Y Tú:
¿Eres Unitario?
Si le preguntases a un trinitario si es
Unitario, claro que él te dirá que si lo es; para él hay un Dios que existe
simultáneamente en tres personas; Padre, Hijo y Espíritu Santo. Si le hicieses
la misma pregunta a un Modalista él te dirá que él es el Unitario; para él hay
un Dios que se manifiesta o aparece según la necesidad, como Padre en la
creación, como Hijo en la redención y como Espíritu en la Justificación, pero
ellos no coexisten. Pero, si le preguntases a un Unitario Bíblico Monoteísta,
él también te contestaría que es Unitario. Para él sólo hay un Dios, el Padre y
por ningún motivo el Hijo existía antes de nacer de María, ni sólo, ni junto
con el Espíritu Santo, recibe la distinción de Dios; ni mucho menos que el Hijo
sea el Padre. Encontraras que su concepción es similar al monoteísmo Judío; y
no es de extrañar pues el señor Jesucristo dijo:
“Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos
lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.” Juan 4:22.
De manera que por el
simple hecho de que la salvación viene de los judíos, el Dios al que adoramos
es el mismo Dios que adoraron Abraham, Isaac, Jacob, Los patriarcas, Los
Profetas antiguos, incluyendo a Nuestro Señor Jesucristo.
“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.” Deuteronomio 6:4.
A pesar de que parece sencillo el comprender
estas palabras de Moisés al pueblo de Israel, son ellas el punto de partida
para todos los unitarios; aunque luego difieren en la forma como conciben a ese
Dios único; al punto de llegar algunos a desconocer textos monoteístas puros,
en el nuevo testamento, que es la creencia básica transmitida por Jesucristo y
sus discípulos.
“… y que no hay más que un Dios. Pues aunque haya algunos que se llamen dioses,
sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), para
nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las
cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son
todas las cosas, y nosotros por medio de él. Pero no en todos hay este
conocimiento;…” 1ra
de Corintios 8:4-7.
“Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y
a Jesucristo, a quien has enviado.” Juan 17:3.
“Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a
mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro
Dios.” Juan
20:17
Referente al padre, vemos que sólo él es Dios, inclusive el Dios al cual Jesucristo adora.
Pero además del Padre se nos habla también de un Hijo; aparte y diferente del
Padre, en quien también debemos de creer. Así lo expresó el mismo
Señor Jesucristo:
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.” Juan 14:1.
Es necesario creer que Jesús, el Cristo, es
el Hijo de Dios; y esta fue la razón por la que se escribió el evangelio de
Juan:
“Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo
de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.” Juan 20:31.
Siendo este el
conocimiento que transmitieron los discípulos:
“Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde
la magnífica gloria una voz que decía: Éste es mi Hijo amado, en el cual tengo
complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con
él en el monte santo.” 2da de Pedro 1:17.
“Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a
quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.” Hechos 2:36.
Referente al Hijo, encontramos que Dios hizo Señor y Cristo a Jesús de Nazaret y le declaró su
Hijo. No es el Dios Hijo, ni una modalidad de Dios, sino el Hijo de Dios;
porque así lo declaró Dios.
“que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras,
acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según
la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de
santidad, por la resurrección de entre los muertos,” Romanos 1:2-4.
De igual modo, además
de Dios el Padre y de su Hijo Jesucristo, se nos habla de un Espíritu Santo; el
cual es necesario recibir en nuestros corazones.
“les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron:
Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo.” Hechos 19:2.
También registrado en
la biblia como “La promesa del Padre”.
“Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que
esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan
ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu
Santo dentro de no muchos días.” Hechos 1:4-5.
¿Un Espíritu? Si; el
espíritu de Dios.
“El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de
agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él;
pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún
glorificado.” Juan
7:38-39.
En esto consistía la
promesa del Padre; que el haría morar su Espíritu en nuestros corazones.
“Volveos a mi reprensión; He aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros,
Y os haré saber mis palabras.” Proverbios 1:23.
“Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida;
mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos;” Isaías 44:3.
“Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis
estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.” Ezequiel 36:27.
Dios prometió, en
reiteradas oportunidades, que derramaría su Espíritu sobre el ser humano. Este Espíritu
es el Espíritu de Dios, no es el Dios Espíritu, ni una modalidad de Dios.
Recibimos el Espíritu que Dios ha dispuesto poner sobre y dentro de nosotros;
el Espíritu Santo, su Santo Espíritu: “El Espíritu de Dios”.
“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos,
¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo
pidan?” Lucas
11:13.
Referente al Espíritu Santo, nos dice claramente que es el Espíritu que Dios
prometió poner dentro de nosotros; el Espíritu del Padre, el Espíritu del Único
Dios Verdadero, de la misma forma como Dios ungió a Jesús de Nazaret:
“cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y
cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo,
porque Dios estaba con él.” Hechos 10:38.
Encontramos así,
registrados en las sagradas escrituras, un unitarismo monoteísta sin diversidad
de personas que sean Dios, ni a un Dios cambiante:
“Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido
consumidos.” Malaquías
3:6.
“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de
las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” Santiago 1:17.
El Dios de Abraham,
de Isaac y de Jacob ese es nuestro Dios:
“El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha
glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante
de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad. Mas vosotros
negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, y matasteis
al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual
nosotros somos testigos.” Hechos 3:13-15.
Ese es el Dios
Unitario Bíblico, el verdadero, el que predicaron los profetas antiguos y los Apóstoles
de Jesucristo, para que nosotros fuésemos Unitarios, que creyésemos que sólo hay
un Dios “El Padre”. El ser Unitario es creer que sólo hay un Dios.
“Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en
el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro.” Deuteronomio 4:39.