42.
Esta función de Juez
es parte de sus responsabilidades por el señorío que Dios le dio.
Y ¿Qué del nombre
“Jesús”? ¡No hay otro nombre como el de él!; no se me desespere, pues aunque en
el libro de los Hechos encontramos una expresión muy parecida a la que venimos
estudiando no es similar, no es la misma.
“sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el
nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios
resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano.
Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha
venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay
otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Hechos 4:10-12.
Vamos a ver esto en
detalle, lo primero que debemos notar es que cuando dice “no hay otro nombre
bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” hay que hacer una
diferencia con el rango o posición que ostenta Cristo de estar sobre todo
nombre. El nombre que es sobre todo nombre es tanto como en el cielo y en la
tierra, en este siglo y en el venidero, pero el nombre para salvación es bajo
el cielo y dado a los hombres. Veamos los dos versículos juntos.
“Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que
es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de
los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda
lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” Filipenses 2:9-11.
“ Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo,
dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Hechos 4:12.
En uno habla de un nombre o nombramiento que
le confiere autoridad en toda la creación y en otro habla para salvación acá en
la tierra. Ciertamente se debe pronunciar y ser invocado el nombre de “Jesús”
en nuestras vidas para perdón de pecados y salvación pero más allá de este
nombre hay un nombre o designación superior, mayor que le confiere autoridad; y
no debemos confundirlos.
“porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Romanos 10:13.
El nombramiento como
señor es a largo plazo, aún en el siglo venidero; mientras que el nombre “Jesús
es temporal. Si, como lo leyó, es por un tiempo, por el periodo de salvación;
luego el nombre le será cambiado. En el periodo milenial, cuando Jesucristo
vuelva para ocupar el trono de David, tal como Dios le prometió, cuando regrese
para ser “el más excelso de los Reyes de la tierra” entonces se le conocerá con
un nombre diferente al de “Jesús” ya no se le dirá “Jehová Salva” sino que se le conocerá como “Jehová Justicia Nuestra”.
“He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo
justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la
tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y éste será su
nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra. Por tanto, he aquí
que vienen días, dice Jehová, en que no dirán más: Vive Jehová que hizo subir a
los hijos de Israel de la tierra de Egipto, sino: Vive Jehová que hizo subir y
trajo la descendencia de la casa de Israel de tierra del norte, y de todas las
tierras adonde yo los había echado; y habitarán en su tierra.” Jeremías 23:5-8.
“En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar a David un Renuevo de
justicia, y hará juicio y justicia en la tierra. En aquellos días Judá será
salvo, y Jerusalén habitará segura, y se le llamará: Jehová, justicia nuestra.” Jeremías 33:15-17.
Y aún después de
estos mil años, cuando seamos colocados como columnas en el templo de Dios, aún
Jesucristo va a recibir un nombre nuevo.
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más
saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la
ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios,
y mi nombre nuevo.” Apocalipsis 3:12.
De manera que el
nombre “Jesús” no es el nombre que se refiere cuando dice “sobre todo nombre
que se nombra, no solo en este siglo sino también en el venidero” Efesios 1:21.
Pues en el mundo
venidero, donde Jesucristo va a ostentar
también el rango de Señor, este nombramiento si es a largo plazo. Ya no
se llamará “Jesús” sino que Dios le dará un nombre nuevo, pero seguirá siendo
“Señor”.
El apóstol Pablo nos
recuerda que Dios sujetó a Jesucristo aún el mundo venidero cuando dice:
“Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos
hablando; pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre,
para que te acuerdes de él, O el hijo del hombre, para que le visites? Le
hiciste un poco menor que los ángeles, Le coronaste de gloria y de honra, Y le pusiste
sobre las obras de tus manos; Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto
le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no
vemos que todas las cosas le sean sujetas. Pero vemos a aquel que fue hecho un poco
menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del
padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por
todos.” Hebreos
2:5-9.
Aún en el mundo
venidero Jesucristo seguirá siendo Señor, nuestro Señor, pero no se llamará
“Jesús”.
“…Éstos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas,
y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del
trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado
sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni
sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que
está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de
vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.” Apocalipsis 7:14-17.
Así encontramos la
función de “Señor” como una designación que va más allá de estas fronteras
terrenales, e inclusive es necesario que reconozcamos esta designación para
nuestra salvación.
“…Ésta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca
que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los
muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la
boca se confiesa para salvación.” Romanos 10:8-10.