Veamos
a Jesús,
Y también
veamos al Padre.
Salmos 34:5.
“Los que miraron a él
fueron alumbrados, Y sus rostros no fueron avergonzados.”
El poder leer con el significado correcto,
los pasajes de las escrituras amerita que tengamos presente principios que no
pueden ser echados por tierra. Tener presentes las palabras que Dios ha dicho
por boca de los profetas desde la antigüedad para no transgredir los
mandamientos de Dios, es poder saber que la palabra de Dios permanece para
siempre.
“Sécase la hierba,
marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.”
Isaías 40:8.
Este es parte del fundamento de los profetas,
saber que lo que Dios ha dicho lo cumple; así ocurrirá. Del mismo modo nos
dará, juntamente con Cristo todas las cosas. Para esto es necesario ver a
Jehová Dios al tiempo que vemos a Jesucristo.
“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” Romanos 8:32.
Podemos entender por las escrituras que ninguno
de los seres humanos que moran en cuerpo terrenal ha visto el rostro de Dios.
“Dijo más: No
podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá.” Éxodo 33:20.
Haber visto el rostro de Dios en persona, tal
cual es, no lo ha hecho ninguno de los descendientes de Adán aún.
El Señor Jesucristo lo dijo de esta manera:
“No que alguno haya
visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre.” Juan 6:46.
Y el Apóstol Juan lo relata en su evangelio de la siguiente forma:
“A Dios nadie le
vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado
a conocer.” Juan
1:18.
Y en su primera carta, con estas palabras:
“Nadie ha visto
jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su
amor se ha perfeccionado en nosotros.” 1ra de Juan 4:12.
Hay suficientes pruebas para afirmar que en
persona, tal cual es, de los que moramos en cuerpo del polvo de esta tierra,
nadie le ha visto.
Sin embargo, se puede afirmar que hasta el
día de hoy son muchos los que han visto a Dios. ¿Cómo? Le parece una
contradicción? Espere un momento, siga leyendo y se encontrará con lo que
enseña la escritura. Dice el libro de los salmos:
“Los que miraron a
él fueron alumbrados, Y sus rostros no fueron avergonzados.” Salmos 34:5.
Y son muchos los que han sido alumbrados por
Dios, para conocerle y seguir sus mandamientos. Si fueron alumbrados, antes
tuvieron que haber visto a Dios. ¿Ya vio
usted a Dios?
En el libro de Isaías Dios nos hace un
llamado a mirarle.
“Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque
yo soy Dios, y no hay más.” Isaías 45:22.
“Mirar a” es una
expresión que denota “Fijarse en”. El que “Mira a “, pone su vista en, está a
la expectativa de recibir, espera obtener algo. Por eso Dios hace el llamado a
que miremos a él.
Esta forma de hablar
y escribir es frecuente en las sagradas escrituras, y allí podemos ver que no
se trata de ver físicamente sino a que pongamos nuestra confianza en, y también
a que tomemos como ejemplo. El apóstol Pablo nos dice:
“Mirad a Israel según la carne; los que comen de los sacrificios,
¿no son partícipes del altar?” 1ra Corintios 10:18.
Isaías, del mismo
modo, muchos años después de haber muerto Abraham y Sara:
“Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz;
porque cuando no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué.”
Isaías 51:2.
No está mostrándonos una foto del rostro de
ellos, ni nos pide que le veamos físicamente, nos llama a tenerle en cuenta,
como referencia.
Una expresión actual, y que nos ayuda a
entender mejor, es: “Se fijo en” o “Fijarse en”; “Puso sus ojos en”; para
referirse no a que le vio la figura, sino para hacer mención a enamorarse o
poner su confianza en aquella persona que escogió para esperar en o de él/ella.
Una historia que nos permite comprender este término
es la de José y la esposa de su amo potifar. ¿Era que ella no lo había visto
físicamente? ¿No lo conocía acaso? Pero dice la escritura:
“Aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José,
y dijo: Duerme conmigo.” Génesis 39:7.
Acá, en términos
coloquiales, diríamos: Le puso el ojo a José; llegó a desearle, a enamorarse
de, puso su esperanza en José; que iba a enredarse con ella.
Así vemos que poner los ojos en, mirar a, ver
a, son expresiones que no siempre hablan del plano físico, sino que se refieren
a el plano emocional y espiritual. El establecer nexos, unión con otros, aun
cuando no le hayamos visto aún, o aún cuando ya le hayamos visto muchas veces.
“Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados
los que no vieron, y creyeron.” Juan 20:29.
Está relacionado el mirar a, ver a, fijar los
ojos en, a poder tener fe en alguien o en algo. Así cuando dice:
“Los que miraron a él fueron alumbrados, Y sus rostros no fueron
avergonzados.” Salmos
34:5.
Está hablando de
tener fe en Dios, y que todos los que tengan fe en Dios no serán avergonzados.
“Ver a” es poner su
confianza en Dios, o tenerle como su Dios; es llegar a creer en y creerle a él.
Así el señor Jesucristo insta a que también creamos en él, de la misma forma
como creemos en Dios.
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.” Juan 14:1.
De manera que para el
pueblo judío, quienes ya habían oído hablar de Dios, y creían en Dios, el Padre
les llevó a que creyeran en su hijo Jesucristo; mientras que para nosotros los
gentiles, que no conocíamos a Dios, ni habíamos oído hablar de él, Jesucristo
nos lleva a creer en el Padre.
“Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga
según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra
peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de
vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro
o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y
sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero
manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el
cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado
gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.” 1ra de Pedro 1:17-21.
Jesucristo vino para que veamos a Dios, y a
su vez, el que ve a Dios, ve a su Hijo
Jesucristo; pues de él Dios mismo dio testimonio.
“De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él
creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.” Hechos 10:43.
Así como el salmista
David habla de poner su mirada en Dios, debemos nosotros también hacerlo.
“A ti alcé mis ojos, A ti que habitas en los cielos. He aquí, como
los ojos de los siervos miran a la mano de sus señores, Y como los ojos de la
sierva a la mano de su señora, Así nuestros ojos miran a Jehová nuestro
Dios, Hasta que tenga misericordia de nosotros.” Salmos 123:1-2.
Habla de estar
esperando en Dios, que tenga misericordia, esto es mirar a él, es ver a Dios; y
es algo crucial, necesario para nuestra vida cristiana hoy. Alzar nuestra
mirada hacia el único Dios verdadero. De la misma forma debemos ver a
Jesucristo; porque el que ve a Jesucristo, ve también al Padre que le envió. De
esto habló Juan en sus escritos, de una forma muy particular, usando la
expresión “ha visto” o “Ver a”. El usa
el termino, “ver a” con dos significados diferentes, pero validos; tanto para
referirse a lo material como a lo espiritual, a la fe, a poner la mirada en o
fijarse en; tenerle como ejemplo o referencia.
Así encontramos la
expresión “Ha visto” como fijarse o poner la mirada, mas no se trata de verlo
con los ojos materiales sino con los espirituales, los de la fe, los de poner
su confianza en. Es darse cuenta quien es en realidad alguien. Es llegar a
conocerlo, es saber quién es.
En el evangelio de
Juan, está escrito:
“Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora
le conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre,
y nos basta.” Juan
14:7.
Sin duda, ésta
expresión “le habéis visto”, no se refiere a su físico, pues Felipe no hubiese
dicho:
“…Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.” Juan 14:7.
Mientras Jesús le
hablaba de lo espiritual, Felipe se preocupaba por lo material, por eso el
Señor Jesucristo le responde:
“Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has
conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo,
pues, dices tú: Muéstranos el Padre?” Juan 14:9.
Una de las cosas que
debemos tener en cuenta es que Dios le da palabras al Señor Jesucristo para
decirle a los que le oyeron. El Señor Jesucristo dijo:
“Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el
Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.” Juan 8:29.
De manera que en ese
momento el Señor Jesucristo habló conforme a las palabras que Dios le dio que
respondiera a Felipe.
“…¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El
que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos
el Padre?” Juan
14:9.
Dicho con otras
palabras, lo encontramos así:
“Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me
envió; y el que me ve, ve al que me envió.” Juan 12:44.
“De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a
mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.” Juan 13:20.
¿Quién envió a
Jesucristo? El Padre; así está escrito:
“Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de
la casa de Israel.” Mateo 15:24.
“Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el
Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio
de mí, que el Padre me ha enviado.” Juan 5:36.
Así, al ver que el Padre envió al hijo, entonces
podemos sustituir en el versículo y ver que dice:
“… El que cree en mí, no cree en mí, sino en el
que me envió; y el que me ve, ve
al que me envió.” Juan 12:44.
|
“… El que cree en
mí, no cree en mí, sino en “el
Padre”; y el que me ve, ve al “Padre”.”
|
“… El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí;
y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.” Juan 13:20.
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“… El que recibe al
que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al “Padre”.”
|
“… El que me ha visto a mí, ha visto al Padre;
¿cómo, pues, dices tú:
Muéstranos el
Padre?” Juan
14:9.
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“… El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú:
Muéstranos el
Padre?”
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El que cree en mi, cree en el Padre.
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El que me ve, ve al Padre.
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El que me recibe, recibe al Padre.
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El que me ve, ha visto al Padre.
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¿Está diciendo con esto que él es el padre? ¿Acaso
que son la misma persona? De ninguna manera; no se trata de lo físico o
material, es la parte espiritual o emocional; es poner la confianza en, tanto
en él como en Dios, su Padre.
¿Por qué le responde Jesucristo a Felipe de
esta manera? Porque ya los discípulos
habían creído en Jesucristo, ya creían que él era el Cristo; y si creían
en Jesucristo, creían entonces en el que le había enviado, en el Padre; y si
creían en el Padre, ya le habían visto.
“Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo,
el Hijo del Dios viviente.” Juan 6:69.
“pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis
creído que yo salí de Dios.” Juan 16:27.
“porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y
han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.”
Juan 17:8.
Es necesario creer en
Dios y creer en Jesucristo; y es necesario ver a Jesucristo y ver a Dios.
“Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha
visto, ni le ha conocido.” 1ra de Juan 3:6.
Donde la expresión
“le ha visto” lleva en si el significado diferente a lo físico, es poner su
confianza, es tener fe en; por ende el que peca no ha puesto su confianza en
Dios, ni en su hijo Jesucristo.
Y debemos estar
seguros que podemos ver a Dios, quien es el que aborrece lo malo y el malo no
habitará junto a él.
“Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios;
pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios.” 3ra de Juan 1:11.
¿Acaso habla de ver a
Dios en persona? No; en este versículo es una expresión idiomática, una frase
que tiene un significado distinto.
De la misma forma,
cuando el Señor Jesucristo le dijo a los discípulos:
“…; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.” Juan 14:7.
No se
refiere a lo físico. Desde ahora, ¿era que acaso no habían visto físicamente a Jesucristo?
No; ciertamente ellos le habían visto físicamente, pero les costó creer en él,
verle a él, poner su confianza en él; pues como judíos ya tenían su confianza
puesta en Jehová Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Así, hablando con
sus discípulos, les dijo:
“Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo:
¿Esto os ofende? ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba
primero? El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las
palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. Pero hay algunos de
vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los
que no creían, y quién le había de entregar. Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno
puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. Desde entonces muchos de
sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a
los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro:
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos
creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” Juan 6:61-69.
Vemos que les costó
creer y poner sus miradas en Jesús; pero es necesario aún hoy ver a Jehová Dios
y también ver a su Hijo Jesucristo.
Otra expresión
equivalente es “Puestos los ojos”, que es usada por el apóstol Pablo para
instarnos a que nos fijemos en Jesucristo, le tengamos como ejemplo; pues él ya
recibió la recompensa de parte de Dios, y así como él fue recompensado, del
mismo modo Dios nos recompensará a nosotros si aprendemos a mirar a Dios de la
forma como Jesucristo miró a Dios; y mirar a Jesucristo como Dios quiere que
veamos a Jesucristo. Jesucristo tiene su confianza puesta en Dios y por eso
recibió su recompensa.
“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube
de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos
con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús,
el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió
la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad
a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que
vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.” Hebreos 12:1-3.
“Puestos los ojos” es
con la mirada puesta en, tomando como ejemplo, como referencia, confiar en.