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NUESTRA FE, ESTANDO AHORA EN CRISTO


Nuestra fe, estando ahora en Cristo.
Isaías 28:16.

“por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sion por    fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure. ” 



Dios ha mantenido a la humanidad a la expectativa de la venida de Jesucristo; esto, tanto en los que vivieron antes de Cristo como los que vivimos después de Cristo. Y no solo por el simple hecho de que aparecería un siervo de Dios, un Cristo, una persona, sino de las cosas que Dios haría por medio de este Cristo, los beneficios para la humanidad, así como la herencia que recibiríamos.

Podemos encontrar una serie de pasajes bíblicos que nos muestran esto:
Sin embargo, antes de ver estos versículos, voy a hacer dos observaciones
a) que los que estaban a la expectativa de esta venida era el pueblo de Israel; pues a ellos fueron hechas las promesas, que se habrían de cumplir en la simiente de Abraham. De manera que ellos, por las promesas hechas, esperaban al Cristo. Nosotros, los gentiles, éramos ajenos a estas promesas. Estábamos sin Dios y sin Cristo. Pero gracias a Dios, que con la Muerte del Cordero, en la cruz del calvario, y su resurrección al tercer día, se nos ha dado oportunidad de ser participantes de estas promesas. Al creerle a Dios, que nos envió a su Hijo, entonces somos incluidos en las promesas.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. ” Juan 3:16-17.
Ahora estamos en Cristo, y hemos sido participantes de una nueva fe; nueva para nosotros, pero antigua   porque viene de los Judíos. Así lo dijo el Señor Jesucristo:
“Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. ” Juan 4:22-23.
El adorar a Dios, Jehová de los ejércitos, el Padre, es una práctica antiquísima, y fue esta práctica la que dio como resultado que Dios prometiera salvar a la humanidad, por medio de un salvador. Este ser es el que llegamos a conocer como el Cristo.

b) Debo aclarar igualmente, que no fue el pueblo de Israel, los primeros que recibieron la promesa de la venida del Cristo, pues la primera promesa fue hecha a los primeros habitantes del mundo; pero como pueblo escogido por Dios para que ellos fuesen su pueblo y él su Dios, son tomados como referencia.
Ahora sí, pasemos a ver estos versículos que nos habla de la venida del Cristo.

Antes de la venida de Cristo.
Antes del nacimiento de Jesucristo, usted consigue en las sagradas escrituras, promesas del advenimiento de este ser, que mantuvieron al pueblo de Israel a la expectativa de su aparición y con la esperanza gozar de los beneficios que traería a la humanidad:
a) La primera de las promesas:
“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.” Génesis 3:15.
Aún cuando no habla en este versículo de una persona en particular, se toma esta promesa como un esbozo de la venida de Jesucristo; lo que hizo que las personas estuviesen a la expectativa de esto que habría de acontecer:
“ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”
¿Qué iba a acontecer? ¿Como ocurriría? ¿Por medio de quien se cumpliría esta promesa? Interrogantes similares quizá se pudieron haber hecho en ese entonces. ¿Cómo nos ayuda hoy a nosotros, al mirar hacia el pasado? Mucho, pues podemos ir buscando, a través del tiempo, como Dios cumplió esta profecía y en quien se cumplió.

b) Otra promesa, la encontramos con Abraham, hablando proféticamente.
“Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos. ” Génesis 22:8.

Acá nos habla del hecho de que Dios haría una sustitución, un cordero tomó el lugar de Isaac y murió en su lugar. No iba a pagar Isaac por un pecado de él, antes el sacrificio que ofrecía Abraham le ayudaba a expiar sus pecados, los pecados de Abraham.  Para con la humanidad Dios hizo algo similar. Un cordero tomó el lugar ahora del hombre, pero en este caso del hombre pecador. Ya no es necesario sacrificar animales (corderos) para expiar nuestros pecados, porque un hijo de Abraham, un hijo de su simiente fue colocado en sustitución de estos sacrificios temporales. Dios se proveyó de cordero para el holocausto, de uno de la simiente de Abraham; que llegó a ser declarado por Dios como su Hijo.
“Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.” Mateo 1:1.
Por cuanto a él se le había dicho que de su descendencia Dios levantaría al Cristo.
En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.” Génesis 22:18.

c) ¿Que dijo Jacob?
Cuando llegó el momento de irse de esta tierra, Jacob bendijo a cada uno de sus hijos. En el momento que pronuncia la bendición para su hijo Judá, encontramos que le dijo:
“No será quitado el cetro de Judá, Ni el legislador de entre sus pies, Hasta que venga Siloh; Y a él se congregarán los pueblos.” Génesis 49:10.
Cada uno de ellos estaba a la expectativa de la venida de alguien.
“Será Dan serpiente junto al camino, Víbora junto a la senda, Que muerde los talones del caballo, Y hace caer hacia atrás al jinete. Tu salvación esperé, oh Jehová.” Génesis 49:17-18.
Vemos que habla de  haber estado esperando la salvación de Dios. ¿De qué salvación habla acá Jacob? ¿Salvación de quien? Dios había prometido salvación y Jacob estaba esperando.

d) ¿Que dijo David?
“Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan, Y digan siempre los que aman tu salvación: Jehová sea enaltecido.” Salmos 40:16.
“El que sacrifica alabanza me honrará; Y al que ordenare su camino, Le mostraré la salvación de Dios.” Salmos 50:23.
David habla de una salvación, habla “de los que aman tu salvación” ¿Que salvación? ¿Cual Salvación? Por medio de quien? Ellos estaban a la expectativa de este evento.

e) ¿Que dijo Isaías?
“Oídme, costas, y escuchad, pueblos lejanos. Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria. Y puso mi boca como espada aguda, me cubrió con la sombra de su mano; y me puso por saeta bruñida, me guardó en su aljaba; y me dijo: Mi siervo eres, oh Israel, porque en ti me gloriaré. Pero yo dije: Por demás he trabajado, en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas; pero mi causa está delante de Jehová, y mi recompensa con mi Dios. Ahora pues, dice Jehová, el que me formó desde el vientre para ser su siervo, para hacer volver a él a Jacob y para congregarle a Israel (porque estimado seré en los ojos de Jehová, y el Dios mío será mi fuerza); dice: Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra. Así ha dicho Jehová, Redentor de Israel, el Santo suyo, al menospreciado de alma, al abominado de las naciones, al siervo de los tiranos: Verán reyes, y se levantarán príncipes, y adorarán por Jehová; porque fiel es el Santo de Israel, el cual te escogió.” Isaías 49:1-7.
Isaías nos dice que Dios levantaría a alguien que él pondría como salvación hasta lo postrero de la tierra. Este salvador del que está hablando es el Señor Jesucristo.

f) ¿Que dijo Simeón?
“Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; Porque han visto mis ojos tu salvación, La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; Luz para revelación a los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel.” Lucas 2:25-32.
Este pasaje es tremendo, pues nos deja ver claramente que ellos no estaban esperando que Dios mismo, en persona, se presentase como mesías o Cristo para salvarles; sino que quien vendría era un ser diferente y separado de Dios. Estaban esperando a un ungido, el ungido de Dios. Vemos a Simeón, hablando con Dios acerca del niño que tenia cargado en sus brazos. ¿Qué dijo Simeón? Entre otras cosas: “...han visto mis ojos tu salvación...”

g) ¿Que dijo Elizabeth?
“¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?” Lucas 2:43.

Todos ellos estaban a la expectativa, contemplando el futuro y esperando el cumplimiento de las promesas que Dios había hecho de la venida de un salvador que Dios les levantaría y le convertiría en Señor. Por eso Zacarías dijo:
“Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo, Y nos levantó un poderoso Salvador En la casa de David su siervo,” Lucas 1:68-69.

Ellos creyeron que el Cristo vendría, hasta llegar a reconocer a este salvador cuando ya había llegado. Le dieron gracias a Dios por el salvador que les había hecho nacer.
La venida, la llegada de este ser, el Cristo fue confirmada en múltiples oportunidades; veamos solo una más, encontramos al ángel diciendo:
“Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.” Lucas 2:10-11.

Todas estas personas, creyeron a las promesas hechas por Dios, tuvieron fe en Dios, durante todo esta etapa de las promesas; el Cristo aun no había nacido. Ellos esperaban que naciera. Luego que el Cristo nace, se inicia una nueva etapa, ahora estamos en Cristo; en la cobertura que da su sacrificio en la cruz del calvario.

En Cristo.
Luego que Jesucristo vino, entonces la atención ya no es hacia alguien que vendría a salvarnos, sino a alguien que vino a salvarnos, el Cristo de Dios.
a) Juan Dijo:
“El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” Juan 1:29.

b) ¿Que decía la multitud?
“Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste? Y la gente decía: Éste es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.” Mateo 21:8-11.

c) Juan Dijo:
“Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Éste es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo.” Juan 1:15.

d) ¿Que dijo Pedro?
“Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. ” Hechos 2:36.
“El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste       había resuelto ponerle en libertad.” Hechos 3:13.

e) ¿Que dijo Pablo?
“Pero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo.” Hechos 9:22.
“Y cuando Silas y Timoteo vinieron de Macedonia, Pablo estaba entregado por entero a la predicación de la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo.” Hechos 18:5.
“porque con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo.” Hechos 18:28.

A lo largo de todas las escrituras, somos llamados a creer en la venida de Jesús, el Cristo, a estar atentos a su aparición. Por esto la predicación de los primeros discípulos se centró en demostrar que ciertamente el Cristo ya había venido y que ese Cristo, el Salvador, no era otro que el Señor Jesucristo.

Así Dios fue mostrándole a Moisés como había de ser:
“Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá. Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía.” Números 21:8-9.

Estas cosas, como una muestra de lo que había de acontecer. Por eso el Señor Jesucristo, hablando de sí mismo, lo que le tocaba vivir, les dijo:
“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.Juan 3:14-15.

Al ser colocado en alto, es posible verlo aún de lejos. Jesucristo fue levantado; pero no solo cuando fue colocado en la cruz del calvario, pues ya no está en la cruz. Fue exaltado por Dios, fue constituido Señor de todos para que, por medio de la fe que es en él, obtengamos la salvación de Dios.

Hoy nuestra fe no es solo del pasado, de que vino y murió, sino que esperamos de los cielos a Jesucristo, que venga por nosotros.
“porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.” 1ra Tesalonicenses 1:9-10.

De manera tal que los antiguos veían hacia adelante, hacia el nacimiento, mientras que nosotros miramos hacia atrás, al Cristo que nació, creció, vivió, Murió y Dios le resucito al tercer día.
Sin embargo No nos quedamos allí. Pues aún hay promesas que nos hacen mantenernos a la expectativa de la venida de Jesucristo. No porque no ha venido, como creen aún algunos judíos, sino porque fue arrebatado por Dios y para su trono y un día Dios le enviará a buscarnos.
“Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono.” Apocalipsis 12:5.

Podemos ver acá cual fue el destino del Señor Jesucristo, luego que resucitó de entre los muertos. “...fue arrebatado para Dios y para su trono.”  De modo que si hoy buscamos a Jesucristo le encontraremos allá en los cielos. Por eso dice la escritura: 
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.” Hechos 3:19-21.

Podemos ver que Dios ha de enviar al Señor Jesucristo, cuando el tiempo se cumpla. Que es necesario que esté allá arriba en el cielo hasta el tiempo de la restauración de todas las cosas. Entonces Dios le volverá a enviar.
“Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo. Hechos 1:9-11.

Y nosotros le estamos esperando. Estamos a la expectativa, teniendo fe en Dios que cumplirá sus promesas, y esta fe la tenemos hora en Cristo.
“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.” Mateo 16:27.
“Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.” Mateo 24:44.
He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén. ” Apocalipsis 1:7.
Son todas estas promesas que nos mantienen aún con la mirada hacia el futuro, en expectación, a la aparición del Cristo de Dios. 





Nosotros estábamos ajenos a esta fe; pues estábamos en el mundo sin Dios y sin Cristo.
“En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.” Efesios 2:12-13.

Pero ahora, en Cristo Jesús, en este nuevo periodo de nuestra vida, tenemos fe en Dios que, así como envió a su Hijo a morir en la cruz del calvario por nuestros pecados, del mismo modo cumplirá su promesa de enviarnos a su Hijo a levantar a su Iglesia.  Esta es nuestra fe, que Dios nos hará participe de la herencia, juntamente con Cristo, y en estas promesas están incluidos todos aquellos que tuvieron fe en Dios que este Cristo había de venir. ¿Estuvieron los Israelitas sin Cristo? No se puede afirmar tal cosa, pues de ellos es las promesas. Nosotros, los gentiles, si estuvimos sin Cristo pues no estábamos bajo las promesas. Ahora en Cristo Jesús, Tenemos a Dios por Padre, tenemos fe en Dios, fe a su palabra.
“Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.” 1ra de Pedro 1:17-21.

Es Jesucristo, la piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable, que puso Dios para nuestra salvación; el Cristo de Dios, el Hijo de Dios viviente.

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