El
mensaje
del
Espíritu.
Apocalipsis
2:29.
“El
que
tiene
oído,
oiga
lo
que
el
Espíritu
dice
a
las
iglesias.”
Entender
la
razón,
el
por
qué
Dios
se
ha
propuesto
colocar,
derramar
sobre
toda
carne
de
su
Espíritu
nos
ayuda
a
entender
lo
que
está
escrito
en
las
sagradas
escrituras.
El
Señor
Jesucristo
enseñó
que
recibiríamos
ayuda
para
entender
las
escrituras,
ser
guiados
a
toda
la
verdad,
conocer
lo
que
habría
de
venir
y
recibir
testimonio
por
el
Espíritu
de
verdad
que
haría
morada
en
el
creyente.
“Pero
cuando
venga
el
Espíritu
de
verdad,
él
os
guiará
a
toda
la
verdad;
porque
no
hablará
por
su
propia
cuenta,
sino
que
hablará
todo
lo
que
oyere,
y
os
hará
saber
las
cosas
que
habrán
de
venir.”
Juan
16:13.
Este
Espíritu
tiene
una
característica:
“…no
hablará
por
su
propia
cuenta,
sino
que
hablará
todo
lo
que
oyere…”
Hay
aquí
una
clave
que
nos
ayuda
a
entender
las
sagradas
escrituras.
Es
bien
sabido
que
los
profetas
no
hablaron
por
su
propia
cuenta
sino
que
recibieron
información
que
transmitir.
“porque
nunca
la
profecía
fue
traída
por
voluntad
humana,
sino
que
los
santos
hombres
de
Dios
hablaron
siendo
inspirados
por
el
Espíritu
Santo.”
2da
Pedro
1:21.
No
hablaron
por
su
propia
cuenta
sino
que
el
Espíritu
los
inspiró;
y
el
Señor
Jesucristo
nos
aclara
aún
más,
nos
dice
que
el
Espíritu
Santo
a
su
vez
no
habla
por
su
propia
cuenta,
sino
que
habla
lo
que
oye.
“Pero
cuando
venga
el
Espíritu
de
verdad,
él
os
guiará
a
toda
la
verdad;
porque
no
hablará
por
su
propia
cuenta,
sino
que
hablará
todo
lo
que
oyere,
y
os
hará
saber
las
cosas
que
habrán
de
venir.”
Juan
16:13.
Así
vemos
que:
cuando
un
profeta
habla,
aunque
oímos
la
voz
del
profeta
sabemos
que
el
mensaje
fue
dado
por
el
Espíritu
de
Dios,
por
boca
del
profeta.
El
mensaje
no
es
del
profeta
sino
de
alguien
más,
del
Espíritu
por
boca
del
profeta;
pero
al
mismo
tiempo
debemos
entender
que
ese
mensaje
lo
escuchó
el
Espíritu
de
alguien;
pues
dijo
el
Señor
Jesucristo
que
el
Espíritu
hablaría
todo
lo
que
oyere.
¿Le
parece
extraño?
Mire
lo
que
dice
la
escritura:
“y
pusieron
su
corazón
como
diamante,
para
no
oír
la
ley
ni
las
palabras
que
Jehová
de
los
ejércitos
enviaba
por
su
Espíritu,
por
medio
de
los
profetas
primeros;
vino,
por
tanto,
gran
enojo
de
parte
de
Jehová
de
los
ejércitos.”
Zacarías
7:12.
Vemos
aquí
el
origen
del
mensaje
y
la
cadena
o
diferentes
eslabones
que
pasa
el
mensaje
para
llegar
hasta
nosotros.
Dios
por
su
Espíritu
a
través
de
los
profetas
al
pueblo.
Así
podemos
decir
que
el
mensaje
que
recibió
el
pueblo
era
del
profeta,
y
es
correcto;
pero
decir
que
era
el
mensaje
del
Espíritu,
también
es
correcto;
más
aún,
si
decimos
que
el
mensaje
era
de
Dios,
y
sigue
siendo
correcto,
pues
Dios
es
la
fuente
principal,
el
origen
del
mensaje.
Esto
es
necesario
tenerlo
en
cuenta
con
cada
escritura
donde
esté
involucrado
un
profeta
en
la
biblia.
Todos
y
cada
uno
de
los
libros
proféticos
y
aún
los
que
no
han
sido
catalogados
como
proféticos;
aquellos
que
sabemos
fueron
de
inspiración
divina.
Encontramos,
por
ejemplo,
el
libro
de
los
Salmos
¿Es
un
libro
profético?
Ciertamente
en
la
clasificación
humana
que
le
dan
a
los
sesenta
y
seis
libros
de
la
biblia
no
está
dentro
de
los
proféticos;
pero
al
leer
lo
que
dijo
David
¿Qué
podemos
decir?
“El
Espíritu
de
Jehová
ha
hablado
por
mí,
Y
su
palabra
ha
estado
en
mi
lengua.
El
Dios
de
Israel
ha
dicho,
Me
habló
la
Roca
de
Israel:
Habrá
un
justo
que
gobierne
entre
los
hombres,
Que
gobierne
en
el
temor
de
Dios.”
2da
de
Samuel
22:2-3.
No
queda
duda
que
el
salmista
David
fue
un
profeta.
Así
podemos
decir
que
el
Espíritu
habló
por
boca
de
David
y
también
que
Dios,
por
su
Espíritu,
habló
por
boca
de
David,
sin
que
esto
sea
incorrecto.
Vea
estos
ejemplos.
“Varones
hermanos,
era
necesario
que
se
cumpliese
la
Escritura
en
que
el
Espíritu
Santo
habló
antes
por
boca
de
David
acerca
de
Judas,
que
fue
guía
de
los
que
prendieron
a
Jesús,”
Hechos
1:16.
Claramente
vemos
que
el
Espíritu
habló
por
boca
de
David,
pero
luego
los
discípulos,
hablando
con
Dios,
dijeron:
“Y
ellos,
habiéndolo
oído,
alzaron
unánimes
la
voz
a
Dios,
y
dijeron:
Soberano
Señor,
tú
eres
el
Dios
que
hiciste
el
cielo
y
la
tierra,
el
mar
y
todo
lo
que
en
ellos
hay;
que
por
boca
de
David
tu
siervo
dijiste:
¿Por
qué
se
amotinan
las
gentes,
Y
los
pueblos
piensan
cosas
vanas?”
Hechos
4:24-25.
¿Qué
dijeron?
Que
Dios
habló
por
boca
de
David.
¿Cómo
se
explica
esto?
Dios
es
el
origen
del
mensaje,
lo
envía
por
su
Espíritu
a
través
de
David
para
el
pueblo.
Cuando
encontramos
en
el
libro
de
Apocalipsis
que
dice:
“El
que
tiene
oído,
oiga
lo
que
el
Espíritu
dice
a
las
iglesias”,
es
necesario
entender
el
origen
del
mensaje
y
cuál
es
la
cadena
de
eventos
hasta
llegar
a
nosotros,
la
Iglesia.
Debemos
ir
al
inicio
del
libro.
“La
revelación
de
Jesucristo,
que
Dios
le
dio,
para
manifestar
a
sus
siervos
las
cosas
que
deben
suceder
pronto;
y
la
declaró
enviándola
por
medio
de
su
ángel
a
su
siervo
Juan,”
Apocalipsis
1:1.
En
este
libro
están
las
cosas
que
deben
suceder,
y
ya
el
Señor
Jesucristo
había
dicho
que
una
de
las
funciones
que
haría
el
Espíritu
de
verdad
era
darnos
a
conocer
las
cosas
que
habían
de
suceder.
“Pero
cuando
venga
el
Espíritu
de
verdad,
él
os
guiará
a
toda
la
verdad;
porque
no
hablará
por
su
propia
cuenta,
sino
que
hablará
todo
lo
que
oyere,
y
os
hará
saber
las
cosas
que
habrán
de
venir.”
Juan
16:13.
Así
la
cadena
de
eventos,
para
que
nosotros
conozcamos
las
cosas
que
han
de
suceder,
queda
así
establecida
en
este
libro:
Dios
por
Su
Espíritu
se
la
reveló
a
Jesucristo
Jesucristo
la
envió
por
medio
de
su
ángel
a
Juan
Juan
la
escribió
para
la
Iglesia.
Cuando
Juan
escribe
las
palabras
que
está
oyendo
de
boca
de
Jesucristo
en
el
capítulo
2
y
3,
él
lo
relata
tal
y
como
lo
está
oyendo.
Juan
escucho
que
Jesucristo
dijo:
“El
que
tiene
oído,
oiga
lo
que
el
Espíritu
dice
a
las
iglesias.”
¿Se
está
autodenominando
Jesucristo
como
el
Espíritu
Santo?
No;
no
está
diciendo
que
él
es
el
Espíritu.
Jesucristo
nos
está
dejando
claro
que
el
mensaje
que
él
está
dando
es
del
Espíritu,
lo
está
recibiendo
del
Espíritu,
como
lo
relata
el
libro
de
hechos.
Así
podría
decir
el
Señor
Jesucristo
como
dijo
David:
“El
Espíritu
de
Jehová
ha
hablado
por
mí,
Y
su
palabra
ha
estado
en
mi
lengua.”
2da
Samuel
23:2.
“hasta
el
día
en
que
fue
recibido
arriba,
después
de
haber
dado
mandamientos
por
el
Espíritu
Santo
a
los
apóstoles
que
había
escogido;”
Hechos
1:2.
Por
eso
Jesucristo
dijo:
“…oiga
lo
que
el
Espíritu
dice
a
las
Iglesias.”;
pues
ciertamente
el
Espíritu
de
Dios
estaba
hablando
por
boca
de
Jesucristo,
y
este
a
su
vez
las
estaba
oyendo
de
Dios.
Del
mismo
modo
que
Juan
repitió
las
palabras
que
está
oyendo,
así
mismo
el
Señor
Jesucristo
repitió
las
palabras
que
Dios
le
dio
por
su
Espíritu.
Veamos
este
ejemplo.
“Entonces
me
fue
dada
una
caña
semejante
a
una
vara
de
medir,
y
se
me
dijo:
Levántate,
y
mide
el
templo
de
Dios,
y
el
altar,
y
a
los
que
adoran
en
él.
Pero
el
patio
que
está
fuera
del
templo
déjalo
aparte,
y
no
lo
midas,
porque
ha
sido
entregado
a
los
gentiles;
y
ellos
hollarán
la
ciudad
santa
cuarenta
y
dos
meses.
Y
daré
a
mis
dos
testigos
que
profeticen
por
mil
doscientos
sesenta
días,
vestidos
de
cilicio.
Estos
testigos
son
los
dos
olivos,
y
los
dos
candeleros
que
están
en
pie
delante
del
Dios
de
la
tierra.”
Apocalipsis
11:1-4.
No
especifica
quien
le
dio
la
orden
a
Juan
de
medir,
y
vemos
al
llegar
al
verso
tres
que
dice:
“…Y
daré
a
mis
dos
testigos
que
profeticen…”
La
pregunta
es:
¿Quién
habla
aquí?
¿Juan?
¿Acaso
son
testigos
de
Juan?
No:
jamás,
pero
Juan
lo
relata
en
aparente
primera
persona,
como
si
fuera
él.
¿Quién
habla,
Jesucristo?
Tampoco
es
así.
Juan
lo
que
hace
es
repetir
las
palabras
tal
y
como
las
está
oyendo.
Alguien
dijo:
“…Y
daré
a
mis
dos
testigos
que
profeticen…”
Por
el
profeta
Zacarías
podemos
saber
que
estos
dos
testigos
son
los
dos
olivos
que
están
delante
del
Señor
de
toda
la
tierra.
“Y
él
dijo:
Éstos
son
los
dos
ungidos
que
están
delante
del
Señor
de
toda
la
tierra.”
Zacarías
4:14.
De
manera
que
estas
palabras,
del
versículo
tres
del
capítulo
once
de
Apocalipsis,
son
dichas
por
el
mismísimo
Dios,
quien
es
el
que
da
palabra
a
los
profetas
y
no
son
de
Juan.
No
es
Juan
el
que
dará
los
dos
testigos
que
profeticen,
sino
que
es
Dios
quien
enviará
a
estos
dos
profetas
con
un
mensaje
para
la
humanidad
de
ese
periodo.
Esta
es
la
forma
de
hablar
de
un
profeta
o
de
un
enviado;
pues
están
repitiendo
lo
que
oyen
del
Espíritu
y
que
a
su
vez
el
Espíritu
oye
de
su
dueño,
de
Dios.
El
Espíritu
habla
dentro
de
aquellos
que
han
sido
bautizados
con
el
Espíritu.
“Porque
no
sois
vosotros
los
que
habláis,
sino
el
Espíritu
de
vuestro
Padre
que
habla
en
vosotros.”
Mateo
10:20.
El
mensaje
del
Espíritu
en
el
libro
de
Apocalipsis
es
muy
claro,
pero
aún
así
se
hace
necesario
puntualizarlo.
“Respondió
Juan
y
dijo:
No
puede
el
hombre
recibir
nada,
si
no
le
fuere
dado
del
cielo.”
Juan
3:27.
Así
el
mensaje
que
le
dio
Jesucristo
a
Juan,
por
medio
del
ángel,
lo
recibió
de
Dios.
Cada
uno
de
los
mensajes
enviados
a
las
iglesias
en
el
capitulo
dos
y
tres
de
Apocalipsis,
va
acompañado
de
la
expresión:
“…oiga
lo
que
el
Espíritu
dice
a
las
iglesias…”
De
esa
forma
debemos
entender
que
las
palabras
que
son
atribuidas
a
Jesucristo,
el
mismo
Señor
Jesucristo
nos
está
diciendo
que
es
un
mensaje
del
Espíritu,
que
él
recibió
el
mensaje
del
Espíritu
y
Jesucristo
es
simplemente
el
portavoz
del
mensaje.
Este
mensaje
está
inmerso
en
las
palabras
de
Jesucristo,
y
hay
que
hacer
distinción
de
cuál
es
el
mensaje
y
cuáles
son
las
palabras
de
Jesucristo,
aunque
inspiradas
por
el
Espíritu
no
forman
parte
del
mensaje
para
todas
las
iglesias.
No
por
esto
llegan
a
ser
menos
importante
ni
podemos
pensar
en
quitarlas,
no
se
trata
de
eso,
sino
de
entender
cuál
es
el
mensaje
del
Espíritu.
Para
poder
descifrarlo
debemos
saber
que
el
mensaje
del
Espíritu
es
profético,
hacia
el
futuro,
lo
que
ha
de
acontecer;
no
porque
el
Espíritu
es
profeta,
sino
que
él
es
la
inspiración
de
los
profetas
para
dar
a
conocer
lo
por
venir.
Las
palabras
de
Jesucristo
forman
parte
de
lo
que
ya
Jesucristo
conoce,
comportamiento,
conducta,
acciones,
condiciones
que
le
son
reveladas
por
el
Espíritu.
El
único
que
conoce
el
Futuro,
lo
que
ha
de
acontecer
es
Dios,
y
lo
da
a
conocer
por
su
Espíritu
a
través
de
los
profetas.
“He
aquí
se
cumplieron
las
cosas
primeras,
y
yo
anuncio
cosas
nuevas;
antes
que
salgan
a
luz,
yo
os
las
haré
notorias.”
Isaías
42:9.
“Acordaos
de
las
cosas
pasadas
desde
los
tiempos
antiguos;
porque
yo
soy
Dios,
y
no
hay
otro
Dios,
y
nada
hay
semejante
a
mí,
que
anuncio
lo
por
venir
desde
el
principio,
y
desde
la
antigüedad
lo
que
aún
no
era
hecho;
que
digo:
Mi
consejo
permanecerá,
y
haré
todo
lo
que
quiero;”
Isaías
46:9-10.
“Porque
no
hará
nada
Jehová
el
Señor,
sin
que
revele
su
secreto
a
sus
siervos
los
profetas.”
Amos
3:7.
Vemos
que
quien
da
a
conocer
lo
que
ha
de
acontecer
es
Dios
y
lo
hace
por
su
Espíritu,
como
un
mensaje
de
su
Espíritu
a
través
de
un
ungido
o
profeta.
Así,
en
cada
mensaje
a
las
iglesias
hay
palabras
de
Jesucristo
que
llevan
el
mensaje
del
Espíritu.
No
es
que
el
resto
no
sea
de
inspiración,
sino
que
estas
contienen
lo
que
ha
de
acontecer.
En
el
mensaje
a
Éfeso,
lo
que
dice
el
Espíritu
a
la
iglesia
lo
podríamos
ver
en
el
verso
7
del
capítulo
2.
“El
que
tiene
oído,
oiga
lo
que
el
Espíritu
dice
a
las
iglesias.
Al
que
venciere,
le
daré
a
comer
del
árbol
de
la
vida,
el
cual
está
en
medio
del
paraíso
de
Dios.”
Apocalipsis
2:7.
En
el
mensaje
a
Esmirna,
lo
que
dice
el
Espíritu
a
las
Iglesias
está
en
el
verso
11
del
capítulo
2.
“El
que
tiene
oído,
oiga
lo
que
el
Espíritu
dice
a
las
iglesias.
El
que
venciere,
no
sufrirá
daño
de
la
segunda
muerte.”
Apocalipsis
2:11.
En
el
mensaje
a
Pergamo,
lo
que
el
Espíritu
dice
a
las
Iglesias
está
en
el
verso
17
del
capítulo
2.
“El
que
tiene
oído,
oiga
lo
que
el
Espíritu
dice
a
las
iglesias.
Al
que
venciere,
daré
a
comer
del
maná
escondido,
y
le
daré
una
piedrecita
blanca,
y
en
la
piedrecita
escrito
un
nombre
nuevo,
el
cual
ninguno
conoce
sino
aquel
que
lo
recibe.”
Apocalipsis
2:17.
En
el
mensaje
a
Tiatira,
lo
que
el
Espíritu
dice
a
las
iglesias
está
en
el
verso
26-28
del
capítulo
2.
“Al
que
venciere
y
guardare
mis
obras
hasta
el
fin,
yo
le
daré
autoridad
sobre
las
naciones,
y
las
regirá
con
vara
de
hierro,
y
serán
quebradas
como
vaso
de
alfarero;
como
yo
también
la
he
recibido
de
mi
Padre;
y
le
daré
la
estrella
de
la
mañana.”
Apocalipsis
2:26-28.
En
el
mensaje
a
Sardis,
lo
que
el
Espíritu
dice
a
las
Iglesias
está
en
el
verso
5
del
capítulo
3.
“El
que
venciere
será
vestido
de
vestiduras
blancas;
y
no
borraré
su
nombre
del
libro
de
la
vida,
y
confesaré
su
nombre
delante
de
mi
Padre,
y
delante
de
sus
ángeles.”
Apocalipsis
3:5.
En
el
mensaje
a
Filadelfia,
lo
que
el
Espíritu
dice
a
las
Iglesias
está
en
el
verso
12
del
capítulo
3.
“Al
que
venciere,
yo
lo
haré
columna
en
el
templo
de
mi
Dios,
y
nunca
más
saldrá
de
allí;
y
escribiré
sobre
él
el
nombre
de
mi
Dios,
y
el
nombre
de
la
ciudad
de
mi
Dios,
la
nueva
Jerusalén,
la
cual
desciende
del
cielo,
de
mi
Dios,
y
mi
nombre
nuevo.”Apocalipsis
3:12.
En
el
mensaje
a
la
Odisea,
lo
que
el
Espíritu
dice
a
las
Iglesias
está
en
el
verso
21
del
capítulo
3.
“Al
que
venciere,
le
daré
que
se
siente
conmigo
en
mi
trono,
así
como
yo
he
vencido,
y
me
he
sentado
con
mi
Padre
en
su
trono.”
Apocalipsis
3:21.
Es
mucho
más
fácil
reconocer
el
mensaje
en
las
primeras
iglesias;
pero
puede
a
groso
modo
decirse
que
el
mensaje
está
en
la
recompensa
futura
que
aún
cuando
parecen
palabras
de
Jesucristo,
fue
el
Espíritu
quien
le
reveló
lo
que
Jesucristo
va
a
hacer
con
aquellos
que
vencieren;
y
por
eso
habla
que
él
lo
hará.
Con
palabras
que
son
comunes
en
nuestros
días
podríamos
decirlo
de
esta
manera:
El
espíritu
me
mostró,
me
dijo
que
yo
voy
a
darles
esta
recompensa.
¿Por
qué
así?
Porque
Jesucristo
no
conoce
el
futuro,
solo
lo
puede
saber
cuándo
le
es
revelado.
¿Cómo
sabe
Jesucristo
que
es
él
quien
nos
va
a
dar
la
recompensa,
o
que
él
lo
hará?
Porque
el
Espíritu
ya
se
lo
mostró,
ya
se
lo
dijo.
Jesucristo
lo
sabe
por
el
Espíritu.
Así
vemos
que,
el
mensaje
del
Espíritu
está
entremezclado
con
las
palabras
de
Jesucristo
en
la
medida
que
se
va
dando
el
mensaje
a
cada
una
de
las
Iglesias.
Ahora
bien,
a
la
par
del
mensaje
individual
para
cada
iglesia,
y en particular para el ángel de cada iglesia, hay
un
mensaje
para
todas
las
iglesias.
Por
eso
dice:
“…lo
que
el
Espíritu
dice
a
las
iglesias…”
Esto
está
en
plural.
Note
usted
que
no
dice
a
la
Iglesia
sino
a
las
iglesias.
Hay
en
el
mensaje
dado
a
cada
iglesia
un
mensaje
que
concierne
a
todas
las
demás
iglesia.
Este
mensaje
no
dice
solo
para
Sardis,
o
solo
para
Esmirna,
sino
que
es
para
las
iglesias.
¿Cuál
es?
Ciertamente
no
es
la
condición
en
que
se
encontraba
cada
una
de
las
iglesias,
ni
la
reprensión
individual
como
resultado
de
sus
conductas.
El
mensaje
común
para
todas
las
iglesias
es
la
recompensa
futura,
casi
siempre
iniciado
con
la
expresión:
“al
que
venciere…”
o
“el
que
venciere”.
Esta
forma
de
ser
o
de
acontecer
la
vemos
con
Elías.
Muchos
piensan
que
por
antojo
de
Elías
los
cielos
fueron
cerrados
por
tres
años
y
seis
meses;
y
así
aparentemente
nos
los
muestra
Santiago.
“Elías
era
hombre
sujeto
a
pasiones
semejantes
a
las
nuestras,
y
oró
fervientemente
para
que
no
lloviese,
y
no
llovió
sobre
la
tierra
por
tres
años
y
seis
meses.
Y
otra
vez
oró,
y
el
cielo
dio
lluvia,
y
la
tierra
produjo
su
fruto.”
Santiago
5:17-18.
Pero
cuando
vamos
al
relato
en
el
Antiguo
Testamento
nos
encontramos
que
Elías
nos
revela
cómo
fue
que
ocurrieron
todas
las
cosas.
“Cuando
llegó
la
hora
de
ofrecerse
el
holocausto,
se
acercó
el
profeta
Elías
y
dijo:
Jehová
Dios
de
Abraham,
de
Isaac
y
de
Israel,
sea
hoy
manifiesto
que
tú
eres
Dios
en
Israel,
y
que
yo
soy
tu
siervo,
y
que
por
mandato
tuyo
he
hecho
todas
estas
cosas.”
1ra
de
Reyes
18:36.
A
algunos
les
gusta
leer
1ra
de
Reyes
17:1
e
interpretar
que
fue
decisión
de
Elías,
por
voluntad
de
Elías;
pero
nos
aclara
el
mismo
Elías,
orando
a
Dios
delante
de
todo
el
pueblo,
que
todo
lo
que
hizo
fue
por
mandato
de
Dios.
Dios
respaldó
a
Elías
porque
Dios
le
dio
la
orden
de
que
lo
hiciera;
tanto
como
que
iba
a
dejar
de
llover
como
cuando
iba
a
volver
a
llover.
“Pasados
muchos
días,
vino
palabra
de
Jehová
a
Elías
en
el
tercer
año,
diciendo:
Ve,
muéstrate
a
Acab,
y
yo
haré
llover
sobre
la
faz
de
la
tierra.”
1ra
de
Reyes
18:1.
Esto
mismo
podemos
ver
que
ocurrió
con
Moisés:
“Y
dijo
Moisés:
En
esto
conoceréis
que
Jehová
me
ha
enviado
para
que
hiciese
todas
estas
cosas,
y
que
no
las
hice
de
mi
propia
voluntad.”
Números
16:28.
Qué
bueno
es
entender
que
todos
estos
hombres
estuvieron
bajo
la
autoridad
del
Dios
de
la
gloria;
y
Jesucristo
no
fue,
ni
es
la
excepción.
Todo
lo
que
hizo
Jesucristo
fue
porque
el
Padre se
lo
ordenó;
le
dio
una
obra
para
hacer.
“Mas
yo
tengo
mayor
testimonio
que
el
de
Juan;
porque
las
obras
que
el
Padre
me
dio
para
que
cumpliese,
las
mismas
obras
que
yo
hago,
dan
testimonio
de
mí,
que
el
Padre
me
ha
enviado.”
Juan
5:36.
“Porque
yo
no
he
hablado
por
mi
propia
cuenta;
el
Padre
que
me
envió,
él
me
dio
mandamiento
de
lo
que
he
de
decir,
y
de
lo
que
he
de
hablar.”
Juan
12:49.
“Yo
te
he
glorificado
en
la
tierra;
he
acabado
la
obra
que
me
diste
que
hiciese.”
Juan
17:4.
Del
mismo
modo,
todas
las
cosas
que
Jesucristo
ha
de
darnos
a
los
que
venzamos,
son
porque
el
Padre,
por
medio
de
su
Espíritu,
le
ha
dicho
lo
que
ha
de
darnos.
“Con
todo
eso,
Jehová
quiso
quebrantarlo,
sujetándole
a
padecimiento.
Cuando
haya
puesto
su
vida
en
expiación
por
el
pecado,
verá
linaje,
vivirá
por
largos
días,
y
la
voluntad
de
Jehová
será
en
su
mano
prosperada.”
Isaías
53:10.
¿Cuál
es
la
voluntad
de
Jehová
Dios
para
con
los
que
vencieren?
Que
seamos
juzgados
por
su
Hijo
amado
Jesucristo
y
esto
traerá
como
consecuencia
que
honremos
al
Hijo
así
como
honramos
al
Padre.
“Porque
el
Padre
a
nadie
juzga,
sino
que
todo
el
juicio
dio
al
Hijo,
para
que
todos
honren
al
Hijo
como
honran
al
Padre.
El
que
no
honra
al
Hijo,
no
honra
al
Padre
que
le
envió.”
Juan
5:22-23.
“Porque
es
necesario
que
todos
nosotros
comparezcamos
ante
el
tribunal
de
Cristo,
para
que
cada
uno
reciba
según
lo
que
haya
hecho
mientras
estaba
en
el
cuerpo,
sea
bueno
o
sea
malo.”
2da
Corintios
5:10.
Al
haber
dado
todo
el
juicio
al
Hijo,
también
ha
dado
el
recompensarnos;
y
aquello
con
que
ha
de
recompensarnos.
“Cuando
el
Hijo
del
Hombre
venga
en
su
gloria,
y
todos
los
santos
ángeles
con
él,
entonces
se
sentará
en
su
trono
de
gloria,
y
serán
reunidas
delante
de
él
todas
las
naciones;
y
apartará
los
unos
de
los
otros,
como
aparta
el
pastor
las
ovejas
de
los
cabritos.
Y
pondrá
las
ovejas
a
su
derecha,
y
los
cabritos
a
su
izquierda.
Entonces
el
Rey
dirá
a
los
de
su
derecha:
Venid,
benditos
de
mi
Padre,
heredad
el
reino
preparado
para
vosotros
desde
la
fundación
del
mundo.”
Mateo
25:31-34
“Entonces
dirá
también
a
los
de
la
izquierda:
Apartaos
de
mí,
malditos,
al
fuego
eterno
preparado
para
el
diablo
y
sus
ángeles.”
Mateo
25:41.
Esto
no
lo
hará
Jesucristo
porque
a
él
se
le
ocurrió,
sino
porque
Dios
le
encomendó
que
lo
haga;
ya
el
Espíritu
se
lo
reveló,
le
dijo
que
él
lo
hará.
Jesucristo
es
activamente
guiado
por
el
Espíritu
de
Dios,
es
el
Hijo
de
Dios.
“Porque todos los que
son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.”
Romanos
8:14.
En
este
juicio
es
el
Espíritu
de
Dios
quien
le
dará
la
sabiduría
para
juzgar
con
justicia
y
equidad.
“Y
reposará
sobre
él
el
Espíritu
de
Jehová;
espíritu
de
sabiduría
y
de
inteligencia,
espíritu
de
consejo
y
de
poder,
espíritu
de
conocimiento
y
de
temor
de
Jehová.
Y
le
hará
entender
diligente
en
el
temor
de
Jehová.
No
juzgará
según
la
vista
de
sus
ojos,
ni
argüirá
por
lo
que
oigan
sus
oídos;
sino
que
juzgará
con
justicia
a
los
pobres,
y
argüirá
con
equidad
por
los
mansos
de
la
tierra;
y
herirá
la
tierra
con
la
vara
de
su
boca,
y
con
el
espíritu
de
sus
labios
matará
al
impío.”
Isaías
11:2-4.
También
podemos
ver
que
el
mensaje
del
Espíritu
no
se
limita
al
Apocalipsis,
e
incluso
al
periodo
en
que
fueron
escritos
los
libros
de
la
biblia.
El
mensaje
del
Espíritu
está
vigente
hoy
en
día
en
todos
aquellos
que
hemos
sido
bautizados
con
el
Espíritu.
Es
un
mensaje
actual,
para
hoy;
pues
al
ser
guiados
por
el
Espíritu,
necesario
es
que
por
el
Espíritu
recibamos
instrucciones.
Las
promesas
de
nuestro
Señor
Jesucristo
es
que
el
Espíritu
estará
con
nosotros
para
siempre.
“Y
yo
rogaré
al
Padre,
y
os
dará
otro
Consolador,
para
que
esté
con
vosotros
para
siempre:”
Juan
14:16.