El
sacrificio
de
Abel
y
Caín.
Génesis
4:3-7.
“Y
aconteció
andando
el
tiempo,
que
Caín
trajo
del
fruto
de
la
tierra
una
ofrenda
a
Jehová.
Y
Abel
trajo
también
de
los
primogénitos
de
sus
ovejas,
de
lo
más
gordo
de
ellas.
Y
miró
Jehová
con
agrado
a
Abel
y
a
su
ofrenda;
pero
no
miró
con
agrado
a
Caín
y
a
la
ofrenda
suya.
Y
se
ensañó
Caín
en
gran
manera,
y
decayó
su
semblante.
Entonces
Jehová
dijo
a
Caín:
¿Por
qué
te
has
ensañado,
y
por
qué
ha
decaído
tu
semblante?
Si
bien
hicieres,
¿no
serás
enaltecido?
y
si
no
hicieres
bien,
el
pecado
está
a
la
puerta;
con
todo
esto,
a
ti
será
su
deseo,
y
tú
te
enseñorearás
de
él.”
La
institución
de
los
sacrificios
como
ofrenda
por
el
pecado,
trasciende
a
la
ley.
Mucho
antes
que
Moisés
recibiese
la
orden
para
la
reglamentación
de
cada
uno
de
los
diferentes
tipos
de
ofrenda,
ya
había
sido
ordenado
la
realización
de
sacrificios
para
el
perdón
de
los
pecados
¿Cuándo
ocurrió?
¿Quién
hizo
el
primer
sacrificio?
Aún
cuando
no
aparece
un
relato
detallado,
se
puede
inferir
cuando
ocurrió;
por
la
forma
como
se
observa
que
luego
los
seres
humanos
lo
hicieron.
Aun
estando
en
el
huerto,
podemos
ver
que
se
realizó
un
sacrificio.
En
ese
momento
Dios
les
dejó
a
Adán
y
a
Eva
las
instrucciones
sobre
qué
hacer
para
que
sus
pecados
fueran
perdonados;
la
forma
como
acercarse
a
Dios.
“Y
Jehová
Dios
hizo
al
hombre
y
a
su
mujer
túnicas
de
pieles,
y
los
vistió.”
Génesis
3:21.
Más
allá
de
este
episodio
de
alta
costura,
que
es
el
que
llama
a
simple
vista
la
atención,
debemos
preguntarnos
¿Quién
puso
su
piel
para
que
otro
se
vistiera?
Sin
lugar
a
duda
hubo
la
muerte
de
al
menos
un
animal,
o
uno
por
cada
uno;
uno
por
Adán
y
otro
por
Eva.
De
allí
fueron
tomadas
las
pieles
con
que
los
vistieron.
Un
animal
murió
como
consecuencia
del
pecado
de
Adán
y
Eva.
La
sangre
de
estos
animales
fue
derramada
y
este
fue
ofrecido
en
sacrificio
para
el
perdón
de
sus
pecados.
Si
bien
allí
no
relata
los
detalles,
a
partir
de
ese
momento
los
seres
humanos
comenzaron
a
ofrecer
sacrificios
en
ofrenda
a
Dios
para
el
perdón
de
los
pecados.
Por
eso,
aún
cuando
no
aparece
relatado
quien
les
dijo
que
lo
hiciera,
encontramos
a
Caín
y
a
Abel
ofreciendo
un
sacrificio
en
ofrenda.
Se
describe
lo
que
ellos
estaban
haciendo,
pero
no
se
relata
el
sacrificio
que
pudieron
haber
hecho
Adán
y
Eva
ante
Dios.
Bueno,
ciertamente
todos
los
sacrificios
en
ofrendas
no
fueron
registrados,
no
quedó
constancia
terrenal
de
este
hecho.
¿Por
qué
si
el
de
Caín
y
Abel?
Hay
algo
especial
aquí,
para
nuestra
enseñanza
y
crecimiento
¿Qué
ofreció
Caín?
y
¿Qué
ofreció
Abel?
“Y
aconteció
andando
el
tiempo,
que
Caín
trajo
del
fruto
de
la
tierra
una
ofrenda
a
Jehová.”
Génesis
4:3.
Esta
fue
la
ofrenda
de
Caín:
del
fruto
de
la
tierra.
“Y
Abel
trajo
también
de
los
primogénitos
de
sus
ovejas,
de
lo
más
gordo
de
ellas.
Y
miró
Jehová
con
agrado
a
Abel
y
a
su
ofrenda;”
Génesis
4:4.
La
ofrenda
de
Abel
fue
de
sus
ovejas.
Hasta
aquí,
vemos
dos
ofrendas,
distintas
y
con
resultados
diferentes.
Pero,
cuando
vemos
la
reacción
de
aquel
a
quien
se
le
ofreció
la
ofrenda,
Jehová
Dios,
nos
viene
al
pensamiento
varias
preguntas:
“… Y
miró
Jehová
con
agrado
a
Abel
y
a
su
ofrenda;
pero
no
miró
con
agrado
a
Caín
y
a
la
ofrenda
suya.
…” Génesis
4:4-5.
¿Por
qué
esta
diferencia?
¿Porque
Dios
reacciona
de
esta
manera?
Ninguno
de
los
dos
llevó
lo
más
malo;
ambas
ofrendas
era
de
lo
mejor.
El
relato
habla
con
el
término
“también”,
equiparando
la
ofrenda
de
Abel
con
la
de
Caín.
¿Qué
hizo
la
diferencia?
El
tipo
de
ofrenda.
Dios
estableció
que
la
ofrenda
por
el
pecado,
para
el
perdón
de
pecados,
debía
tener
incluido
derramamiento
de
sangre.
“Porque
la
vida
de
la
carne
en
la
sangre
está,
y
yo
os
la
he
dado
para
hacer
expiación
sobre
el
altar
por
vuestras
almas;
y
la
misma
sangre
hará
expiación
de
la
persona.”
Levítico
17:11.
La
vida
del
animal
era
derramada
en
lugar
de
la
de
la
persona,
y
en
el
altar
para
expiar
sus
pecados.
“Pero
carne
con
su
vida,
que
es
su
sangre,
no
comeréis.”
Génesis
9:4.
Esta
es
la
razón
por
la
que,
muchos
años
después,
nuestro
Señor
Jesucristo
al
morir
en
la
cruz del
calvario,
como
el
cordero
de
Dios
que
quita
el
pecado
del
mundo,
derramó
su
vida
hasta
la
muerte
y
muerte
de
Cruz;
su
sangre
nos
limpia
de
todo
pecado.
Hizo
expiación
por
nuestras
almas.
“Por
tanto,
yo
le
daré
parte
con
los
grandes,
y
con
los
fuertes
repartirá
despojos;
por
cuanto
derramó
su
vida
hasta
la
muerte,
y
fue
contado
con
los
pecadores,
habiendo
él
llevado
el
pecado
de
muchos,
y
orado
por
los
transgresores.”
Isaías
53:12.
“porque
esto
es
mi
sangre
del
nuevo
pacto,
que
por
muchos
es
derramada
para
remisión
de
los
pecados.”
Mateo
26:28.
Ahora,
volviendo
al
sacrificio
de
Caín
y
Abel,
debemos
analizar
¿Qué
sacrificio
incluía
sangre?
¿Dónde
hubo
derramamiento
de
sangre?
¿En
el
de
Caín
o
en
el
de
Abel?
Sin
lugar
a
duda
en
el
de
Abel.
¿Tiene
acaso
sangre
las
hortalizas?
La
vida
que
fue
entregada
para
el
perdón
del
pecado
de
Abel
fue
tomada
de
la
oveja
que
fue
sacrificada.
Esto
constituye
parte
del
sacrificio
que
Dios
instituyó
para
la
expiación
de
los
pecados,
que
luego
en
la
ley
de
Moisés
es
recogido
y
puesto
por
escrito
y
debía
hacerse
una
vez
al
año.
“Y
esto
tendréis
como
estatuto
perpetuo,
para
hacer
expiación
una
vez
al
año
por
todos
los
pecados
de
Israel.
Y
Moisés
lo
hizo
como
Jehová
le
mandó.”
Levítico
16:34.
Cuando
leemos
las
palabras
que
Dios
le
dice
a
Caín,
a
causa
de
que
su
semblante
había
decaído,
vemos
como
habían
quedado
las
cosas:
Abel
perdonado
y
Caín
aún
con
los
pecados
encima.
“Entonces
Jehová
dijo
a
Caín:
¿Por
qué
te
has
ensañado,
y
por
qué
ha
decaído
tu
semblante?
Si
bien
hicieres,
¿no
serás
enaltecido?
y
si
no
hicieres
bien,
el
pecado
está
a
la
puerta;
con
todo
esto,
a
ti
será
su
deseo,
y
tú
te
enseñorearás
de
él.”
Génesis
4:6-7.
La
única
manera
de
que
el
pecado
este
allí,
a
la
puerta,
que
aún
este
visible,
que
no
haya
sido
perdonado,
es
porque
el
sacrificio
no
fue
efectivo
¿porqué?
porque
no
hubo
derramamiento
de
sangre.
Ofrecer
hortalizas
para
recibir
perdón
de
pecados
no
era
correcto.
Por
eso
Dios
le
dijo:
“…Si
bien
hicieres,
¿no
serás
enaltecido?...”
Ciertamente
Dios
tiene
esta
potestad:
Al
que
hace
bien
enaltece.
“Jehová
empobrece,
y
él
enriquece;
Abate,
y
enaltece.”
1ra
de
Samuel
2:7.
“Mas
Dios
es
el
juez;
A
éste
humilla,
y
a
aquél
enaltece.”
Salmos
75:7.
No
es
por
simple
capricho
de
Dios.
Caín
no
hizo
lo
que
debía
hacer.
El
que
hace
lo
bueno,
lo
que
es
correcto,
de
Dios
recibirá
recompensa
por
lo
bueno
que
ha
hecho.
Si
Caín
hubiese
hecho
bien,
entonces
su
sacrificio
también
hubiese
sido
acepto.
Ciertamente
tenía
razones
para
acercarse
a
Dios,
tenía
pecados
que
expiar.
Esa
era
la
razón
por
la
que
ofrecer
sacrificio,
ofrenda
de
expiación
ante
Dios
¿Qué
le
faltó?
Hacer
o
presentar
la
ofrenda
correcta,
una
donde
hubiese
derramamiento
de
sangre
del
animal
indicado
por
Dios;
entonces
su
pecado
no
hubiese
permanecido
descubierto,
sino
que
hubiese
recibido
perdón
de
Dios.
Así
suele
pasar,
aún
hoy,
en
nuestros
días,
donde
queremos
ofrecerle
a
Dios
lo
que
nosotros
queremos,
o
lo
que
nos
gusta
a
nosotros,
pero
no
lo
que
Dios
ha
pedido.
No
basta
con
hacer
sacrificio,
con
dar
con
generosidad
y
desprendimiento,
pensando
que
por
nuestra
bondad
recibiremos
perdón
de
pecados.
Lo
que
hay
que
dar
es
lo
que
Dios
ha
pedido,
empezando
por
el
corazón.
Es
Dios
quien
pide
el
corazón.
No
se
lo
entregue
a
nadie
más.
Entréguele
el
corazón
a
Jehová
Dios
de
los
ejércitos,
al
Dios
y
Padre
de
nuestro
Señor
Jesucristo.
“Dame,
hijo
mío,
tu
corazón,
Y
miren
tus
ojos
por
mis
caminos.”
Proverbios
23:26.
Si
Dios
le
pide
el
corazón,
déselo
a
él;
y
haga
lo
que
él
le
está
pidiendo
que
haga:
“…Y
miren
tus
ojos
por
mis
caminos…”
Es
parte
del
aprender
a
obedecer
a
Dios
y
no
fiarnos
en
nuestra
propia
prudencia.
“Fíate
de
Jehová
de
todo
tu
corazón,
Y
no
te
apoyes
en
tu
propia
prudencia.”
Proverbios
3:5.
Dios,
por
medio
de
la
escritura,
nos
enseña
que
hoy
día
ya
no
es
necesario
ofrecer
sacrificios
por
expiación
por
el
pecado,
pues
ya
fue
ofrecido
un
sacrificio
perfecto,
una
vez
para
siempre;
y
que
es
necesario
arrepentirnos
de
nuestros
pecados
y
convertirnos,
¿Cómo
hacemos
para
que
nos
alcance
a
nosotros
este
sacrificio?
“pero
Cristo,
habiendo
ofrecido
una
vez
para
siempre
un
solo
sacrificio
por
los
pecados,
se
ha
sentado
a
la
diestra
de
Dios,
de
ahí
en
adelante
esperando
hasta
que
sus
enemigos
sean
puestos
por
estrado
de
sus
pies;
porque
con
una
sola
ofrenda
hizo
perfectos
para
siempre
a
los
santificados.”
Hebreos
10:12-14.
Para
alcanzar
este
beneficio
es
necesario
que
pongamos
nuestra
fe
en
Jesucristo.
“para
que
abras
sus
ojos,
para
que
se
conviertan
de
las
tinieblas
a
la
luz,
y
de
la
potestad
de
Satanás
a
Dios;
para
que
reciban,
por
la
fe
que
es
en
mí,
perdón
de
pecados
y
herencia
entre
los
santificados.”
Hechos
26:18.
Dios
exaltó
a
su
Hijo
y
lo
ha
colocado
como
salvador.
“El
Dios
de
nuestros
padres
levantó
a
Jesús,
a
quien
vosotros
matasteis
colgándole
en
un
madero.
A
éste,
Dios
ha
exaltado
con
su
diestra
por
Príncipe
y
Salvador,
para
dar
a
Israel
arrepentimiento
y
perdón
de
pecados.”
Hechos
5:31.
Como
lo
había
venido
anunciado
por
medio
de
los
profetas
primeros.
“De
éste
dan
testimonio
todos
los
profetas,
que
todos
los
que
en
él
creyeren,
recibirán
perdón
de
pecados
por
su
nombre.”
Hechos
10:43.
“con
gozo
dando
gracias
al
Padre
que
nos
hizo
aptos
para
participar
de
la
herencia
de
los
santos
en
luz;
el
cual
nos
ha
librado
de
la
potestad
de
las
tinieblas,
y
trasladado
al
reino
de
su
amado
Hijo,
en
quien
tenemos
redención
por
su
sangre,
el
perdón
de
pecados.”
Colosenses
1:12-14.
El
creer
en
Jesucristo,
que
él
es
el
que
Dios
ha
puesto
para
que
nosotros
alcancemos
Salvación,
el
perdón
de
nuestros
pecados
por
su
sangre
derramada
allá
en
la
cruz
del
calvario,
es
mirar
por
los
caminos
de
Dios;
lo
que
Dios
había
anunciado
por
medio
de
los
profetas.
Lo
que
hizo
Abel,
en
aquel
sacrificio,
era
sombra
del
sacrificio
perfecto
del
cordero
de
Dios
que
quita
el
pecado
del
hombre.
No
podemos
cambiar
la
ofrenda
por
expiación,
pues
Dios
no
la
aceptaría;
así
como
no
aceptó
que
Caín
cambiara
la
ofrenda
en
aquel
entonces,
sólo
la
sangre
del
cordero
de
Dios,
Cristo
Jesús,
nos
limpia
de
todo
pecado.
Es
entonces,
y
solo
entonces,
cuando
seremos
enaltecidos
por
Dios.
Al
bautizarnos
en
el
nombre
de
Jesús,
aceptamos
lo
que
Dios
ha
dispuesto:
de
establecer
que
se
predique
el
arrepentimiento
y
el
perdón
de
pecados
por
la
fe
en
su
hijo
Jesucristo.
“y
que
se
predicase
en
su
nombre
el
arrepentimiento
y
el
perdón
de
pecados
en
todas
las
naciones,
comenzando
desde
Jerusalén.”
Lucas
24:47.
No
debería
haber
hoy
confusión
en
quien
es
el
sacrificio,
pues
fue
provisto
por
Dios;
y
no
podemos
cambiarlo.
Solo
es
necesario
creer
en
Jesucristo.
De
igual
modo,
la
razón
por
la
que
el
sacrificio
de
Caín
no
fue
acepto,
no
es
porque
llevó
hortalizas
en
mal
estado
o
lo
hizo
de
mala
gana,
sino
que
en
su
sacrificio
no
hubo
derramamiento
de
sangre
del
animal
que
Dios
había
ordenado.