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JESUCRISTO NO TUVO HIJOS



Jesucristo no tuvo hijos.
Isaías 53:8.
“Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.”

Sé que al leer el titulo, a usted le podría parecer obvio el mensaje, puesto que Jesucristo no contrajo matrimonio, ni tuvo mujer. Pero ¿Por qué la necesidad de hablar de esto? Voy a hablar a la luz de la biblia. Puesto que hay algunos que hacen afirmaciones sin pensar en las consecuencias que trae o lo que realmente han dicho, es necesario recordarles que del Señor Jesucristo la escritura habla bien claro que no  tiene, no dejó genealogía. Por esto compara las escrituras a Melquisedec con Jesucristo; y dice de ellos:
“Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz; sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.” Hebreos 7:1-3.

Qué triste es escuchar a algunos decir: “Jesucristo es mi Padre” ¿Es esto cierto? ¿Es Jesucristo el Padre? A lo largo de las sagradas escrituras encontraremos, en referencia a Jesucristo, que él mismo tenía y tiene bien claro qué somos nosotros para con él; y él para con nosotros.
Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.” Mateo 12:50.

Acá podemos ver que Jesucristo, cuando estuvo en esta tierra, hacía referencia a un Padre, su Padre, y que éste Padre está en los cielos; mientras que Jesucristo estaba acá en la tierra. Esto nos va diciendo que se refiere a una persona distinta o diferente a él. Jesucristo habló de su Padre.

Del mismo modo vemos que, poniendo como condición el hecho de hacer la voluntad del Padre, nosotros venimos a ser para con Jesucristo hermanos y hermanas; no porque fuésemos hijos de María, sino porque hacemos la voluntad del mismo Padre, el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo. También encontramos que el apóstol Pablo de Jesucristo dijo:
Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, En medio de la congregación te alabaré.” Hebreos 2:11-12.

Así también lo encontramos relatado, luego que Dios le resucitó de entre los muertos al tercer día:
“Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.” Juan 20:17.

De igual modo, Jesucristo nos instó a hacer el bien a pesar de que estemos recibiendo males, como reflejo de personas que son hijos de Dios:
“Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.” Mateo 5:44-45.

Hace, en estas palabras, el énfasis en la expresión “Vuestro Padre que está en los cielos” dando a conocer que él no es el Padre y que tampoco nosotros somos hijos de Jesucristo; más nuestro Padre está en los cielos.

Fue Dios quien se propuso hacer la obra redentora y así llevar muchos hijos a la gloria:

“Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.” Hebreos 2:10.

Dios se propuso llevar muchos hijos a la gloria. Por eso perfeccionó, por medio de aflicción a nuestro salvador Jesucristo. Este es el plan de Dios. De la misma forma, es Dios el Padre quien busca una descendencia para sí.
“¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud.” Malaquías 2:15.

Fuimos escogidos y llamados para que seamos hijos de Dios. En este trabajo toma parte fundamental el Señor Jesucristo, pues gracias a su sacrificio en la cruz del calvario nuestros pecados son perdonados, pero aún más allá, Jesucristo está puesto por Dios para que, al nosotros creer en Jesucristo, por la fe en su nombre recibamos una distinción; el llegar a ser Hijos de Dios.
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” Juan 1:12-13.
“pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;” Gálatas 3:26.

Este ha sido, y sigue siendo, el propósito de Dios; que seamos hijos de Dios.
“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.” 1ra de Juan 3:1.

Y más aún; encontramos que el testimonio que recibimos del Espíritu de Dios es el mismo: somos Hijos de Dios.
“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.” Romanos 8:16.
“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.” Romanos 8:14.

No debe haber una confusión en esto; somos hijos de Dios por la fe en Jesucristo, por oír y hacer la palabra de Dios.
“Él entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen.” Lucas 8:21.

Dentro de las promesas de Dios para con nosotros está este hecho:
“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.” Mateo 5:9.
“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.” 1ra de Juan 3:2.

No es algo momentáneo, para un rato. El ser hechos hijos de Dios es algo que aún la creación misma está a la expectativa, a la espera de ese momento cuando los Hijos de Dios sean manifestados, dados a conocer, ante el resto de la creación.
“Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.” Romanos 8:19.

Si a usted le han enseñado que somos hijos de Jesucristo o que Jesucristo es su padre, algo no está bien. Es necesario que con más diligencia indague acerca de la verdad. En ningún momento Jesucristo habló de que somos hijos de Jesucristo; así como tampoco dijo que él era el Padre. Tenga cuidado, de usted mismo, pues Jesucristo ni es su Padre, ni es el Padre. El no dejó descendientes, no tuvo hijos, ni vino a buscar hijos para él; Jesucristo fue cortado de la tierra de los vivientes y fue trasladado, arrebatado para Dios y para su trono.
“Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono.Apocalipsis 12:5.
Allí está sentado, en el trono, con su Padre. No sustituyó al Padre, ni se transformó en el Padre. Está en el trono con su Padre.
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.” Apocalipsis 3:21.
Dándonos instrucciones, acerca de quién es nuestro Padre, el Señor Jesucristo dijo:
“Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos.” Mateo 23:9.
¿Y Jesucristo? Jesús es nuestro maestro, y nuestro Señor.
“Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo.” Mateo 23:10.

Allí está bien claro: Tenemos un Padre, este es Dios y tenemos un maestro, que es Jesucristo. Hacemos bien en prestar atención a las enseñanzas de nuestro maestro, Jesucristo; pues él nos enseña que sólo Dios es nuestro Padre.
¿Y cómo es que somos hijos de Dios y no de Jesucristo? ¿Tiene Dios hijos biológicos? Llegamos a ser hijos de Dios por pedio de la adopción; pues Dios tampoco tiene hijos biológicos. El apóstol Pablo nos explica:
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,” Efesios 1:3-6.

Hay un proceso de adopción, somos adoptados como Hijos de Dios a través, por medio de Jesucristo. Si Jesucristo es el mediador o el instrumento por medio del cual recibimos la adopción, menos aun podemos ser hijos de Jesucristo. Dios, el Padre, nos predestino para adoptarnos como sus hijos. Para esto envió a su hijo amado; y aún más ha derramado sobre nosotros el Espíritu de adopción, por el cual clamamos Abba Padre.
“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.” Romanos 8:15-16.
“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.” Gálatas 4:4-7.



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