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Las promesas, la ley y el nuevo pacto

Las promesas, la ley y el nuevo pacto.
Gálatas 3:17.
“Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa.”
En la biblia encontramos que Dios hizo promesas a Abraham como también encontramos que habla de las leyes y ordenanzas dadas al pueblo de Israel por medio de Moisés. Es frecuente ver como hay grupos que se olvidan de las promesas hechas por Dios a Abraham y se centran únicamente en la ley dada por mano de Moisés. Preguntémonos por un momento ¿Por qué vino la promesa, o porqué Dios establece el pacto con Abraham? Dios establece un pacto con Abraham a raíz de la obediencia de Abraham. Esta obediencia, producto de la fe de Abraham que creyó a Dios lo que le había prometido, hizo que Dios estableciera un pacto con él; y al mismo tiempo le hiciera promesas que estando en vida Abraham no las vio, pero creyó que Dios es fiel para cumplirlas. Una cosa es creer cuando le prometió un hijo y sus ojos vieran, sus manos palparan, el cumplimiento de esa promesa aun cuando estaba viejo; y otra cosa es creer una promesa que habría de cumplirse muchos años después de su muerte, en uno de sus descendientes, en su simiente.
“Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.” Gálatas 3:16.
Preguntémonos también ¿por qué vino o fue traída la Ley de Moisés? La ley fue añadida a causa de la desobediencia, de las transgresiones. Muchos años después de la muerte de Abraham el pueblo estaba entregado al pecado mientras vivían en Egipto, sus caminos no eran perfectos como los de su padre Abraham. Las muchas transgresiones del pueblo llevaron a que Dios, por mano de un mediador, Moisés, les estableciera leyes, ordenanzas y preceptos, después que los sacó de Egipto, que permitieran mantener un orden y un acercamiento del pueblo para con Dios.
“Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador.” Gálatas 3:19.
Este periodo, mientras venía la simiente, es el que se conoce como el periodo de la Ley. Así esta ley fue transitoria, momentánea; hasta que viniese la simiente a la cual se le había hecho las promesas.
Aun así, existen grupos que olvidan que las promesas de Dios a Abraham fueron hechas por su obediencia, y no fueron abolidas; mientras que la ley vino a causa de la desobediencia, y pretenden quedarse con la ley de Moisés, estando en Cristo Jesús, aun cuando el pacto con el pueblo fue invalidado porque no permanecieron en él.
Es necesario tener bien claro que la Ley de Moisés no tiene mayor valor que las promesas hechas a Abraham por la obediencia; ni la Ley de Moisés abroga las promesas hechas a Abraham. Las promesas hechas a Abraham apuntan  hacia la venida de Jesucristo, la simiente de Abraham.
Con la venida de Jesucristo se inicia un nuevo periodo, con nueva ley y nuevas promesas; también conocido como el nuevo pacto.
“Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada.” Marcos 14:24.
Este tema causa en algunos cierta incomodidad pues para ellos el pacto no ha cambiado. Sin embargo, la palabra de Dios es clara cuando dice que Jesucristo es mediador de un nuevo pacto.
“Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.” Hebreos 9:15.
Además del primer pacto, el que fue hecho con Abraham, tenemos que Dios estableció un pacto con el pueblo de Israel cuando lo sacó de la tierra de Egipto, en el cual encontramos las leyes dadas por medio de Moisés. La ley de Moisés no forma parte del pacto de Dios con Abraham.
La ley de Moisés fue añadida a causa de las transgresiones, mientras venia la simiente, y forman parte del pacto de Dios con el pueblo. Pero ¿Hizo Dios un pacto con el pueblo de Israel cuando les dio las leyes en el monte Sinaí? Sí; no ratificó con ellos el pacto que había hecho con Abraham sino que hizo un nuevo pacto; y también es cierto que ellos no anduvieron en el pacto que Dios les dio.
Dios hace y mantiene el pacto con los obedientes, y se desentiende de los desobedientes. Dios ratifica el pacto con los obedientes. Ya se lo había dicho a Moisés:
“Y Jehová dijo a Moisés: He aquí, tú vas a dormir con tus padres, y este pueblo se levantará y fornicará tras los dioses ajenos de la tierra a donde va para estar en medio de ella; y me dejará, e invalidará mi pacto que he concertado con él;” Deuteronomio 31:16.
“No como el pacto que hice con sus padres El día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor.” Hebreos 8:9.
Esta es la razón por la que este pacto, hecho por Dios con el pueblo de Israel, que incluye la Ley de Moisés, queda invalidado y Dios ratifica el pacto hecho con Abraham ahora con Jesucristo.
Ratificar es confirmar la validez o la verdad de una cosa que se ha dicho o se ha hecho anteriormente.
Note usted la diferencia: Mientras que Dios ratificó el pacto hecho con Abraham para con Isaac y con Jacob, con los descendientes de Jacob, cuando salieron de Egipto estableció otro pacto, no ratificó el de Abraham para con el pueblo de Israel a causa de las continuas transgresiones, pues era un pueblo de dura cerviz.
Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos. También establecí mi pacto con ellos, de darles la tierra de Canaán, la tierra en que fueron forasteros, y en la cual habitaron.” Éxodo 6:3-4.
Y Jehová dijo a Moisés: Escribe tú estas palabras; porque conforme a estas palabras he hecho pacto contigo y con Israel. Y él estuvo allí con Jehová cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan, ni bebió agua; y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos.” Éxodo 34:27-28.
El pacto hecho por Dios con Moisés y el pueblo, con los hijos de Jacob, no invalida el pacto hecho por Dios con Abraham y, aunque no quedó invalidado, no aplicó en ese momento para el pueblo sino que se hizo necesario uno nuevo; como si aplicó para Abraham pues él fue obediente hasta la muerte. Con la venida de Jesucristo Dios dio por valederas o ciertas las promesas que le había hecho a Abraham.
“Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa.” Gálatas 3:17.
Dios ratifica el pacto que hizo con Abraham para con Cristo y establece su pacto con Cristo y la humanidad.
De la misma manera como Dios levantó a Moisés para dar libertad de la esclavitud de Egipto, y por medio de él establecer un pacto con el pueblo, así Dios levantó a Nuestro señor Jesucristo para darnos perdón de pecados y por medio de él establecer un nuevo pacto; en ambos casos Dios toma como punto de partida el pacto que había establecido con Abraham.
Cuando la Ley de Moisés, tomó como punto de partida el pacto con Abraham, no lo eliminó; pero no lo ratificó para con el pueblo. Para el pacto por medio de Jesucristo Dios quita de en medio el Pacto y la ley de Moisés y toma como punto de partida el pacto establecido con Abraham y aún más, lo ratifica para con Cristo. Este pacto con Moisés y el pueblo quedó abolido a causa  de su ineficacia.
“Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios.” Hebreos 7:18-19.
Debo dejar claro que, lo que quedó abolido fue el pacto con el pueblo y sus leyes, no quedó abolido Moisés y todos los profetas que, estando en la ley, si vivieron para Dios. Estas personas tienen validez ante Dios.
Dios establece un nuevo pacto ya no con el obediente Abraham, ni con Moisés como representante del pueblo, sino con el obediente Jesucristo. Fue la obediencia de Jesucristo que nos trajo un nuevo pacto de Dios para con nosotros.
“Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;” Hebreos 5:8.
“Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.” Romanos 5:19.
Este nuevo pacto está hecho con mejores promesas. Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.” Hebreos 8:6.
Mientras las promesas hechas a Abraham tienen cumplimiento en esta vida, donde Dios daría a heredar una porción de tierra a los descendientes de Abraham, y haría que uno de sus descendientes llegue a ser el más excelso de los reyes de la tierra, y por medio de su descendiente bendeciría a todas las familias de la tierra.
“Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.Génesis 12:3.
De la misma forma, las cosas de la ley eran sombra de los bienes venideros.
Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan.” Hebreos 10:1.
Pero las promesas hechas a Jesucristo, en el nuevo pacto, hablan de cosas mayores y mejores.
“No se cansará ni desmayará, hasta que establezca en la tierra justicia; y las costas esperarán su ley.” Isaías 42:4.
“Y otra vez dice Isaías: Estará la raíz de Isaí, Y el que se levantará a regir los gentiles; Los gentiles esperarán en él.” Romanos 15:12.
“Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha” Lucas 2:34.
“Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.” Mateo 1:21.
“Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.” Hebreos 2:10.
Nada de esto fue posible ni por Abraham ni por la Ley del pacto con moisés y el pueblo de Israel. Estas promesas, del nuevo pacto, son mayores, incluyendo la vida que Dios nos da por medio de nuestro Señor Jesucristo.
“pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio,” 2da Timoteo 1:10.
Y, además, la morada del Espíritu de Dios en nosotros.
“Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.” Hechos 1:4.
“para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.” Gálatas 3:14.
A este nuevo pacto, basado en la obediencia de Jesucristo, accedemos por la fe en Jesucristo; somos hechos partícipes por medio de la fe; y mientras Abraham es considerado el padre de los que tienen fe, los creyentes, de Jesucristo si dice que es el autor y consumador de la fe.
“Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia;” Romanos 4:11.
“puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” Hebreos 12:2.
¿Cuál es la diferencia? En Abraham encontramos un buen ejemplo de fe pero no se nos pide tener o poner nuestra fe en Abraham, sino una fe como la de Abraham; mientras que la orden, lo que se espera de nosotros respecto a Jesucristo, es que seamos como él y tengamos fe en él.
“Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.”  Romanos 3:21-26.
“para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.” Hechos 26:18.
La obediencia de Jesucristo trajo como consecuencia un nuevo pacto que tiene sus raíces en las promesas hechas a Abraham, pues de su simiente viene el Cristo.
En este nuevo pacto, a diferencia del pacto de la ley de Moisés, el énfasis está puesto en lo que se debe hacer y no en lo que no debe hacerse.
¡Que se debe hacer?
  1. Arrepentirse y convertirse.
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,” Hechos 3:19.
  1. Ser llenos del Espíritu de Dios.
“No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu,” Efesios 5:18.
  1. Despojarse del viejo hombre.
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente,” Efesios 4:22-23.
  1. Vestirse del nuevo hombre creado según Dios.
“y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.” Efesios 4:24.
“sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.” Romanos 13:14.
  1. Vivir según el Espíritu.
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.” Gálatas 5:22-25.
El vivir conforme al Espíritu trae como consecuencia que hagamos morir las obras de la carne. Son las obras de la carne lo que hizo necesario el establecimiento de la ley por manos de Moisés; pero las obras del Espíritu ponen de manifiesto la ley de Cristo, la Ley del Espíritu de vida, que tiene como primeros mandamientos el amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestros prójimos como a nosotros mismos.
Hoy esperamos promesas, más allá de esta tierra pasajera, gracias al pacto que hizo Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.
“Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.” Romanos 6:22.
Tenemos la fe de alcanzar la herencia que Dios ha prometido darnos juntamente con Cristo.
“que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio, del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la operación de su poder.” Efesios 3:3-7.
“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.” Romanos 8:16-17.
Jesucristo es el mediador en el nuevo pacto donde su sangre preciosa es la encargada de sellar el pacto.
“a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.” Hebreos 12:24.
Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada.” Marcos 14:24.
Estamos en un nuevo periodo, con un nuevo pacto, el periodo de la gracia, la gracia de Dios que se ha manifestado para salvación a todo aquel que cree.
“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente,” Tito 2:11-12.

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