Cuando
Dios
Descienda.
Isaías
64:1-2.
“¡Oh,
si
rompieses
los
cielos,
y
descendieras,
y
a
tu
presencia
se
escurriesen
los
montes,
como
fuego
abrasador
de
fundiciones,
fuego
que
hace
hervir
las
aguas,
para
que
hicieras
notorio
tu
nombre
a
tus
enemigos,
y
las
naciones
temblasen
a
tu
presencia!”
Lo
que
a
simple
vista
pareciera
la
expresión
de
un
deseo,
de
que
el
Dios
creador
del
Universo
se
levantase
de
su
trono
y
nos
visitara
en
persona
en
esta
tierra,
no
es
otra
cosa
que
el
preámbulo
de
algo
que
está
profetizado
que
acontecerá
en
los
postreros
días.
Y
es
que
esto
no
debería
causarnos
extrañez,
antes
debería
ser
nuestro
más
grade
anhelo,
que
nuestro
asombroso
Dios,
que
está
sentado
en
su
trono
allá
en
el
tercer
cielo,
con
su
imponente
presencia,
rodeado
de
su
gloria,
irrumpiera
en
nuestro
mundo,
para
establecer
su
reino
en
medio
nuestro.
Esto
es
muy
diferente
a
lo
que
dice
Job,
quien
estando
en
medio
de
su
prueba
exclama:
“¡Quién
me
diera
el
saber
dónde
hallar
a
Dios!
Yo
iría
hasta
su
silla.
Expondría
mi
causa
delante
de
él,
Y
llenaría
mi
boca
de
argumentos.”
Job
23:3-4.
¿Ir
hasta
su
silla?
¿Subir
hasta
su
trono?
Bueno
es
esta
la
posición
de
la
gran
mayoría
de
personas
en
este
mundo,
e
incluso
abrigan
la
esperanza
de
que
inmediatamente
después
de
muertos
poder
encontrarse
en
el
cielo
con
Dios
allá
en
su
trono;
pero
no
es
así.
Para
esto
hay
un
día
y
un
tiempo
determinado
por
Dios.
Ciertamente,
un
día,
todos
los
que
hemos
vivido
seremos
presentados
ante
el
gran
trono
blanco.
Así
lo
relata
la
escritura:
“Después
de
esto
miré,
y
he
aquí
una
gran
multitud,
la
cual
nadie
podía
contar,
de
todas
naciones
y
tribus
y
pueblos
y
lenguas,
que
estaban
delante
del
trono
y
en
la
presencia
del
Cordero,
vestidos
de
ropas
blancas,
y
con
palmas
en
las
manos;
y
clamaban
a
gran
voz,
diciendo:
La
salvación
pertenece
a
nuestro
Dios
que
está
sentado
en
el
trono,
y
al
Cordero”
Apocalipsis
7:9-10.
“Entonces
uno
de
los
ancianos
habló,
diciéndome:
Estos
que
están
vestidos
de
ropas
blancas,
¿quiénes
son,
y
de
dónde
han
venido?
Yo
le
dije:
Señor,
tú
lo
sabes.
Y
él
me
dijo:
Éstos
son
los
que
han
salido
de
la
gran
tribulación,
y
han
lavado
sus
ropas,
y
las
han
emblanquecido
en
la
sangre
del
Cordero.
Por
esto
están
delante
del
trono
de
Dios,
y
le
sirven
día
y
noche
en
su
templo;
y
el
que
está
sentado
sobre
el
trono
extenderá
su
tabernáculo
sobre
ellos.”Apocalipsis
7:13-15.
“Y
vi
un
gran
trono
blanco
y
al
que
estaba
sentado
en
él,
de
delante
del
cual
huyeron
la
tierra
y
el
cielo,
y
ningún
lugar
se
encontró
para
ellos.
Y
vi
a
los
muertos,
grandes
y
pequeños,
de
pie
ante
Dios;
y
los
libros
fueron
abiertos,
y
otro
libro
fue
abierto,
el
cual
es
el
libro
de
la
vida;
y
fueron
juzgados
los
muertos
por
las
cosas
que
estaban
escritas
en
los
libros,
según
sus
obras.”
Apocalipsis
20:11-12.
En
esto
dos
episodios,
que
relata
el
libro
de
Apocalipsis,
está
reflejado
el
hecho
de
que
un
día
todos
cuantos
han
vivido
en
esta
tierra
se
presentará
ante
el
trono
del
Dios
Altísimo,
en
eventos
diferentes
y
separados,
con
motivos
diferentes
y
opuestos.
Pero
antes
de
ir
nosotros
allá,
Dios
vendrá
acá,
donde
estamos
nosotros.
En
tiempos
de
Moisés,
luego
de
Dios
mostrar
su
brazo
fuerte
y
haber
sacado
con
mano
poderosa
al
pueblo
de
Israel
de
Egipto,
de
en
medio
de
la
esclavitud,
estando
el
pueblo
frente
al
monte
Sinaí,
Dios
le
hace
una
revelación
a
Moisés
por
medio
del
Ángel
de
Jehová:
“Y
Jehová
dijo
a
Moisés:
Ve
al
pueblo,
y
santifícalos
hoy
y
mañana;
y
laven
sus
vestidos,
y
estén
preparados
para
el
día
tercero,
porque
al
tercer
día
Jehová
descenderá
a
ojos
de
todo
el
pueblo
sobre
el
monte
de
Sinaí.”
Éxodo
19:10-11.
“Aconteció
que
al
tercer
día,
cuando
vino
la
mañana,
vinieron
truenos
y
relámpagos,
y
espesa
nube
sobre
el
monte,
y
sonido
de
bocina
muy
fuerte;
y
se
estremeció
todo
el
pueblo
que
estaba
en
el
campamento.
Y
Moisés
sacó
del
campamento
al
pueblo
para
recibir
a
Dios;
y
se
detuvieron
al
pie
del
monte.”
Éxodo
19:16-17.
Que
apoteósico
evento,
el
descenso
de
el
mismísimo
Dios
sobre
la
cumbre
del
monte
Sinaí.
“Todo
el
monte
Sinaí
humeaba,
porque
Jehová
había
descendido
sobre
él
en
fuego;
y
el
humo
subía
como
el
humo
de
un
horno,
y
todo
el
monte
se
estremecía
en
gran
manera.”
Éxodo
19:18.
Este
evento
fue
anunciado
por
el ángel
que
hablaba
con
Moisés
allá
en
el
monte;
y
que
lleva
el
mismo
nombre
de
Dios:
Jehová.
“Éste
es
aquel
Moisés
que
estuvo
en
la
congregación
en
el
desierto
con
el
ángel
que
le
hablaba
en
el
monte
Sinaí,
y
con
nuestros
padres,
y
que
recibió
palabras
de
vida
que
darnos;”
hechos
7:38.
Este
ángel,
llamado
Jehová,
le
comunicó
a
Moisés
que
Jehová
Dios
descendería
a
ojo
de
todo
el
pueblo
sobre
el
monte
Sinaí
y
así
Dios
lo
cumplió;
y
aún
cuando
el
pueblo
no
vio
la
semblanza
de
Dios
en
ese
momento,
declara
la
escritura
que
si
vieron
la
gloria
del
Dios
de
Israel.
“y
dijisteis:
He
aquí
Jehová
nuestro
Dios
nos
ha
mostrado
su
gloria
y
su
grandeza,
y
hemos
oído
su
voz
de
en
medio
del
fuego;
hoy
hemos
visto
que
Jehová
habla
al
hombre,
y
éste
aún
vive.”
Deuteronomio
5:24.
De
manera
que
no
es
de
extrañar
que
el
Omnipotente
Dios,
Jehová
de
los
ejércitos,
descienda
sobre
esta
tierra
para
estar
con
su
creación
y
darse
a
conocer
o
simplemente
para
defender
a
un
siervo
suyo.
Algo
así
relata
el
salmista
David,
que
nos
da
una
semblanza
de
lo
que
sería
el
descenso
de
nuestro
Dios
en
persona
para
entrar
en
esta
tierra:
“En
mi
angustia
invoqué
a
Jehová,
Y
clamé
a
mi
Dios.
El
oyó
mi
voz
desde
su
templo,
Y
mi
clamor
llegó
delante
de
él,
a
sus
oídos.
La
tierra
fue
conmovida
y
tembló;
Se
conmovieron
los
cimientos
de
los
montes,
Y
se
estremecieron,
porque
se
indignó
él.
Humo
subió
de
su
nariz,
Y
de
su
boca
fuego
consumidor;
Carbones
fueron
por
él
encendidos.
Inclinó
los
cielos,
y
descendió;
Y
había
densas
tinieblas
debajo
de
sus
pies.
Cabalgó
sobre
un
querubín,
y
voló;
Voló
sobre
las
alas
del
viento.
Puso
tinieblas
por
su
escondedero,
por
cortina
suya
alrededor
de
sí;
Oscuridad
de
aguas,
nubes
de
los
cielos.
Por
el
resplandor
de
su
presencia,
sus
nubes
pasaron;
Granizo
y
carbones
ardientes.
Tronó
en
los
cielos
Jehová,
Y
el
Altísimo
dio
su
voz;
Granizo
y
carbones
de
fuego.
Envió
sus
saetas,
y
los
dispersó;
Lanzó
relámpagos,
y
los
destruyó.
Entonces
aparecieron
los
abismos
de
las
aguas,
Y
quedaron
al
descubierto
los
cimientos
del
mundo,
A
tu
reprensión,
oh
Jehová,
Por
el
soplo
del
aliento
de
tu
nariz.
Envió
desde
lo
alto;
me
tomó,
Me
sacó
de
las
muchas
aguas.
Me
libró
de
mi
poderoso
enemigo,
Y
de
los
que
me
aborrecían;
pues
eran
más
fuertes
que
yo.
Me
asaltaron
en
el
día
de
mi
quebranto,
Mas
Jehová
fue
mi
apoyo.
Me
sacó
a
lugar
espacioso;
Me
libró,
porque
se
agradó
de
mí.”
Salmos
18:6-19.
Vemos
así
el
relato
de
la
visita
del
Dios
omnipotente
narrada
como
una
aventura,
y
para
muchos
llega
hasta
allí,
como
una
obra
poética;
pues
no
llegan
a
comprender
la
magnificencia
de
nuestro
Dios,
su
capacidad
de
ir
a
donde
él
quiere,
cuando
quiere
y
como
quiere.
Lo
relata
Ezequiel,
que
lo
vio
en
medio
de
una
visión,
a
un
Dios
que
personalmente
le
muestra
la
situación
en
la
que
se
encontraba
la
casa
que
el
pueblo
de
Israel
había
dedicado
a
Jehová
Dios;
y
le
muestra
lo
que
ellos
pensaban
que
nadie
más
sabía,
porque
lo
hacían
en
secreto.
Pero
más
allá
de
todo
esto,
en
el
relato
de
Ezequiel,
se
muestra
a
un
Dios
que
no
está
atado,
inmóvil,
estático
o
impedido
para
ir
donde
quiere.
Salomón
dijo:
“Pero
¿es
verdad
que
Dios
morará
sobre
la
tierra?
He
aquí
que
los
cielos,
los
cielos
de
los
cielos,
no
te
pueden
contener;
¿cuánto
menos
esta
casa
que
yo
he
edificado?”
1ra
de
Reyes
8:27.
Esto
que
plantea
Salomón
en
relación
a
la
casa
que
edificó
para
honrar
a
Dios,
es
bueno
que
lo
analicemos
con
detenimiento.
No
existe,
ni
existirá
algo
que
pueda
contener,
retener,
limitar,
impedir
movimiento,
encarcelar
o
encerrar
al
Dios
omnipotente.
Esto
no
es
porque
sea
espíritu,
como
algunos
han
querido
hacer
ver.
Entienda
que
todos
los
espíritus
creados
por
Dios
son
susceptibles
de
ser
contenidos
o
impedirles
que
se
muevan,
limitarles
sus
movimientos.
Veamos
ejemplos.
- Satanás, un espíritu que se reveló contra Dios, tiene su tiempo y espacio limitado.
“Después
hubo
una
gran
batalla
en
el
cielo:
Miguel
y
sus
ángeles
luchaban
contra
el
dragón;
y
luchaban
el
dragón
y
sus
ángeles;
pero
no
prevalecieron,
ni
se
halló
ya
lugar
para
ellos
en
el
cielo.
Y
fue
lanzado
fuera
el
gran
dragón,
la
serpiente
antigua,
que
se
llama
diablo
y
Satanás,
el
cual
engaña
al
mundo
entero;
fue
arrojado
a
la
tierra,
y
sus
ángeles
fueron
arrojados
con
él.”
Apocalipsis
12:7-9.
Vemos
que
se
limitó
su
lugar
de
acción
y
ya
no
se
le
permite
subir
al
cielo.
Por
más
que
quiera
no
puede,
se
le
es
prohibido
y
debe
obedecer.
- Satanás siendo atado con cadenas.
“Vi
a
un
ángel
que
descendía
del
cielo,
con
la
llave
del
abismo,
y
una
gran
cadena
en
la
mano.
Y
prendió
al
dragón,
la
serpiente
antigua,
que
es
el
diablo
y
Satanás,
y
lo
ató
por
mil
años;
y
lo
arrojó
al
abismo,
y
lo
encerró,
y
puso
su
sello
sobre
él,
para
que
no
engañase
más
a
las
naciones,
hasta
que
fuesen
cumplidos
mil
años;
y
después
de
esto
debe
ser
desatado
por
un
poco
de
tiempo.”
Apocalipsis
20:1-3.
Vemos
a
un
espíritu
siendo
atado
con
unas
cadenas
y
siendo
encerrado
por
1000
años.
c)
Un
grupo
de
espíritus
presos.
“Porque
también
Cristo
padeció
una
sola
vez
por
los
pecados,
el
justo
por
los
injustos,
para
llevarnos
a
Dios,
siendo
a
la
verdad
muerto
en
la
carne,
pero
vivificado
en
espíritu;
en
el
cual
también
fue
y
predicó
a
los
espíritus
encarcelados,
los
que
en
otro
tiempo
desobedecieron,
cuando
una
vez
esperaba
la
paciencia
de
Dios
en
los
días
de
Noé,
mientras
se
preparaba
el
arca,
en
la
cual
pocas
personas,
es
decir,
ocho,
fueron
salvadas
por
agua.”
1ra
de
Pedro
3:18-20.
“Porque
si
Dios
no
perdonó
a
los
ángeles
que
pecaron,
sino
que
arrojándolos
al
infierno
los
entregó
a
prisiones
de
oscuridad,
para
ser
reservados
al
juicio;”
2da
de
Pedro
2:4.
Relata
de
prisiones
de
oscuridad
en
la
cual
están
presos
estos
espíritus.
Bueno,
sirven
estos
como
ejemplo
para
demostrar
que
los
espíritus
creados
por
Dios
pueden
ser
confinados
a
un
sitio
e
impedidos
de
salir
de
allí.
Esto
no
es
posible
para
con
la
persona
de
Dios.
No
existe,
ni
existirá,
un
lugar
que
retenga
e
impida
a
Dios
entrar
y
salir
cuando
él
quiera;
no
porque
sea
espíritu,
sino
porque
él
es
el
Dios
omnipotente.
A
él
ni
aún
los
cielos
de
los
cielos
le
pueden
contener.
Él
se
pasea
por
los
cielos.
“No
hay
como
el
Dios
de
Jesurún,
Quien
cabalga
sobre
los
cielos
para
tu
ayuda,
Y
sobre
las
nubes
con
su
grandeza.”
Deuteronomio
33:26.
“Cantad
a
Dios,
cantad
salmos
a
su
nombre;
Exaltad
al
que
cabalga
sobre
los
cielos.
JAH
es
su
nombre;
alegraos
delante
de
él.”
Salmos
68:4.
Antes
que
Ezequiel
lo
viera,
ya
lo
anunciaba
el
escritor
del
salmo
99;
de
forma
profética,
de
un
evento
futuro,
cuando
Jehová
Dios
Reine
en
esta
tierra.
“Jehová
reina;
temblarán
los
pueblos.
Él
está
sentado
sobre
los
querubines,
se
conmoverá
la
tierra.
Jehová
en
Sion
es
grande,
Y
exaltado
sobre
todos
los
pueblos.
Alaben
tu
nombre
grande
y
temible;
Él
es
santo.
Y
la
gloria
del
rey
ama
el
juicio;
Tú
confirmas
la
rectitud;
Tú
has
hecho
en
Jacob
juicio
y
justicia.
Exaltad
a
Jehová
nuestro
Dios,
Y
postraos
ante
el
estrado
de
sus
pies;
Él
es
santo.”
Salmos
99:1-5.
¿Por
qué
es
un
evento
futuro?
- Está hablan de de que Jehová reina en esta tierra, cosa que aún no ha acontecido.
“El
séptimo
ángel
tocó
la
trompeta,
y
hubo
grandes
voces
en
el
cielo,
que
decían:
Los
reinos
del
mundo
han
venido
a
ser
de
nuestro
Señor
y
de
su
Cristo;
y
él
reinará
por
los
siglos
de
los
siglos.”
Apocalipsis
11:15.
- Temblarán los pueblos, cosa que vemos relatada en el libro de Apocalipsis, cuando las naciones temblarán por la venida del gran Dios.
- No solo los pueblos temblarán, sino que la tierra se conmoverá, se hará un valle, un monte se partirá en dos cuando Jehová descienda.
“Y
se
afirmarán
sus
pies
en
aquel
día
sobre
el
monte
de
los
Olivos,
que
está
en
frente
de
Jerusalén
al
oriente;
y
el
monte
de
los
Olivos
se
partirá
por
en
medio,
hacia
el
oriente
y
hacia
el
occidente,
haciendo
un
valle
muy
grande;
y
la
mitad
del
monte
se
apartará
hacia
el
norte,
y
la
otra
mitad
hacia
el
sur.”
Zacarías
14:4.
De
manera
que
el
escritor
del
salmo
99
vio
y
relató
un
evento
que
está
por
acontecer;
la
aparición
del
Gran
Dios
Jehová
en
persona
en
esta
tierra,
y
esto
no
debe
confundirse
con
el
regreso
del
Hijo
del
hombre,
Nuestro
Señor
Jesucristo,
en
la
gloria
de
su
Padre,
a
reinar
en
el
trono
de
David
su
padre.
“Porque
el
que
se
avergonzare
de
mí
y
de
mis
palabras
en
esta
generación
adúltera
y
pecadora,
el
Hijo
del
Hombre
se
avergonzará
también
de
él,
cuando
venga
en
la
gloria
de
su
Padre
con
los
santos
ángeles.”
Marcos
8:38.
La
venida
de
Dios
en
persona
será
durante
este
periodo
de
Mil
años.
Así
relató
Ezequiel
en
su
visión,
a
un
Dios
que
no
está
limitado
a
un
solo
espacio,
ni
es
difuso
como
el
humo.
Ezequiel
vio
a
un
Dios
sentado
sobre
querubines
y
no
entre
o
en
medio
de
querubines,
como
es
descrito
en
la
figura
del
propiciatorio
dentro
del
tabernáculo.
“Entonces
la
gloria
de
Jehová
se
elevó
de
encima
del
umbral
de
la
casa,
y
se
puso
sobre
los
querubines.
Y
alzando
los
querubines
sus
alas,
se
levantaron
de
la
tierra
delante
de
mis
ojos;
cuando
ellos
salieron,
también
las
ruedas
se
alzaron
al
lado
de
ellos;
y
se
pararon
a
la
entrada
de
la
puerta
oriental
de
la
casa
de
Jehová,
y
la
gloria
del
Dios
de
Israel
estaba
por
encima
sobre
ellos.
Éstos
eran
los
mismos
seres
vivientes
que
vi
debajo
del
Dios
de
Israel
junto
al
río
Quebar;
y
conocí
que
eran
querubines.”
Ezequiel
10:18-20.
De
manera
que
nos
muestra
a
un
Dios
delimitado,
con
semblanza,
figura,
más
no
limitado
o
inmovil.
Ese
Dios
un
día
descenderá
a
esta
tierra.
Ese
será
un
gran
día.
Un
día
grande,
como
el
Dios
que
ha
de
hacer
presencia.
Estará
Dios
mismo
por
su
pueblo
y
con
su
pueblo,
los
redimidos
con
la
sangre
del
cordero.
Es
necesario
no
confundir
el
hecho
de
ser
espíritu
y
la
transportación
o
el
ser
transpuesto.
Algunos
piensan
que
para
poder
moverse
o
ir
de
un
lugar
a
otro,
atravesando
diferentes
planos
físicos
solo
es
posible
si
se
es
un
espíritu;
esto
lo
hacen
porque
en
el
reino
del
enemigo
solo
es
posible
trasladarse
siendo
espíritu,
y
por
eso
enseñan
a
salirse
del
cuerpo,
en
lo
que
ellos
llaman
cuerpo
astral.
Nada
más
alejado
de
la
realidad,
cuando
vamos
al
Reino
del
Dios
verdadero.
En
la
escritura
tenemos
relatos
de
personas
que
en
su
cuerpo
y
con
su
cuerpo
fueron
trasladados,
llevados,
traspuestos
por
el
poder
de
Dios
a
través
de
su
Espíritu
Santo,
y
hechos
aparecer
en
otro
lugar,
sin
estos
seres
humanos
ser
un
espíritu,
sino
seres
humano
con
espíritu,
alma
y
cuerpo,
en
persona.
Aun
cuando
el
ser
humano
ha
intentado
trasladarse
en
cuerpo,
alma
y
espíritu,
con
conocimiento
humano,
científico,
llamado
tele-transportación,
no
han
tenido
éxito.
Solo
es
posible
en
el
Reino
de
Jehová Dios
de
los
ejércitos.
Lo
que
relata
la
escritura
que
ocurrió
con
Enoc,
era
un
evento
al
parecer
bastante
frecuente
en
la
antigüedad;
aún
cuando
de
Enoc
no
se
sabe
el
sitio
donde
se
encuentra.
“Por
la
fe
Enoc
fue
traspuesto
para
no
ver
muerte,
y
no
fue
hallado,
porque
lo
traspuso
Dios;
y
antes
que
fuese
traspuesto,
tuvo
testimonio
de
haber
agradado
a
Dios.”
Hebreos
11:5.
El
hecho
que
haga
el
énfasis
en
que
no
fue
hallado,
nos
ayuda
a
entender
que
no
fue
solo
en
espíritu
sino
que
fue
completo,
incluyendo
el
cuerpo.
De
esto
tenían
conocimiento
los
hijos
de
los
profetas,
y
cuando
Elías
fue
traspuesto,
o
llevado
al
cielo
en
un
torbellino,
dijeron
a
Eliseo:
“Y
dijeron:
He
aquí
hay
con
tus
siervos
cincuenta
varones
fuertes;
vayan
ahora
y
busquen
a
tu
señor;
quizá
lo
ha
levantado
el
Espíritu
de
Jehová,
y
lo
ha
echado
en
algún
monte
o
en
algún
valle.
Y
él
les
dijo:
No
enviéis.”
2da
de
Reyes
2:16.
¿Levantado
en
cuerpo
y
espíritu,
y
arrojado
en
algún
lugar?
Si;
y
esto
al
parecer
era
algo
que
ellos
ya
habían
visto.
Lo
que
quiero
resaltar
es
que
no
necesitaba
ser
Elías
solo
espíritu
para
ser
traspuesto.
Otro
ejemplo
lo
constituye
el
caso
de
Felipe;
aún
cuando
estos
no
son
los
únicos
ejemplos
dados
en
la
biblia.
“Cuando
subieron
del
agua,
el
Espíritu
del
Señor
arrebató
a
Felipe;
y
el
eunuco
no
le
vio
más,
y
siguió
gozoso
su
camino.
Pero
Felipe
se
encontró
en
Azoto;
y
pasando,
anunciaba
el
evangelio
en
todas
las
ciudades,
hasta
que
llegó
a
Cesarea.”
Hechos
8:39-40.
Podemos
ver
que
el
Espíritu
de
Dios
arrebató,
levantó
a
Felipe
del
lado
del
Eunuco,
en
cuerpo
y
alma,
llevándole
hasta
otro
lugar.
No
necesitó
Felipe
ser
Espíritu
para
trasladarse
de
esta
manera,
ni
salir
de
su
cuerpo.
De
la
misma
forma
habla
la
escritura
de
nuestro
Señor
Jesucristo,
que
luego
que
resucitó
fue
llevado
o
trasladado
a
diferentes
lugares
en
cuerpo
y
alma.
Algunos,
con su mente puesta en el conocimiento de lo que enseñan los brujos
y sus desdoblamientos y abandono del cuerpo o viaje astral, que solo
puede hacer el espíritu del hombre, han
tomado
como escusa para decir que luego que Jesucristo resucitó no tenía
cuerpo, sino que es un espíritu. Ellos ignoran que el ser humano, en
cuerpo, alma y espíritu, puede ser
llevado
de
un
lugar
a
otro
por
el
Espíritu
de
Dios.
Así
cuando
Jesucristo
entró
al
cuarto,
donde
los
discípulos
estaban
reunidos,
no
necesitaba
atravesar
las
paredes;
simplemente
fue
traspuesto
por
el
Espíritu
de
Dios
de
un
lugar
a
otro.
“Mientras
ellos
aún
hablaban
de
estas
cosas,
Jesús
se
puso
en
medio
de
ellos,
y
les
dijo:
Paz
a
vosotros.
Entonces,
espantados
y
atemorizados,
pensaban
que
veían
espíritu.
Pero
él
les
dijo:
¿Por
qué
estáis
turbados,
y
vienen
a
vuestro
corazón
estos
pensamientos?
Mirad
mis
manos
y
mis
pies,
que
yo
mismo
soy;
palpad,
y
ved;
porque
un
espíritu
no
tiene
carne
ni
huesos,
como
veis
que
yo
tengo.”
Lucas
24:36-39.
Vemos
que
Jesucristo
les
dejó
claro
que
él
no
era
un
simple
espíritu,
que
no
veían
su
espíritu,
sino
que
él
tenía
cuerpo
físico,
e
igualmente
que
había
entrado
allí
no
porque
era
un
espíritu.
¿Qué
fue
lo
que
ocurrió?
Que
estando
las
puertas
y
ventanas
cerradas,
Jesucristo
fue
traspuesto
por
el
Espíritu
de
Dios
y
llevado
dentro
de
la
habitación
en
cuerpo,
alma
y
espíritu,
en
todo
su
ser.
Ahora
bien,
así
como
esto
es
posible,
para
nosotros
los
seres
humanos,
que
en
cuerpo
y
alma
seamos
trasportados
de
un
lugar
a
otro
¿Acaso
es
imposible
para
el
Dios
omnipotente
ir
a
donde
él
quiera?
¿Necesita
Dios
ser
un
Espíritu
para
poder
moverse?
De
ninguna
manera.
Dios
se
mueve,
se
traslada,
va
donde
quiere
tal
cual
él
es.
Así
vemos
la
experiencia
que
tuvo
Moisés
con
el
mismo
Dios
de
la
gloria.
Permítame
recordarle
lo
que
Dios
mismo
dijo
que
haría
con
Moisés:
“Y
él
les
dijo:
Oíd
ahora
mis
palabras.
Cuando
haya
entre
vosotros
profeta
de
Jehová,
le
apareceré
en
visión,
en
sueños
hablaré
con
él.
No
así
a
mi
siervo
Moisés,
que
es
fiel
en
toda
mi
casa.
Cara
a
cara
hablaré
con
él,
y
claramente,
y
no
por
figuras;
y
verá
la
apariencia
de
Jehová.
¿Por
qué,
pues,
no
tuvisteis
temor
de
hablar
contra
mi
siervo
Moisés?”
Números
12:6-9.
Dios
prometió
hablar
con
Moisés
claramente,
y
no
por
figura;
y
le
prometió:
“…y
verá
la
apariencia
de
Jehová...”
Que
privilegio
le
concedió
Dios
a
Moisés.
¿Cumplió
Dios
esto?
¿Cómo
le
vería
Moisés
siendo
Dios
un
Espíritu?
Pues
Moisés
no
describió
que
haya
visto
a
Dios
como
un
espíritu;
mas
describió
la
apariencia
y
semblanza
de
Dios,
lo
que
Dios
le
mostró
de
él
fue
claramente
y
no
por
figura.
Le
mostró
la
realidad,
la
apariencia
real
de
Dios.
“Dijo
más:
No
podrás
ver
mi
rostro;
porque
no
me
verá
hombre,
y
vivirá.
Y
dijo
aún
Jehová:
He
aquí
un
lugar
junto
a
mí,
y
tú
estarás
sobre
la
peña;
y
cuando
pase
mi
gloria,
yo
te
pondré
en
una
hendidura
de
la
peña,
y
te
cubriré
con
mi
mano
hasta
que
ha
ya
pasado.
Después
apartaré
mi
mano,
y
verás
mis
espaldas;
mas
no
se
verá
mi
rostro.”
Éxodo
33:20-23.
Que
privilegio.
Moisés
no
lo
vio
sentado
en
el
trono,
como
lo
vieron
muchos
otros
en
visión.
Moisés
lo
vio
que
pasó
caminando
frente
a
él.
Dios
le
dijo:
“…,
y
te
cubriré
con
mi
mano
hasta
que
ha
ya
pasado.
Después
apartaré
mi
mano,
y
verás
mis
espaldas;
mas
no
se
verá
mi
rostro.”
Ahora
bien,
¿Dónde
ocurrirá
todo
esto?
“…He
aquí
un
lugar
junto
a
mí…”
“…y
tú
estarás
sobre
la
peña…”
“…yo
te
pondré
en
una
hendidura
de
la
peña…”
Vemos
que
se
desarrolló
acá
en
esta
tierra,
no
estaba
Moisés
allá
en
el
cielo.
El
Dios
sublime,
altísimo,
omnipotente
había
descendido
sobre
el
monte
Sinaí,
a
los
ojos
del
Moisés
en
Cuerpo,
Alma
y
Espíritu,
en
todo
su
Ser,
rodeado
de
su
magnífica
gloria,
resplandeciente,
cubierto
de
luz,
como
dijo
el
salmista:
“El
que
se
cubre
de
luz
como
de
vestidura,
Que
extiende
los
cielos
como
una
cortina,”
Salmos
104:2.
En
esa
luz
esplendente
hará
presencia
el
Dios
de
la
gloria
en
esta
tierra
en
los
últimos
días.
La
Respuesta a la pregunta que se hiciera Salomón hace muchos años:
“Pero
¿es
verdad
que
Dios
morará
sobre
la
tierra?…”
1ra
de
Reyes
8:27.
Es
simple y sencilla: SI; Dios habitará con el hombre en la tierra,
pero no en un templo construido por manos humanas, pues allí no
habita Dios, sino en una ciudad celestial,
que desciende del cielo, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
“El
Dios
que
hizo
el
mundo
y
todas
las
cosas
que
en
él
hay,
siendo
Señor
del
cielo
y
de
la
tierra,
no
habita
en
templos
hechos
por
manos
humanas,”
Hechos
17:24.
“porque
esperaba
la
ciudad
que
tiene
fundamentos,
cuyo
arquitecto
y
constructor
es
Dios.”
Hebreos
11:10.
Así
está
descrito
en
el
libro
de
Apocalipsis;
de
nuestra
habitación
en
la
ciudad
que
descenderá
del
cielo:
“La
ciudad
no
tiene
necesidad
de
sol
ni
de
luna
que
brillen
en
ella;
porque
la
gloria
de
Dios
la
ilumina,
y
el
Cordero
es
su
lumbrera.”
Apocalipsis
21:23.
Que
privilegio,
contaremos
con
la
presencia
en
persona,
en
esa
ciudad,
de
Nuestro
Gran
Dios
Jehová
de
los
Ejércitos
y
de
su
Hijo
amado
Jesucristo.
Así
está
descrito:
“Porque
Jehová
ha
elegido
a
Sion;
La
quiso
por
habitación
para
sí.
Éste
es
para
siempre
el
lugar
de
mi
reposo;
Aquí
habitaré,
porque
la
he
querido.”
Salmos
132:13-14.
“y
me
dijo:
Hijo
de
hombre,
éste
es
el
lugar
de
mi
trono,
el
lugar
donde
posaré
las
plantas
de
mis
pies,
en
el
cual
habitaré
entre
los
hijos
de
Israel
para
siempre;
y
nunca
más
profanará
la
casa
de
Israel
mi
santo
nombre,
ni
ellos
ni
sus
reyes,
con
sus
fornicaciones,
ni
con
los
cuerpos
muertos
de
sus
reyes
en
sus
lugares
altos.”
Ezequiel
43:7.
Esta
casa
estará
sobre
la
cumbre
del
monte:
“Ésta
es
la
ley
de
la
casa:
Sobre
la
cumbre
del
monte,
el
recinto
entero,
todo
en
derredor,
será
santísimo.
He
aquí
que
ésta
es
la
ley
de
la
casa.”
Ezequiel
43:12.
Allí
descenderá
Dios
en
persona;
como
ya
en
el
pasado
Dios
lo
hizo,
cuando
quiso
darse
a
conocer
al
pueblo
de
Israel.
Cuando
Dios
descienda
todo
será
diferente,
será
grandioso,
apoteósico.
Junto
con
su
Hijo
Jesucristo
establecerá
la
justicia
en
esta
tierra.