La
blasfemia
y
sus consecuencias.
Levíticos 24:15-16.
“Y a los hijos de Israel hablarás, diciendo: Cualquiera que maldijere a
su Dios, llevará su iniquidad. Y el que blasfemare el nombre de Jehová,
ha de ser muerto; toda la congregación lo apedreará; así el extranjero como
el natural, si blasfemare el Nombre, que muera.”
Es realmente desconcertante escuchar del temor irracional que ha llevado a los
judíos a dejar de pronunciar el nombre de Dios; y en esta práctica han caído
muchos gentiles, siguiéndoles la corriente ya que son solo ellos y nadie más
los que supuestamente saben cómo se llama el Dios verdadero. Inclusive, van mucho más allá. Por el hecho
que la escritura dice, que la salvación viene de los judíos, entonces nosotros
debemos hacer lo que hacen los judíos para poder ser salvos. Tengamos mucho
cuidado con esto.
“Vosotros adoráis lo
que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.” Juan 4:22.
Por el hecho de que diga: “…la salvación
viene de los judíos…” no significa que le pertenece a los judíos, que ellos son
los dueños, pues Dios ha hecho algo muy particular y que nosotros debemos estar
muy consientes de ello.
“También digo: ¿No ha
conocido esto Israel? Primeramente Moisés dice: Yo os provocaré a celos con
un pueblo que no es pueblo; Con pueblo insensato os provocaré a
ira.” Romanos
10:19.
Este pueblo insensato son los gentiles; de
los cuales dice que encontraron a Dios.
“E Isaías dice
resueltamente: Fui hallado de los que no me buscaban; Me manifesté a los que
no preguntaban por mí.” Romanos 9:20.
Pablo dice que no es que Dios haya desechado
a su pueblo, sino que ahora Dios está tratando también con los gentiles
directamente; por lo que él fue constituido Apóstol a los gentiles.
“Por cuanto yo soy
apóstol a los gentiles, honro mi ministerio, por si en alguna manera pueda
provocar a celos a los de mi sangre, y hacer salvos a algunos de ellos.” Romanos 11:13-14.
Los gentiles son esas ovejas de las cuales
también habló Nuestro Señor Jesucristo.
“También tengo otras
ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi
voz; y habrá un rebaño, y un pastor” San Juan 10:16.
No necesitamos pasar por el pueblo judío ni
depender de ellos para nuestro crecimiento espiritual o nuestra salvación, y tengamos
mucho cuidado con esto: que no se constituya esto en la escusa para
menospreciar al pueblo judío y llegar a creernos más que ellos.
“Pues si algunas de
las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado
en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia
del olivo, no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no
sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. Pues las ramas, dirás, fueron
desgajadas para que yo fuese injertado. Bien; por su incredulidad fueron
desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme.
Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará. Mira,
pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con
los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad;
pues de otra manera tú también serás cortado. Y aun ellos, si no
permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para
volverlos a injertar. Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es
olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto
más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?
Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis
arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel
endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles;” Romanos 11:17-25.
Hecha esta observación necesaria, es conveniente
que meditemos que en ninguna parte de las escrituras, tanto en el Antiguo Testamento
como en el Nuevo Testamento, se consigue una prohibición que impida pronunciar
el nombre de Dios; antes conseguimos que nos insta a santificar, glorificar,
bendecir e invocar el nombre de Nuestro Dios.
“Bendeciré a
Jehová que me aconseja; Aun en las noches me enseña mi conciencia.” Salmos 16:7.
“Cantad a Jehová, bendecid
su nombre; Anunciad de día en día su salvación.” Salmos 96:2.
La razón, por la que según se dejó de
pronunciar el nombre de Dios, fue para no blasfemar su nombre por mala
pronunciación; pero Dios dice al pueblo de Israel:
“Y cuando llegaron a
las naciones adonde fueron, profanaron mi santo nombre, diciéndose de
ellos: Éstos son pueblo de Jehová, y de la tierra de él han salido.” Ezequiel 36:20.
No se necesita que alguien pronuncie mal el
nombre para profanar y/o blasfemar del nombre de Dios. Basta con las acciones,
obras, conducta de aquel que diciéndose hijo o pueblo de Dios actúe de forma
incorrecta, con maldad, con injusticia, para que alguien diga: “y eso que es evangélico” o “y
eso que va a la iglesia” haciendo que otro hable mal de Dios.
En el episodio de David con Betzabet, la que
fuera mujer de Urías, podemos ver que Dios le dijo:
“Mas por cuanto
con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te
ha nacido ciertamente morirá.” 2da Samuel 12:14.
De manera que, aún cuando se nieguen a
pronunciar el nombre de Dios no han quedado libres de la blasfemia, pues muchos
de los judíos, y aún no judíos, que se dicen ser siervos del Dios Altísimo, con
sus acciones hacen que otros blasfemen el glorioso nombre del Dios verdadero.
Pero, pensemos por un momento: ¿A quién le
conviene que el nombre de Dios no se pronuncie? ¿Quién se beneficia?
“¿Cómo, pues,
invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de
quien no han oído? ¿Y cómo
oirán sin haber quien les predique?” Romanos 10:14.
Dejar de invocar el nombre de Dios no nos
beneficia, pues clamaríamos a otro que no es Dios. Dejan de clamar al Dios
verdadero, porque no le han conocido, porque no han oído hablar de él. Si hemos
oído hablar del Dios verdadero y hemos creído en él es inevitable que clamemos
a él, que invoquemos su nombre.
Para algunos el nombre que Dios le dio a
Moisés como su nombre ya ha sido invalidado; argumentando como razón el hecho
de que ha sido blasfemado.
“Y hora ¿qué hago aquí, dice Jehová, ya que mi pueblo es llevado injustamente?
Y los que en él se enseñorean, lo hacen aullar, dice Jehová, y continuamente
es blasfemado mi nombre todo el día. Por tanto, mi pueblo sabrá mi
nombre por esta causa en aquel día; porque yo mismo que hablo, he aquí
estaré presente.” Isaías 52:5.
Tomando esta porción
profética, la cual dan por cumplida, tuercen las escrituras incluso para decir
que Dios se cambio el nombre, y ya no se llama Jehová.
Pero ¿qué dice la escritura? Ciertamente dice que el nombre de Dios
continuamente, todo el día es blasfemado, pero por ningún lado dice que por eso
se va a cambiar el nombre. Cuando dice: “…mi pueblo sabrá mi nombre…” lo que
está diciendo es que Dios hará notorio su nombre. En ese día todos los pueblos
escucharán del Dios verdadero y de sus proezas. Dios dará a conocer su nombre.
Esto es algo que aún no se ha cumplido, y acontecerá en el milenio, durante el
reinado de Nuestro Señor Jesucristo donde dice la escritura que toda la tierra
será llena del conocimiento y de la gloria de Dios.
“No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será
llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.” Isaías 11:9.
“Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová,
como las aguas cubren el mar.” Habacuc 2:14.
Si vemos el episodio donde Aarón construyó
unos becerros de oro para rendirles culto, esto se constituyó en un episodio de
blasfemia. Cuando Aarón los presenta ante el pueblo ¿Qué ocurrió?
“y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de
ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, éstos son tus
dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. Y viendo esto Aarón, edificó
un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta
para Jehová.” Éxodo 32:4-5.
¿Cómo? ¿Fiesta para Jehová? Si; como lo leyó,
le puso el nombre del Dios verdadero a los becerros; y esto es una blasfemia
por partida doble. Primero: Le atribuyeron a unos ídolos su salida de Egipto.
Atribuirle a otro lo que Dios ha hecho es blasfemar. Segundo: Colocarle el
nombre de Dios a unos ídolos contraviene lo que Dios ya les había dicho.
“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en
el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te
inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte,
celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y
cuarta generación de los que me aborrecen,” Éxodo 20:4-5.
Por eso Dios de lijo
a Moisés:
“Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que
sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. Pronto se han
apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de
fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho:
Israel, éstos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.” Éxodo 32:7-8.
El colocarle el nombre de Dios a unos
becerros y pretender que este era Jehová Dios estaba y está aún hoy totalmente
fuera de lugar, es una locura. Dios por boca del profeta Isaías dijo:
“Yo Jehová; éste es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi
alabanza a esculturas.” Isaías 42:8.
Aunque en este
episodio vemos que blasfemaron contra Dios y contra su nombre, no por esto Dios
se quitó el nombre. Aún más, por el hecho que alguien blasfemó contra Dios no
significa que Dios dejó de existir o decidió dejar de ser Dios. Lo que quiero
dejar bien claro es que aún cuando existan personas que le den un uso errado al
nombre de Dios, que su nombre sea usado por los impíos para hacer lo malo o
mientras hacen maldad, aunque se le atribuya su nombre a otro que no es dios,
esto no invalida el nombre de Dios.
Si alguien blasfema
contra la persona de Dios, contra Dios, ¿dejará acaso Dios de existir? ¿Tendríamos
que cambiar de Dios porque blasfemaron contra él? ¿Tendría acaso Dios que
cambiarse el nombre? No; jamás, nunca. Por eso dice la escritura:
“Aunque todos los pueblos anden cada uno en el nombre de su dios, nosotros
con todo andaremos en el nombre de Jehová nuestro Dios eternamente y para
siempre.” Miqueas
4:5.
¡Qué buena
declaración!, ¡Qué decisión maravillosa!
Por el hecho de que
existan algunos que quieran profanar el nombre de Dios, atribuyéndoselo a un
demonio o a alguna imagen, esto no significa que nosotros no debamos llamar al
Dios verdadero por su nombre.
“Éstos confían en carros, y aquéllos en caballos; Mas nosotros del
nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria.” Salmos 20.7.
Tome en cuenta el
uso, o la finalidad, para lo que fueron inventadas las velas. Si, para
alumbrar. Pienso que usted las usa eventualmente. Pero ¿sabía usted que las velas son también usadas para
alumbrar a los ídolos? ¿Qué las usan los brujos para hacer sus trabajos? Ahora,
¿por esto no volverá usted a usar una vela? No; yo estoy seguro que usted
seguirá usando velas para lo que realmente fueron creadas aún cuando otros le
den un uso desviado. De la misma manera con Dios y su santo y glorioso nombre.
Aún cuando existan quienes blasfemen contra Dios y contra su nombre eso no debe
ser motivo para que usted y yo no sigamos honrando el glorioso nombre del Dios
verdadero, y mucho menos dejar de invocarle.
En el libro de
Ezequiel encontramos lo que piensa Dios de su nombre.
“Pero he tenido dolor al ver mi santo nombre profanado por la casa
de Israel entre las naciones adonde fueron. Por tanto, di a la casa de Israel:
Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de
Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros
entre las naciones adonde habéis llegado. Y santificaré mi grande nombre,
profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas;
y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando
sea santificado en vosotros delante de sus ojos.” Ezequiel 36:21-23.
Vemos como considera Dios su nombre. Se
refiere a él como su santo nombre, su gran nombre, aún cuando el pueblo de
Israel lo había blasfemado. Incluso dice que santificará su nombre. De manera
que si Dios considera su nombre como Santo, ¿Por qué no he de considerarlo yo
Santo? Si Dios quiere que le llamemos por su nombre ¿Por qué no obedecerle?
“Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre
entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y
ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice
Jehová de los ejércitos.” Malaquías 1:11.
Debemos sacudirnos de ese miedo irracional de
algunos judíos y/o gentiles que no quieren pronunciar el glorioso nombre del
Dios verdadero, Jehová de los ejércitos. Mire lo que dice en el libro de
Jeremías:
“Yo he oído lo que aquellos profetas dijeron, profetizando mentira en mi
nombre, diciendo: Soñé, soñé. ¿Hasta cuándo estará esto en el corazón de
los profetas que profetizan mentira, y que profetizan el engaño de su corazón?
¿No piensan cómo hacen que mi pueblo se olvide de mi nombre con sus sueños
que cada uno cuenta a su compañero, al modo que sus padres se olvidaron de
mi nombre por Baal? El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño; y
aquel a quien fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver
la paja con el trigo? dice Jehová.” Jeremías 23:25-28.
Vemos que Dios no quiere que se olvide, ni se
deje de pronunciar su santo nombre. No se deje engañar por el temor irracional
de ir a blasfemar por pronunciarlo incorrectamente. Tampoco es necesario
pronunciarlo en hebreo. Basta con que Jehová Dios oiga su oración y conteste lo
que usted le ha pedido para saber que Dios no está enojado con usted porque lo
llame Jehová. ¿Acaso no le llamaba usted así en sus oraciones? ¿Cerro Dios sus
oídos para no oírle a usted porque no lo llamaba en hebreos? No se deje
engañar. Es más probable que pronuncie mal un idioma hebreo que no conoce que
el español que conoce muy bien.
Ahora, ¿Qué consecuencia tiene el blasfemar
el nombre de Dios? Y ¿Qué consecuencia trae el impedir, el prohibir que se
pronuncie el nombre de Dios? Bastante.
Vemos un ejemplo en el pueblo de Israel,
durante el periodo de la Ley de Moisés.
“En aquel tiempo el hijo de una mujer israelita, el cual era hijo de un
egipcio, salió entre los hijos de Israel; y el hijo de la israelita y un hombre
de Israel riñeron en el campamento. Y el hijo de la mujer israelita blasfemó
el Nombre, y maldijo; entonces lo llevaron a Moisés. Y su madre se llamaba
Selomit, hija de Dibri, de la tribu de Dan. Y lo pusieron en la cárcel, hasta
que les fuese declarado por palabra de Jehová. Y Jehová habló a Moisés,
diciendo: Saca al blasfemo fuera del campamento, y todos los que le oyeron
pongan sus manos sobre la cabeza de él, y apedréelo toda la congregación.” Levítico 24:10-14.
¿En qué consistió la blasfemia de este
hombre? No fue que pronunció mal el nombre de Dios, sino que maldijo a Dios y blasfemó
el nombre de Jehová Dios. Las consecuencias no vinieron sobre el nombre de Dios
ni mucho menos contra Dios; el culpable de estas ofensas recibió castigo.
Ahora, con esto no quiero decir que debemos
tomar la justicia en nuestras manos y quitarle la vida a alguien, pues ya no
estamos bajo la ley de Moisés; pero estoy convencido que Jehová Dios le dará el
pago a cada quien que blasfeme contra él y contra su Santo y glorioso nombre.
“Ved ahora que yo, yo soy, Y no hay dioses conmigo; Yo hago morir, y yo
hago vivir; Yo hiero, y yo sano; Y no hay quien pueda librar de mi mano. Porque
yo alzaré a los cielos mi mano, Y diré: Vivo yo para siempre, Si afilare mi
reluciente espada, Y echare mano del juicio, Yo tomaré venganza de mis
enemigos, Y daré la retribución a los que me aborrecen.” Deuteronomio
32:39-41.
La blasfemia trae consecuencias al blasfemo,
a aquel que dice o hace la blasfemia y no trae consecuencia directa sobre aquel
o aquello que es blasfemado. Solo es atacado el buen nombre o reputación, pero
quien blasfema tendrá castigo en esta vida y en el juicio final.
“Y a los hijos de Israel hablarás, diciendo: Cualquiera que maldijere a
su Dios, llevará su iniquidad. Y el que blasfemare el nombre de Jehová, ha de
ser muerto; toda la congregación lo apedreará; así el extranjero como el
natural, si blasfemare el Nombre, que muera.” Levíticos 24:15-16.
“Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad
que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha
estorbado.” 1ra
Samuel 3:13.
Blasfemar es hablar
mal o en contra de alguien, decir que es incapaz de hacer e incluso atribuirle
despropósito.
“Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere
blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa
convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como éste.” Daniel 3:29.
“Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas
la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada.” Mateo 12:31.
¿Trae consecuencia impedir que se pronuncie
el nombre de Dios, queriendo Dios que le llamemos por su nombre? Saque usted
mismo su conclusión. Jesucristo les dijo a los intérpretes de la Ley, a los
Escribas y Fariseos:
“¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de
la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo
impedisteis.” Lucas 11:52.
“Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el
reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis
entrar a los que están entrando.” Mateo 23:13.
“Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus
discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen
pan con manos inmundas? Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó
de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, Mas su
corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas
mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis
a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de
beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes. Les decía también: Bien
invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.” Marcos 7:5-9.
“invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis
transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas.” Marcos 7:13.