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SUJETO A SUS PADRES



Sujeto a sus Padres.
Lucas 2:51.

“Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.”


Andar bajo sujeción, es una de las condiciones que nos ayuda a comprender quien es Jesucristo. ¿Quién es este, que nos los describe la biblia como sujeto a otros, puesto bajo autoridad? ¿Puede estar sujeto Dios a alguien superior o en realidad no es Dios? ¿Su sujeción fue temporal, como los que están bajo curadores, o es eterna?
Dios dispuso el nacimiento del señor Jesucristo no solamente por medio de una mujer, sino que al nacer permaneciera allí en la casa de esa mujer y cumpliera todo el ciclo común a todos los seres humanos. Todo hijo debe estar sujeto a sus padres, no solamente para ser alimentado sino también para ser instruido, educado, encaminado en la vida que ha de llevar en esta tierra. Así vemos que Jesucristo, como hijo obediente, no fue la excepción a esta regla.
“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,” Gálatas 4:4.
Este propósito de Dios, de ponerle bajo sujeción de María, nos orienta sobre quien es Jesucristo. Lo describen los evangelios como hijo de alguien más. Nunca puede un hijo tener existencia antes que su padre, tampoco llegan a existir al mismo tiempo. El Padre precede al hijo y el hijo procede del padre. Así describe en la escritura a Jesucristo como hijo de María. Para que esto fuese posible, primero existió María, en quien o dentro de quien Dios engendró a su hijo amado.
“¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él.” Marcos 6:3.
“Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.” Mateo 2:11.
“Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha” Lucas 2:34.
De manera que María es presentada como la madre de Jesucristo, el Hijo de Dios. De igual forma encontramos que, aun cuando José no es el padre biológico de Jesucristo, a este se le identificaba como el padre de Jesús.
“Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía, de José, hijo de Elí,” Lucas 3:23.
Queda así, Jesucristo, identificado como hijo de padres terrenales, los cuales estaban sujetos a la ley, y ellos eran fieles hacedores de la ley.
“Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre JESÚS, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido. Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor (como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor), y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos.” Lucas 2:21-24.
Después de haber cumplido con todo lo prescrito en la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.” Lucas 2:39.
Del mismo modo, nuestro Señor Jesucristo cumplió fielmente con lo establecido por la ley.
“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.” Mateo 5:17.
No solamente Jesucristo vino como cumplimiento de lo que estaba escrito en la ley; pues su aparición en este mundo es para que se cumpliese lo que la ley establecía, sino que él fue un fiel observante de la ley. En él y con él se cumplió lo que, por medio de la ley, Dios había establecido; pero él no quebrantó la ley.
“Y le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas rectamente, y que no haces acepción de persona, sino que enseñas el camino de Dios con verdad.” Luca 20:21.
Si enseñó el camino de Dios con verdad, viviendo en el tiempo de la ley, ¿Acaso la quebrantó? Así enseño:
“De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.” Mateo 5:19-20.
¿Llegó él a ser grande en el reino de los cielos? ¿Era su justicia mayor que la de los escribas y fariseos? Sin lugar a duda.
Así está establecido en la ley, que todo hijo debe honrar a su padre y madre.
Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.” Éxodo 20:12.
¿Cree usted que Jesucristo no hizo esto? Jesucristo honró a sus padres acá en la tierra, estando sujeto a ellos y obedeciéndoles a lo que le ordenaban.
“Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.” Lucas 2:51.
Aún cuando les dejó claro que en los negocios de su Padre celestial le era necesario estar.
“Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” Lucas 2:49.
Sin duda, no se trataba de que Jesucristo estaba haciendo un trato para reparar las bancas del templo, o cualquier otro objeto de madera que allí hubiese, que pudiésemos decir que se trataba del negocio de carpintería de José; sino que es bien claro que hablaba de aquel que le había engendrado, de quien, en muchas oportunidades, se refirió como su Padre que está en los cielos. Sirvan estos dos versículos como ejemplo:
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.” Mateo 10:32.
“Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.” Mateo 12:50.
A lo largo de las escrituras, que narran el ministerio de Jesucristo, podemos ver que él estuvo y está sujeto a Dios su Padre; del mismo modo como lo estuvo a sus padres terrenales. Jesucristo es obediente en todo a su Padre celestial; aun cuando esta obediencia le toco aprenderla mediante los padecimientos que sufrió.
“Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;” Hebreos 5:8.
Podemos ver cómo, en medio de las situaciones difíciles que experimentó acá en la tierra, Jesucristo no buscó suavizarlas o evitarlas. Por más que Dios le había concedido poder, no abusó del poder que Dios le concedió; aun cuando los que estaban con él así le instaron para que lo hiciera.
Cuando no les recibieron en un lugar, y los discípulos enojados querían exterminar a sus moradores por no haberlos recibido, Jesucristo con toda paciencia y mansedumbre les dijo:
“Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea.” Lucas 9:55-56.
No estuvo de acuerdo en hacer descender fuego del cielo; aun cuando con eso era probable que le hubiesen recibido en el resto de las aldeas, por temor a correr la misma suerte.
Cuando pudo pedir protección contra la multitud que venía a prenderle, no apoyó a Pedro; quien ya había sacado su espada dispuesto a herir a otros. Vemos que lo que hizo fue reconvenirle y con mansedumbre explicarle:
“Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?” Mateo 26:52-54.
Quizá hubiese sido suficiente doce legiones de ángeles para protegerle ¿no le parece? Pero su sumisión, el estar sujeto a Dios su Padre, no le permitió abusar de lo que podía hacer, entonces dijo:
“¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?” Mateo 26:54.
Y que si hablamos de todos los sufrimientos entorno al sacrificio en la cruz del calvario, cuánto dolor, cuanta angustia, cuanto desprecio sufrió, vituperios, entre otros,  él no los amortiguó, no los suavizó, los vivió en carne propia.
“y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” Filipenses 2:8.
Jesucristo, fue obediente en todo a su Padre celestial. Estuvo y aún está sujeto a él y, como era de esperar, honra a su Padre celestial.
“Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis.” Juan 8:49.
Estuvo dispuesto llevar a cabo todo lo que Dios le mandó que hiciese. Dios le dio mandamiento aún de todo lo que debía decir y hacer, y Jesucristo obedientemente lo hizo.
“Mas para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago. Levantaos, vamos de aquí.” Juan 14:31.
“Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.” Juan 12:49.
“Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.” Juan 10:18.
Así vemos a un hombre que se mantuvo sujeto a sus padres terrenales y aún más a su Padre Celestial; el Dios todopoderoso, al que aún está sujeto y lo estará por siempre, pues Jesucristo hace lo que el Padre le agrada.
“Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.” Juan 8:29.
¿Qué es lo que a Dios le agrada?
“Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.” 1ra Samuel 15:22.
Ciertamente la obediencia fue y sigue siendo la mejor forma de agradar a Dios. Para ser obediente es necesario estar sujeto. Saber que se es siervo, que se tiene a uno mayor a quien obedecer, que se está bajo autoridad. Así lo escribe el Apóstol Pablo:
“Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos.” 1ra Corintios 15:24-28.
Vemos así a Jesucristo que no solamente ha estado sujeto a Dios, sino que estará para siempre sujeto a su Padre celestial luego que ya haya cumplido todo lo que Dios le ha mandado. Hoy está en los cielos, en la casa de su Padre, sujeto a él.
En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.” Juan 14:2-3.
El hecho de estar sujeto a Dios nos habla de que Jesucristo no es Dios. ¿Puede acaso Dios estar sujeto a alguien más?  Y más aún ¿Acaso Dios está sujeto a los hombres? ¿No son los hombres los que se deben sujetar a Dios? ¿Cómo María, siendo de la raza humana, puede ejercer autoridad sobre Jesucristo, a quien algunos consideran Dios? ¿Un Dios obediente a María? La palabra de Dios habla de un caso donde el heredero está sujeto a los siervos, pero nunca se refiere esto a Dios sujeto a hombres, pues Dios no es heredero sino el creador y dueño de todo, quien ha dispuesto dar en heredad todas las cosas a Jesucristo; y a nosotros juntamente con Cristo.
“Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre.” Gálatas 4:1-2.
Esto si lo vemos con Jesucristo, en el Hijo de Dios; quien llegó a ser Señor de todo, aún de su madre María. Pero, mientras fue niño, María, como sierva, estando en su condición de mamá, lo cuidó, lo instruyó, lo alimentó; actividad propia que hacen los siervos a los hijos de sus amos; y así se consideraba María así misma con respecto a Dios: sierva de Dios.
“Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.” Lucas 1:38.
Como sierva de Dios, María llevó en su vientre al Hijo de Dios, lo parió, le alimentó, lo crió y sin lugar a duda le corrigió o reprendió, entre otras cosas; aún cuando después Jesucristo llegó a ser Señor aún de su propia mamá, porque Dios le hizo Señor de todos, como hiciera Faraón con José.
“Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.” Hechos 2:36.
“Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos.” Hechos 10:36.
¿Por qué pasó esto? Porque Jesucristo es el heredero de Dios, pero no es Dios; ni mucho menos el mismo Dios Padre.
Si Dios el Padre estuviese sujeto a alguien entonces existiese alguien antes que Dios, y mayor que Dios; cosa que es una locura, algo fuera de la verdad.
Es Jehová Dios quien le da a heredar a Jesucristo todas las cosas; es Dios quien le ha dado toda potestad, autoridad a Jesucristo.
“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.Mateo 28:18.
Allí podemos ver que recibió toda potestad, tanto en el cielo como en la tierra. ¿Quién se la dio? Dios, el Padre. Por eso dijo: “…me es dada…”.
Dios es el único ser que no le entrega cuenta a nadie, es el único solo soberano.
“Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.” Judas 1:4.
En este mismo texto podemos ver que  Judas hace la distinción entre Dios y Jesucristo, cuando dice que Dios es el único soberano; pero no se refiere así de Jesucristo. Allí los pone por separado.
Aun cuando en las escrituras encontramos el término soberano para algunos que no son Dios, lo hace en relación con los reyes de la tierra, y todo Rey de la tierra debe entregar cuanta a Dios, aún esto es así para Jesucristo, de quien dice la escritura:
“y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,” Apocalipsis 1:5.
Mientras que de Dios dice:
“que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo, la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.” 1ra Timoteo 6:14-16.
Sin duda se está refiriendo a alguien diferente a Jesucristo, pues éste está contado entre de los mortales. Los hombres vieron a Jesucristo y a su vez entrega cuenta a Dios Padre. Dios es el único que no le entrega cuenta a nadie, todos los demás seres, sus criaturas, deben dar cuenta a Dios, pues por él y para él vivimos.
Así, como nos enseñó con el ejemplo nuestro señor Jesucristo, debemos aprender a estar sujetos; no solo a los padres terrenales, sino también a nuestro Padre celestial, obedeciéndole en todo.

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