Para que Dios sea todo en todos
“Pero luego que todas
las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que
le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos.”
1 Corintios 15:28
Que volvamos al inicio, retornemos al plan original, es
el propósito de Dios con nuestras vidas y con su creación.
a a) Creó
al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones
(Eclesiastés 7:29)
b b) Perfecto
eras desde el día que fuiste creado (Ezequiel 28:15)
Hay en estos dos episodios la descripción de desobediencia en dos de las creaciones de Dios. Cuando Dios creó al que hoy conocemos como diablo fue una creación como todo lo que Dios hace, perfecto, pero éste querubín se enalteció y quiso tomar el lugar de Dios; trayendo el desencadenar de episodios desde que el diablo fue expulsado, con los ángeles que se revelaron, del lugar de privilegios donde se encontraban.
Del mismo modo, cuando Dios creó al hombre lo hizo a
imagen y a semejanza de Dios, y le estableció un lugar y ocupación, pero
incitados por el diablo desobedecieron las órdenes que Dios les había
establecido. Comienza de ese modo una serie de sucesos en la humanidad que han
provocado la intervención de Dios en varias oportunidades para corrección y
llamado a volverse a Dios para servirle; ejemplo de ello la destrucción de la
humanidad en tiempos de Noé.
Si observamos, antes de estos dos episodios ya existía
Dios. Dios es el creador, con sus características propias de vida eterna,
inmutables y principios morales y de
santidad únicos; los cuales espera que todos los seres que él ha creado
profesen y cumplan.
“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo
alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” Santiago 1:17
Lo que está
sujeto a cambio y es transformado es su creación, las cosas y los seres que ha
creado.
De Dios dice
el Apóstol Pablo:
“el único que tiene inmortalidad, que
habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede
ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.” 1 Timoteo 6:16
De manera que antes de la creación ya Dios era; y estableció en los cielos su trono, Y su reino domina sobre todos.
“Jehová estableció en los cielos su
trono, Y su reino domina sobre todos.Bendecid a Jehová,
vosotros sus ángeles, Poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra,
Obedeciendo a la voz de su precepto. Bendecid a Jehová,
vosotros todos sus ejércitos, Ministros suyos, que hacéis su voluntad. Bendecid a Jehová,
vosotras todas sus obras, En todos los lugares de su señorío. Bendice, alma
mía, a Jehová.” Salmos 103:19-22
Vemos
acá una semblanza de cómo es el Reino de
Dios; Todas sus obras dando y rindiendo alabanza, honra y adoración a su
creador.
Por el hecho
que existan estos dos episodios dentro de su creación, como lo es el caso del
diablo y sus ángeles, además de el pecado del ser humano, no significa que Dios
cambio. Dios no deja de ser; así como Dios era, él aun es.
Dios ha
mostrado su compasión con su creación, dándole la oportunidad “…no queriendo
que ninguno se pierda sino que todos procedan al arrepentimiento”, porque ha
establecido un día para hacer juicio y destruir a todos aquellos que hacen
iniquidad, los que le aborrecen.
Esto es
necesario para restablecer el orden en el Reino de Nuestro Dios.
“Después hubo una gran batalla en el
cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y
sus ángeles; pero no
prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera
el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual
engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron
arrojados con él. Entonces oí una gran
voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino
de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el
acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y
noche. Y ellos le han
vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de
ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.”Apocalipsis 14:7-11.
Y la destrucción final la encontramos en Apocalipsis 20:9-10
“…y
de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió. Y
el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban
la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos
de los siglos”.
De igual manera con la raza humana que se apartó de Dios
y no quiso volver a las sendas antiguas sino que se empeñan en seguir sus
propios caminos, hay una destrucción: luego del juicio en el gran trono blanco:
“Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego. Apocalipsis 20:15
Esto completaría el proceso y el regreso al orden primigenio en el que fueron
creadas las cosas, entonces será quitado de en medio la provisión temporal (Jesucristo)
que permite la salvación del ser humano de la condenación, el reinado temporal
que ejerce Jesucristo, por legado de Dios, hasta que cumpla la promesa hecha a
David que había de nacer de su descendencia un Rey que se sentaría en su trono
y no solo le concedió el Trono de David, sino que Dios, también, delegó en
Jesucristo toda potestad y todo dominio
“quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades.” 1 Pedro 3:22
“Porque
preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de
sus pies. Y el postrer enemigo
que será destruido es la muerte. Porque todas las
cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido
sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. Pero luego que todas
las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que
le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos.” 1 Corintios 15:25-28
De ésta manera llegamos al reino de Dios Padre, en el futuro, sin mediador, sin intermediario, entonces el mismo Dios que era antes de la creación, en la creación, que es en éste tiempo de salvación, será el que reinará, el que vendrá por la eternidad.
“Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.” Mateo 13:43
Vemos
que el Dios Todopoderoso, creador del Universo, y todo lo que hay, es el que
era, que es y que ha de venir.
De
esto se habla allá en los cielos, alrededor del trono de Dios; donde se
encuentra cuatro seres vivientes. Estos no son seres humanos, es parte de los
seres celestiales que están alrededor del trono de nuestro Dios y Padre Celestial.
“ Y
los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro
estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo
es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir. Y siempre que
aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está
sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro
ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que
vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono,
diciendo: Señor, digno eres de
recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y
por tu voluntad existen y fueron creadas.”
Apocalipsis 4:8-11
Note
que dice: “…el que era,
el que es, y el que ha de venir.” Esto ocurre allá en el cielo y aun cuando
el Cordero esta también allá arriba en los cielos, no dice el que ha de ir;
por eso no se refiere al Cordero, quien desde el cielo descenderá a la tierra.
Desde acá decimos “vendrá”, pero desde el cielo seria “irá”. De tal manera que
esta expresión “que ha de venir” se refiere al Dios y Padre Creador del
Universo, recibiendo la adoración de su creación alrededor del trono.
De
igual manera, encontramos que cuando suene la trompeta, en Apocalipsis 11:15-17:
"El séptimo ángel tocó
la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo
han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos
de los siglos. Y los veinticuatro
ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre
sus rostros, y adoraron a Dios, diciendo: Te damos
gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir,
porque has tomado tu gran poder, y has reinado.”
Notamos
que nuevamente quienes dan la adoración son los seres celestiales que están
alrededor del Trono, y al decir: “el que
eres y que eras y que has de venir”, se están refiriendo a Dios nuestro
Padre en su Reino.
El
Apóstol Juan, quien escribió el libro de Apocalipsis, hace una introducción a
éste libro desde el verso 1 al 8. Tiene este segmento del libro una
característica, en forma resumida nos subdivide esta introducción así: En general
habla de:
a) Como recibió la
revelación, del versículo 1 al 3
b) Una bendición dada a
las siete iglesias, del versículo 4 al 6
c) Un recordatorio del
regreso de Jesucristo a la tierra, versículo 7
d) Da a conocer las
palabras que Dios le dijo, simplemente repite lo que oyó que dijo Dios: “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin,
dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.”
Como
si fuesen puntos a desarrollar en un índice, nos da a conocer en los primeros
ocho versículos de Apocalipsis verdades que trata en profundidad en el resto
del libro.
Note
que no se contradice, pues ya en el versículo 4 y 5 nos da explicación de las
palabras que se expresan en el versículo 8, veamos:
“Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y
paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete
espíritus que están delante de su trono;” (Hasta aquí se está refiriendo a
Dios nuestro Padre; y luego dice) y de
Jesucristo el Testigo fiel…”
Vemos
claramente que a quien se refiere en la expresión “del que es y que era y ha de venir”, al Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo; como lo afirma en el versículo 6:
“y nos hizo reyes y
sacerdotes para Dios, su Padre;…”
Tenemos
así que el versículo 8 del capítulo 1 de Apocalipsis es una declaración hecha
por Dios: “Yo soy el Alfa y la Omega,
principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el
Todopoderoso”.
Con
esta expresión termina la introducción al libro de Apocalipsis, y pasa luego a
dar detalles de toda “…la palabra de
Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto”. Apocalipsis 1:2
Cuando
todo esto sea consumado entonces “…los
justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos
para oír, oiga.” Mateo 13:43
“El
que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del
libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus
ángeles.” Apocalipsis
3:5
"Al que venciere, yo
lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y
escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios,
la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo” Apocalipsis 3:12
Nos dice Santiago en
su Carta:
“Toda buena dádiva y
todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no
hay mudanza, ni sombra de variación.” Santiago 1:17
El Dios y Padre de
nuestro Señor Jesucristo es “…el que es
y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.” Apocalipsis
1:8.
Estas son las cosas
que están por venir. El hecho de que es el Dios creador del universo quien vuelva a
ser el todo en todo y que volvamos al inicio de su creación, como el nos
concibió en sus planes; así como lo explica el Apóstol Pablo:
“un Dios y Padre de todos, el cual es
sobre todos, y por todos, y en todos.” Efesios 4:6.
Del mismo modo esta
descrito por Juan, en el libro de apocalipsis, parte de la Adoración y la
alabanza en el cielo para con Nuestro Dios en el futuro.
“Después
de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: !Aleluya!
Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro; porque sus juicios
son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a
la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano
de ella. Otra vez dijeron:
!Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos de los siglos. Y los veinticuatro
ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios,
que estaba sentado en el trono, y decían: !Amén! !Aleluya! Y salió del trono una
voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis,
así pequeños como grandes. Y oí como la voz de
una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes
truenos, que decía: !Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y
alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su
esposa se ha preparado. Y a ella se le ha
concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino
fino es las acciones justas de los santos. Y el ángel me dijo:
Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del
Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.” Apocalipsis 19:1-9
Proféticamente ya lo decía el Salmista
David, refiriéndose a nuestra adoración exclusiva a nuestro Dios Todopoderoso:
“Venid, aclamemos
alegremente a Jehová; Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación. Lleguemos ante su
presencia con alabanza; Aclamémosle con cánticos. Porque Jehová es Dios
grande, Y Rey grande sobre todos los dioses. Porque en su mano
están las profundidades de la tierra, Y las alturas de los montes son suyas. Suyo también el mar,
pues él lo hizo; Y sus manos formaron la tierra seca. Venid, adoremos y
postrémonos; Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor. Porque él es nuestro
Dios; Nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano. ...” Salmos 95:1-7
Legamos así a la
consumación del propósito de Dios, que nos explica Pablo en el inicio de su
carta a los efesios:
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales en Cristo, según nos
escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin
mancha delante de él, en amor
habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de
Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para
alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien
tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su
gracia, que hizo
sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a
conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había
propuesto en sí mismo, de reunir
todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos,
así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. En él
asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito
del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que
seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en
Cristo. En él
también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra
salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de
la promesa, que es las
arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para
alabanza de su gloria. Por esta
causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro
amor para con todos los santos, no ceso de
dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el
Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de
sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando
los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que
él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los
santos, y cuál la
supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la
operación del poder de su fuerza, la cual
operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los
lugares celestiales, sobre todo
principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no
sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió
todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la
iglesia, la cual es
su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.” Efesios 1:3-23