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YO SOY LA VIDA



Yo soy la vida
1ra de Juan 1:2.
“(porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó);”
La oferta de Dios ha sido y siempre será vida. Dios no nos creó para destruirnos, por eso nos ofrece voluntariamente vida; no obstante se reserva su derecho de destruir al malo, por su sola potestad. Pero esa vida debe ser en sus condiciones, bajo sus parámetros, para que sea de bendición, de provecho. 

A través del tiempo Dios le ha mostrado al ser humano la diferencia que existe entre vivir en obediencia a sus normas y vivir en franca desobediencia a lo que Dios ha establecido. Una trae vida y la otra acarrea muerte.

Luego de haberle moisés entregado las ordenanzas que Dios le envió al pueblo, les dijo:
“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar.” Deuteronomio 30:19-20.

Se constituía así, el guardar los mandamientos, en la garantía de vivir y ser multiplicados. Era atendiendo a la voz de Dios, y seguirle a él, lo que le garantizaba la vida y la prolongación de sus días.
“Mirad, pues, que hagáis como Jehová vuestro Dios os ha mandado; no os apartéis a diestra ni a siniestra. Andad en todo el camino que Jehová vuestro Dios os ha mandado, para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la tierra que habéis de poseer.” Deuteronomio 5:32-33.

Esta era la condición para tener vida en el pacto que Dios hizo con el pueblo de Israel, del que Moisés fue el mediador.

Cuando el Apóstol Pablo escribió de cómo se alcanzaba la vida en este periodo de la ley, nos dijo:
“Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas.” Romanos 10:5.
“y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas.” Gálatas 3:12.

Así vemos que, al hacer las cosas de la ley se les concedería vida por haberlas hecho. De manera que el seguir los preceptos de Dios nos garantiza la vida; que más que un simple estar vivos, es que la segunda muerte no tendrá potestad sobre nosotros.

En esta oferta, de dar vida al ser humano, nos encontramos que para nuestros días Dios ha hecho un nuevo pacto, con un nuevo mediador, con unas nuevas leyes; y hablo de nuevo aunque es primero que el pacto dado a través de moisés, pues está basado en las promesas hechas a Abraham.

“Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.” Hebreos 9:15.

Ya le ley y los profetas hablaban de la venida de un ser por medio del cual Dios nos traería salvación y nos daría vida. Por eso el Apóstol Pablo dijo:

“Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,” Romanos 3:21-24.

Dios se proveyó de cordero para hacer la remisión de nuestros pecados y que podamos alcanzar vida y vida en abundancia. Dios nos ha dado vida por medio de Jesucristo.

“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” Juan 10:10.

Así se nos presenta, en las sagradas escrituras, que Dios envió a su Hijo amado para que nosotros alcancemos vida por medio de él. Ya no es la ley la fuente para alcanzar la vida; ahora se nos presenta a Jesucristo como la condición para alcanzar la vida, si creemos en él.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16.

Encontramos que aún estando nosotros muertos en delitos y pecados, Dios, en su infinita misericordia, nos proveyó una solución. Ya no hay que hacer las obras de la ley para ser justificados y alcanzar la vida sino que ahora hay que poner nuestra fe en Jesucristo; en que él es el que Dios ha escogido y enviado para que vivamos por él.

“En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.” 1ra Juan 4:9.

De manera que al abrazar a Jesucristo, por poner nuestra fe en Jesucristo y amarle, por ser él el ser que Dios nos proveyó para nuestra salvación, adquirimos de Dios lo que Dios ha estado ofreciendo; alcanzamos la vida.

El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” 1ra Juan 5:12.

Y aún más, es esta la razón porque la escritura dice que la vida está en Jesucristo, porque ya no es por cumplir las obras de la ley que tendremos vida sino que es al poner nuestra fe en Jesucristo, por la fe en Jesús, que obtenemos vida y vida en abundancia.

“Y éste es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.” 1ra Juan 5:11.

Algo que debe quedarnos bien claro es que Dios es la fuente de la vida; por eso dice que es Dios quien nos ha dado vida. Le plació a Dios establecer que para darnos esta vida nosotros debemos tener fe en Jesucristo. Por eso dice: “…y esta vida está en su Hijo” no es porque Jesucristo es quien da la vida, sino que Dios nos da vida  al creer en Jesucristo, al tener a Jesucristo. El que no tenga a Jesucristo no verá la vida.

El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” Juan 3:36.

De la misma manera como dice de la ley “…el que hiciere estas cosas vivirá por ellas” así mismo hoy se nos dice: “El que cree en el Hijo tiene la vida eterna.” Esta es la razón por la que nuestro Señor Jesucristo expresara aquellas palabras que recoge el libro de Juan:

“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” Juan 14:6.

Al estar Jesucristo dirigiéndose a un pueblo a quien Moisés les había dicho que el hacer las obras de la ley le daría vida, les estaba diciendo que ya la vida no la obtendrían por las obras de la ley, sino que ahora era por medio de él, por medio de aquel de quien hablaba la ley; al poner su fe en Jesucristo. Jesucristo les dijo: “Yo soy… … la vida”. Sin duda alguna Jesucristo es la vida porque al creer en él Dios nos concede la vida eterna.

Cuando Moisés habló con el pueblo de Israel acerca de los mandamientos les dijo que no eran difíciles de hacer, sin embargo hoy podemos ver que ninguno es justificado por la ley.

“Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos. No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos? Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos? Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas.” Deuteronomio 30:11-14.

Ahora, en este tiempo, tenemos que no es por las obras de la ley, sino por la fe en Jesucristo que seremos justificados.

“sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.” Gálatas 2:16.

Esto no hace acepción de personas; es el mismo mandamiento tanto para judíos como para gentiles: La justicia se alcanza por la fe en Jesucristo; cosa que no es muy difícil. Así dijo nuestro Señor Jesucristo:

“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.” Juan 14:1.

Y Así lo dijo el Apóstol Pablo:

“Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Ésta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” Romanos 10:6-10.

El señor Jesucristo nos instó a que indagáramos acerca de él en las escrituras, pues de él habló la ley y los profetas. Al alcanzar el conocimiento de la verdad nos encontraremos con que nuestro Señor Jesucristo es a quien Dios ha puesto para que obtengamos la vida. Al abrazarlo a él, al hacerlo parte de nosotros, amarlo, que él esté dentro de nosotros, entonces obtendremos la vida que Dios ha ofrecido.

“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida.” Juan 5:39-40.

Inclusive, este es el énfasis que hace el escritor del evangelio de Juan, la razón por la que fue escrito este libro:

“Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.” Juan 20:31.

Jesús era consciente de su función, su papel; el trabajo que Dios estaba haciendo por medio de él acá en esta tierra y conociendo que por medio de él Dios nos daría vida, es que expresa estas palabras:

“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” Juan 10:10.

Sabiendo la obra de Dios para con nosotros fue que pudo exclamar:

“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” Juan 14:6.

Es necesario hacer la distinción entre lo que es la vida del cuerpo y la vida del alma. Mientras el cuerpo vive por el espíritu de vida, el alma fue creada con vida; Dios le concedió vida, el alma está viva. Para que el cuerpo tenga vida basta con que Dios envíe el espíritu de vida y este le da vida al cuerpo; con el alma es diferente.
“Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.” Santiago 2:26.

Para que deje de vivir el cuerpo Dios retira el espíritu de vida o aliento de vida y el cuerpo vuelve al polvo de donde fue tomado. Pero el alma fue creada con vida para que viva dentro del cuerpo y es sobre quien pesa la sentencia:

“He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, ésa morirá.” Ezequiel 18:4.

Esta muerte es diferente a la muerte física o del cuerpo; de la misma manera que la vida del cuerpo es diferente que la vida del alma. La muerte física en la muerte primera, donde muere el cuerpo; y la muerte del alma es la muerte segunda, donde muere el alma. Estar muertos en delitos y pecados es estar sentenciados a la muerte segunda.

“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.” Mateo 10:28.

Acá vemos claramente que cuando muere el cuerpo, no muere el alma; pero Dios tiene potestad de destruir el alma y el cuerpo en el infierno. El cuerpo y el alma tienen vidas independientes o separadas entre sí.

Tener que pasar por la muerte del cuerpo es inevitable, pero escapar de la muerte segunda, la del alma, es posible.

“Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.” Génesis 3:19.
Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David.” Isaías 55:3.

Para escapar de la muerte segunda y conservar viva el alma es que vino Jesucristo. Dios prometió vida para el alma por la fe en Jesucristo. El Alma que alcance este privilegio recibirá un nuevo cuerpo, incorruptible, para que viva por largos días; se le concede vida eterna. De la vida que se le concede al alma es de la que habló Jesucristo cuando dijo: “Yo soy la vida”; él es vida para nosotros y prolongación de nuestros días; vida que nos dará Dios por amar a su Hijo Jesucristo.

Esta vida que Dios siempre ha tenido en su voluntad darnos, nos las hace llegar por medio del creer en Jesucristo.

“(porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó);” 1ra de Juan 1:2.

Dios sacó a la luz la forma, la manera como alcanzar la vida, y puso al alcance el que pudiésemos creer en su Hijo Jesucristo para que obtengamos vida.

“Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles.” 2da Timoteo 1:8-11.

Alcanzar la vida es poder escapar de la sentencia de muerte que trae el pecado.

“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” Romanos 6:23.

La muerte que ha de manifestarse en el tiempo futuro, donde las hombres que murieron en pecado serán, en cuerpo y alma, lanzadas al lago de fuego en lo que se conoce como la muerte segunda. Pero, aquellos que hayan alcanzado el privilegio de que se les conceda la vida, lo habrán logrado por la fe en el Hijo de Dios, a quien Dios envió para darnos vida.

“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” Juan 5:24.

Es el creer en Cristo Jesús, y en su palabra, lo que hará que se nos conceda la vida. El no creer en Jesucristo y las palabras que Dios habló por medio de él es lo que hará que vaya a condenación.

Representa así Jesucristo, es Jesucristo la garantía de que obtengamos la vida que Dios nos ha prometido; y que ha sujetado o puesto como condición para dárnosla el que creamos a su Hijo y en su hijo. Por la fe en Jesucristo obtenemos de Dios la vida.

“Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes. Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” Gálatas 3:22-29.

La fe en Jesucristo desata, activa, pone en movimiento, hace real todas las promesas que Dios ha hecho para los postreros tiempos, entre ellas el que se nos conceda la vida y no perezcamos por la condenación. La fe en Jesucristo trae como recompensa que seamos tenidos por dignos de alcanzar la vida eterna.

“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:14-15.

Por eso Jesucristo dijo que él es la vida, porque a los que crean en él, Dios le concederá la vida.

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