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La muerte segunda

La muerte Segunda.
Apocalipsis 2:11.
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.”
Además de pasar por la muerte primera, encontramos que Dios ha establecido para el ser humano una muerte segunda. En realidad no fue establecida después de la primera o como consecuencia de la primera. La muerte segunda fue prometida antes que la primera pero se ejecutará mucho después de la primera, después de haber pasado por la resurrección.
Lo ideal es que el ser humano muera una sola vez, ya que existe la posibilidad de escapar de la segunda muerte.
“Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,” Hebreos 9:27.
¿Qué vendrá después del juicio en el gran trono blanco? Ya no habrá tormento, vendrá destrucción; aun cuando no podemos saber cuánto tormento causará en los que sean lanzados al lago de fuego hasta llegar a la extinción.
Tal vez usted ha escuchado hablar de la inmortalidad del alma. Este es un tema que causa bastante inquietud y al mismo tiempo controversia entre los que defienden la posición de la inmortalidad del alma y los que no creemos en la inmortalidad del alma. (Ver artículo el alma inmortal). Encontramos muchos pasajes bíblicos que demuestran que nuestra alma es mortal. Es necesario ver con atención lo que está establecido: Cuando hablamos de muerte, encontramos que se ha concedido el permiso para quitar la vida al cuerpo a los seres que Dios ha creado, pero cuando se refiere al alma esta potestad solo la tiene Dios.
“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.” Mateo 10:28.
Dios se reserva el derecho que tiene sobre las almas, pues es su creador.
“He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, ésa morirá.” Ezequiel 18:4.
“Porque no contenderé para siempre, ni para siempre me enojaré; pues decaería ante mí el espíritu, y las almas que yo he creado.” Isaías 57:16.
Como creador y dueño de las almas, es el único que tiene la potestad de darle o quietarle la vida; esto es válido incluso para con aquellos seres vivientes que no son seres humanos, como es el caso de los demonios y el diablo.
A los creyentes se les ha dado autoridad para reprender al diablo y sus demonios, incluso el mismo Jesucristo esto fue lo que hizo: reprendió al diablo y sus demonios, pero no se les da potestad de matar al diablo o a algún demonio.
El diablo no lo han matado, no está muerto, y no porque sea inmortal, sino porque solo Dios tiene esa facultad de dar o quitar la vida; para esto se ha reservado un día: el día de la ira. Qué triste es escuchar a algunos decir que Jesucristo mató al diablo con la muerte en la cruz del calvario; tomando como base este texto.
“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,” Hebreos 2:14.
Pero, si Jesucristo mató al diablo ¿Cómo es que será encarcelado por mil años y luego lanzado al lago de fuego? Es simple. Jesucristo no lo mató, Dios no le dio esa autoridad. Jesucristo simplemente hizo lo que nos recomienda, por medio del Espíritu de Dios, que hagamos también nosotros: Resistió al diablo y éste huyó de él. (ver artículos la obra que hizo Jesucristo).
Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.” Apocalipsis 20:2-3.
“Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.” Apocalipsis 20:10.
Dios es quien tiene el dominio sobre las almas y seres creados, y es él quien dará la recompensa.
“Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones; y que da el pago en persona al que le aborrece, destruyéndolo; y no se demora con el que le odia, en persona le dará el pago.” Deuteronomio 7:9-10.
En ese permiso que Dios ha dado para quitar la vida al cuerpo no está incluido el quitarle la vida al alma. (Vea los artículos permiso para morir y la muerte primera)
“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.” Mateo 10:28.
Solo hay uno que puede tomar autoridad sobre el alma, y esto lo hará el día del juicio en el trono blanco, dándole la recompensa a los impíos, a los malos, una vez para siempre.
“¿Qué pensáis contra Jehová? Él hará consumación; no tomará venganza dos veces de sus enemigos. Aunque sean como espinos entretejidos, y estén empapados en su embriaguez, serán consumidos como hojarasca completamente seca.” Nahúm 1:9-10.
No debe verse el que los malos sean lanzados en un lugar de tormento como una venganza, porque no lo es, simplemente es una recompensa por sus acciones. El bueno recibirá reposo y el malo tormento.
Ahora, la destrucción en el lago de fuego, es lo que se conoce como la muerte segunda.
“Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” Apocalipsis 21:8.
En esta muerte segunda, es para provocar destrucción tanto del cuerpo como del alma.
“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.” Mateo 10:28.
Mientras que el ser humano no puede hacer nada para escapar de la muerte primera, para la segunda muerte está establecido que se puede evitar. ¿Cómo escapar de la muerte segunda? ¿Cómo lograr que el alma no sea lanzada al lago de fuego?
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.” Apocalipsis 2:11.
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” Juan 11:25-26.
La condición básica es creer en el hijo de Dios. A los que creen en él, Dios les dará la vida, les concederá que no pasen por la muerte segunda.
“Y éste es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” 1ra de Juan 5:11-12.
El que se nos conceda vida es la garantía de no pasar por la muerte segunda, que nuestra alma no sea destruida en el lago de fuego. Es de resaltar, que ni aún así estamos hablando de inmortalidad del alma. Lo que ha ocurrido es que se nos ha concedido la vida; pues el único que tiene inmortalidad es Dios.
el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.” 1ra Timoteo 6:16.
Mientras no hagamos nada por lo que merezcamos la muerte seguiremos viviendo por largos días. Así hubiese sido si Adam y Eva no se les hubiese ocurrido desobedecer; y el resto de la humanidad no hubiese escogido hacer lo malo.
“No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir.” Romanos 5:14.
“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.” Romanos 5:12.
Es igual que lo que ocurre hoy día con el que después de haber conocido la verdad se entrega a hacer lo malo.
“Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.” Hebreos 10:26-27.
La muerte segunda fue la primera muerte de la que Dios le habló al ser humano, cuando le dijo:
“mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.” Génesis 2:17.
En esta sentencia está determinada la muerte segunda, ¿porqué? Porque es la muerte del alma. No está hablando de la muerte del cuerpo solamente.
“He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, ésa morirá.” Ezequiel 18:4.
Es necesario que miremos con atención el versículo que está en el libro a los hebreos:
“Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,” Hebreos 9:27.
Si no tenemos en cuenta el resto de las escrituras, y nos quedamos sólo con este texto, de forma aislada, podemos sacar conclusiones erradas. Este versículo habla del orden en que se dan los eventos. Decir con este versículo, de forma general, que nadie será juzgado si antes no ha muerto, no es correcto; pues hay que tener en cuenta que en la venida de Cristo, dice el apóstol Pablo, que no todos dormiremos sino que algunos que estarán vivos serán transformados.
“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.” 1ra Corintios 15:51-52.
Luego de esto, de la resurrección de unos y la transformación de todos, viene el juicio en el tribunal de Cristo.
Incluso, decir con este versículo, de forma general, que antes de ser juzgados tiene que haber sido resucitado, puesto que mientras alguien esté muerto no puede ser juzgado, no aplica para aquellos que en la venida de Cristo estén aun vivos y sean directamente transformados.
Estos que serán resucitados son porque ya la muerte se ha enseñoreado de ellos, ya murieron; pero, el resultado del juicio en el gran trono blanco tiene como sentencia vida o muerte. Si sale culpable debe morir. Y, ¿No debía morir una sola vez? Antes de ser juzgado sí; sin embargo los malos deben enfrentar la muerte segunda. De igual modo ante esta regla existe su excepción. Los que fueren transformados en la venida de Cristo sin haber pasado por la muerte, por ser justos ellos tampoco pasarán por la muerte segunda. Entonces ellos no verán o no gustarán la muerte. De igual manera, todos aquellos que fueron resucitados según los relatos bíblicos, el único que resucitó para no volver a ver muerte fue Jesucristo.
“sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él.” Romanos 6:9.
Así que, Lázaro, el hijo de la viuda de Nain, los santos que resucitaron mientras Cristo murió, y los casos registrados en el antiguo testamento, a todos ellos regresaron a la sepultura a su debido tiempo. Aún cuando hayan sido buenos gustaron la muerte dos veces, pero vuelvo y digo, forman parte de la excepción.
En el caso nuestro, de los rescatados por Cristo y perdonados de nuestros pecados, también esperamos ser resucitados y transformados para vida, junto con Jesucristo y todos los santos de la antigüedad.
Sin embargo, la muerte segunda es evitable, así que solamente se moriría una sola vez, en la muerte primera.
No se puede tomar la muerte segunda como la única muerte de la que está hablando este versículo del libro a los hebreos, pues después que el alma sea lanzada al lago de fuego para ser extinguida ya no quedará juicio pendiente por hacer.
Esta es la promesa hecha para el ser humano: ser librados de la muerte.
Existe la promesa, de parte de Dios, de librarnos de la sentencia de muerte que pesa sobre todos los seres humanos.
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.” Apocalipsis 2:11.
“Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.” Apocalipsis 20:6.
Las palabras de David, mientras estaba vivo, fueron de la esperanza en esa promesa de que Dios libra de la muerte.
“Dios, nuestro Dios ha de salvarnos, Y de Jehová el Señor es el librar de la muerte.” Salmos 68:20.
“He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia, Para librar sus almas de la muerte, Y para darles vida en tiempo de hambre. Nuestra alma espera a Jehová; Nuestra ayuda y nuestro escudo es él.” Salmos 33:18-20.
“En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre? Sobre mí, oh Dios, están tus votos; Te tributaré alabanzas. Porque has librado mi alma de la muerte, Y mis pies de caída, Para que ande delante de Dios En la luz de los que viven.” Salmos 56:11-13.
“Pues tú has librado mi alma de la muerte, Mis ojos de lágrimas, Y mis pies de resbalar. Andaré delante de Jehová En la tierra de los vivientes.” Salmos 116:8-9.
“Porque has librado mi alma de la muerte, Y mis pies de caída, Para que ande delante de Dios En la luz de los que viven.” Salmos 56:13.
Pero encontramos que David murió, ciertamente lo hizo. Su cuerpo fue sepultado y su alma fue trasladada al Seol donde reposa hasta que sea levantado para ser juzgado ¿Entonces nos mintió cuando dijo que su alma había sido librada de la muerte? No; proféticamente está hablando de la promesa de Dios de librarnos de la muerte del alma, de la segunda muerte.
Este es el fin de nuestra fe: la salvación de nuestras almas.
Todo aquello que esperemos que suceda, que tengamos la certeza que así será, porque depende de una promesa hecha por Dios, es parte de nuestra fe. (Ver artículo apuntes sobre la fe).  Lo que estamos buscando obtener de Dios es lo que él ha prometido. No es producto de una negociación con los seres humanos, a Dios le plació ofrecerle al ser humano una salida. Es de Dios el tener misericordia.
“Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.” Hebreos 2:16.
Lo que esperamos alcanzar es la salvación de nuestra alma, escapar de ser destruidos en el lago de fuego; escapar de la muerte segunda.
“obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.” 1ra Pedro 1:9.
“sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.” Santiago 5:20.
“Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.” Santiago 1:21.
“Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.” Hebreos 10:39.

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