Ir al contenido principal

El alma inmortal

El Alma Inmortal
1ra Corintios 15:45.
“Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.”

La inmortalidad es una condición que Dios se ha reservado exclusivamente para él.
el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.” 1ra Timoteo 6:16.
Sin embargo, el empeño del ser humano es alcanzar una condición de inmortalidad. Bajo este deseo ha buscado la forma de alimentar la ilusión que el enemigo le hizo creer allá en el huerto en Edén cuando engañó a Eva y a Adam.
“Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis;” Génesis 3:4.
Habiendo Dios dispuesto para la raza humana la condición de ser mortales, el enemigo les susurró que eran inmortales y le creyeron; aún hoy día se empeñan en proclamar la inmortalidad. Pero, al conseguirse que, un día, todos tengan que ir al sepulcro entonces creen que es el cuerpo que morirá pero que el alma nunca morirá. Y hago el énfasis en la expresión “nunca” porque esto es el significado de lo que algunos dicen, y es por esto que es mentira, que unas almas son atormentadas eternamente y otras son consoladas eternamente: que por ningún motivo dejará de existir.
Afirmar que el alma es inmortal es tan peligroso como negar su existencia o afirmar su inexistencia después de la muerte del cuerpo; más grave aún asegurar que no existe un alma.
Por afirmaciones como estas, a través de la historia, se han desarrollado un debate, una prolongada puja por demostrar quién tiene la verdad. Mientras estamos vivos, unos afirman que no hay algo llamado alma. Otros si creen que existe el alma, que somos almas mas no que tengamos alma. Están los que piensan que no somos alma sino que tenemos un alma.
Luego, en la hora de la muerte, cada una de estas afirmaciones vuelve a divergir. Que el alma se desvanece con el cuerpo en la hora de la muerte. Que el alma sigue existiendo después de la muerte del cuerpo e inmediatamente es llevada al cielo para ser consolada o al infierno para ser atormentada. Que el alma permanece después de la muerte y es enviada al Seol donde reposa, duerme.
El problema radica en lo que suponen que ocurrirá con el alma cuando llega la hora de la muerte, inmediatamente después de esta. Es cuestión de tiempo. Si usted escucha que inmediatamente al morir los buenos van al cielo y los malos al infierno, esta clase de afirmación no tiene bases bíblicas. Es una verdad que el alma no permanece, inmediatamente después de la muerte, viviendo en el cielo o en el infierno; pero también es cierto que permanece en existencia esperando el día de la resurrección del cuerpo, el día en que sea revestida o vuelta a vestir.
En otras palabras: ¿Que el alma va al cielo? Si; eso es cierto, el problema está en el cuándo y el cómo. ¿Que el alma muere? Si; eso también es cierto, el problema es cuando y como.
Entienda que el problema está en querer atribuirle obras al alma fuera del cuerpo. Cuando el cuerpo muere las obras del alma cesan, va a un lugar, al Seol, y es puesta a dormir.
“Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.” Eclesiastés 9:10.
Esta ausencia de trabajo no significa muerte. ¿Acaso cuando usted se va a dormir cada noche, y cesa de trabajar, mientras duerme está muerto? No; pero mientras duerme no está trabajando. No deja de existir, simplemente duerme.  Así es el alma, cuando el cuerpo muere, entonces es trasladada al Seol y allí duerme, descansa de sus funciones, pero no está muerta, no ha dejado de existir. Hay una gran diferencia entre esto y cuando llegue la muerte segunda, entonces el alma si dejará de existir, ya no solo cesará de sus obras sino que será extinguida.
¿El alma irá al cielo? Sí; pero no inmediatamente después de la muerte del cuerpo. Sí; pero no desnuda, sin cuerpo. El alma no subirá al cielo sin un cuerpo. El alma subirá revestida de cuerpo al cielo. ¿Para qué irá? Irá para ser juzgada en el trono blanco; no irá a un paraíso allá en el cielo, pues esa ciudad, el paraíso de Dios, descenderá del cielo a la tierra y entraremos en él acá en la tierra durante el milenio.
“Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.” Apocalipsis 21:2.
No irá a ser consolada en el seno de Abraham allá en el cielo, pues el seno de Abraham estará acá en esta tierra.
¿Cuándo irá al cielo? Después del milenio; y esto es diferente de la salida a recibir al Señor en el aíre cuando venga a reinar, aunque tendremos cuerpo ya resucitado, en ese momento no subiremos hasta el trono de Dios sino que saldremos a recibir al Señor en el  aire y entraremos con él en las bodas. No iremos a buscarle donde está actualmente sentado, a la diestra del trono de Dios, con Dios, sino que dice que saldremos al encuentro de nuestro Señor que viene.
“Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.” Mateo 25:6-10.
“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.” 1ra Tesalonicenses 4:16-17.
Así que no es en este momento que estaremos frente al trono blanco. Antes de poder subir al cielo, es necesario que el alma sea revestida de cuerpo. Debe presentarse ante el tribunal de Cristo. Debe cumplir con lo dispuesto en la sentencia del tribunal de Cristo, para unos es ser atormentados y para otros el ser consolado. Luego del milenio, entonces si es necesario subir al cielo, a presentarnos ante el gran trono blanco, delante del trono de Dios. Allí recibiremos sentencia y debemos cumplir con lo que estipule ese tribunal: Vida eterna a los buenos y extinción, destrucción para los malos.
De manera que la ida al cielo no es inmediatamente después de morir, ahora es cuando falta. Así mismo, es cuando nos presentemos ante el gran trono blanco que se confirmará, más que nunca, que el alma es mortal. Se enseñoreará del alma la muerte segunda, en aquellos que hicieron lo malo; la muerte que destruye cuerpo y alma en el lago de fuego.
“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.” Mateo 10:28.
Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Ésta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.” Apocalipsis 20:14-15.
No fue que Dios cambió de planes, desde que creó al hombre lo hizo siendo un mortal, con alma y cuerpo mortales. Por eso antes que pecase les advirtió:
“mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.” Génesis 2:17.
La muerte no es una posibilidad, es una certeza; dada en dos tiempos. Todos los días mueren muchos seres humanos. Se necesitaría un tribunal dispuesto perennemente juzgando a cada quien que va muriendo para darle su recompensa inmediatamente, pero no es así. Dios ha establecido un tiempo, una hora para juzgar.
Para el primer juicio:
“por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.” Los hechos 17:31.
Para el segundo juicio:
“Ve, pues, ahora, lleva a este pueblo a donde te he dicho; he aquí mi ángel irá delante de ti; pero en el día del castigo, yo castigaré en ellos su pecado.” Éxodo 32:34.
“Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.” Apocalipsis 20:11-12.
Así pues, la muerte es una certeza en dos tiempos pues primero se da la muerte sólo del cuerpo, tanto para los buenos como para los malos, y luego la muerte del alma con el cuerpo, en aquellos que hicieron lo malo. Por el hecho de ser mortales, en alma y cuerpo, no significa que a Dios no le haya placido conceder vida a aquellos que él le quiera conceder vida, a los que sean dignos de su misericordia y compasión.
“Y Jehová respondió a Moisés: Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi libro.” Éxodo 32:33.
“Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente.” Éxodo 33:19.
“¿Qué, pues, diremos? ¿Qué hay injusticia en Dios? En ninguna manera. Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.” Romanos 9:14-16.
“Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” Romanos 6:22-23.
No existe algo como un alma inmortal. Alcanzamos la vida mediante la fe en Jesucristo; se nos concede vida.
“Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.” Hebreos 10:38-39.
La única forma de preservar el alma es por medio de la fe, pues para aquellas almas que decidieron vivir en esta tierra haciendo la voluntad de la carne, siendo hijos de ira, está determinada la muerte de su alma en la muerte segunda, después de ser juzgados en el trono blanco por Jehová Dios.
“También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para  muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.” Lucas 12:16-21.
En esta parábola podemos ver reflejado que este hombre, que tenia tantos bienes, iba a pasar por un proceso que le ocurre a todo ser humano: “…esta noche vienen a pedirte tu alma…” note usted que no dice esta noche vas a morir, sino que vendrían por su alma. Claro está, el cuerpo sin el alma, aunque no está muerto, no puede expresar movimientos. Esto de que vendrían a pedirle su alma no es más que con el propósito de ser trasladada hasta el Seol, donde la muerte pastorea las almas de los que sus cuerpo ya han muerto de sobre la tierra.
“Como a rebaños que son conducidos al Seol, La muerte los pastoreará, Y los rectos se enseñorearán de ellos por la mañana; Se consumirá su buen parecer, y el Seol será su morada. Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol, Porque él me tomará consigo. Selah” Salmos 49:14-15.
Fuimos creados como almas vivientes, almas con vida, pero no como almas inmortales. Esto nos diferencia de Dios, quien es viviente pero al mismo tiempo es inmortal.
“Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.” Juan 6:57.

Entradas más populares de este blog

LAS ENFERMEDADES Y LOS SIERVOS DE DIOS

Las enfermedades y los siervos de Dios. 2da de Corintios 11:29. “¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?” A veces encontramos personas que creen que es su deber pelear contra las enfermedades como si fuesen sus enemigos. Le declaran la guerra, como si la enfermedad es un monstruo que se está llevando a la persona, no sabiendo cual es el origen y que no tienen que pelear sino rogar a Dios, quien es el que puede solucionar la situación. En la biblia encontramos relatos en la vida de los siervos de Dios, episodios donde atravesaron diversas enfermedades; aún cuando eran ungidos de Dios y es que no existe tal cosa como que no tendremos enfermedades en nuestro cuerpo. Grandes hombres de Dios padecieron enfermedades. Existe la posibilidad de padecer enfermedades mientras estemos en esta tierra. El Apóstol Pablo relata en su vida varios episodios de enfermedad. Hablando con los gálatas dice: “Pues vosotros sabéis que a causa de una