Las obras que cumplió Jesucristo
Juan 17:4.
“Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.”
En el conocer a Jesucristo, nos vamos a
encontrar que él es un ser obediente a su Padre. Que cuando estuvo acá en la
tierra se dedicó a hacer una serie de tareas que Dios le encomendó que hiciese;
todas ellas por mandato de Dios. El Señor Jesucristo dijo:
“Mas yo tengo mayor
testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que
cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me
ha enviado.” Juan
5:36.
Vemos que claramente dice: “…las obras que el
Padre me dio para que cumpliese…” De manera que Jesucristo vino con una agenda ya
preparada, en relación con las obras que él haría. De la misma manera que Dios
preparó a Moisés, antes de presentarse a Faraón para que dejase ir al pueblo de
Israel de Egipto, cuando Dios le demostró las señales que iba a hacer delante
de Faraón, al extender la vara que tenía en la mano, Así mismo Dios dispuso de unas
obras o señales que Jesucristo haría mientras estuvo acá en la tierra.
“Respondió entonces
Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada
por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace,
también lo hace el Hijo igualmente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra
todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que
vosotros os maravilléis.” Juan 5:19-20.
Lucas narra en este episodio:
“Y se le dio el libro
del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba
escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar
buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de
corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en
libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. Y enrollando
el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga
estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura
delante de vosotros.” Lucas 4:17-21.
Vemos como el señor Jesucristo acá enumera
parte de las tareas que, por medio del Espíritu de Dios, haría acá en esta
tierra. Para esto y más fue enviado; pues vemos como lo introduce Juan el
bautista al mundo:
“El siguiente día vio
Juan a Jesús que venía a él, y d
ijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” Juan 1:29.
ijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” Juan 1:29.
Así encontramos que Juan lo presenta como el
cordero de Dios que quita el pecado del mundo; dando a entender que otra de sus
funciones era las descritas en el Libro de Isaías:
“Subirá cual renuevo
delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le
veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre
los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que
escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó
él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por
azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras
rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre
él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como
ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de
todos nosotros.” Isaías 53:2-6.
Dejando ver otra función, cuando dice: “mas
Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.” Una de las funciones más
grandiosas que nos provee salvación aún hoy. No solo sanó enfermos y echo fuera
demonios, sino que cargó el pecado de todos nosotros y nos trajo la salvación.
Jesucristo sabía que él estaba acá para hacer
las obras que Dios le había encomendado. Por eso dijo:
“Porque he descendido
del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.” Juan 6:38.
“Jesús les respondió:
Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas
dan testimonio de mí;” Juan 10:25.
Cada una de las obras que Jesucristo hizo,
las realizó en nombre de su padre. Era del conocimiento, inclusive, de los
judíos que Jesucristo anduvo haciendo buenas obras. Por eso cuando, queriendo
apedrearle, Jesucristo los confrontó no pudieron negar que eran buenas obras;
porque estas obras se las había encomendado su Padre.
“Jesús les respondió:
Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me
apedreáis? Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te
apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios.
Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois?” Si
llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no
puede ser quebrantada), ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros
decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy? Si no hago las obras de mi
Padre, no me creáis. Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las
obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.” Juan 10:32-38.
Vemos
que Jesucristo lo que hacía era cumplir con las obras que el Padre le dio que
hiciese. Por eso, cuando orando a Dios, le da el reporte de las cosas ocurridas
acá en la tierra durante su ministerio, Jesucristo dijo:
“Yo te he glorificado
en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.” Juan 17:4.
Su ministerio acá en la tierra fue limitado a
un periodo de tiempo de aproximadamente Tres años y medio, con una cierta
cantidad de obras. Estas obras buscaban que los habitantes de ese tiempo, y los
que leemos hoy los evangelios, creamos en Jesucristo; y no solamente en Jesucristo
sino que Dios le envió.
“Hizo además Jesús
muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están
escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es
el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.” Juan 20:30-31.
Esto lo podemos ver en el episodio cuando se
relata la resurrección de Lázaro. Jesucristo, frente a la tumba de Lázaro, hace
una oración en voz alta:
“Entonces quitaron la
piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo
alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me
oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean
que tú me has enviado. Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven
fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y
el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.
Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y
vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él.” Juan 11:41-45.
Vemos que dice: “…para que crean que tú me
has enviado…” y luego, más abajo dice: “…y viendo lo que hizo Jesús, creyeron
en él”. O, como encontramos que también dice:
“Oyéndolo Jesús, dijo:
Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo
de Dios sea glorificado por ella.” Juan 11:4.
Las señales y prodigios que Jesucristo hizo
acá en la tierra, las obras que el Padre le dio para que hiciese, tenían como
propósito que las personas creyesen en él; de la misma forma que Dios le dijo a
Moisés:
“Si aconteciere que
no te creyeren ni obedecieren a la voz de la primera señal, creerán a la voz de
la postrera.” Éxodo
4:8.
Por estas señales Moisés era reconocido aún
dentro del pueblo de Israel.
“Y nunca más se
levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara;
nadie como él en todas las señales y prodigios que Jehová le envió a hacer en
tierra de Egipto, a Faraón y a todos sus siervos y a toda su tierra, y en el
gran poder y en los hechos grandiosos y terribles que Moisés hizo a la vista de
todo Israel.” Deuteronomio
34:10-12.
Por esto el pueblo de Israel tiene a Moisés
como un gran profeta, por las obras que Dios le dio que hiciese en la tierra de
Egipto. Pero no debemos olvidar que la promesa de Dios fue:
“Profeta les
levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su
boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.” Deuteronomio 18:18.
Dios levantó este profeta prometido en la
persona de Jesucristo;
“Pero Dios ha
cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que
su Cristo había de padecer. Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados
vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,
y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es
necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las
cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo
antiguo. Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará
profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que
os hable; y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del
pueblo. Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado,
también han anunciado estos días. Vosotros sois los hijos de los profetas, y
del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente
serán benditas todas las familias de la tierra. A vosotros primeramente, Dios,
habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada
uno se convierta de su maldad.” Hechos 3:18-26.
Y Pablo, comparando a Jesucristo con Moisés,
dijo:
“Porque de tanto
mayor gloria que Moisés es estimado digno éste, cuanto tiene mayor honra que la
casa el que la hizo.” Hebreos 3:3.
De manera que las obras que hizo Jesucristo
tuvieron el propósito de darle a conocer y que el pueblo creyera en él; y estas
obras tuvieron un tiempo determinado. Hoy encontramos que esas obras no las
hace Jesucristo, sino que, así como el mismo Jesús dijo, nosotros estamos
llamados a hacerlas:
“De cierto, de cierto
os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun
mayores hará, porque yo voy al Padre.” Juan 14:12.
No podemos esperar que Jesucristo baje a
hacer las obras. Ya él terminó la obra que Dios le dio que hiciese acá en la
tierra, en su primera venida.
“Yo te he glorificado
en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.” Juan 17:4.
Queda ahora de nuestra parte hacer como hicieron
los discípulos de Jesucristo:
“Por tanto, se
detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el
cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen
por las manos de ellos señales y prodigios.” Hechos 14:3.
“Y hacía Dios
milagros extraordinarios por mano de Pablo,” Hechos 19:11.
“Y por la mano de
los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban
todos unánimes en el pórtico de Salomón.” Hechos 5:12.
Cumpliendo así lo que había dicho el señor
Jesucristo:
“De cierto, de cierto
os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y
aun mayores hará, porque yo voy al Padre.” Juan 14:12.
Hoy las obras son hechas por medio de nosotros,
los que hemos creído en Jesucristo; Dios glorifica el nombre de su Hijo por
medio de nosotros.
“Y ahora, Señor, mira
sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra,
mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios
mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús.” Hechos 4:29-30.
De la manera que nuestro
señor Jesucristo vivió en este mundo haciendo las obras que Dios el Padre le
encomendó hacer, así Dios ha dispuesto para nosotros las obras que hemos de
hacer:
“Porque somos hechura
suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de
antemano para que anduviésemos en ellas.” Efesios 2:10.
Estas buenas obras no son
una ocurrencia casual, Dios las preparó de antemano para que andemos en ellas.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Quizá te pueda interesar en el siguiente enlace las obras que hace Jesucristo.(tiempo presente)
https://igrefaoficial.blogspot.com/2019/03/la-obra-que-hace-jesucristo.html