Nuestra
reunión con Jesucristo.
2da Tesalonicenses 2:1-4.
“Pero con respecto a
la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos,
hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os
conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra,
en el sentido de que el día del Señor está cerca. Nadie os engañe en ninguna
manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el
hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra
todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el
templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios”.
Uno de los eventos que mayor emoción debería
causar, en cada creyente en Cristo Jesús, es el día cuando nos reunamos con él.
Por ahora creemos en Jesucristo sin haberle visto resucitado; y esto trae como
resultado una bienaventuranza, un privilegio.
“a quien amáis sin
haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con
gozo inefable y glorioso;” 1ra de Pedro 1:8.
“Jesús le dijo:
Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y
creyeron.” Juan
20:29.
Toda nuestra relación hoy con nuestro señor
Jesucristo es desde la distancia, mas como si estuviese con nosotros. Algunos estaban
esperando que Jesucristo se presentara en persona en cualquier momento, que
quizá entrara atravesando las paredes donde hacen sus reuniones, como hiciera
luego de la resurrección con sus discípulos.
“Cuando llegó la
noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas
cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los
judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. Y
cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos
se regocijaron viendo al Señor.” Juan 20:19-20.
¿Qué propósito tenía estas apariciones, en
cuerpo presente, que hizo Jesucristo luego de haber sido resucitado? ¿Ocurren
hoy día? Sería maravilloso que aconteciera en nuestros días, pero el propósito
por lo que ocurrieron ya fue cumplido. Apareció a aquellas personas como prueba
de su resurrección y todas fueron antes de subir a los cielos.
“A éste levantó Dios
al tercer día, e hizo que se manifestase; no a todo el pueblo, sino a los
testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y
bebimos con él después que resucitó de los muertos.” Hechos 10:40-41.
“a quienes también,
después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables,
apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de
Dios.” Hechos
1:3.
De manera que hoy no tendría sentido la
aparición de Jesucristo en persona entre nosotros con este propósito; bástenos
creerle a los testigos escogidos por Dios que le vieron vivo y de eso
testificaron.
Sin embargo, es muy frecuente escuchar a
algunos de sus encuentros en persona con el Señor Jesucristo hoy día;
atribuyéndose incluso mayor privilegio que los apóstoles, quienes, luego que
Jesucristo ascendió a los cielos, ninguno de ellos narra, en las sagradas
escrituras, encuentros personales con el Señor Jesucristo. No estoy poniendo en
duda la buena fe o intención de los que han tenido experiencias sobrenaturales,
pero hubo eventos similares en el antiguo testamento que, habiendo tenido
encuentros con el ángel de Jehová, les llevó a pensar a algunos que habían
visto a Dios mismo en persona, e incluso haber luchado con él, y reconocían que
no habían muerto luego de la experiencia; Bueno, el simple hecho de no haber
muerto al ver el rostro de Dios pone en duda que fuese Dios, pues quien vea el
rostro de Dios en persona, estando en este cuerpo corruptible, muere
irremediablemente. Así las manifestaciones que pudieran atribuirse a Jesucristo
hoy día, no pueden ser en persona, sino en visión o sueño; todo lo que sea en
persona es un ángel del Señor u otro ser espiritual, pero no Jesucristo.
¿Podría usted contar cuantas personas
tuvieron encuentros en persona con Jesucristo después que él ascendió a los
cielos? ¿A cuántos se les apareció? ¿Cuántos oyeron su voz?
En persona, con Jesucristo pisando esta
tierra, ninguno. No volvió a presentársele a nadie más. Incluso, él mismo nos
advirtió:
“Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí
está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y
harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere
posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. Así que, si os
dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los
aposentos, no lo creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se
muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.” Mateo 24:23-27.
Existen unos relatos de Pablo y Ananías en el
libro de los hechos, donde expresan que ellos hablaron con nuestro Señor
Jesucristo, veamos cómo fueron estas experiencias.
“Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco,
repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó
una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién
eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar
coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres
que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá
lo que debes hacer. Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos,
oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie.” Hechos 9:3-7.
Este primer relato no nos revela todo lo que
pasó, sin embargo podemos ver que el resplandor y la voz provenían del cielo,
no estaba acá en la tierra. Al volver a contar el episodio, Pablo da más
detalles de ente encuentro:
“cuando a mediodía, oh rey, yendo por el camino, vi una luz del cielo que
sobrepasaba el resplandor del sol, la cual me rodeó a mí y a los que iban
conmigo. Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba,
y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es
dar coces contra el aguijón. Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor
dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, y ponte sobre tus
pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y
testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti,
librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que
abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la
potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de
pecados y herencia entre los santificados. Por lo cual, oh rey Agripa, no fui
rebelde a la visión celestial,” Hechos 26:13-19.
Acá vemos que Pablo
nos explica que este encuentro con Jesucristo fue por medio de una visión y que
el propósito de esta aparición era para poner a Pablo como ministro y testigo
de las cosas; o como dijera en otra oportunidad que le dijo Ananías, luego que
recibió la vista:
“Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su
voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca. Porque serás testigo
suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído.” Hechos 22:14-15.
Dios determinó darle
a conocer a Pablo al Señor Jesucristo, que lo viera y le oyera.
“Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi
madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le
predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre,” Gálatas 1:15-16.
Vemos que no es del
que quiere ni del que puede, sino que Dios decide quién ha de ser el que vea
una visión donde esté el Señor Jesucristo.
Ananías también tuvo
este privilegio, de tener una visión, por voluntad de Dios, donde él mantuvo
una conversación con Jesucristo después de haber ascendido a los cielos:
“Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el
Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. Y el Señor
le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de
Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, y ha visto en
visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para
que recobre la vista. Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos
acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun
aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que
invocan tu nombre. El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es
éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los
hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi
nombre. Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos,
dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde
venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu
Santo. Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante
la vista; y levantándose, fue bautizado.” Hechos 9:10-18.
También fue una
visión y no una aparición en persona aquí en la tierra del Señor Jesucristo.
Mas de estos dos, encontramos a esteban que vio los cielos abiertos y a
Jesucristo a la diestra de Dios, mas Jesucristo no habló con él.
“y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a
la diestra de Dios.” Hechos 7:56.
¿Qué es lo notorio?
Que Jesucristo estaba allá arriba en los cielos, a la diestra de Dios y no acá
abajo en la tierra. Esto fue lo que repetidas veces dijo el Señor Jesucristo a
sus discípulos; por lo tanto está allá con el Padre.
“Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al
Padre.” Juan
16:28.
También dice la
palabra de Dios que Jesucristo fue recibido allá arriba en los cielos:
“Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se
sentó a la diestra de Dios.” Marcos 16:19.
Ahora bien,
Jesucristo fue recibido allá arriba en los cielos ¿Por cuánto tiempo? O ¿Tiene
orden de subir y bajar cuando quiera? La palabra de Dios dice:
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros
pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él
envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es
necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las
cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde
tiempo antiguo.” Hechos 3:19-21.
Hasta que no llegue
el tiempo de la restauración de todas las cosas Jesucristo no será enviado.
Para que llegue este periodo, primero debe venir la apostasía y debe
manifestarse el hombre de pecado.
“Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga
la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición,” 2da Tesalonicenses
2:3.
Cuando esto ocurra,
entonces esta a la puerta la venida del
señor Jesucristo en cuerpo a esta tierra, para buscar a la iglesia y para
gobernar en el trono de David su Padre; a establecer el reino de Dios entre los
hombres. ¿Cuándo será esto?
“Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino
sólo mi Padre.” Mateo
24:36.
Aun cuando no sabemos
ni el día ni la hora, el Apóstol Pablo nos recalca que el día del Señor está
cerca y no debemos dejarnos mover de esta certeza.
“que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os
conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra,
en el sentido de que el día del Señor está cerca.” 2da Tesalonicenses 2:2.
Es entonces, y solo
entonces, que veremos a Jesucristo en persona acá en la tierra. Vendrá así
mismo como se fue.
“los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando
al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así
vendrá como le habéis visto ir al cielo.” Hechos 1:11.
En ese momento
seremos arrebatados para recibir al Señor en el aire.
“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con
trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán
primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados
juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así
estaremos siempre con el Señor.” 1 Tesalonicenses 4:16-17.
Es entonces cuando
estaremos siempre con el señor. ¿Porqué querer adelantar los acontecimientos y
traer abajo al Señor? Esto no es necesario ni para ser salvos. El evangelio de
salvación que predicamos incluye creer en Cristo Jesús estando allá arriba.
“Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién
subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); o, ¿quién descenderá
al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). Mas ¿qué
dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Ésta es la
palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el
Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás
salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se
confiesa para salvación.” Romanos 10:6-10.
Es de resaltar que,
ni para darle la revelación de Apocalipsis a Juan Jesucristo bajó a hablar con
Juan. Podemos ver que hubo un proceso para hacerle llegar la información a
Juan:
“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus
siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio
de su ángel a su siervo Juan, que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y
del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.” Apocalipsis 1:1-2.
No fue un mensaje
entregado en persona a Juan por nuestro Señor Jesucristo, le envió el ángel que
le guió y mostró toda aquella revelación.
El Apóstol Pablo nos
dice que la forma de estar en persona con Cristo antes de que el venga, es que
nosotros vayamos hacia él, hacia Cristo; para lo cual es necesario morir, aun
cuando no da detalles en qué lugar nos encontraríamos con él.
“Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y
estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor;” Filipenses 1:23.
Sin embargo es cuando
venga por la iglesia el momento en que estaremos para siempre con el Señor
Jesucristo.
¿Qué entonces
mientras estamos vivos en este cuerpo? Mientras vivimos en este cuerpo podemos
tener comunión con Cristo. No debemos confundir “Reunión” con “Comunión”.
Nuestra reunión con el señor Jesucristo es en el futuro, nuestra comunión desde
ahorita, desde que le aceptamos como Señor, para gloria de Dios Padre.
“y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios
Padre.” Filipenses
2:11.
“lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros
tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el
Padre, y con su Hijo Jesucristo.” 1ra de Juan 1:3.
El hecho de aceptarle
como nuestro Señor, y reunirnos en su nombre, esto nos hace estar en comunión;
y es la razón por la que dice la escritura:
“Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en
medio de ellos.” Mateo 18:20.
El Señor Jesucristo
pone como condición para que se cumpla el hecho de estar él de por medio de los
que están congregados, el estar o ponerse de acuerdo:
“Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la
tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre
que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi
nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” Mateo 18:19-20.
No está hablando de que
Jesucristo está en persona en medio de los que están pidiendo en el nombre de
Jesús, sino que Jesucristo está de por medio. Veamos este ejemplo:
“Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero
él no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía. Pero
Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre,
que luego pueda decir mal de mí. Porque el que no es contra nosotros, por
nosotros es.” Marcos
9:38-40.
Si hace milagros en
el nombre de Jesús es porque el Padre sabe y ve que esta persona ama a
Jesucristo y le está honrando; luego no podrá hablar mal de Jesucristo. Además
de no poder hablar mal de Jesucristo cabe destacar que la razón para la que los
discípulos creyeran que debían prohibirle que usara el nombre de Jesús, era
porque no andaba con ellos, no formaba parte del grupo; no se reunía con ellos.
Déjeme ponérselo en otra perspectiva. Jesús no estaba en persona con aquel que
estaba echando fuera demonios en el nombre de Jesús; y no necesitaba estarlo.
De la misma manera hoy día, aún cuando no esté en persona con nosotros, aún
estando allá en el cielo, sigue vigente: “El que no es contra nosotros, por
nosotros es” Marcos
9:40. Dios igual se va a glorificar a través de aquella persona que
ama a Jesucristo y cree en su nombre, aún cuando Jesucristo no esté presente en
persona acá en la tierra.
Si usted pide en el
nombre de Jesús, o se congrega en el nombre de Jesús, lo está haciendo porque Jesucristo
lo dijo, lo ordenó, usted tiene a Jesucristo allí presente..
“En aquel día pediréis en mi nombre; y no os digo que yo rogaré al Padre por
vosotros, pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis
creído que yo salí de Dios.” Juan 16:26-27.
Esto no le dice que
Jesucristo en persona está en medio de la reunión que usted está haciendo; más
habla de que usted está en comunión con él, que está obedeciendo a su mandato.
Al dar a conocer el Señor Jesucristo que la voluntad de Dios es que nos
reunamos en el nombre de de Jesús, y
nosotros así la hacemos, por la obediencia al mandato, en nosotros está
presente Jesús, quien dio la orden.
Hace el énfasis, el Apóstol
Pablo, cuando dice:
“Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre
del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.” Colosenses 3:17.
Cuando hacemos todo
en el nombre del Señor Jesús, en obediencia al mandato, no necesita estar en
persona el señor Jesucristo con nosotros; mas es señal que la palabra del señor
está abundando en nosotros, presente para ponerla por obra, y porque amamos a
Jesucristo, Dios el Padre nos concederá lo que le pidamos. Por consiguiente, al
encontrar que el señor Jesucristo dijo:
“enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado;
y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” Mateo 28:20.
Podemos ver que
condiciona, el estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, al
hecho de que guardemos todas las cosas que Jesucristo nos mandó por medio de
los discípulos. Esto, de guardar todo lo que él mandó, también es relatado como
permanecer en Cristo; igual como condición para obtener lo que pidamos.
“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid
todo lo que queréis, y os será hecho.” Juan 15:7.
Así todo aquel que
permanece en Cristo, Jesucristo promete que permanecerá en él; y esto no se
refiere a estar en persona uno dentro del otro, mas habla de guardar los
mandamientos, y permanecer en amor unos con otros.
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él,
éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” Juan 15:5.
Así que cuando
Jesucristo habla de estar con nosotros todos los días, o que está en medio de
nosotros en nuestras reuniones, no se refiere a estar en persona paseándose en
medio nuestro, sino que al nosotros guardar sus palabras y ponerlas por obra,
esto no es otra cosa que tenerle en medio nuestro, con nosotros, vive en
nosotros, es una realidad en nuestras vidas; aguardando la venida gloriosa de
nuestro Señor Jesucristo a buscar a la iglesia, donde nos hemos de reunir con
él y así estaremos siempre con él.
a) Si el señor Jesucristo en persona estuviese paseándose
en medio de nuestras reuniones consolando, ¿Qué función o papel desempeñaría el
Espíritu de Dios, de quien dice la escritura que sería enviado como el otro
consolador que estaría con nosotros para siempre? San Juan 14:16.
b) Si quien está en nuestras reuniones es Jesucristo en
persona enseñando ¿Qué función ejerce el espíritu Santo, cuando de él dice la
escritura que nos recordará todo lo que Jesucristo dijo y nos enseñaría todas
las cosas? Juan
14:26.
c) Si Jesucristo está en persona en nuestras reuniones sanando,
¿Qué función ejerce el Espíritu de Dios, cuando es de él que la biblia dice que
opera milagros mediante dones que reparte, en este caso don de sanidad? 1ra Corintios
12:8-12.
d) Si Jesucristo está en persona en nuestras reuniones
tocando los corazones de los que oyen la palabra predicada, ¿Qué función ejerce
el espíritu Santo, cuando de él es que está escrito que cuando el venga
convencerá al mundo de pecado, de justicia y
juicio? Juan
16:7-11.
Algunos, para
justificarse, llegan a decir que Jesucristo y el espíritu Santo son la misma
persona. Nada más alejado de la verdad. Jesucristo dijo:
“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con
vosotros para siempre:” Juan 14:16.
No era él mismo.
“Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el
Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de
mí.” Juan 15:26.
Jesucristo no se
envió a sí mismo.
“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me
fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.” Juan 16:7.
No porque no estaba,
sino que era necesario que Jesucristo terminase su obra y ascendiera a los
cielos, para recibir del Padre la autoridad o potestad para enviar el Espíritu
a nuestros corazones.
“Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la
promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.” Hechos 2:33.
Cumpliéndose así lo
que dijo Juan el bautista:
“Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu
Santo.” Marcos
1:8.
De manera que
Jesucristo no es el Espíritu Santo sino el que bautiza con el Espíritu Santo.
Estamos a la espera
de nuestra reunión con nuestro señor Jesucristo, aún no ha acontecido, con
paciencia la aguardamos. Esto será en el tiempo que se denomina el día del
señor; donde Dios hará venir, por segunda vez, a esta tierra a nuestro señor
Jesucristo, en el día que Dios puso en su sola potestad. En ese día nos
reuniremos con Nuestro señor.