La
muerte no se enseñoreará más de él.
Romanos 6:9.
“sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no
muere; la muerte no se enseñorea más de él.”
A
lo largo de las sagradas escrituras encontramos relatos de diferentes personas
que, después de haber muerto, les fue devuelta su existencia mediante
resurrección. Así encontramos a Eliseo, por el poder de Dios, resucitando al
hijo de la sunamita, que le insistía que él comiese en su casa cada vez que
Eliseo pasaba por allí.
Estos
casos de resurrección son más frecuentes en el ministerio terrenal de nuestro
Señor Jesucristo; si bien él mismo también pasaría por este mismo proceso.
Lázaro es un caso emblemático, quien después de
tener ya cuatro días de haber muerto, volvió a la vida por el poder de Dios
obrando a través de Jesucristo. También se relata que cuando el Señor
Jesucristo murió en la cruz del calvario, hubo la resurrección de muchos
santos.
“y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían
dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección
de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.” Mateo 27:52-53.
¿Qué
pasó luego con estos seres humanos que resucitaron? Sin lugar a duda cada uno
de ellos le toco a su tiempo volver a morir. La muerte se enseñoreó dos veces
de ellos; excepto de uno de ellos. Jesucristo fue uno de estos que le fue
devuelta su existencia, fue resucitado, pero ¿Qué hace especial su
resurrección? Lo que la hace especial es el hecho de que Jesucristo es el
único, hasta ahora, de los que han muerto, que la muerte no se volverá a
enseñorear de él; hasta que sea concedido este privilegio a todos los salvados.
“sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no
muere; la muerte no se enseñorea más de él.” Romanos
6:9.
Es
un hecho real que la muerte se enseñoreó de nuestro Señor Jesucristo. Dios
sujetó, a su creación de seres humanos, que sobre ellos se enseñoree la muerte.
“Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la
tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo
volverás.” Génesis 3:19.
Con
la muerte de Abel se inicia un nuevo periodo en la vida de los seres humanos.
Nadie había muerto aún, ni por vejez u otra causa, y se le ocurrió a Caín la
idea de matar a su hermano Abel. Es así un asesinato la primera de las causa de
muerte en la humanidad. Algo, hasta ese entonces desconocido, ocurrió: La
muerte se enseñoreó sobre la vida, como ya Dios se los había dicho.
“Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la
tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo
volverás.” Génesis 3:19.
Del
mismo modo, como lección para nosotros, fue un creyente, con buen testimonio
delante de Dios, el primer muerto físicamente en el mundo, y no un pecador.
Es
la muerte lo que le quita a muchos el delirio de grandeza que padecen, La impotencia,
de no poder hacer nada en la hora de la muerte, afecta tanto a grandes como a
chicos. Algunos llegan a ofrecer todos sus bienes por querer añadir unos días
de vida a su existencia, pero es imposible.
“No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el
espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal
guerra, ni la impiedad librará al que la posee.” Eclesiastés
8:8.
Dios
determinó que cada ser humano pase por un periodo donde la muerte se enseñoree
de él. Esta es la muerte primera, la muerte de esta carne que fue tomada del
polvo de la tierra. Sin embargo, esta no es la única muerte; pero si es a la
que más le temen algunos seres humanos, aun cuando no es la más terrible.
Existe la muerte espiritual que tiene solución, también la segunda muerte o
muerte segunda para la que también hay solución, pero la muerte primera es una
sentencia firme:
“Polvo
eres y al polvo volverás”
Es
necesario dejar claro que una cosa es la muerte y otra muy diferente es la
corrupción del cuerpo. Mientras algunos muestran en su cuerpo signos de
corrupción antes de morir, en otros solo es visible después de la muerte; pues ya el cuerpo es
incapaz de regenerarse por falta de vida; el espíritu de vida es retirado del
cuerpo dando como resultado que este se descomponga.
“Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe
sin obras está muerta.” Santiago 2:26.
Es
el camino de todo aquel cuerpo de quien la muerte se ha enseñoreado. Nuestro
señor Jesucristo pasó por el episodio donde la muerte tomó señorío sobre él.
Para que la muerte pudiera ejercer su señorío sobre Jesucristo fue necesario
que Jesucristo estuviese expuesto a ella sin el amparo o protección de Dios,
pero con su permiso. Dios le dio el permiso o permitió que la muerte se
enseñoreara de Jesucristo. Las palabras de Jesucristo, estando en la cruz del
calvario, “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado”, son muestra de su
encuentro, en la hora de la muerte, con aquello que llamamos muerte; que se
enseñorea sobre los mortales para quitarles la vida. De modo que Jesucristo, en
ese momento, además de estar bajo la autoridad o señorío de Jehová Dios,
también estuvo bajo la autoridad o señorío de la muerte: La muerte se enseñoreó
de él. Trajo la muerte consigo incluido dolores, el quebrantamiento del cuerpo,
los cuales Jesucristo no podía desatar así mismo; no se podía él solo liberar.
Por eso encontramos a Jesucristo clamando a aquel que le podía liberar de la
muerte, a Jehová Dios, el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
“Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con
gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de
su temor reverente.” Hebreos 5:7.
Es
frecuente escuchar decir que Jesucristo se resucitó así mismo, inclusive llegan
a decir que Jesucristo venció a la muerte; como si Jesucristo hubiese tenido
una lucha con la muerte de la cual salió victorioso. ¿Es esto una enseñanza
bíblica? No; La palabra de Dios explica bien claro que fue lo que sucedió: Dios
le levantó de entre los muertos.
“al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por
cuanto era imposible que fuese retenido por ella. Porque David dice de él: Veía
al Señor siempre delante de mí; Porque está a mi diestra, no seré conmovido.
Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua, Y aun mi carne
descansará en esperanza; Porque no dejarás mi alma en el Hades, Ni permitirás
que tu Santo vea corrupción.” Hechos 2:24-27.
Vemos
acá claramente que quien le desató de los dolores de la muerte y le levantó de
entre los muertos fue Dios. Esto ya había visto David en visión, y
proféticamente dice que Dios no permitiría que Jesucristo viera corrupción.
“Porque no dejarás mi alma en el Seol, Ni permitirás que tu santo vea
corrupción.” Salmos 16:10.
De
la misma manera hay una promesa para nosotros, el mismo Dios que resucitó a
Jesucristo de entre los muertos nos resucitará a nosotros.
“Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora
en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos
mortales por su Espíritu que mora en vosotros.” Romanos
8:11.
Era
necesario que la muerte tomara señorío sobre el Señor Jesucristo, pero Dios dio
a conocer que no sería más de allí; no permitiría que su santo viera
corrupción.
“y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” Filipenses 2:8.
Así
la muerte se enseñoreó de Jesucristo pero Jehová Dios no permitió que el cuerpo
de Jesucristo se pudriera.
“Mas aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción.” Hechos 13:37.
Vemos
que, cuando la muerte se enseñoreó de Jesucristo, fue porque le venció. Aún
cuando Jesucristo fue voluntariamente a encontrarse con la muerte, enseñorearse
de él es un acto de victoria de la muerte sobre Jesucristo. Es por esto que no
encontramos en las sagradas escrituras escrita la expresión “Cristo venció la
muerte” ni alguna semejante. “Jesús o Jesucristo venció la muerte”. No es
posible encontrarla. No estoy diciendo
con esto que no está vivo, antes por el contrario, Jesucristo está vivo, no
porque peleo con la muerte sino porque Dios su Padre le resucitó al tercer día
de entre los muertos.
Resucitar
tampoco es indicativo de vencer la muerte. Medite: Si resucitar fuese vencer la
muerte entonces todos aquellos que resucitaron, aunque volvieron a morir
¿También vencieron la muerte? No; porque resucitar no es vencer la muerte, es volver a vivir. Recuerde que
habrá resurrección de justos e injustos para presentarse a juicio, y no por
haber resucitado ya vencieron la muerte; pues los impíos cuando resuciten será
para luego del juicio pasar en alma y cuerpo por la muerte segunda.
“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar;
temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.” Mateo 10:28.
“Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los
fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte
en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” Apocalipsis 21:8.
Está
establecido que la muerte entregará a los muertos.
“Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades
entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus
obras.” Apocalipsis 20:13.
La
muerte se enseñorea y los retiene. Luego por orden de Dios los entrega. No se
trata de que los que han muertos están
peleando con la muerte hasta vencerla.
¿Entonces
que pudiese ser vencer la muerte? ¿A qué muerte pudiese estar refiriéndose?
Todo aquel que vive para Dios y alcanza el ser tenido por digno de la gloria
venidera, éste ha vencido a la muerte. ¿Cual muerte? La muerte segunda.
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El
que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.” Apocalipsis 2:11.
“Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera
resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán
sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.” Apocalipsis 20:6.
Sobre
la segunda muerte es que obtendríamos la victoria por forfeit, sin haber
peleado; se quedará con las ganas de echarnos manos pero no podrá ejercer su
potestad sobre los salvados. De igual modo, sobre Jesucristo tampoco la muerte
segunda tuvo, ni tiene, potestad sobre él.
¿Entonces
por qué dice que la muerte no se enseñoreará más de él? Está refiriéndose a la
muerte primera, pues todos aquellos que habían resucitado antes de Jesucristo,
ellos volvieron a ver muerte; la muerte se volvió a enseñorear de ellos.
En
el caso de Jesucristo, Dios le resucitó de entre los muertos para no volver a
ver muerte.
“sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no
muere; la muerte no se enseñorea más de él.” Romanos
6:9.
¿Por
qué no muere? Porque Dios ya le concedió la vida que nos ha prometido aún a
nosotros, la vida que sacó a la luz por medio de Jesucristo.
“pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro
Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la
inmortalidad por el evangelio,” 2da Timoteo 1:10.
Dios
hizo esto para que Jesucristo fuese el primero entre los resucitados para no
volver a ver muerte; Cristo es la Primicia.
“Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias;
luego los que son de Cristo, en su venida.” 1ra
Corintios 15:23.
Obtuvo
Jesucristo la vida que se nos ha prometido cuando seamos resucitados para
recibir nuestra herencia; cuando seamos resucitados juntamente con los que ha
vivido para Dios; cuando resuciten los muertos en Cristo Jesús para que seamos
perfeccionados juntamente con ellos.
Así
se convirtió Jesucristo, al resucitar de entre los muertos para gloria del
Padre, primicia de los que Duermen.
“Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que
durmieron es hecho.” 1ra Corintios 15:20.
Todo
aquel que vence, entonces la muerte segunda no tiene potestad sobre ellos.
“Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. El que
tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere,
no sufrirá daño de la segunda muerte.” Apocalipsis
2:11.
¿Qué
vence qué? O ¿Qué es lo que hay que vencer? Encontramos dos obstáculos a
vencer:
a) Al maligno.
b) Al mundo.
a)
Venciendo al maligno.
“Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el
principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno.
Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre. Os he escrito
a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he
escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios
permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno.” 1ra de Juan 2:13-14.
¿Venció
Jesucristo la muerte o al maligno?
“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también
participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el
imperio de la muerte, esto es, al diablo,” Hebreos
2:14.
El
diablo, por tener el imperio de la muerte, había tenido todo este tiempo a la
humanidad atribulada bajo temor de muerte porque ninguno de los que había
muerto regresaba o era resucitado para que la muerte no se volviera a
enseñorear de ellos.
b)
Venciendo al mundo.
“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y ésta es la
victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.” 1ra
de Juan 5:4.
¿Venció
Jesucristo al mundo?
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo
tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Juan 16:33.
De
igual modo hay que tomar en cuenta lo que hizo Dios con nuestro Señor
Jesucristo. Dios le concedió autoridad sobre la muerte, y no solamente sobre la
muerte, sobre todo poder, dominio, autoridad. Al Dios colocar al Jesucristo
como Señor de todo, aún la muerte se sujeta a Jesucristo.
“la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a
su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y
poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino
también en el venidero;” Efesios 1:20-21.
De
modo que al Dios exaltar a Jesucristo y darle autoridad sobre todo señorío, aún
la muerte que ejerce señorío, quedó bajo la autoridad del Señor Jesucristo; ya
no puede la muerte enseñorearse del Señor Jesucristo. Ahora la muerte está bajo
el señorío del Señor Jesucristo. No fue que Jesucristo peleo con la muerte y la
venció, sino que Dios hizo a Jesucristo Señor aún de la muerte; por eso dice
que Jesucristo tiene las llave de la muerte.
“y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos
de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.” Apocalipsis 1:18.
Dios,
quien es quien tiene todo poder y autoridad sobre toda su creación, le dio al
Señor Jesucristo poder y autoridad sobre la creación. Así dijo el Señor
Jesucristo:
“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en
el cielo y en la tierra.” Mateo 28:18.
“Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los
seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones,
que decían a gran voz: El Cordero que
fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la
fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.” Apocalipsis
5:11-12.
La
muerte ya no se enseñorea más de nuestro Señor Jesucristo porque Dios le
constituyó Señor aún de la muerte; le debe obediencia a Jesucristo hasta que la
muerte sea destruida en el lago de
fuego.
“Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un
hombre la resurrección de los muertos.” 1ra
Corintios 15:21.
“Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de
fuego. Ésta es la muerte segunda.” Apocalipsis
20:14.