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La muerte primera

La muerte primera.
Mateo 10:28.
“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.”
La muerte, es uno de los eventos que es obligatorio que todo ser humano le toque vivir.
“Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.” Génesis 3:19.
Al mismo tiempo, es una de las cosas que causa más preocupación y temor en las personas, quizá porque no entienden lo que ocurre y más aún no están seguros de qué les depara el futuro, cuando se presenten para dar cuenta por lo que hicieron.
“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.” Hebreos 2:14-15.
Pero ¿Qué ocurre en la hora de la muerte?
No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal guerra, ni la impiedad librará al que la posee.” Eclesiastés 8:8.
Al salir el espíritu de vida, el espíritu que le da vida al cuerpo, es cuando se produce la muerte del cuerpo.
“Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.” Santiago 2:26.
Dice la escritura que no hay hombre alguno que tenga potestad sobre el espíritu en la hora de la muerte. Esto es un acto donde no intervine la voluntad humana; y esta es la razón por la que nadie puede retener el espíritu que le da vida al cuerpo en la hora de la muerte. Cuando el espíritu de vida abandona el cuerpo no hay forma de retenerlo. Es importante dejar claro que la muerte primera causa la muerte solo del cuerpo, y no tiene potestad de matar el alma, destruirla, solo de enseñorearse de ella para retenerla en un lugar impidiéndole salir de allí.
Dios dispuso leyes biológicas que sustentan el funcionamiento del cuerpo. Al perderse el equilibrio, y no poder restablecerlo, el espíritu de vida abandona el cuerpo y no hay nada que podamos hacer para mantener el cuerpo con vida. A pesar de que la ciencia ha aumentado y logre mantener el funcionamiento mediante equipos sofisticados, si la persona es desconectada de los aparatos inmediatamente deja de funcionar, porque el espíritu de vida ya no está en ese cuerpo.
Una porción que nos ilustra bien la diferencia entre la muerte primera y la muerte segunda es:
“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.” Mateo 10:28.
Quizá usted haya escuchado lo contrario; que una persona tiene el cuerpo vivo pero el espíritu muerto. A esto se refieren con muerte espiritual: muerte en vida. Estas expresiones no aparecen en la biblia. No debe confundirse cuando dice:
“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,” Efesios 2:1.
La razón por la que usa esta expresión es:
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” Romanos 6:23.
De manera que, debe esperarse hasta el día del juicio en el trono blanco.
Lo que si encontramos es que dice que se puede matar el cuerpo sin matar el alma, esta es la muerte primera. También vemos que dice que hay otra muerte, la muerte segunda, donde el alma y el cuerpo juntos son destruidos. Estas dos muertes no deben confundirse, pues mientras la primera no se puede evitar, la segunda es totalmente evitable.
La descomposición del cuerpo se da porque la muerte se ha enseñoreado del ser humano destruyendo el cuerpo y reteniendo el alma en el Seol.
“Como a rebaños que son conducidos al Seol, La muerte los pastoreará, Y los rectos se enseñorearán de ellos por la mañana; Se consumirá su buen parecer, y el Seol será su morada.” Salmos 49:14.
Por eso dice que un día a la muerte le tocará entregar a los muertos que tiene en su poder.
“Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.” Apocalipsis 20:13.
Si el alma se extingue junto con el cuerpo en la muerte primera, entonces la muerte no ejercería dominio o señorío sobre ninguno pues simplemente dejo de existir; no retendría a nadie en el Seol, no hubiese nadie que entregar para ser llevado a juicio. Pero dice la escritura que la muerte los pastorea y que debe entregar a aquellos sobre los que ejerce dominio para que sean juzgados.
La biblia habla del cuerpo muerto.
“Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.” Mateo 24:28.
“Y dijo Hageo: Si un inmundo a causa de cuerpo muerto tocare alguna cosa de estas, ¿será inmunda? Y respondieron los sacerdotes, y dijeron: Inmunda será.” Hageo 2:13.
Es necesario hacer el énfasis en que con la muerte primera lo que muere es el cuerpo, la carne es la que está muerta. Esto lo vemos con la muerte de nuestro Señor Jesucristo.
“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;” 1ra Pedro 3:18.
Note que dice: “…muerto en la carne…” El alma no ha muerto. Esto no es una prueba de inmortalidad del alma, simplemente nos recuerda que el cuerpo es mortal.
“No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;” Romanos 6:12.
“Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.” 2da Corintios 4:11.
¿Qué pasa con este cuerpo después de la muerte?
Con la muerte el cuerpo se vuelve en algo inerte, en un cadáver. El designio de Dios para con ese cuerpo es que se desintegre, se convierta en polvo, vuelva al polvo de donde fue tomado.
El apóstol Pablo refiere que ocurre una desintegración de este cuerpo. Lo hace con la expresión deshacer.
“Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.” 2da Corintios 5:1.
Ciertamente eso es lo que ocurre con nuestro cuerpo: cuando el espíritu de vida sale del cuerpo comienza un proceso de deshacer lo que durante tanto tiempo fue hecho hasta llegar a ser nuevamente polvo. En la sepultura no debería quedar cuerpo. Job lo relata de esta manera:
“Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios;” Job 19:26.
De manera que ocurre un proceso de descomposición diferente a lo que ocurre con el alma. Mientras el alma permanece dormida en el Seol, en espera de ser despertada, el cuerpo se va desintegrando hasta convertirse en polvo.
Veamos con detenimiento las palabras que Dios, por boca de Jesucristo, dijo tocante al cuerpo de Cristo.
“Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? Mas él hablaba del templo de su cuerpo. Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho.” Juan 2:19-22.
En este pasaje no está hablando de destruir el alma. Claramente se refiere a lo que hicieron con el cuerpo de Jesucristo, lo destruyeron, pero encontramos que Dios no permitió que viera corrupción y lo vivificó al tercer día.
“Mas Dios le levantó de los muertos.” Hechos 13:30.
“Mas aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción.” Hechos 13:37.
“Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.” Romanos 8:11.
Es evidente que el alma no la pudieron tocar. Fue el mismo Jesucristo quien nos alentó con estas palabras:
“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.” Mateo 10:28.
Así encontramos que el apóstol Pedro dijo de Jesucristo:
“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;” 1ra Pedro 3:18.
¿Qué pasó con el alma de Jesucristo mientras su cuerpo estaba en el sepulcro?
“viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción.” Hechos 2:31.
Mientras el cuerpo estaba en la tumba el alma de Jesucristo estaba en el Hades, a la espera de que el cuerpo fuese vivificado.
Hay que hacer la diferencia entre muerte y corrupción. Son dos cosas diferentes. Mientras la muerte es una condición por la ausencia de espíritu de vida en el cuerpo, corrupción es la desintegración o descomposición del cuerpo. Esta corrupción es más evidente posterior a la muerte, aunque encontramos personas que, aun en vida, su cuerpo puede entrar en descomposición, como es el caso de procesos infecciosos como la lepra. Sin embargo, este proceso no descompone el alma. Cuando se refiere la biblia al cuerpo como templo es una comparación que nos ayuda a entender la diferencia entre el cuerpo y el alma. El cuerpo es el lugar donde mora o habita el alma.
“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” 1ra Corintios 6:19.
“Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.” 2da Corintios 5:1.
Sin embargo, hablar de la muerte no es tan sencillo pues, además de una condición estática, también se habla de ella como un ente que se enseñorea de las almas mientras el cuerpo está muerto.
“al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella.” Hechos 2:24.
Se refiere a la muerte como algo dinámico, en movimiento, con autoridad.
“Como a rebaños que son conducidos al Seol, La muerte los pastoreará, Y los rectos se enseñorearán de ellos por la mañana; Se consumirá su buen parecer, y el Seol será su morada.” Salmos 49:14.
Con la muerte primera el alma no se puede matar.
“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.” Mateo 10:28.
El alma sobrevive a la muerte del cuerpo en la muerte primera, pero no es que queda divagando, o que sea llevada al cielo o al infierno. No; el alma con la muerte del cuerpo es puesta en reposo, los pensamientos cesan, duerme. Es trasladada al Seol donde espera para ser juzgada en el día del juicio. Esto es muy diferente de lo que ocurrirá en la muerte segunda, donde el alma es destruida junto con el cuerpo en el lago de fuego.
La biblia habla de la resurrección del cuerpo y el despertar del alma.
En la resurrección, dice claramente la escritura que ocurrirá una vivificación del cuerpo. El cuerpo que, por efecto de la descomposición, se convirtió en polvo, se corrompió, será vivificado, vuelto a la vida, dejará la corrupción y regresará a la forma no corruptible. Será un cuerpo funcional, sin los defectos de funcionamiento.
“Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.” Romanos 8:11.
El alma no ha muerto, permanece dormida mientras el cuerpo está muerto. Al ser vivificado el cuerpo, entonces el alma es despertada del sueño para volver a ser revestida por el cuerpo.
Insisto, no estoy diciendo que el alma es inmortal, sino que aún no es el tiempo de su muerte. Si el alma muriese en la muerte primera entonces el sacrificio de Jesucristo sería en vano, ya que él murió para salvar nuestras almas de la paga del pecado que es la muerte.  Si el alma muere junto con el cuerpo entonces no pudiese evitarse la muerte del alma, no habría salvación. La muerte del alma si puede evitarse. Lo inevitable es la muerte del cuerpo en la muerte primera, mientras que el alma es trasladada al Seol donde duerme esperando el juicio.
Si el alma muere junto con el cuerpo en la muerte primera entonces el sacrificio de Jesucristo en la cruz del calvario sería, no para evitar la muerte del alma sino, para que el alma fuese resucitada, y en este caso solo las almas de los buenos serían resucitadas; pero resulta que serán resucitados tanto buenos como malos para ser juzgados. Entonces la muerte de Jesucristo sería infructuosa, no tendría sentido.
No existe la promesa de eximimos de la muerte del cuerpo; aún con la muerte en la cruz del calvario no evito la muerte física de los que antes de él habían muerto y todos los que después de su muerte han muerto y seguirán muriendo hasta el fin de la vida sobre esta tierra. ¿Entonces para que fue la muerte y la resurrección de Jesucristo? Para librarnos de la muerte del alma, la muerte segunda.
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