El
Reino de Dios y del cordero.
Apocalipsis 22:3.
Y no habrá más
maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le
servirán,”
Cuando hablamos del reino milenial en esta
tierra, es impresionante la facilidad con la que puede confundirse el Reino de
Dios con el reino del Mesías; es muy frecuente escuchar que es lo mismo, que
simplemente es el reino de Dios. ¿Existe alguna diferencia? ¿Existe el reino de
Dios y además existe el Reino de Jesucristo? ¿Por qué pareciera ser el mismo reino?
¿Cuántos tronos hay en este reino?
Claramente, en la biblia encontramos que Dios
ha establecido un Reino que es Universal, que rige desde el lugar donde ha
colocado su trono, desde el cielo.
“Jehová estableció en
los cielos su trono, Y su reino domina sobre todos.” Salmos 103:19.
Este reino es sempiterno, nunca acabará. Así
lo leemos en el libro de Daniel:
“Conviene que yo
declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo. ¡Cuán
grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino
sempiterno, y su señorío de generación en generación.” Daniel 4:2-3.
Este Dios ejerce su dominio y da autoridad a
quien él quiere. Establece como rey acá en la tierra según su voluntad.
“La sentencia es por
decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la resolución, para que
conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que
a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres.”
Daniel 4:17.
Dios ha establecido que levantará como rey en
esta tierra a un descendiente de David, que gobierne bajo el temor de Dios.
“El Dios de Israel ha
dicho, Me habló la Roca de Israel: Habrá un justo que gobierne entre los
hombres, Que gobierne en el temor de Dios.” 2da Samuel 23:3.
Esta promesa está hecha para cumplirse por
medio de Jesucristo.
“Él me clamará: Mi
padre eres tú, Mi Dios, y la roca de mi salvación. Yo también le pondré por
primogénito, El más excelso de los reyes de la tierra.” Salmos 89:26-27.
En la explicación que dio Daniel a Nabucodonosor,
de aquella estatua que había visto en sueño y que representaba los reinos del
mundo a través de los años hasta el fin, le habla de cómo Dios levantará un
reino que gobernará en toda la tierra:
“Y en los días de
estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás
destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a
todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, de la manera que viste
que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro,
el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que
ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su
interpretación.” Daniel 2:44-45.
Esta piedra, que desmenuzará a los otros
reinos, es Jesucristo, en su reino milenial; un reino levantado y establecido
por Dios en esta tierra. Así, el reino milenial es el reino de Dios, no porque
Jesucristo sea Dios sino, porque Dios establecerá a Jesucristo como Rey en la
tierra.
“Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios, Y sobre ellos
tronará desde los cielos; Jehová juzgará los confines de la tierra, Dará
poder a su Rey, Y exaltará el poderío de su Ungido.” 1ra Samuel 2:10.
Cuando un rey es
establecido por Dios, a ese reino o reinado se le considera el reino de Dios,
aún cuando no es Dios en persona quien reina; es un ser humano reinando en
nombre de Dios, por disposición de Dios.
“En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, yo quebraré su yugo de tu
cuello, y romperé tus coyundas, y extranjeros no lo volverán más a poner en
servidumbre, sino que servirán a Jehová su Dios y a David su rey, a quien yo
les levantaré.” Jeremías 30:8-9.
Cuando un rey hace
volver al pueblo a buscar a Dios o hace que el pueblo busque al Dios verdadero,
a ese reino o reinado se le considera el reino de Dios. Así se refirió David de
su trono cuando Salomón fue designado como sucesor en Israel:
“Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió
a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre
Israel.” 1ra
Crónicas 28:6.
Note usted que, cuando dice que Salomón se sentaría en
el trono, hace referencia al trono del reino de Jehová sobre Israel. Llama al
trono de Israel como el trono de Jehová Dios, pero aclara “el trono del reino
de Jehová sobre Israel”; esto no se refiere a su trono allá en los cielos. Esta
es la misma distinción para con el Hijo de Dios: Jesucristo como rey se sentará
en el trono del reino de Jehová Dios sobre Israel durante el milenio.
El pueblo de Israel debía ser gobernado por Dios.
El propósito de Dios
es que el pueblo le sirva, por lo que el rey estaba en representación de Dios.
Cada vez que Dios nombraba un juez o un profeta, Dios gobernaba por mano de
este. Así será en el milenio. Dios gobernará
en la tierra por mano de nuestro Señor Jesucristo.
“Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan;
porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no
reine sobre ellos.” 1ra Samuel 8:7.
El reinado de
Josafat, rey de Judá, nos sirve como ejemplo. En segunda de Crónicas capítulo
diecinueve, cuando nombró jueces, les dijo:
“Y puso jueces en todas las ciudades fortificadas de Judá, por todos los
lugares. Y dijo a los jueces: Mirad lo que hacéis; porque no juzgáis en
lugar de hombre, sino en lugar de Jehová, el cual está con vosotros
cuando juzgáis. Sea, pues, con vosotros el temor de Jehová; mirad lo que
hacéis, porque con Jehová nuestro Dios no hay injusticia, ni acepción de
personas, ni admisión de cohecho. Puso también Josafat en Jerusalén a algunos
de los levitas y sacerdotes, y de los padres de familias de Israel, para el
juicio de Jehová y para las causas. Y volvieron a Jerusalén. Y les mandó
diciendo: Procederéis asimismo con temor de Jehová, con verdad, y con corazón
íntegro. En cualquier causa que viniere a vosotros de vuestros hermanos que
habitan en las ciudades, en causas de sangre, entre ley y precepto, estatutos y
decretos, les amonestaréis que no pequen contra Jehová, para que no venga ira
sobre vosotros y sobre vuestros hermanos. Haciendo así, no pecaréis.” 1ra Samuel 19:5-10.
Así, todo lo que
hacía un representante del rey, fuese juez o sacerdote, lo hacía en nombre de
Dios, en lugar de Dios. Dios estaba siendo representado en aquel funcionario.
Por eso, cuando los
israelitas pidieron rey, Dios le dijo a Samuel que a quien habían desechado era
a Dios y no a Samuel.
“Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para
ver a Samuel, y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus
caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen
todas las naciones. Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un
rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová. Y dijo Jehová a Samuel: Oye la
voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a
mí me han desechado, para que no reine sobre ellos. Conforme a todas las
obras que han hecho desde el día que los saqué de Egipto hasta hoy, dejándome a
mí y sirviendo a dioses ajenos, así hacen también contigo. Ahora, pues, oye su
voz; mas protesta solemnemente contra ellos, y muéstrales cómo les tratará el
rey que reinará sobre ellos.” 1ra Samuel 8:4-9.
Así es el reino de
Dios en la tierra con los hombres. Dios encarga a alguien que haga conforme a
su voluntad y guíe al pueblo a buscar a Dios y serle fiel.
Jesucristo habló del milenio como su reino.
“De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la
muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.” Mateo 16:28.
“Él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se
sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda.
Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del
vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy
bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos. Él les dijo: A la verdad, de mi vaso
beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero
el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos
para quienes está preparado por mi Padre.” Mateo 20:21-23.
“Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado
todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos? Y Jesús les dijo: De cierto os
digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono
de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre
doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.” Mateo 19:27-28.
Jesucristo habla del
milenio como su reino, pero reconoce que en ese reino se hará la voluntad de su
Padre. Por eso les dijo que era Dios quien decidía quien se iba a sentar a cada
lado de Jesucristo durante ese reino milenial. Ciertamente habrá quienes
estarán sentados a la derecha y a la izquierda de Jesucristo durante este
reino, pero ¿quiénes serán? Aquellos que el Padre puso en su sola potestad.
“Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el
reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.” 2da Pedro 1:11.
Sin embargo, el señor
Jesucristo se refirió a este periodo de mil años como el reino de su Padre.
“Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta
aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.” Mateo 26:29.
Como entonces, ¿es el
reinado de Jesucristo o es el de su Padre?
¿De quién es el Reino Milenial?
Este será un periodo
en el cual se restaurará el sistema establecido por Dios y que rigió en la
antigüedad al pueblo de Israel, donde Dios levantaba un guía, un caudillo que
hacía volver al pueblo a la presencia de Dios. Dios lo escogía, lo ungía y por
medio de él gobernaba sobre el pueblo. Esto ocurrirá con Jesucristo. Dios
establecerá a Jesucristo como rey, y su trono será de Dios y del cordero: de
ambos. Jesucristo es representación de su Padre. Por eso dice la escritura.
“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que
decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su
Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.” Apocalipsis 11:15.
Es de resaltar que el
reino de Jesucristo será sobre los reinos de la tierra, de donde ya han sido retirado
los salvados y llevado al campamento de los santos, otro nombre para la nueva Jerusalén.
Si el Rey es
Jesucristo, ¿Por qué dice la escritura que es el reino de Dios?
“Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a
Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros
estéis excluidos.” Lucas 13:28.
Jesucristo reconoce
que el poder y autoridad que ejercerá en ese reino es de Dios. De la misma
forma que no se adjudicó el haber sanado a los enfermos el mismo sino que el
Padre lo hizo por medio de él, así será el reino. Jesucristo reconoce que hay
uno superior a él, que Dios en su cabeza y a él está sujeto.
“¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os
hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí,
él hace las obras.” Juan 14:10.
“Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón
es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.” 1ra Corintios 11:3.
En este orden, donde
Jesucristo reconoce a Dios como su superior, hará que la voluntad de Dios sea
en su mano prosperada durante ese reinado. Dios estará reinando en la tierra
por mano de Jesucristo.
“Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento.
Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por
largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.” Isaías 53:10.
Es voluntad de Dios
entregarle autoridad a Jesucristo durante este reinado.
“Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la
salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo;
porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los
acusaba delante de nuestro Dios día y noche.” Apocalipsis 12:10.
El reino milenial de Jesucristo en esta tierra, por
voluntad de Dios, es temporal.
Este periodo, donde
Jesucristo ejercerá el reino en esta tierra como representante de Dios, está
previsto que dure algo más de mil años, pero no mucho tiempo más. Si hablamos
de milenio, ¿no es obvio que durará mil años? No; no está previsto que, al
finalizar los mil años, alguien suceda a Jesucristo como rey en este trono. Sin
embargo, luego que hayan pasado mil años, declara la escritura que el diablo,
que había estado atado y encarcelado por mil año, será desatado por un breve
periodo de tiempo.
“Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y
lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello
sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos
mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.” Apocalipsis 20:2-3.
Este periodo, después
del milenio, en el cual el diablo va a andar libre otra vez, no refiere la
escritura de cuantos días o años se tratará; solo dice: por un poco de
tiempo. Lo que si aclara es cuál será la
conducta, las cosas que hará el diablo en este poco tiempo:
“Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, y
saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la
tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de
los cuales es como la arena del mar. Y subieron sobre la anchura de la tierra,
y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió
fuego del cielo, y los consumió.” Apocalipsis 20:7-9.
Esto es lo que ha
hecho el enemigo durante todos estos años, y después de mil años de encierro
volverá a engañar a las naciones para que vayan y hagan guerra contra el
campamento de los santos y la ciudad amada.
Hay acá dos sitios
diferentes, en ambos el rey es Jesucristo, quien lidera la adoración al Dios
verdadero, Jehová Dios todopoderoso.
El campamento de los
santos, la nueva Jerusalén, que descendió del cielo, y la ciudad amada, que no
es otra que la Jerusalén terrenal, donde Dios puso su nombre.
¿Cuánto tiempo le
tomará este trabajo al enemigo, de engañar a las naciones? No está descrito,
pero mientras esto está ocurriendo aún Jesucristo es Rey en Israel; hasta que
Dios haga descender fuego de los cielos y consuma a los que se levantaron en
armas contra Jesucristo y su reino.
Entonces se cumplirá
lo que de Jesucristo está escrito:
“Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el
Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios
sea todo en todos.” 1ra Corintios 15:28.
Es entonces, que se
dará el juicio en el gran trono blanco.
Pero, ¿no dice que su reino no tendrá fin?
Al leer las palabras
que el ángel le dijera a María, pudiésemos pensar que al decir que el reino de
Jesucristo no tiene fin, es que va a reinar para siempre jamás sobre esta
tierra.
“Éste será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará
el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y
su reino no tendrá fin.” Lucas 1:32-33.
¿Porqué dijo el ángel
que su reino no tiene fin?
Cuando vemos los
acontecimientos posteriores al milenio, donde las naciones se reunirán para
pelear contra el cordero, ¿Cómo termina esa guerra? ¿Destronan a Jesucristo?
No; todas las naciones son juzgadas por Dios, pero Jesucristo, la ciudad amada
y el campamento de los santos, no son tocados.
“Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los
santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió.”
Apocalipsis
20:9.
Se acaban los reinos
del mundo, pero el reino de Jesucristo no. Ahora, ¿Qué ocurre? Ya no hay más a
quien gobernar en esta tierra, los reinos del mundo se levantan contra el reino
de Dios y del cordero. Dios mete su mano y hace juicio para dar lugar al juicio
en el trono blanco.
“Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del
cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.” Apocalipsis 20:11.
Este juicio se hará
fuera de esta tierra, ya que la tierra y el cielo huyeron de delante del que
está sentado en el trono blanco. De modo que este trono blanco no está en esta
tierra.
Ahora bien, el reino
de Jesucristo no tuvo fin, porque no le dejará el trono a otro rey en esta
tierra.
“Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que
no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará
y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre,” Daniel 2:44.
Pero el tiempo de
permanencia acá en esta tierra se habrá acabado. El reino no tendrá fin porque
Jesucristo ya no muere, pero el trono de David dejará de existir, por esto
tiene establecido que sea de mil años de duración. Lo que se le ha prometido es
que reinará por mil años.
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de
juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y
por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y
que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y
reinaron con Cristo mil años.” Apocalipsis 20:4.
“Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la
segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios
y de Cristo, y reinarán con él mil años.” Apocalipsis 20:6.
Es el trono de David, pero no es el reinado de David.
“Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de
David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en
justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará
esto.” Isaías
9:7.
El reinado de David
terminó con su muerte, como la mayoría de los reyes de esta tierra; pero el
trono, el derecho para gobernar sobre Israel, de sentarse sobre el trono que
fuera de David, aún no ha pasado. Se le denomina reino de David por ser en la
misma nación, pero no es una continuación directa de su reino.
Es
un Reino con el trono compartido.
La forma más fácil de comprender este reinado
es entender que el trono no es exclusivo de Jesucristo. La biblia dice
claramente que es un trono compartido; Dios comparte su trono con Jesucristo.
“Y no habrá más
maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus
siervos le servirán,” Apocalipsis 22:3.