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EL CRISTO DE DIOS



El Cristo de Dios.
Lucas 9:20.
“Él les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Pedro, dijo: El Cristo de Dios.”

Cuando hablamos del Cristo de Dios es necesario ubicarnos y saber a qué se refiere la palabra de Dios cuando toca este tema. Es necesario saber que estamos hablando de una persona, no de un concepto. No se trata de que una persona pudiera llegar a llenar unos requisitos para ser llamado el Cristo, sino que es una persona que fue ungido por Dios para llevar a cabo esta función de Cristo.
“Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros.” Hebreos 1:9.

Este hecho no debe pasarse por alto. Dios ungió a Nuestro Señor Jesucristo. Esto le da características particulares, inclusive superiores a otros ungidos. Dice claramente que Jesucristo fue ungido:
“...más que a tus compañeros.”

En el libro de Isaías lo dice de esta manera:
Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. Y le hará entender diligente en el temor de Jehová...” Isaías 11:2-3.
“Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días.” 1ra de Samuel 2:35.

Este personaje, el Cristo de Dios, tiene como característica la unción del Santo. Es un ser ungido por Dios. Dios le hizo nacer, por medio de un milagro; se manifestó, en la carne de María, y por medio de su Espíritu, mostró su poder, engendró al que llegó a ser conocido como El Cristo de Dios. Dios engendró un ser con las características que ya había profetizado que tendría este ser antes de nacer.
“Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.” Lucas 1:34-35.

Recordemos pues, que este hecho ocurrió, como ya estaba descrito:
“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.” Isaías 7:14.

De manera que no es un concepto, es un ser, una persona que Dios se  proveyó.

Prometido a Abraham, cuando Dios le dijo:
“Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra.” Hechos 4:25.

Fue confirmada esta promesa a David:
“Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti.” 2da Samuel 7:12-16.

La clave acá, para saber que no se trata de Salomón sino de alguien más, es que habla de un tiempo más allá de la muerte de David; mientras que Salomón ascendió al trono estando aún vivo David.
Esta promesa es del nacimiento del Cristo de Dios, un descendiente de David en cuanto a la carne.
Como promesa hecha, Dios había ya señalado de quien iba a ser familia. ¿Descendiente de quién? El Cristo de Dios, sería levantado de la descendencia de David. Esto significa que ningún otro podía tomar para si este título. Solo un descendiente de David.
“Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono,” Hechos 2:30.

Cabe señalar que la palabra “Cristo” no aparece en el Antiguo testamento; no así en el Nuevo testamento donde aparece 354 veces. De modo que ¿Cómo encontramos reseñado en el Antiguo testamento las referencias a éste Cristo?

a) Con la palabra ungido.
“El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me  ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; ” Isaías 61:1.
“El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; ” Lucas 4:18.
“Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios, Y sobre ellos tronará desde los cielos; Jehová juzgará los confines de la tierra, Dará poder a su Rey, Y exaltará el poderío de su Ungido.” 1ra de Samuel 2:10.

Estas fueron las palabras proféticas que Dios por boca de Ana, mamá de Samuel, dijo referente al Cristo de Dios: Habla de “su ungido”.

b) Con la palabra Sacerdote.
Por boca de un profeta, del que solo se dice:
 “y vino un varón de Dios a Elí” 1ra de Samuel 2:27
Dios le dijo a Elí:
“Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días.” 1ra de Samuel 2:35.

Dando a conocer de antemano, parte de la funciones que ejercería este Cristo; al cual no podemos ver solamente como un cordero muriendo en la cruz del calvario. La función de sacerdote, y posterior a la exaltación que Dios le diera, llegó a ser Sumo Sacerdote, según el orden de Melquisedec .
“Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.” Hebreos 5:8-10.

c) Con la palabra Cordero.
Esta palabra aparece como referencia al Cristo, cuando proféticamente Abraham responde a su hijo, mientras se dirigía a ofrecerle en holocausto por petición de Dios:
“Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto? Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos. ” Génesis 22:7-8.

Y ciertamente Dios proveyó un “carnero” para que se llevase a cabo el sacrificio.
“Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.” Génesis 22:13.

Es de llamar la atención el hecho de que Dios proveyera un sustituto en lugar de Isaac, quien era el que estaba para ocupar el lugar de sacrificado; pero más aún de resaltar la respuesta de Abraham a su hijo:
“...Dios se proveerá de cordero...”
Note que no dice Dios proveerá el cordero, en cuyo lugar estaría hablando del sustituto de Isaac; pero las palabras fueron:
“...Dios se proveerá de cordero...”

Hablando de lo que habría de acontecer en el futuro, donde Dios se proveería de un cordero perfecto para hacer la redención de la humanidad; en sustitución de la raza humana.
También podemos ver que la figura de un cordero está mucho antes de los sacrificios de la ley.
a)    El cordero de la Pascua; que tomó el lugar de todos los primogénitos de Israel.
“Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia. Mas si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas; conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero. El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras. Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes. Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer. Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán. Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas. Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que quedare hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego. Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová. Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. ” Éxodo 12:3-12.

Aunque hay que aclarar que cada vez que alguno ofreció sacrificio con derramamiento de sangre, el sacrificado tomaba el lugar del que ofrecía el sacrificio, llámese Abel, Noé, Abraham, o cualquier que de forma individual lo practicó, igual ocurría en forma masiva, con el caso de la pascua.

Ahora, la relevancia de ofrecer Abraham su hijo Isaac en sacrificio es que hay allí la profecía de lo que Dios habría de hacer. Mientras con Abraham sustituyo la muerte de su Hijo por el de un carnero (cordero), Dios hizo el cambio de los sacrificios de diferentes corderos por el pecado sustituyéndolo ahora por su Hijo Amado, Jesús el Cristo; de quien se refiere la escritura como un cordero. Así lo dijo Dios por boca del profeta Isaías:
“Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.” Isaías 53:7.

Jesucristo es el cordero de Dios, no por los sacrificios de la Ley, mas ya Dios había hablado de él; a Abraham y a los hijos de Israel al instituir la pascua.

Así lo introduce, Juan el Bautista, en el Mundo:
“El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el  Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” Juan 1:29.

Y Pedro lo ratifica:
“sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,” 1ra de Pedro 1:18-20.

Acá podemos ver que usa la expresión: “Como de un cordero sin mancha y sin contaminación”, para referirse al Señor Jesucristo.

Esta referencia, de Jesús como Cordero, es más clara  aún en el Libro de Apocalipsis; cuando hace la diferencia con el que está sentado en el trono.
“Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.” Apocalipsis 5:6.

A lo largo de todo el Apocalipsis encontramos que se usa esta figura para referirse a nuestro Señor Jesucristo; dejando bien claro que él es el cordero de Dios y no es el mismo Dios, al usar expresiones tales como:

a) El trono de Dios y del Cordero.
“Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.” Apocalipsis 22:1.

b) La salvación pertenece a nuestro Dios... ...y al cordero.
“y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.” Apocalipsis 7:10.

c)...Aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del cordero.
“y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; ” Apocalipsis 6:16.
“Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.” Apocalipsis 5:13.

Este cordero es el Señor Jesucristo, que fue inmolado por nuestros pecados.
“que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.” Apocalipsis 5:12.
Esta denominación “El Cordero” no está completa sin el sentido de pertenencia. Por eso no está completa sin decir: “El Cordero de Dios”, pues fue Dios quien dispuso su aparición, por su Espíritu, mostró su poder, le engendró en el vientre de María. De forma que no es simplemente porque murió en la cruz, sino porque fue por Disposición de Dios que así ocurriera.
“Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por    el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.” Isaías 53:10-11.

Dice claramente el profeta Isaías que Dios quien decidió que el Cordero de Dios padeciera:
 “Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento”.

No fue porque sufrió que llegó a ser el Cristo; él padeció porque era el Cristo de Dios. ¿Dios pudo haberlo hecho de alguna otra manera? Bueno, Dios decidió que el cordero fuese sacrificado, que hubiese derramamiento de sangre. Su sangre fue dada para hacer expiación por los pecados.
“Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” Mateo 26:28.

El cordero le pertenece a Dios, siendo diferente a Dios. Dios lo proveyó, como le dijera Abraham a su hijo Isaac, y de forma milagrosa, Dios obró, en el vientre de María, haciendo que allí apareciera su Cristo, quien es llamado el Hijo de Dios. Dios intervino y lo hizo, como ya lo había anunciado. Dios es el que hace nacer y el que hace engendrar.
“Yo que hago dar a luz, ¿no haré nacer? dijo Jehová. Yo que hago engendrar, ¿impediré el nacimiento? dice tu Dios.” Isaías 66:8.

De esta manera, el Dios que hace nacer, el Dios que hace engendrar, se manifestó poderosamente por medio de su Espíritu en el cuerpo, la carne, de María y engendró a Jesucristo, el salvador del mundo.
“Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.” Lucas 1:31.
“Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. ” Lucas 1:34-35.

Dios se proveyó de un cordero, a quien ungió con unción santa, un sacerdote fiel, conforme al corazón y alma de Dios. Cumplió en Jesucristo todo lo prometido a David; como lo dijera Etán Ezraita en el Libro de los Salmos:
“Entonces hablaste en visión a tu santo, Y dijiste: He    puesto el socorro sobre uno que es poderoso; He exaltado a un escogido de mi pueblo. Hallé a David mi siervo; Lo ungí con mi santa unción. Mi mano estará siempre con él, Mi brazo también lo fortalecerá. No lo sorprenderá el enemigo, Ni hijo de iniquidad lo quebrantará; Sino que quebrantaré delante de él a sus enemigos, Y heriré a los que le aborrecen. Mi verdad y mi misericordia estarán con él, Y en mi nombre será exaltado su poder. Asimismo pondré su mano sobre el mar, Y sobre los ríos su diestra. Él me clamará: Mi padre eres tú, Mi Dios, y la roca de mi salvación. Yo también le pondré por primogénito, El más excelso de los reyes de la tierra. Para siempre le conservaré mi misericordia, Y mi pacto será firme con él. Pondré su descendencia para siempre, Y su trono como los días de los cielos. ” Salmos 89:19-29.

La función como Cristo, como cordero, aún hoy sigue vigente. No para volver a crucificarlo, pues esto no es posible, pero aún hoy somos beneficiarios de este sacrificio hecho en la cruz del calvario. Aún nos alcanza a nosotros hoy.

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