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TERMINO MI OBRA

Termino mi obra.

Lucas 13:32.
“Y les  dijo: Id, y decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra.”

Es gratificante poder ver culminado aquello por lo que tanto hemos trabajado. Trae tranquilidad a nuestra vida. Pero ¿Cómo nos sentimos cuando sabemos que ya falta poco para terminar? ¿Son quizá los días de más ansiedad? Se vence o termina el plazo ¿Y aún no has terminado? ¿Qué sientes? ¿Angustia? Que diferente es saber que en el plazo que aún te queda podrás llevar a cabo lo que te encomendaron. Te sientes seguro de poder cumplir. Sentimientos encontrados de alegría-tristeza; pero sin perder el objetivo: llegar a buen término con lo que se nos ha encomendado.

En la biblia encontramos varias personas que supieron con anticipación que le quedaban pocos días en esta tierra. Cada uno reacciono de diferente manera.

Si vemos al Rey Ezequías, en 2da de Reyes 20:1-11, cuando Dios le mandó a decir que ordenara  su casa, porque moriría, lloró y suplicó ante Dios, y Dios le mando  decir:
“Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído  tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová.” 2da de Reyes 20:5.

En el caso de Moisés, vemos que obedientemente subió al monte y luego de contemplar la tierra prometida murió, y allí fue enterrado.
“Y habló Jehová a Moisés aquel mismo día, diciendo: Sube a este monte de Abarim, al monte Nebo, situado en la tierra de Moab que está frente a Jericó, y mira la tierra de Canaán, que yo doy por heredad a los hijos de Israel; y muere en el monte al cual subes, y sé unido a tu pueblo, así como murió Aarón tu hermano en el monte Hor, y fue unido a su pueblo;” Deuteronomio 32:48-50.
“Y le dijo Jehová: Ésta es la tierra de que juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré. Te he permitido verla con tus ojos, mas no pasarás allá. Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy.” Deuteronomio 34:4-6

En el caso de Pablo, pudo declarar que él estaba preparado, listo para partir de este lugar.
“Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” 2da de Timoteo 4:6-8

El caso de Pedro, en 2da de Pedro 1:13-15, procuró amonestar a la iglesia para que tuviésemos cuidado, los que quedábamos, para que no nos apartáramos.
“Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el despertaros con amonestación; sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado. También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas.”  2da de Pedro 1:13-15

En el caso de Jesucristo ¿Sabría cuanto tiempo le faltaba para dejar este mundo? Sin duda, Dios se lo dio a conocer. Veamos este caso en detalles.

Lo primero que debemos conocer es que el Señor Jesucristo es un siervo enviado de Dios con una misión, para realizar una obra. Dios le encomendó hacer un trabajo. No se extrañe por lo que está leyendo, permítame mostrarle por las escrituras:

a) Dios envió a Jesucristo.
Esto es lo que los discípulos predicaron.
“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,” Gálatas 4:4.
“En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.” 1ra de Juan 4:9.

b) Dios envió a Jesucristo con un mensaje.
Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos.” Hechos 10:36.
“Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida.” Juan 3:34.
“Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar.” Juan 12:49.

c) Además de traer Jesucristo un mensaje de parte de Dios, Dios le encomendó un trabajo para hacer.
“El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor.” Lucas 4:18-19.
“Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.” Juan 1:36.
“Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” Marcos 10:45.
A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.” Juan1:18

En resumen, Jesucristo dio a conocer todo lo que oyó directamente de Dios.
“Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.” Juan 15:15.
“Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.” Juan 12:49-50.
Sin lugar a duda, Dios envió al Señor Jesucristo con un mensaje y tareas muy específicas para hacer; las cuales debía cumplir durante los tres años y medio de su ministerio terrenal, antes de ascender a los cielos.

Mientras estuvo en su ministerio terrenal, Jesucristo siempre mantuvo presente el trabajo que se le había encomendado; por eso, luego de haber hablado con la mujer samaritana, cuando llegaron sus discípulos a ofrecerle de comer, Jesucristo les respondió:
“Él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer? Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.” Juan4: 32-34.

Vemos como Jesucristo tenía presente que él debía acabar, terminar la obra de Dios; la obra que Dios le había encomendado, y en esto puso tal diligencia que hasta el alimento temporal pasó a un segundo plano. Trabajó incansablemente en lograr terminar la obra encomendada. Sanó enfermos, echó fuera demonios, predicó el evangelio del reino, las buenas nuevas de salvación, entre otras cosas; llegando a su  obra cumbre del ministerio, el dar su vida en rescate por todos nosotros.
“Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó.” Mateo 4:23-24.
“cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra de Judea y en Jerusalén; a quien mataron colgándole en un madero.” Hechos 10:38-39.

Cuando llegó el tiempo en que Jesús debía ser crucificado, sin duda le fue anunciado; pues ya sabía cuánto tiempo le quedaba acá en esta tierra. Así encontramos que cuando unos fariseos llegaron a advertirle que Herodes le quería matar, las palabras de Jesucristo fueron:
“Y les dijo: Id, y decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios  y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra.” Lucas 13:32.

Acá podemos ver claramente que Jesucristo ya sabía que le quedaba tres días aún de trabajo, en los cuales dijo que terminaría su obra. Si, leyó bien: “Termino mi obra”.

La obra de Jesucristo en la tierra, su misterio terrenal, tuvo un comienzo y un fin.  Así encontramos que cuando María, la madre del Hijo de Dios, en las bodas en Caná de Galilea, le pidió que hiciera algo porque y no tenían vino, el Señor Jesucristo le dijo:
“Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.” Juan 2:4.

Aún no era momento de iniciar su ministerio, pues como fiel cumplidor de la ley debía esperar a la edad de treinta años para iniciar su ministerio.
“Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía, de José, hijo de Elí,” Lucas 3:23.

Allí, a los treinta años, encontramos el principio de su ministerio, pero ¿y el final? ¿Terminó su obra? Claro que sí; Jesucristo no la dejó inconclusa. Así pues, lo encontramos hablando con su Padre y dándole detalles de lo que había hecho acá en la tierra, en la oración de Juan capitulo 17. Es esta oración una especie de reporte ante aquel que ejerce autoridad sobre Jesucristo; Dios su Padre, quien es la cabeza de Cristo..
“Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.” Juan 17:4.

He acabado la obra”, es la expresión con la que Jesucristo  le reporta a Dios el fin de su ministerio terrenal antes de ser glorificado al lado de Dios; como ciertamente hizo Dios con Jesucristo.
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.” Apocalipsis 3:21.

Hago el énfasis en el hecho de que la obra que acabó fue la que se le asignó para hacer antes de ser glorificado, pues luego de ser resucitado por su Padre al tercer día, le fueron encomendadas nuevas tareas, nuevas funciones, las cuales está desempeñando desde allá en los cielos, inclusive en el mismo cielo. Estas las veremos en otro artículo, en una segunda parte.

Lo notorio es que Jesucristo terminó el primer encargo, hoy trabaja en otro; y podemos verle en sus últimos días de ministerio terrenal centrado en cumplir todo lo que ya Dios había dicho de Jesucristo por boca de los profetas, que se cumpliese todo lo que de él estaba escrito; tanto como predicar el evangelio, que pareciera sencillo, como morir en la cruz del calvario, que ciertamente fue angustiante.
“Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para  esto he sido enviado.” Lucas 4:43.
“Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora.” Juan 12:27.

Hubo angustia en sus últimas horas de ministerio terrenal, pero a la vez satisfacción de haber cumplido todo lo que se le había encomendado. Así relata el libro de Juan, que estando en la cruz a punto de morir, sus últimas palabras fueron: “Consumado es”.
“Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.” Juan 19:30.

Dando así por terminada la obra que se le había encomendado. Esto nos da la garantía de que no quedó por hacer, de parte de Jesucristo, por nuestra salvación. Ahora nos toca a nosotros hacer nuestra parte y llegar a ser siervos obedientes capaces de acabar nuestra carrera con gozo, como lo hizo el apóstol Pablo.

“Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” 2da Timoteo 4:6-8.

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