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La obra que hace Jesucristo



La obra que hace Jesucristo.
Hebreos 10:12-14.
“pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.”
Con la expresión “toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” algunos asumen que Jesucristo tomó el control absoluto en el cielo, incluso desplazando al Dios todopoderoso, que vive y reina por los siglos de los siglos; el creador de todo lo creado. ¿Es esta la función de Jesucristo allá en el cielo? ¿Desplazar al Dios verdadero? ¿Hacer las cosas por Dios o en lugar de Dios? ¿A que ascendió Jesucristo al cielo? Es bueno recordar que Jesucristo está y estará sujeto a aquel que le envió; para hacer la voluntad de su Padre, nuestro Padre, su Dios, nuestro Dios.
Es triste ver como trasladamos nuestras conductas, nuestra forma de ser, egoísta y rebelde, queriendo nosotros hacer lo que nos plazca pensamos que Jesucristo ascendió a los cielos a hacer su propia voluntad y no seguir haciendo la voluntad de Dios, su Padre.
“Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el rollo del libro está escrito de mí. Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último.” Hebreos 10:7-9.
Note usted que:
a)    No dice, he venido para hacer mi voluntad, sino que dice que vino para hacer la voluntad de Dios.
b)    Tampoco dice, voy a quitar lo primero para establecer esto último, sino que dice: quita lo primero, para establecer esto último; hablando con Dios, quien es el que quitó lo primero y estableció algo nuevo, y no fue Jesucristo.
Hemos atribuido lo que hace Dios a nuestro señor Jesucristo so pretexto de que Jesucristo tiene toda potestad en el cielo y en la tierra; pero no nos damos cuenta que hemos dejado sin trabajo a el Dios creador de todas las cosas; y digo trabajo pues el Señor Jesucristo dijo:
“Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.” Juan 5:17.
Si necesitamos que ocurra un milagro, una sanidad o algún otro portento ¿Acaso no han oído que le piden a Jesucristo que lo haga? ¿Esto fue lo que hicieron los discípulos? Veamos que dice la escritura.
Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús.” Hechos 4:29-30.
Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, de tal manera que aun se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían.” Hechos 19:11-12.
“Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles.” Hechos 15:12.
Es necesario entender que es Dios quien sigue obrando hoy día, por más que le haya dado autoridad a Jesucristo. Es un error atribuirles los milagros a las personas que Dios usa como instrumentos para glorificarse por medio de ellos.
“cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.” Hechos 10:38.
Al quedarnos solo con este texto pareciera que fue Jesucristo quien sanaba y hacía, pero no: Era Dios por medio de Jesucristo.
“Varones israelitas,   oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis;” Hechos 2:22.
Así ha sido y seguirá. No se puede usar como excusa el texto que dice “toda autoridad me es dada” para apuntalar la creencia de que quien está gobernando es Jesucristo y no Dios. ¿A qué pues se refiere este texto? “Toda autoridad me es dada en el cielo y en la tierra”. Si usted sigue leyendo notará que hay una expresión clave que nos ayuda a entender y es “Por tanto”. La porción completa es relatada así:
“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;” Mateo 28:18-19.
“…Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos…”
¿A que se refiere? Que recibió autoridad para ordenar y encomendar a los discípulos para que fueran e hicieran discípulos. Como Dios me dio la potestad, entonces yo los envío. Fue facultado para dar la orden. No es otra cosa que la autorización para fundar la iglesia, con los discípulos y los que habrían de creer en Jesucristo por el testimonio de ellos. Por esto oró al Padre diciendo:
“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,” Juan 17:20.
Ahora, volviendo al texto inicial, podemos apreciar que dice:
“…se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies;…”
Dice claramente que está sentado, esperando. Piense por un momento ¿Tiene Jesucristo enemigos allá en el cielo? No; ¿Y acá en la tierra? Si; la parábola de Lucas 19:27 dice claramente quienes son: “Los que no querían que él gobernase”
A estos, Jesucristo destruirá cuando llegue el momento en que venga a ejercer autoridad acá en la tierra; en el reinado milenial, que es cuando Dios los ponga por estrado de los pies de Cristo al llegar a ser el más excelso de los reyes de la tierra. ¿Solo ellos?
“sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él.” Romanos 6:9.
Note usted que, aun cuando la palabra es clara cuando dice que la muerte no se enseñoreará mas de Jesucristo, el apóstol Pablo incluye la muerte como enemigo de Jesucristo.
“Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.” 1ra Corintios 15:25-26.
Este trabajo, de reinar y acabar con sus enemigos, aún no lo realiza Jesucristo.
El escritor del libro de hebreos hace esta observación:
“Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas.” Hebreos 2:8.
Aún faltan cosas por estar sujetas a Jesucristo. Está en el futuro; y esto como un ejemplo de las cosas que hará. ¿Qué está entonces haciendo Jesucristo allá en el cielo? El ostenta el cargo de Sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.
“Pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec.” Hebreos 7:17.
Es sumo sacerdote, aún no es rey para gobernar.
“mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.” Hebreos 7:24.
Jesucristo es sumo sacerdote y está sentado en los cielos como ministro del santuario.
“Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre.” Hebreos 8:1-2.
Así vemos a Jesucristo como ministro del santuario y esperando a que Dios ponga a los enemigos de Jesucristo por estrado de sus pies.
“pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies;” Hebreos 10:12-13.
Existen personas para las que no hay nada más difícil que recibir ayuda de otros; permitir que le ayuden. Quizá no conocen que ésta es una de las funciones actuales, de las tareas, que desarrolla Jesucristo para con los que creen en él. Al ser nombrado como sumo sacerdote, Jesucristo le toca ejercer su función como sumo sacerdote. Esta función va más allá de simplemente ofrecer un sacrificio en el lugar santísimo; que, en el caso de Jesucristo, lo realizó una vez para siempre. ¿Qué otra función ejerce el sumo sacerdote?
“Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados; para que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad; y por causa de ella debe ofrecer por los pecados, tanto por sí mismo como también por el pueblo.” Hebreos 5:1-3.
Este trabajo con los ignorantes y extraviados, se ve más claro en la escritura que dice:
“Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.” Hebreos 2:18.
Digo esto porque el trabajo consiste en socorrer. No porque los ignorantes y extraviados son tentados sino porque, de la misma forma que Jesucristo socorre a los que son tentados, así mismo es paciente con los ignorantes y extraviados para ayudarles a salir de esa situación, con paciencia.
Es difícil convencer a un extraviado de la verdad, a causa de la ignorancia, falta de conocimiento y terquedad. A veces es necesario hacer algo extraordinario para hacerle recapacitar. Jesucristo habló de algo que algunos creyentes harían a causa de la ignorancia y falta de conocimiento:
“Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios. Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí. Mas os he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho. Esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros.” Juan 16:2-4.
Llegarían hasta matar por la ignorancia, por no conocer a Dios ni conocer a su hijo Jesucristo. Esto le pasó a Saulo de Tarso.
“Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna.” 1ra Timoteo 1:12-16.
De manera que Jesucristo, como sumo sacerdote, mostró con Pablo clemencia y le socorrió; sacándole de la ignorancia donde estaba. Llegó así a ser Pablo el primero, pero no el único, con quien Jesucristo, como sumo sacerdote, ha mostrado su clemencia, su paciencia; pues habiendo Jesucristo sido tentado en todo es capaz de socorrernos.
Además de sumo sacerdote, Nuestro señor Jesucristo fue designado por Dios como Cabeza de la Iglesia.
“y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.” Efesios 1:22-23.
“porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.” Efesios 5:23-24.
“y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;” Colosenses 1:18.
Aún cuando no está presente físicamente en la iglesia, todo creyente debe hacer de Jesucristo su Señor, pues Dios lo hizo Señor y Cristo; lo colocó como la cabeza de la Iglesia.
“Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.” Hechos 2:36.
Como cabeza, Jesucristo interviene frecuentemente en la iglesia, ya sea para defender o para corregir alguna situación donde sea necesaria su intervención; pero esta no es en persona sino a través de instrumentos. Veamos ejemplos para que se entienda mejor.
Luego de la ascensión de Jesucristo al cielo, relata el libro de los hechos que hubo una gran persecución contra los que habían creído, los miembros, mas no contra los lideres. Fueron esparcidos por muchos lugares.
“Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles.” Hechos 8:1.
Jesucristo no impidió la persecución, pues esta era permitida por Dios; así ya Dios, con su Espíritu, se los había comunicado por boca de Jesucristo.
“Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre. Y esto os será ocasión para dar testimonio. Proponed en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder en vuestra defensa; porque yo os daré palabra y sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan.” Lucas 21:12-15.
Muestra esta porción la forma como Jesucristo, a través del Espíritu de Dios, si puede intervenir:
“…yo os daré palabra y sabiduría…”, aun con esto no evitaría la persecución.
Y digo a través del Espíritu de Dios pues así lo enseñó el mismo Jesucristo:
“Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.” Mateo 10:19-20.
Del mismo modo vemos en las escrituras que otra forma de intervenir Jesucristo fue haciéndole el llamado a uno de los cabecillas de la persecución.
Se le apareció en visión a Saulo de Tarso mientras este iba con planes de poner preso a algunos creyentes.
“Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.” Hechos 9:3-5.
Esta intervención fue orquestada por orden del mismísimo Dios eterno. Dios le ordenó a Jesucristo que se le apareciera en el camino a Saulo de Tarso.
“Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco.” Gálatas 1:15-17.
Vemos que Dios fue quien estableció el tiempo en que esto ocurriese; y Jesucristo, quien está sujeto a Dios, obedientemente se le apareció en visión a Saulo de tarso mientras iba en el camino hacia Damasco. ¿Visión? Si; así lo relata el Apóstol Pablo. A pesar de la luz, de caer del caballo, de perder la vista, el Apóstol Pablo aclara que eso fue una visión.
“Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial,” Hechos 26:19.
Jesucristo se le apareció en visión y habló con Saulo de Tarso para persuadirle de dejar de perseguir a la iglesia. No bajó a la tierra, sino que desde allá, desde el cielo, habló con Saulo. De igual modo el Señor Jesucristo le dijo a Ananías que Saulo había visto una visión, así como Ananías estaba viendo una visión:
“Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista.” Hechos 9:10-12.
Vemos también que, Jesucristo se sirvió de un discípulo para que fuera y orara por Saulo de Tarso para que recibiera la vista. No descendió y en persona tocó a Saulo y le devolvió la vista, sino que envió a Ananías. Así funciona su intervención en la iglesia; Jesucristo envía a sus siervos y el Espíritu de Dios que está en el siervo hace el milagro que sea necesario.
Durante estas visiones, Saulo recibió la promesa que Jesucristo se le aparecería en ocasiones sucesivas, que esa no iba a ser la única vez.
“Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío,” Hechos 26:16-17.
Entonces, podemos decir que el Señor Jesucristo puede intervenir en el curso de la iglesia apareciéndose en visión a alguien. Aún cuando no se relata, a lo largo del Nuevo Testamento, que lo haya hecho otra vez, estos dos casos, con Ananías y Saulo, dejan abierta la posibilidad de aparecerse Jesucristo en medio de una visión celestial.
Podemos ver también que Jesucristo hoy, para con la iglesia, puede intervenir por medio de ángeles. Enviar uno o varios ángeles, según sea el caso, para realizar un trabajo. No para predicar un mensaje diferente, sino para traer un mensaje individual, personal. Me explico:
“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan, que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.” Apocalipsis 1:1-2.
Jesucristo, por medio de un ángel, le declaró a Juan las cosas que habían de suceder. No hablo Jesucristo directamente con Juan, y las palabras que relata Juan que dijo Jesucristo fueron porque oyó que Jesucristo las dijo durante la visión que estaba viendo, no porque Jesucristo se haya dirigido directamente a Juan.
En este libro de Apocalipsis encontramos el capitulo dos y tres, donde nos ilustra la forma como Jesucristo interviene en la iglesia hoy día. Jesucristo reprende, exhorta, corrige. Veamos unos ejemplos.
“Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.” Apocalipsis 2:5.
“He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella.” Apocalipsis 2:22.
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” Apocalipsis 3:20.
Pero ¿Cómo lo hace? Debemos entender que estas cosas no las hace Jesucristo en persona, sino que envía a sus siervos, pues es necesario que el cielo reciba a Jesucristo hasta el tiempo de la restauración de todas las cosas.
“y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.” Hechos 3:20-21.
En estos ejemplos del libro de apocalipsis, vemos que el mensaje es entregado a Juan para que se lo haga llegar al líder de cada una de las iglesias.
Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto:” Apocalipsis 2:1.
Cuando comprendamos que las palabras de Jesucristo fueron claras a sus discípulos de cómo ocurrirían las cosas cuando él ya no estuviese en persona acá en la tierra, podremos con toda seguridad clamar a Dios y esperar el resultado, como dijo Jesucristo que ocurriría. Empecemos por aquí:
“Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.” Mateo 21:22.
Pero ¿A quién se le ha de pedir? ¿A Dios o a Jesucristo?
“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.” Juan 15:16.
Usted le pide al Padre, en el nombre de su Hijo amado, y entonces el Padre se lo dará.
“En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará.” Juan 16:23.
¿Lo noto? Jesucristo les dijo que no le preguntarían nada a él, sino que le pedirían al Padre. Qué buena es la obediencia, que todo lo que necesitamos le pidamos al Padre en el nombre de su Hijo Jesucristo.
En aquel día pediréis en mi nombre; y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros,” Juan 16:26.
La oración sigue siendo el Padre, lo que puede variar es quien lo haga o por medio de quien venga la respuesta.
“Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.” Juan 14:13-14.
Vuelve a decir que le pidamos al Padre, pero esta vez dice que es Jesucristo quien dará la respuesta, quien hará lo que le pidamos ¿Cómo así? Jesucristo lo dijo bien claro, tanto Dios como Jesucristo trabajan.
“Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.” Juan 5:17.
Otra de las funciones de Jesucristo es cuidar y sustentar a la iglesia, su cuerpo.
“Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.” Efesios 5:29-30.
Esta función la ejerce Jesucristo sin necesidad de estar en cuerpo presente. Es bien sabido como, por medio del Espíritu de Dios, nos da a conocer situaciones que están ocurriendo en un lugar distante de donde nos encontramos en persona, por medio de revelación, por medio de sueños, por medio de visiones. Esta es una de las cosas que ya había profetizado Joel.
“Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.” Joel 2:28-29.
Ahora, si esto es con nosotros que estamos en vasos de barro, sujetos aún a tantos problemas, ¿Cuánto más con nuestro Señor Jesucristo, quien ascendió a los cielos triunfante y está sentado a la diestra de Dios Padre? El Espíritu de Dios, que mora también en Cristo Jesús, da testimonio de lo que acá en la tierra ocurre; y por el mismo Espíritu recibimos dirección, de parte del Señor, para que hagamos la voluntad de Dios y no la nuestra.
Existe un mecanismo que algunos no se toman la molestia en tenerlo presente. Todas nuestras obras, acciones, están quedando grabadas en un libro, allá en los cielos.
“Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.” Apocalipsis 20:12.
“Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.” Apocalipsis 20:15.
¿Cómo es el proceso para que todas las cosas queden escritas en los libros? No están solamente en la mente de Dios, quedan asentados por escritos. En estos libros se puede escribir y se puede borrar.
“Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.” Lucas 10:20.
“El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.” Apocalipsis 3:5.
De la misma manera que vemos que alguien puede ser inserto o alguien puede ser borrado, debemos creer que todo lo que pasa en la iglesia, en el cuerpo de Cristo, es sabido o conocido allá en los cielos.
Para el proceso de cuidado, instrucción, exhortación; para eso es que fueron establecidos los ministerios; para llevarnos a la perfección.
“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.” Efesios 4:11-16.
Se les da la guía a estos ministros y ellos, a su vez, guía al pueblo; por los que se les pedirá cuenta.
“Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.” Hebreos 13:17.
“Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a tiempo les dé su ración? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. En verdad os digo que le pondrá sobre todos sus bienes. Mas si aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y embriagarse, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles. Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.” Lucas 1242-48.
Vendrá un día donde Jesucristo será visto regresando a esta tierra, para buscar a los escogidos. Esa es una tarea que está por cumplir.
“De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre.” Mateo 13:40-43.
“Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.” Mateo 13:49-50.
Jesucristo se limitará a dar una orden, y los ángeles la ejecutarán. Por eso dice que los que están en los sepulcros oirán su voz.
“No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.” Juan 5:28-29.
Ahora bien, llegará el día cuando Jesucristo reciba un reino; el reino que le prometió Dios a David su padre, que no faltaría uno de sus hijos que se siente sobre el trono. Allí recibirá dominio y empezará una nueva etapa, con nuevas tareas y funciones; ahora sí, en persona, sobre esta tierra, por mil años.
“Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.” Daniel 7:13-14.
Entonces se cumplirá lo que está escrito:
“Él me clamará: Mi padre eres tú, Mi Dios, y la roca de mi salvación. Yo también le pondré por primogénito, El más excelso de los reyes de la tierra.” Salmos 89:26-27.
Es cuando inicia su reinado, junto con los santos del altísimo. Este periodo será objeto de una tercera parte.

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