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¿QUIÉN VIVE?

¿Quién vive?

Juan 6:57.

“Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.”


Es común encontrarnos con esta expresión, en forma de interrogante, dentro de las iglesias en nuestros días. Algunos de forma mecánica otros con sincero corazón quieren dar a conocer que están siguiendo a alguien que está vivo. Que su fe no la han puesto en un ser que luego  de crucificado se terminó todo; antes por el contrario Jesucristo no fue dejado en la tumba. El Apóstol Pablo nos dice:
“Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos.” 1ra de Corintios 15:12-21.
Es entonces, la resurrección de Jesucristo, un hecho trascendental en la predicación del evangelio, porque así como Cristo resucitó, nosotros también resucitaremos en el día postrero.
Dios dejó suficiente testimonio de que su Hijo amado no se quedo en la tumba sepultado; pues así ya Dios lo había profetizado por boca de David, nos lo recuerda el Apóstol Pablo:
“Y nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres, la cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy. Y en cuanto a que le levantó de los muertos para nunca más volver a corrupción, lo dijo así: Os daré las misericordias fieles de David. Por eso dice también en otro salmo: No permitirás que tu Santo vea corrupción. Porque a la verdad David, habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios, durmió, y fue reunido con sus padres, y vio corrupción. Mas aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción.” Hechos 13:32-37.
Las primeras personas que fueron al sepulcro por la mañana se encontraron con la sorpresa de que había alguien anunciando que Dios había cumplido su promesa.
“El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. Y hallaron removida la piedra del sepulcro; y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.” Lucas 24:1-7.
Y de esta manera estos ángeles les testificaron a estas mujeres que Jesús estaba vivo, que no lo buscaran entre los muertos. Luego, el mismo Jesucristo se apareció a algunos para que fuesen testigos y sirviese de confirmación. El Apóstol Pablo lo resume así:
“Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí.” 1ra de Corintios 15:3-8.
Hubo así suficientes testigos oculares de que Jesucristo resucitó de entre los muertos.
Ahora bien, Usted va a concordar conmigo  en que Jesucristo murió, le colgaron en un madero y allí expiró, que luego su cuerpo fue bajado de la cruz y fue sepultado. Pero ¿Qué se necesitaba para resucitarse? Que alguien le devolviera la vida. Si, leyó bien. Era necesario que alguien le resucitase. No se resucitó solo. No se me moleste. Parte de la enseñanza Apostólica, que ha sido cambiada, pero que es necesario retomar y restablecer en la verdad es que Jesucristo fue resucitado. Así predicaron los apóstoles y es creencia para vida eterna.
a)    Por boca de Pedro:
“A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.” Hechos 2:32.
“y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos.” Hechos 3:15.
A éste levantó Dios al tercer día, e hizo que se manifestase; no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos.” Hechos 10:40-41.
“y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.” 1ra de Pedro 1:21.

b)    Por boca de Pablo:
“Mas Dios le levantó de los muertos.” Hechos 13:30.
“Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Ésta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.” Romanos 10:8-9.
Vemos que es parte del mensaje de salvación el creer de Dios levantó a Jesucristo de entre los muertos; y esto repercute en nuestra salvación, dice: “Serás salvo”.
Predicar que Jesucristo se resucitó a sí mismo, que no hubo alguien más que le resucitó, es contradecir las escrituras. Inclusive usted encuentra que al decir que existe un Dios Vivo y que este Dios vivo resucitó a Jesucristo de entre los muertos, más de uno se enoja. Pero ¿Qué dice la palabra de Dios? Jesucristo dijo:
“Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.” Juan 6:57.
Si presta atención a este versículo usted notará que Jesucristo se adjudico vida porque hay uno que vive que le da vida a él; el Padre viviente. Jesucristo sabe que el Dios vivo es quien le da vida a todo ser viviente; de la manera como lo predico el Apóstol Pablo.
“Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato,” 1ra Timoteo 6:13.
Dios da vida, inclusive a su Hijo Jesucristo. Por eso Jesucristo dijo:
“…y yo vivo por el Padre…”
Esta creencia, de la existencia de un Dios viviente, usted la consigue a lo largo de todas las sagradas escrituras. Dios está vivo, e inclusive nunca muere.
“el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.” 1ra Timoteo 6:16.

Dios no muere, es el único inmortal por modo propio. Es su característica fundamental, mientras que Jesucristo es contado entre los mortales.

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