Jesucristo
dio a conocer al Padre.
Juan 1:18.
“A
Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él
le ha dado a conocer.”
Uno
de los más grandes privilegios de los que hoy podemos gozar, es el saber de la
existencia del Dios verdadero. Hoy sabemos masivamente que hay un Dios que creó
todas las cosas y por el cual todas las
cosas subsisten; y sabemos y entendemos por la fe el origen, la aparición de
todo lo que nos rodea. Esta era nuestra condición:
“En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y
ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.” Efesios 2:12.
Pero Dios ha buscado la manera de hacernos llegar el
conocimiento de su existencia a través de testimonios de personas y seres
celestiales que nos confirman su existencia y más aún. El Apóstol Pablo, cuando
en la ciudad de Listra intentaron adorarles como dioses que habían descendido a
la tierra, dijo:
“…Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos
que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la
tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay. En las edades pasadas él ha dejado
a todas las gentes andar en sus propios caminos; si bien no se dejó a sí
mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos
fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones.” Hechos 14:15-17.
Hace la observación de que Dios mismo dio testimonio
de él por medio de la provisión que sostiene la vida en este planeta; tal como
Dios le dijera a Noé, luego que saliera del arca:
“Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío
y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche.” Génesis 8:22.
Constituyéndose
así, los elementos de la naturaleza un testimonio palpable de la existencia del
Dios vivo.
Dentro
de las cosas que hizo nuestro señor Jesucristo en esta tierra fue el darnos a
conocer a Dios. ¿Cómo lo hizo? Por medio del testimonio, de las cosas que Dios
hizo a través de Jesucristo y de las palabras que nos dio a conocer por medio
de sus enseñanzas. Jesucristo dijo:
“para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace
salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.” Mateo 5:45.
Refirió que quien hace que tanto el sol como la lluvia
hagan presencia en esta tierra, es el Dios todopoderoso. Dios es quien sustenta
el universo. El Apóstol Pablo dijo:
“El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor
del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es
honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a
todos vida y aliento y todas las cosas.” Hechos 17:24-25.
Dando por sentado que estas cosas dan testimonio, no
solo de la existencia del Dios sino de quien es Dios. “El ha dado a todos vida
y aliento y todas las cosas”.
De modo que lo que nos rodea nos habla de la
existencia del Dios viviente y nos ayuda a conocerle.
“Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen
claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de
las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” Romanos 1:20.
Así mismo, encontramos que dice la escritura que
Jesucristo ha dado a conocer al Padre. Si leemos los evangelios de Mateo,
Marcos, Lucas y Juan, donde está registrado parte de las palabras que habló
Jesucristo, en ellos encontramos el testimonio de Jesucristo acerca de Dios; y
esto nos ayudará a conocer a Dios, pues dice claramente que el Hijo “le ha dado
a conocer”.
“Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce quién es
el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el
Hijo lo quiera revelar.” Lucas 10:22.
Tenemos acá entonces que existen dos conocimientos que
son necesarios tener o saber.
a)
¿Quién es el Padre?
b)
¿Quién es el Hijo?
Si
uno da a conocer al otro, entonces no se
trata de la misma persona. Dios dio testimonio acerca de su Hijo y el Hijo dio
testimonio acerca de su padre.
“Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios;
porque éste es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo. El
que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a
Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha
dado acerca de su Hijo.” 1ra de Juan 5:9-10.
Hoy en día contamos con los beneficios de la
tecnología que nos permiten ver fotos y videos de alguien y de esta manera
llegar a tener cierto conocimiento de la persona aún cuando no lo conozcamos en
persona. Porque vemos creemos. Sin embargo en muchos casos dependemos
simplemente de un testimonio, narrado o por escrito, para conocer algo o a
alguien y recibimos este testimonio como verdadero. Si vamos a la ciencia, la
gran mayoría de las cosas que nos dicen los científicos no las procuramos
comprobar por nosotros mismos sino que las damos por cierto porque alguien ya
hizo la investigación. Creemos a ciegas que lo que dice la ciencia es verdad.
Con simplemente leer un informe damos credibilidad a las palabras de los
científicos. Ellos no hacen más que describir los hallazgos, sus observaciones,
cada uno en su campo. Ahora bien, en lo concerniente a Dios, tenemos el
testimonio de seres celestiales y
terrenales que describen sus vivencias y experiencias que testifican de Dios.
“Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión
y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si
descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada
primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios
juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y
repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.” Hebreos 2:2-4.
Tenemos el testimonio dado por nuestro Señor
Jesucristo acerca de Dios que fue recibido de primera mano. El Señor Jesucristo
no fue que le contaron sino que él ha visto a Dios, Jesucristo conoce a Dios.
Jesucristo dijo:
“Pero vosotros no le conocéis; mas yo le conozco, y si dijere que no le
conozco, sería mentiroso como vosotros; pero le conozco, y guardo su palabra.” Juan 8:55.
Tenemos, en el testimonio de Jesucristo, las palabras
de alguien que ha hecho algo que nosotros aún no. Jesucristo ha visto a Dios,
nosotros aún no.
“No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha
visto al Padre.” Juan 6:46.
¿Qué mejor testimonio que aquel que dio Jesucristo de
Dios? Bueno debo aclarar acá que cuando dice la escritura “no que alguno haya
visto al padre” se está refiriendo a los seres humanos nacidos con cuerpos del
polvo de la tierra; pues los otros seres que Dios ha usado para darnos
testimonios de él, ellos también han visto a Dios; y me refiero a los ángeles.
Dios ha enviado mensajes y testimonios por medio de los ángeles y ellos se
presentan ante Dios siempre:
“Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus
ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los
cielos.” Mateo
18:10.
De manera que los ángeles ven a Dios tal como él es.
Ahora ¿Quiénes éramos los gentiles? ¿A que Dios
servíamos? Dice la escritura que no conocíamos a Dios. Andábamos en la
vanidad de nuestra mente.
“Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por
naturaleza no son dioses;” Gálatas 4:8.
“Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba levándoos, como se os
llevaba, a los ídolos mudos.” 1ra Corintios 12:2.
Como no conocíamos al Dios verdadero éramos llevados,
con engaño, a servir lo que por naturaleza no son Dios, pues no tienen vida,
mucho menos pueden dar vida.
“Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros
gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento
entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay,
por la dureza de su corazón;” Efesios 4:17-18.
“Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda
a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan;” Hechos 17:30.
¿Cómo hizo Dios para que saliéramos de esa ignorancia?
Se dio a conocer ¿Cómo? Jesucristo, su amado Hijo, le
ha dado a conocer. Jesucristo vino para darnos a conocer al Padre y traernos el
mensaje que Dios envió por medio de él.
“Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la
paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos.” Hechos 10:36.
De manera que Jesucristo, a demás de haber sido
declarado con poder Hijo de Dios, fue un mensajero enviado de Dios para darnos
a conocer a su Padre por medio de sus palabras y milagros; las cosas que dijo e
hizo. Jesucristo dijo:
“Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he
venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza, y no
recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le
juzgará en el día postrero. Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el
Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he
de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo,
lo hablo como el Padre me lo ha dicho.” Juan 12:47-50.
“…Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que
el Padre que mora en mí, él hace las obras.” Juan 14:10.
Y este fue el propósito de Dios, darse a conocer por
medio de su Hijo Jesucristo; quien fue obediente a Dios en todo.
“Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor;
pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he
dado a conocer.” Juan 15:15.
El Apóstol
Pablo, un hombre con una trayectoria en el conocimiento de la ley y los
profetas, instruido a los pies de Gamaliel, tuvo una gran necesidad en su vida.
Todo el conocimiento que tenia de Dios lo estaba usando incorrectamente porque
no conocía a Dios ni a su Hijo Jesucristo. Ya lo había profetizado el señor
Jesucristo cuando dijo:
“Estas cosas os he hablado, para que no tengáis tropiezo. Os expulsarán de
las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que
rinde servicio a Dios. Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí.” Juan 16:1-3.
La falta de conocer a Dios y a su hijo Jesucristo nos
lleva a decir y a actuar incorrectamente. Pablo necesitó conocer a Dios y a su
Hijo Jesucristo para dejar de dar coces contra el aguijón. ¿Cómo vino este
conocimiento a su vida?
“Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me
llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre
los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre,” Gálatas 1:15-16.
Podemos ver que Dios le reveló a Pablo, a su Hijo
Jesucristo y al conocer a su Hijo, entonces el Hijo le dio a conocer al Padre;
como dijo el señor Jesucristo:
“Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y
a Jesucristo, a quien has enviado.” Juan 17:3.
El conocimiento de Dios y el conocimiento de su Hijo
Jesucristo van de la mano; porque uno da a conocer al otro. No porque sean el
mismo, sino porque el Hijo vino por causa del Padre; para dar a conocer al
padre. Ya Dios se había propuesto en sí mismo el darse a conocer, y así lo
había dicho por boca del profeta Jeremías:
“Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y
conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la
tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.” Jeremías 9:24.