La Expiación de los Pecados.
Isaías 43:25.
“Yo,
yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de
tus pecados.”
El saber que es Dios el que tiene la facultad
de perdonar pecados sin discernir la forma o método que Dios usa para hacerlo,
fue uno de los tropiezos con los que se encontraron los judíos del tiempo de
Jesucristo. Es necesario conocer qué medios Dios ha usado desde el principio de
la humanidad, para expiar y perdonar los pecados del hombre y quizá evitaremos
así seguir en el error de condenar a las personas de la antigüedad, a quienes
algunos, sin ser autorizados, les han dado por perdidos, sin salvación, porque
aparece registrado alguna falta cometida.
Debo resaltar que toda persona que muere, sin
haberse arrepentido y sin haber buscado el favor de Dios, recibirá el pago por
su conducta desviada, pero si ha hecho lo que Dios ha establecido, de acuerdo
al momento, para alcanzar el perdón del pecado y remisión de la culpa, entonces
alcanzará el favor de Dios.
“El alma que pecare,
ésa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el
pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será
sobre él. Mas el impío, si se apartare de todos sus pecados que hizo, y
guardare todos mis estatutos e hiciere según el derecho y la justicia, de
cierto vivirá; no morirá. Todas las transgresiones que cometió, no le serán
recordadas; en su justicia que hizo vivirá. ¿Quiero yo la muerte del impío? Dice
Jehová el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos? Mas si el justo se
apartare de su justicia y cometiere maldad, e hiciere conforme a todas las
abominaciones que el impío hizo, ¿vivirá él? Ninguna de las justicias que hizo
le serán tenidas en cuenta; por su rebelión con que prevaricó, y por el pecado
que cometió, por ello morirá.” Ezequiel 18:20-24.
De manera que Dios, quien es el que borra las
rebeliones, está interesado en perdonar los pecados de aquel que busca refugio
en él, para alcanzar misericordia.
“El que encubre sus
pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará
misericordia.” Proverbios
28:13.
Pero ¿Cómo lo hace? ¿Estableció un método o
manera? Al igual que hoy, siempre Dios ha usado un sacrificio para por medio
del derramamiento de sangre los pecados sean expiados. ¿Pero esto no es de la
ley? Aunque está reflejada en las ordenanzas de la ley no es exclusivo de la
ley. El método, la forma y los elementos a usar Dios los instituyó mucho antes
de la ley para que aún hoy surta efecto en nuestras vidas.
El
uso de la sangre como ordenanza de Dios.
Cuando hablamos de la sangre en las
escrituras es frecuente ver como hay quienes dan mayor énfasis a la prohibición
y dejan a un lado el uso real, para lo que Dios la destinó. Otros, inclusive
van mucho más allá de lo establecido por Dios, atribuyendo significados, hasta
podría decirse esotérico o mágico, que no cuentan con un respaldo en las
sagradas escrituras.
Si bien es cierto que Dios prohibió el
consumo de sangre, hay que conocer la razón por la que así es.
“Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para
hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará
expiación de la persona. Por tanto, he dicho a los hijos de Israel: Ninguna persona
de vosotros comerá sangre, ni el extranjero que mora entre vosotros comerá
sangre.” Levítico
17:11-12.
Hay en esta porción más que una simple
explicación de que no debemos comer sangre porque en ella está la vida de la
carne. La razón de peso es por el uso a la que Dios la destinó:
“…y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras
almas; y la misma sangre hará expiación de la persona…”
Y si
usted termina de leer el versículo 11, verá que dice que esta es la
razón por la que no se debe comer
sangre:
“…y la misma sangre hará expiación de la persona…”
Es por el uso para la
que fue reservada; función que se estableció desde el comienzo de la humanidad,
cuando el pecado se introdujo al mundo.
La forma como Dios
estableció que perdonaría el pecado del hombre fue mediante Expiación; que
viene del vocablo “expiar” que significa: Borrar las culpas por medio de algún
sacrificio.
Esto se instituyó sobre un altar. Dice claramente que Dios dio la
sangre para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas.
Así encontramos el
primer sacrificio por el pecado de un ser humano, el que hiciera el mismo Dios
para expiar el pecado de Adán y Eva. Si bien la biblia no relata completamente
el episodio, si explica como cubrió Dios la desnudez de Adán y Eva.
“Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los
vistió.” Génesis
3:21.
El hecho de haber
usado pieles nos indica que hubo un sacrificio, murió algún animal de donde fue
tomada la piel para vestir a Adán y a Eva. Aunque incipiente el relato, nos
permite ir viendo como Dios le enseñó lo que era necesario para que sus pecados
fuesen expiados; el derramamiento de sangre sobre el altar. Este conocimiento
se lo transmitieron ellos a sus descendientes.
Así encontramos luego
a Caín y a Abel presentándose ante Dios, con una ofrenda en un altar.
“Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra. Y aconteció
andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová.
Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de
ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda;” Génesis 4:2-4.
Vemos acá a los dos
hijos de Adán presentarse ante Dios con una ofrenda; pero solo de una se agradó
Dios. ¿Por qué? ¿Fue acaso que Caín presentó los rebuscos o lo dañado? Dios
acepto la ofrenda o sacrificio que reunía las condiciones que Dios había
puesto; aquella en la cual hubiese derramamiento de sangre sobre el altar para
expiar el pecado de las almas; y la ofrenda de Caín no incluía derramamiento de
sangre sobre el altar, por lo cual su pecado aún estaba presente, no había sido
borrado:
“Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el
pecado está a la puerta;…” Génesis 4:7.
Luego podemos ver a
Noé, saliendo del arca, después de haber pasado el diluvió y lo primero que
hizo fue construir un altar y sobre ese altar hacer sacrificio. ¿Quién le
enseñó esto a Noé? Sin duda alguna el hacer sacrificio derramando sangre sobre
el altar para expiación de los pecados fue transmitido de generación a
generación. En este holocausto que presentó Noé hubo derramamiento de sangre.
“Y edificó Noé un altar a Jehová, y
tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el
altar. Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré
más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón
del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente,
como he hecho.” Génesis
8:20-21.
Por medio de estos
sacrificios, estos hombres recibieron perdón de sus pecados. Así encontramos
que Dios lo declara por boca de Moisés:
“Y hará de aquel becerro como hizo con el becerro de la expiación; lo mismo
hará de él; así hará el sacerdote expiación por ellos, y
obtendrán perdón.” Levítico 4:20.
“Y le quitará toda su grosura, de la manera que fue quitada la grosura del sacrificio
de paz; y el sacerdote la hará arder sobre el altar en olor grato a Jehová; así
hará el sacerdote expiación por él, y será perdonado.” Levítico 4:31.
“Y le quitará toda su grosura, como fue quitada la grosura del sacrificio
de paz, y el sacerdote la hará arder en el altar sobre la ofrenda encendida a
Jehová; y le hará el sacerdote expiación de su pecado que habrá
cometido, y será perdonado.” Levítico 4:35.
Vemos que el
propósito de las ofrendas por el pecado es lograr el perdón de Dios ¿Cómo se
logra? Al expiar el pecado del alma derramando sangre sobre el altar, la sangre
de un becerro. ¿Surtían efecto estos sacrificios? Acá dice claramente:
“Obtendrá perdón” y “Será Perdonado”.
De manera que era
posible obtener perdón por medio de la expiación en un altar.
“Y el sacerdote hará expiación por él delante de Jehová, y obtendrá perdón
de cualquiera de todas las cosas en que suele ofender.” Levítico 6:7.
Al obtener perdón,
entonces podía estar seguro que el ardor de la ira de Dios no caería sobre la
persona.
Pero el hecho de que
de esta manera se recibía perdón, convirtió la practica en algo rutinario; y
puesto que era necesario repetirlo frecuentemente, pues no era perfecto, esto
llevó a que quienes lo practicaban no tenían arrepentimiento antes de ir a
ofrecer el sacrificio, por lo que quedaba invalidado. El profeta Isaías nos
deja ver esta situación:
“Príncipes de Sodoma, oíd la palabra de Jehová; escuchad la ley de nuestro
Dios, pueblo de Gomorra. ¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de
vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de
animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos.
¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí
para hollar mis atrios? No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es
abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir;
son iniquidad vuestras fiestas solemnes. Vuestras lunas nuevas y vuestras
fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy
de soportarlas. Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis
ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de
sangre vuestras manos. Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras
de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien;
buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a
la viuda. Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados
fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como
el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.” Isaías 1:10-18.
Dios exige que antes de recibir perdón era
necesario:
“Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras
obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien;
buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a
la viuda.” Isaías
1:16-17.
Entonces si podía ir
a estar a cuenta con Dios y Dios lo perdonaría.
“Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren
como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el
carmesí, vendrán a ser como blanca lana.” Isaías 1:18.
Eran estos sacrificios temporales, pues Dios
prometió levantar un siervo que padecería
como cordero para expiar el pecado del ser humano.
“Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando
haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por
largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada” Isaías 53:10.
Una de las funciones
de este siervo de Dios era “poner su vida en expiación por el pecado”. ¿Qué era
lo que Dios iba a cambiar? ¿El Método? No; el cambio sería del cordero, ya no
sería solo sin defecto sino que sería perfecto. Jesucristo es el cordero
perfecto provisto por Dios para hacer expiación por el pecado de la humanidad.
Este cordero sería sacrificado y su sangre derramada y presentada en el lugar
santísimo ante Dios para lograr la expiación de los pecados. Se mantiene el
derramar sangre para expiación por el pecado. Así lo dijo el mismo Señor
Jesucristo, mientras celebraba la pascua con sus discípulos e instituía la
ceremonia que hoy conocemos como la cena del señor.
“Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de
ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es
derramada para remisión de los pecados.” Mateo 26:27-28.
Se puede ver
claramente que el señor Jesucristo conocía lo que ya ocurría con la sangre en
los sacrificios y que no iba a ser diferente con su sangre:
“…es derramada para remisión de los pecados.”
La diferencia del
sacrificio de Jesucristo con los de los animales es que por ser un ser perfecto
ya no fue necesario repetirlo.
“De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el
principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó
una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el
pecado. Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una
sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola
vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin
relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.” Hebreos 9:26-28.
No es por el simple
hecho de haber muerto Jesucristo lo que tiene valor, va mucho más allá, es por
el derramamiento de su sangre preciosa y la fe en Jesucristo que alcanzamos el
perdón de pecados.
“Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá
despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con
los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los
transgresores.” Isaías
53:12.
“Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es
derramada.” Marcos
14:24.
Es frecuente escuchar
decir que en el antiguo testamento los pecados eran cubiertos, permanecían
ocultos por la sangre de los animales, pero ahora en el nuevo testamento los
pecados si son borrados. ¿Tiene esto asidero bíblico? Cuando Dios instituyó los
sacrificios con derramamiento de sangre sobre el altar lo hizo con el propósito
de perdonar los pecados.
Algunos se basan en textos como:
“Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su
pecado.” Salmos
32:1.
Si bien acá en el
salmo usa la palabra “cubierto” no es exclusivo del antiguo testamento. Así
encontramos en el nuevo testamento, donde ya el sacrificio de Jesucristo había
sido efectuado, con el nuevo pacto, dice:
“sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte
un alma, y cubrirá multitud de pecados.” Santiago 5:20.
“Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá
multitud de pecados.” 1ra Pedro 4:8.
Vemos que, tanto
Santiago como Pedro, hablan de cubrir multitud de pecados, y con esto sabemos
que los pecados son perdonados.
También es frecuente
que se hace énfasis en el término “Borrar” a favor del nuevo pacto en
detrimento de los antiguos sacrificios; queriendo decir que anteriormente los
pecados no eran borrados; usando textos
como:
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros
pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,” Hechos 3:19.
Pero ¿No eran
borrados anteriormente los pecados? ¿Por qué David le pidió a Dios que borrara
sus rebeliones?
“Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la
multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi
maldad, Y límpiame de mi pecado.” Salmo 51:1-2.
“Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades.” Salmos 51:9.
O como rogara Nehemías
a Dios contra los enemigos de la reconstrucción de Jerusalén:
“No cubras su iniquidad, ni su pecado sea borrado delante de ti,
porque se airaron contra los que edificaban.” Nehemías 4:5.
De manera que en el
Antiguo testamento ya ellos creían en que cuando Dios perdona los pecados los
borra y no es cosa solo de hoy día. Ha sido la voluntad de Dios de perdonar,
borrar, los pecados a todo aquel que de corazón sincero se arrepiente y busca
el perdón de Dios apartándose de la impiedad y convirtiéndose a la justicia.
Aun cuando
encontramos registros del uso de la sangre como señal, como fue el caso de la
pascua, el derramamiento de sangre del cordero que fue inmolado en lugar del primogénito,
es el significado por lo cual se colocó la sangre en el dintel lo que tiene el
valor.
Hay que hacer también
la observación que mientras Jesucristo estuvo en la tierra Dios le concedió la
facultad de poder perdonar pecados. Pero, esto hay que verlo con mucho cuidado.
Lo primero es que Dios le concedió esta potestad a Jesucristo, no era propia de
Jesucristo.
“en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico):
Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa. Entonces él se levantó y se fue a su
casa. Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal
potestad a los hombres.” Mateo 9:6-8.
Haciendo uso de esta
potestad, podemos ver que Jesucristo nunca dijo “Te perdono los pecados”. Antes
lo que hacía era comunicarle a la persona que los pecados le habían sido
perdonados, dando por entendido que alguien más le estaba perdonando.
“Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al ver
Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te
son perdonados. Entonces algunos de los escribas decían dentro de sí: Éste
blasfema. Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis
mal en vuestros corazones? Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te
son perdonados, o decir: Levántate y anda?” Mateo 9:2-5.
“Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te
son perdonados. Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales
cavilaban en sus corazones: ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede
perdonar pecados, sino sólo Dios? Y conociendo luego Jesús en su espíritu que
cavilaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué caviláis así
en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados
te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda?” Marcos 2:5-9.
“Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó
mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. Y a ella le dijo: Tus
pecados te son perdonados.” Lucas 7:47-48.
Esto fue una
situación transitoria, por el tiempo en el cual duró el ministerio de
Jesucristo. Luego vemos que dice el mismo Jesucristo, explicándole al Apóstol
Pablo, la forma como alcanzarían perdón de pecados el ser humano:
“para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz,
y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en
mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.” Hechos 26:18.
Al creer en
Jesucristo, que es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y
convertirse de las tinieblas a la luz, entonces se hace efectivo el hecho que
su sangre nos limpia de todo pecado:
“pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con
otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.” 1ra Juan 1:7.
“¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se
ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras
muertas para que sirváis al Dios vivo?” Hebreos 9:14.
Si ya los antiguos
recibían perdón por medio de los sacrificios de animales ¿por qué fue necesario
que Jesucristo muriese en la cruz del calvario? Para que lo perfecto sea puesto
en lugar de lo imperfecto, para que lo eterno sea establecido en sustitución de
lo temporal o pasajero.
“Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha,
apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene
necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero
sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto
lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. Porque la ley constituye
sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a
la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre.” Hebreos 7:26-28.
“pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio
por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante
esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con
una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.” Hebreos 10:12-14.