La Sangre de Cristo
1ra. de Juan 1:7.
“pero
si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la
sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.”
El uso de sangre en la
biblia tiene su comienzo casi a la par con el inicio del pecado en la raza
humana. Debemos recordar que el mismo Dios propició la muerte física de un
animal, en lugar de desaparecer físicamente al ser humano, para expiar el
pecado que éste habían cometido, al derramar la sangre en un sacrificio. El
animal elegido, tomaba el lugar del pecador y la sangre derramada expiaba el
pecado y de esta manera el ser humano podía tener, una vez más, comunión con
Dios; porque el pecado era cubierto.
Una de las cosas que
debemos recordar es que el pecado hace división entre nosotros y Dios.
“pero vuestras
iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados
han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.” Isaías 59:2.
La forma como podía volver
Dios oírnos era que el pecado fuese cubierto. Al no haber pecado, Dios nos oía
nuevamente.
La institución de estos
sacrificios fue realizada por Dios mismo. No fue idea del ser humano. Dios
estableció la forma como expiar nuestros pecados y acercarnos a él; e inclusive
nos enseñó a cubrir la consecuencia de nuestro pecado: la desnudez.
“Y Jehová Dios
hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.” Génesis 3:21.
No da muchos detalles de cómo
fue todo el proceso; pero al decir la biblia que los vistió con túnicas de
pieles, podemos preguntarnos ¿De dónde sacó las pieles?, sin duda sacrificó los
animales que aportaron la piel para sus vestiduras. Y no solo la piel; la
sangre de estos animales fue derramada por culpa del pecado de Adán y Eva.
¿Qué significado tiene la
sangre en un animal? Si bien los animales tienen espíritu de vida, nos dice la
escritura que la vida del animal está en la sangre.
“Porque la vida
de toda carne es su sangre; por tanto, he dicho a los hijos de Israel: No
comeréis la sangre de ninguna carne, porque la vida de toda carne es su
sangre; cualquiera que la comiere será cortado.” Levítico 17:14.
Y más aún, Dios instituyó
que la sangre del animal fuese usada para hacer expiación por las almas de los
seres humanos sobre un altar.
“Porque la vida
de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre
el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona.”
Levítico 17:11.
De esta forma fue que
instruyó a Adán y a Eva que debían acercarse a Dios, derramando la sangre de un
animal en un sacrificio a Dios. No describe la biblia detalle de esto; pero
encontramos que mucho tiempo después, los hijos de ellos, están presentando a
Dios una ofrenda.
“Y aconteció
andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a
Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más
gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no
miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran
manera, y decayó su semblante.” Génesis 4:3-5.
En este episodio podemos
ver que ambos presentaron ofrenda a Dios. De igual modo, Dios miró cada una de
las ofrendas; pero la de Abel miró con agrado y la de Caín no le agradó. ¿Donde
estuvo la diferencia? ¿El olor? ¿En la calidad de lo ofrecido? No; la
diferencia estuvo en que para acercarse a Dios era necesario expiar el pecado,
y este pecado se cubría derramando la sangre de un animal. ¿Qué sangre derramó
Caín? No derramó sangre de animal, por lo tanto sus pecados aún estaban a la
vista de Dios; por eso Dios le dijo:
“Si bien
hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la
puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.” Génesis 4:7.
En el sacrificio que hizo
Caín no hubo derramamiento de sangre animal como Dios lo había establecido.
Este conocimiento, de que
debía sacrificarse a Dios en ofrenda un animal, con el respectivo derramamiento
de sangre, fue transmitido a todos los que iban naciendo; por eso encontramos a
Noé, luego que termina el diluvió, y baja del arca, lo primero que hizo fue
edificar un altar y presentar una ofrenda a Dios.
“Y edificó Noé
un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció
holocausto en el altar. Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su
corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el
intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a
destruir todo ser viviente, como he hecho.” Génesis
8:20-21.
Podemos ver que lo que
ofreció Noé fueron animales limpios, de los cuales derramó la sangre; pues
dice:
“...ofreció
holocausto en el altar.”
Esta es la forma como Dios
estableció que los seres humanos se acercarían a él, y harían expiación por su
alma, con derramamiento de sangre en un holocausto.
Luego encontramos que Dios
llamó a Abraham para que le sirviese y hacer de él una nación grande, Para ser
su Dios y que ellos fuesen su pueblo. Podemos ver que en cada lugar donde
Abraham llegaba para morar, allí construía un altar y ofrecía a Dios
holocausto. Y esto lo hacía con frecuencia.
“Y apareció
Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Y edificó
allí un altar a Jehová, quien le había aparecido. Luego se pasó de allí a
un monte al oriente de Bet-el, y plantó su tienda, teniendo a Bet-el al
occidente y Hai al oriente; y edificó allí altar a Jehová, e invocó el
nombre de Jehová.” Génesis 12:7-8.
Pero un día Dios le pidió a Abraham que
sacrificara a su hijo:
“Y dijo: Toma
ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en
holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.” Génesis 22:2.
Aún cuando Dios no permitió
que Abraham consumase el sacrificio de Isaac, podemos ver que este hombre
estuvo dispuesto a todo por agradar a Dios; pero más allá, Dios le mostró lo
que había de acontecer en el futuro. Dios se iba a proveer de un cordero que
tomase el lugar de cada uno de los seres humanos que han pecado; pero aún no
era el momento. Por eso vemos que:
“Entonces alzó
Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un
zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en
holocausto en lugar de su hijo.” Génesis 22:13.
Siempre que se ofreció
holocausto a Dios en un altar, el animal tomaba el lugar de la persona y su
sangre era derramada para expiar el pecado; inclusive cuando Dios instituyó la
pascua; donde hubo derramamiento de sangre:
Fue instituida a la par con
la última plaga que Dios envió a Egipto para que Faraón dejase ir al pueblo de
Israel.
“Dijo, pues,
Moisés: Jehová ha dicho así: A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto,
y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón
que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras el
molino, y todo primogénito de las bestias. Y habrá gran clamor por toda la
tierra de Egipto, cual nunca hubo, ni jamás habrá. Pero contra todos los hijos
de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua, para
que sepáis que Jehová hace diferencia entre los egipcios y los israelitas.” Éxodo 11:4-7.
¿Cómo se salvarían los
primogénitos de Israel? ¿Cómo haría Dios la diferencia? Un cordero debía tomar
el lugar de esos primogénitos, y la sangre de ese animal debía ser derramada y
puesta visible en el dintel de la puerta.
“El animal será
sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras. Y lo
guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación
del pueblo de Israel entre las dos tardes. Y tomarán de la sangre, y la
pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer.”
Éxodo 12:5-7.
“Pues yo pasaré
aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra
de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en
todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. Y la sangre os será por señal en las
casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no
habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto.” Éxodo 12:12-13.
Podemos ver que para que el
favor de Dios estuviese con los primogénitos de Israel debía haber previo un
sacrificio de un cordero con el respectivo derramamiento de sangre; un
holocausto, y esta sangre además fue usada como señal para que el ángel de
Jehová, que ejecutó la plaga, al ver el dintel marcado con la sangre, allí no
causara destrozo.
“Porque Jehová
pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los
dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en
vuestras casas para herir.” Éxodo 12:23.
No era solo la sangre como
señal, pues para que hubiese sangre un cordero debió morir en lugar del
primogénito de Israel; y no cualquier cordero, uno con las características que
Dios había establecido. Esta pascua fue instituida como algo que debían hacer
los israelitas siempre.
“Guardaréis
esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre.” Éxodo 12:24.
Luego Dios le da al pueblo
de Israel leyes, mandamientos, ordenanzas y preceptos, dentro de los cuales
encontramos diversos ritos de purificación donde es usada la sangre.
“Y casi todo es
purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace
remisión.” Hebreos 9:22.
Esto ha hecho que muchos
desvíen su mirada hacia la sangre, dándole valor simplemente a la sangre, sin
tomar en cuenta la relación que existe entre la sangre y la vida de la carne.
Que cada vez que era usada la sangre en la ley para purificar y para remisión
de pecados, se hacía necesario el sacrificio de un animal sin defecto que
tomara el lugar del pecador. No había en la sangre un efecto milagroso, mas
representaba la vida tomada en sustitución del que merecía la muerte por el
pecado cometido.
Quedo así en la ley, por
escrito, lo que ya Dios había instituido desde Adán; lo referente a las
ofrendas u holocaustos por el pecado.
“Ésta es la ley
del holocausto, de la ofrenda, del sacrificio por el pecado, del sacrificio por
la culpa, de las consagraciones y del sacrificio de paz, la cual mandó Jehová a
Moisés en el monte de Sinaí, el día que mandó a los hijos de Israel que
ofreciesen sus ofrendas a Jehová, en el desierto de Sinaí.” Levítico 7:37-38.
Quiero dejar claro que no
es porque la ley dice que es lo que hay que hacer fue que se instituyó. No;
simplemente la ley recoge por escrito lo que ya Dios había ordenado, pero que
no todos lo hacían. Pocos fueron los que levantaron un altar y ofrecieron
holocausto e invocaron el nombre de Dios para agradarle. A partir de la ley,
entonces hubo una masificación; los levitas ofrecían por el pueblo.
Pero Dios había prometido
que se suscitaría un cordero, ya no solo sin defecto, sino perfecto.
“Y yo me
suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo
le edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días.” 1ra de Samuel 2:35.
Debemos recordar que fue
necesario realizar muchos sacrificios cada año, pues el alcance de los
sacrificios era limitado, por ser animales sin defectos y no perfectos; además
de la constante desviación de los seres humanos, con tendencia a hacer lo malo
ante los ojos de Dios.
Dios prometió hacer la
salvación por medio de alguien perfecto, sobre quien Dios llevaría el pecado de
la humanidad.
“Mas él herido
fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue
sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos
como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el
pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como
cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores,
enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su
generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los
vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los
impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad,
ni hubo engaño en su boca.” Isaías 53:5-9.
Este ser, del que profetizó
Isaías, no es otro que Jesús, el Cristo de Dios.
Por esto, cuando Juan le
introduce en el mundo, dijo:
“El siguiente
día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de
Dios, que quita el pecado del mundo.” Juan
1:29.
Jesucristo fue condenado a
muerte, fue clavado en un madero y derramó su vida hasta la muerte, y muerte de
cruz.
“Por tanto, yo
le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por
cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores,
habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.” Isaías 53:12.
O como dijera el mismo
Jesucristo, cuando instituyera la cena del Señor:
“porque esto es
mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión
de los pecados.” Mateo 26:28.
Este es el sacerdote fiel
del que habló Dios por boca de aquel profeta que le habló a Elí. Jesucristo no
quedó allí en la tumba. Dios le resucitó al tercer día. Entonces fue decretado
por Dios sumo sacerdote para siempre.
“Porque tal
sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los
pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día,
como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios
pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para
siempre, ofreciéndose a sí mismo.” Hebreos
26-27.
Como sumo sacerdote,
Jesucristo entró al lugar santísimo, y ofreció su propia sangre ante Dios. Su
sacrificio fue aceptado por Dios.
“Pero estando
ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más
amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta
creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia
sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido
eterna redención.” Hebreos 9:11-12.
“Porque no
entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el
cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; y no para ofrecerse
muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con
sangre ajena. De otra manera le
hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero
ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el
sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.” Hebreos 9:24-26.
De manera que el sacrificio
de Jesucristo, en la cruz del calvario, tuvo repercusión aún en el cielo, pues
entró al lugar santísimo con su propia sangre para hacer la expiación de los
pecados de la humanidad.
“y por medio
de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en
los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.” Colosenses 1:20.
Mientras los sacrificios de
la ley estaban ordenados para el pueblo de Israel, para ellos acercarse a Dios,
ahora por medio del sacrificio de Jesucristo tenemos, los unos y los otros,
opción de este beneficio.
“Pero ahora en
Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos
cercanos por la sangre de Cristo.” Efesios 2:13.
Esto nos permite recibir
perdón de pecados y que podemos servir a Dios.
“¿cuánto más la
sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin
mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis
al Dios vivo?” Hebreos 9:14.
Esto fue lo que hizo Dios:
“Pero ahora,
aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley
y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para
todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron,
y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por
su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como
propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a
causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la
mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y
el que justifica al que es de la fe de Jesús.” Romanos
3:21-26.
Fue por medio de este
sacrificio, hecho una vez para siempre, que nosotros obtenemos perdón de
pecados, por eso dice:
“... y la
sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia
de todo pecado.” 1ra de Juan 1:7.
Se ha hecho nuestra
justificación en base a la sangre de Cristo.
“Pues mucho
más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.” Romanos 5:9.
Y es en Jesucristo que
tenemos redención.
“sabiendo que
fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de
vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la
sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin
contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero
manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el cual
creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que
vuestra fe y esperanza sean en Dios.” 1ra de Pedro
1:18-21.
De modo que podemos decir
como dijo Juan en el libro de Apocalipsis.
“y de
Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los
reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su
sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea
gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.” Apocalipsis 1:5-6.
Hemos sido redimidos con la sangre del Cordero de Dios.
“y cantaban un
nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos;
porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo
linaje y lengua y pueblo y nación;” Apocalipsis 5:9.
Este es el valor, el poder
salvador y perdonador que encontramos en la sangre de Jesucristo, el Hijo del Dios viviente; que consuma de una
vez por todas lo que ya Dios había venido dando a conocer en diferentes
tiempos, desde Adán, mediante sacrificios de animales hasta que llegó el tiempo
de hacer el sacrificio perfecto, igual con derramamiento de sangre, pero de una
vez por todas. Ya no hay necesidad de más sacrificios.
¿Quién nos perdona, la
sangre? ¿Acaso estábamos enemistados con la sangre? No; Dios es quien nos
perdona, gracias a la sangre de Cristo, al sacrificio de Jesucristo. ¡Aún hoy está vigente el sacrificio que hizo
Jesucristo en la cruz del calvario.
“mas éste, por
cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede
también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo
siempre para interceder por ellos.” Hebreos 7:24-25.