Mientras
estaba en el cuerpo.
2da Corintios 5:10.
“Porque es necesario
que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno
reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea
malo.”
La condición de eterno, permanente, estable,
duradero, aún no ha llegado. Hoy vivimos en un estado temporal, pasajero,
corruptible mientras llegamos a lo perfecto. Este cuerpo en el cual vivimos no
es para siempre; y no me refiero a su forma o figura, apariencia o semblanza, sino
al material del cual está hecho. Este cuerpo fue formado del polvo de la tierra
y a la tierra volverá.
“Entonces Jehová Dios
formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de
vida, y fue el hombre un ser viviente.” Génesis 2:7.
“Con el sudor de tu
rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste
tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.” Génesis 3:19.
Cuando hace esta referencia la escritura, es
con relación a una parte del ser. Solo la parte física, corpórea, tangible, fue
tomada del polvo de la tierra; no así el resto de los elementos.
Al leer detenidamente, estas y otras
escrituras, nos damos cuenta que no todo en el ser es corruptible, aún cuando
todo es contaminable y destruible. No todo fue tomado de la tierra, aún cuando
todo el ser fue destinado a vivir en la tierra de donde fue tomado el cuerpo.
Luego que Dios formó el cuerpo del polvo de
la tierra, ocurre algo que debe llamarnos la atención:
“…y
sopló en su nariz aliento de vida.” Génesis 2:7.
Al usar
la palabra “Soplar” nos viene a la idea que sale viento de la boca de
Dios, pero es mucho más que eso. Esto relata el hecho que Dios le dio vida al
cuerpo por medio del espíritu de vida o aliento de vida que sopló en su nariz.
“Porque como el cuerpo
sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.” Santiago 2:26.
Ese espíritu de vida, que da vida al cuerpo,
procede de Dios, quien es el que lo da; y es diferente al Espíritu Santo. Recuerde
que e Dios hay abundancia de Espíritu.
“¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué
uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro
espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud.” Malaquías 2:15.
Por lo tanto ese espíritu de vida no es
terrenal, ni es tomado del polvo de la tierra, tampoco es corruptible o que
pase por un periodo de descomposición, pero se corrompe y se contamina.
Al llegar la hora de la muerte para un ser
humano, este espíritu de vida recibe la orden de regresar a Dios que lo ha
dado.
“y el polvo vuelva a
la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.” Eclesiastés 12:7.
De
manera que lo que queda aquí para ser deshecho y vuelto polvo es el cuerpo
donde hubo espíritu de vida, y algo más.
Incluso podemos inferir la ubicación, en el
cuerpo, donde vive este espíritu de vida o que da vida al cuerpo: en la sangre.
“Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado
para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará
expiación de la persona.” Levítico 17:11.
“Pero carne con su vida, que es su sangre, no
comeréis.” Génesis
9:4.
De allí que la
escritura dice que nuestro Señor Jesucristo derramó su vida, refiriéndose a
derramar su sangre en la cruz del calvario.
“Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá
despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con
los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los
transgresores.” Isaías
53:12.
El lugar de habitación
del espíritu fue derramado y el espíritu fue entregado.
“Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.” Lucas 23:46.
Tenía conciencia
nuestro Seños Jesucristo de la presencia en su cuerpo del Espíritu de vida y
que no podía retener, pues le había llegado la hora de la muerte.
“No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el
espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal
guerra, ni la impiedad librará al que la posee.” Eclesiastés 8:8.
Sin poderlo el hombre evitar, el espíritu
vuelve a Dios que lo dio. Ahora, cabe preguntar ¿Era acaso el cuerpo de Cristo
el que estaba encomendando su espíritu a Dios? ¿El cuerpo moribundo clamando? O
¿Algún elemento más dentro de aquel cuerpo ya casi muerto? Existe una realidad
que es necesario que estemos conscientes. El Apóstol Pablo escribe:
“Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de
Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en
el cuerpo, sea bueno o sea malo.” 2da Corintios 5:10.
Si observa con
detenimiento este versículo, se encontrará con el propósito por el cual cada
uno debe presentarse ante el tribunal del Cristo. Vamos a ser juzgados para
recibir según lo que cada uno de nosotros hayamos hecho mientras estábamos en
el cuerpo. ¿A qué se está refiriendo? ¿Hay alguien viviendo en el cuerpo? Si; y
esta habitación es temporal. ¿Es acaso el espíritu de vida? No; pues el Señor
Jesucristo entregó el espíritu de vida al Padre
cuando estaba en la hora de la muerte y no dijo: en tus manos me encomiendo,
sino que dijo: En tus manos encomiendo
mi espíritu. O sea que, era consciente de un espíritu de vida en él.
Este elemento, que habita y que dará cuenta por las cosas que haya hecho
mientras estaba en el cuerpo, es el alma.
Lo que narra el libro
del Génesis, cuando Dios creó al hombre, es el proceso de creación, de
preparación, del cuerpo o morada para nuestras almas; de la misma manera como
Dios le preparó cuerpo para morada del Alma de Nuestro Señor Jesucristo.
“Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste;
Mas me preparaste cuerpo.” Hebreos 10:5.
Dios nos ha dado un
cuerpo, con vida, para que habitemos o moremos aquí en esta tierra, por el
tiempo que Dios determine según nuestras acciones.
Así podemos ver que
las acciones de Adán y Eva, mientras estuvieron en el cuerpo, trajeron
consecuencia para toda la raza humana. El pecado trae como consecuencia la
muerte y al ser perdonados nuestros pecados trae como consecuencia la vida.
¿Quién es el
beneficiario de este prende y apaga? ¿El cuerpo? Acaso la muerte del cuerpo es
consecuencia del pecado? No; Lo que fueron acortados los días de vida del
cuerpo y aumentado los dolores.
“…con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y
cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro
comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra,…” Génesis 3:17-19.
“Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre,
porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años.” Génesis 6:3.
¿El espíritu de vida?
Si el espíritu de vida muere el cuerpo estaría sin vida. ¿Por qué le llaman, al
estar en pecado, muerte espiritual? La expresión muerte espiritual no aparece
en la Biblia. La muerte que acarrea el pecado es la del alma. Es el alma quien
recibe las consecuencias de vida o muerte, según haya hecho mientras está en el
cuerpo, y esa sentencia será ejecutada en la muerte segunda; en el mismo
momento cuando se entregará la dadiva de Dios.
Bien dice la
escritura que es el Alma la responsable de los actos.
“He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del
hijo es mía; el alma que pecare, ésa morirá.” Ezequiel 18:4.
Es el Alma quien toma
la determinación de desobedecer o obedecer a Dios, de obedecer al cuerpo o al
espíritu; dos llamados opuestos con los que lucha toda alma.
“Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es
contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que
quisiereis.” Gálatas
5:17.
¿Quién es que debe
hacer lo que quiere? El Alma que mora en la carne.
Las palabras que Dios
le dijo a Adán y a Eva, hoy aún siguen vigente. Todo aquel que permanece en
pecado, en pecado está muerto; es una sentencia.
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna
en Cristo Jesús Señor nuestro.” Romanos 6:23.
¿Cuándo se hace
efectiva esta sentencia de muerte? El día en el que Dios se siente para juzgar
a grandes y pequeños, en el día del juicio en el gran trono blanco; entendiendo
que este juicio es diferente al del tribunal de Cristo.
El único que tiene
potestad sobre el Alma es Dios; a él le pertenecen.
“He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del
hijo es mía; el alma que pecare, ésa morirá.” Ezequiel 18:4.
Sólo Dios tiene
potestad de crearlas:
“Porque no contenderé para siempre, ni para siempre me enojaré; pues
decaería ante mí el espíritu, y las almas que yo he creado.” Isaías 57:16.
Sólo Dios tiene
potestad de destruir las Almas
“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed
más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.”
Mateo 10:28.
Esta porción nos
presenta la realidad. a) Hay quienes pueden matar el cuerpo, pero no pueden
matar el alma. b) Hay uno que puede destruir el alma y el cuerpo; y ese es
Dios. Note usted la diferencia que existe entre el cuerpo y el alma. Mientras
que el cuerpo pasa por el proceso de la muerte primera, para volver al polvo,
el alma no ha muerto; a esta no la podido matar el que mató el cuerpo, sea
humano, enfermedad o cualquier cosa. Aun cuando el alma no ha muerto no puede
permanecer en ese cuerpo muerto. Pero llegará un día, donde entonces Dios dará el pago de aquella
sentencia hacia Adán y Eva: El alma que pecare esa morirá”. ¡Eso no se lo dijo
a Adán!, está bien, “El días que de él comieres morirás”; ¿Es la desobediencia
pecado? Si; entonces ¡El alma que pecare morirá!; y serán lanzados, en cuerpo y
alma, todos aquellos que murieron estando muertos en delitos y pecados, al lago
de fuego, esta es la muerte segunda; que solo Dios tiene potestad de ejecutar.
“Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del
cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi
a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron
abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron
juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus
obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades
entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus
obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Ésta es la
muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue
lanzado al lago de fuego.” Apocalipsis 20:11-15.
¿Pero porque esperar
tanto tiempo? Bueno, Dios es Dios, y en esa hora o momento ejecutará también la
sentencia para una rebelión anterior a la de los hombres.
“Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre,
donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche
por los siglos de los siglos.” Apocalipsis 20:10.
Ahora, volvamos al
hecho de que somos almas morando en un cuerpo. Esta distinción está bien clara
en las sagradas escrituras. No es un mito, ni creencia pagana; aún cuando ellos
también lo sepan. No estoy con esto validando a los paganos, No; ni mucho menos
alentándole a que crea todo lo que ellos creen. Entienda, ellos han tomado una
verdad y la han hecho propia, aún cuando no les pertenece. Si los paganos
hablan de Dios ¿Por eso ya Dios deja de existir, ya no es verdad? No; Dios
sigue siendo Dios. Porque los paganos
sean mentirosos ¿Será Dios mentiroso? Jamás.
“¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿Su incredulidad habrá
hecho nula la fidelidad de Dios? De ninguna manera; antes bien sea Dios
veraz, y todo hombre mentiroso; como está escrito: Para que seas
justificado en tus palabras, Y venzas cuando fueres juzgado.” Romanos 3:3-4.
Así, cuando ellos
hablan de algo que es verdad, no se constituye en mentira, aun que las mentiras
que digan sean tantas que lleguen a ahogar la verdad o no sea visible.
Cuando el diablo
tentó al señor Jesucristo usó la verdad, conforme a la palabra de Dios.
“porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te
guarden; y, En las manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en
piedra.” Lucas
4:10-11.
Ahora, porque el
diablo sabe que eso es verdad ¿Se constituye en algo falso? ¿Acaso por eso el
Señor Jesucristo no creyó la escritura? ¿No creerá usted a la biblia porque el
enemigo la usa para engañar?
La escritura, la
biblia, nos habla que estamos morando en un cuerpo, el cual debemos cuidar,
pero aun cuidarnos nosotros, nuestras almas.
“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu,
alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor
Jesucristo.” 1ra
Tesalonicenses 5:23.
Esos tres elementos,
espíritu, alma y cuerpo, conforman el ser, nuestro ser. El alma es responsable
del uso, trato que haga al cuerpo y al espíritu, y dará cuenta por lo que hace
con ellos. Por eso el llamado es a glorificar a Dios con ellos.
“Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en
vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” 1ra Corintios 6:20.
Acá puede ver que
habla en plural: “los cuales son de Dios”, haciendo distinción entre el cuerpo y
el espíritu.
Del mismo modo, el
apóstol Pablo nos hace esta recomendación:
“Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa,
está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca.” 1ra Corintios 6:18.
Nos está hablando de
la localización de los pecados que el hombre comete; y habla de pecados contra
el propio cuerpo y pecados fuera del cuerpo. ¿Cómo? Si. Ahora si están fuera
del cuerpo ¿Dónde están? No es que quedan flotando en el aire. Sin lugar a duda
es en un elemento distinto al cuerpo, así es, en el alma y en el espíritu.
Ambos son asientos, tanto el alma como el espíritu, de nuestros pecados. Por
eso dice:
“Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda
contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el
temor de Dios.” 2da
Corintios 7:1.
Como también dice:
“Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad,
mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros
entrañablemente, de corazón puro;” 1ra Pedro 1:22.
Están localizados los
pecados en el ser, pero afectando en particular uno de los tres componentes del
ser: el espíritu, el alma o el cuerpo, incluso a los tres; aun cuando es el
alma la que va a dar cuenta ante Dios por lo que haya hecho mientras estuvo en
el cuerpo. El Apóstol Pablo manejaba muy bien esta verdad. En su segunda carta
a los Corintios nos relata la experiencia, de haber estado en el cielo y en el
paraíso, de esta manera:
“Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo,
no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado
hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera
del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde
oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar.” 2da Corintios
12:2-4.
En este relato
podemos aprender, de estas experiencias, que: a) Existe el tercer cielo. b) Que
existe el Paraíso; que son lugares reales y separados, independientes el uno
del otro, a los cuales se puede ir. Él no pone en duda su existencia, ni el
hecho de haber estado allá. Lo otro que no tiene duda es: c) El hecho de haber
sido arrebatado, ser llevado; que no fue por cuenta propia. También relató que:
d) Oyó cosas inefables que no le es dado al hombre expresar. De todo esto no
hay la menor duda, las personas lo aceptan como verdad; pero esa no es toda la
verdad, allí mismo hay más información: e) Cuando dice, si en el cuerpo o fuera
del cuerpo, remece la creencia de muchos, les mueve el piso. Pregúntese: Si fue
en el cuerpo, ¿Entro al tercer cielo? ¿Dónde está el asunto? En que Pablo lo
relata como una vivencia, no como una visión. Si lo vivió, tiene otro matiz
¿Fue al tercer cielo en el cuerpo? Claro, es posible, está hablando de entrar
no de heredar. Y si no fue en el cuerpo,
¿Se puede salir del cuerpo? También, claro que sí; El alma es independiente del
cuerpo. Existe un componente del ser que mora dentro de este cuerpo; y el
cuerpo permanece vivo aún cuando no esté el alma dentro del cuerpo. Este
componente es el alma, que habita o mora dentro del cuerpo. ¿Cómo puede el
cuerpo permanecer vivo sin alma? Porque la vida del cuerpo es el espíritu de
vida, no el alma.
“Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe
sin obras está muerta.” Santiago 2:26.
Un día seremos
desnudados de este cuerpo para ser revestidos de un nuevo cuerpo, una nueva
morada o habitación celestial.
“Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se
deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en
los cielos. Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella
nuestra habitación celestial; pues así seremos hallados vestidos, y no
desnudos. Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con
angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para
que lo mortal sea absorbido por la vida. Mas el que nos hizo para esto mismo es
Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu. Así que vivimos confiados
siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes
del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más
quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto
procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables.” 1da Corintios
5:1-9.
Cuando dice: “entre
tanto que estamos en el cuerpo” (verso 6) no significa que permaneceremos luego
sin cuerpo. El propósito de Dios es darnos juntamente con Cristo una morada
nueva, un cuerpo celestial, de origen celestial y no terrenal. La materia prima
será celestial, no tomada del polvo de la tierra.
“Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará
en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en
debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo
espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual. Así también está
escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán,
espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo
espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre,
que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales;
y cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la
imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.” 1ra Corintios
15:42-49.
No es la expresión
“mientras estaba en el cuerpo” la escusa para decir que luego no tendremos
cuerpo; pues ya esa morada está preparada; ese cuerpo espiritual está hecho,
esperando para que nosotros seamos revestidos de él. Este es y ha sido el
propósito de Dios, que habitemos en un cuerpo; por eso nos preparó cuerpo
también a nosotros.
Otra experiencia que nos
habla del Alma estar fuera del cuerpo es la del escritor del libro de
Apocalipsis.
“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la
primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te
mostraré las cosas que sucederán después de estas. Y al instante yo estaba
en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono,
uno sentado.” Apocalipsis
4:1-2.
Relata su experiencia
de estar en el espíritu y haber subido por una puerta al cielo. ¿Subió el
cuerpo? No; ¿Subió en el cuerpo? Tampoco. Dice puntualmente “Yo estaba en el
espíritu”.
Esto a que se refiere
aquí no es el espíritu de vida, sino que llama al alma “espíritu” El alma que
sale del cuerpo queda como un espíritu, sin cuerpo.
Veamos el ejemplo del
Señor Jesucristo. En la hora de la muerte es cuando se hace más evidente en él
los tres componentes del ser. Veámoslo en parte:
a) El espíritu de vida del cuerpo de Jesucristo.
“Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.” Lucas 23:46.
Vemos que esto lo hizo estando aun con vida, y luego
que entregó el espíritu expiró. Este espíritu de vida, que le da vida al
cuerpo, sin duda fue a Dios que es quien lo da.
b) El cuerpo sin vida quedó colgado en el madero.
“Éste fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se
le diese el cuerpo. Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana
limpia, y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y
después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue.” Mateo 27:58-60.
Fue bajado el cuerpo sin vida, sin espíritu de vida, del madero y colocado en un sepulcro; esperando hasta que Dios enviara de regreso, nuevamente a el cuerpo al espíritu de vida. Tan pronto sale el espíritu de vida, con él sale también el alma. El cuerpo queda sin espíritu de vida y sin alma.
c) El alma de Jesucristo, que no permaneció en el cuerpo muerto, cumplió una función mientras el cuerpo estaba muerto.
“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por
los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne,
pero vivificado en espíritu; en el cual también fue y predicó a los
espíritus encarcelados,” 1ra de Pedro 3:18-19.
Estando en la condición de alma sin cuerpo, que es llamado espíritu, dice claramente que fue en espíritu y le predicó a los espíritus encarcelados. Dos cosas: Primero, si el que ha muerto en la carne, y fue enterrado, no es consciente de nada ¿Cómo porqué habla que alguien fue a predicarles? Segundo, Jesucristo fue en espíritu a predicarles, pues el cuerpo estaba en la tumba, el espíritu de vida, que le da vida al cuerpo, había subido a Dios. Quedaba simplemente el alma, consciente, capaz de hablar (predicar) y relacionarse con otros. Note también que no dice que el espíritu de Jesucristo fue a predicar, sino que fue Jesucristo en espíritu.
Esto no es más que la explicación de que Jesucristo es
un ser, compuesto por los tres elementos que conforman un ser, espíritu, alma y
cuerpo, lo mismo que nosotros; y que es el alma la porción del ser que expresa
voluntad y es responsable delante de Dios.
El tiempo de habitación, de permanencia del alma en este cuerpo de barro es determinado por Dios al periodo en que el espíritu que le da vida al cuerpo permanezca en él. Durante este tiempo, todo lo que nuestra alma decida hacer con el cuerpo, mientras está en el cuerpo, es responsabilidad del alma y por eso dará cuenta. El cuerpo está vivo, hace sus funciones vitales mientras el espíritu de vida está en él, pero es el alma quien pone en movimiento al cuerpo, decide hacia donde desplazarlo y del mismo modo es la que satisface los deseos que esa carne tiene; por eso es el alma la que dará cuenta. Es en ese momento en el que se terminará lo temporal, para dar paso a lo inconmovible, eterno, duradero; cuando lo mortal se vista de Inmortalidad.