Ir al contenido principal

El amor de Dios


El amor de Dios
1ra de Juan 4:10
“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.”

Es frecuente escuchar a las personas decir que amor es entrega, es dar; y basado en esto piensan que mientras más dan es porque aman más o mientras mas reciben es porque le aman más. Pero ¿que de cierto tiene esto?  Algunos toman como ejemplo lo que hizo Dios, pero sin meditar en las razones o el por qué Dios dio a Jesucristo.
“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Romanos 5:8.
Cuando vemos esta demostración de amor, donde Dios no escatimó ni a su propio Hijo por salvarnos de la condenación, y no analizamos la esencia, el porque o el para que Dios entregó a su Hijo, pudiéramos caer en el error de pensar que no importa como vivamos, pues ya Dios dio a su Hijo por salvarnos. Que Dios igual nos salvará sin importar la condición en que vivamos hasta la hora de la muerte; pero esto está alejado de la verdad.
Es cierto que Dios es un Dios amoroso, y en su amor para con la humanidad está procurando proveerles una salida, una puerta por la que puedan salir de la situación en la que se halla el ser humano y a la vez la entrada a una nueva vida en la presencia de Dios.
Cuando vemos que el hombre sin Dios está en una condición lamentable, condenado a la muerte a causa del pecado, no podemos pensar que Dios le va a alentar a que sigan viviendo en pecado.
“entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.” Efesios 2:3.
Esta es la condición del hombre y la mujer que permanece en pecado: provoca la ira de Dios; por eso Dios NO le alienta a usted a vivir en pecado. Cuando Dios en su amor envía a su hijo como sacrificio, lo hace como propiciación por el pecado.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” 1ra de Juan 4:10.
Si buscamos en este versículo cual es el propósito de Dios enviar a su hijo nos encontramos con la expresión “propiciación”
Propiciar:
1. Aplacar la ira de alguien
2. Atraer la benevolencia de alguien
3. Favorecer la ejecución de algo.
Esto encierra el objetivo que Dios se trazó para con la humanidad. Porque la ama envió a su Hijo en propiciación; para aplacar la ira que causa el ser humano con sus conductas desviadas, alejadas de la voluntad de Dios. Pero no es que simplemente por haber muerto Jesucristo ya se aplacó la ira de Dios para con todos los pecadores, No; Es necesario que aceptemos la propuesta de Dios tal y cual como Dios la está ofreciendo: Dice en el libro a los Romanos:
“Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.” Romanos 3:21-26.
De manera que Dios, en su infinito amor, nos ha provisto de un ser, nuestro Señor Jesucristo, gracias al cual podemos aplacar la ira que causan nuestros pecados ante Dios. Jesucristo es la provisión de Dios para con nosotros; y se hace necesario creer en él.
Si bien el ser humano ante la pregunta ¿cree usted en Dios?, un porcentaje muy alto le contestará afirmativamente, es necesario que podamos saber y conocer cual es la disposición de ese Dios si decimos que en él creemos: Dios envió a su Hijo amado, Jesucristo, para que creamos también en él. No se confunda. Si a usted, que ya cree en Dios, yo le dijera que debe creer en alguien más ¿Qué me dijera? ¿Qué solo debe creer en Dios y en nadie más? Le entiendo, pues esto es lo que pasó con aquellos que oyeron hablar a Jesucristo cuando estuvo acá en la tierra. Estas personas ya creían en Dios pero les costaba hacer lo que Dios les estaba diciendo que debían hacer: Creer también en su Hijo Jesucristo.
“Respondió Jesús y les dijo: Ésta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.” Juan 6:29.
Con este propósito Dios le envió al mundo para que creamos también en Jesucristo.
Hoy no es diferente que en aquel tiempo cuando vino Jesucristo al mundo: Muchos dicen creer en Dios pero no creen además o también en Cristo, tienen la tendencia a anular a uno de los dos y esto no es nuevo, ya ocurrió en el pasado: o creen sólo en Dios o sólo creen en Jesucristo. Pero, aún hoy sigue vigente, lo que dijera nuestro Señor Jesucristo a los que estaban con él:
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.” Juan 14:1.
Quizá piense que usted no está negando a Jesucristo, que usted cree también en él. Permítame explicarle. Una forma de negar a Jesucristo y no creer en él es decir que el ser que vino a morir allá en la cruz del calvario es Dios el Padre; cuando dice: Dios murió en la cruz así esta negando a Jesucristo. Si el que murió en la cruz fue Dios el Padre entonces Jesucristo no vino al mundo.
Si usted dice que Dios se convirtió en carne está negando que el Hijo de Dios vino en carne, está diciendo que Dios no dio a alguien más en propiciación sino que Dios mismo es la propiciación; por lo tanto, de ser así Jesucristo no vino, estaría usted negando a Jesucristo. ¿Cómo pues creerá en aquel que usted está negando que vino?
“Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre.” 1ra de Juan 2:23.
Si usted dice que Dios mismo vino, y se convirtió en carne, está usted negando que Dios envió al profeta que prometió en boca de Moisés.
Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.” Deuteronomio 18:18.
Jesucristo es éste profeta, es el profeta como Moisés. Dios no es profeta, Dios levanta y envía profetas que hablen en su nombre, que entreguen el mensaje que Dios envía al pueblo. Cuando usted dice que Dios se convirtió en carne está negando a Jesucristo. Pero, cuando confesamos que el Hijo de Dios ha venido en carne entonces si estamos creyendo en él, porque creemos en aquel de quien hemos oído en el testimonio que Dios ha dado de su Hijo.
“El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.” 1ra de Juan 5:10.
Dios no testificó de sí mismo, sino que testificó de alguien más, de su Hijo Jesucristo; y lo hizo para que creyéramos en Jesucristo y oyéramos lo que nos mandó a decir por boca de Jesucristo.
“Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Éste es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo.” 2da Pedro 1:17-18.
Si creemos en Jesucristo entonces recibiremos perdón de pecados por su nombre; Dios nos perdona nuestros pecados.
“De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.” Hechos 10:43.
Dios es amoroso con nosotros, y no quiere que ninguno se pierda sino que todos procedan al arrepentimiento; pero para esto es necesario que creamos en Dios y en aquel que Dios ha enviado.
“Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Ésta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” Romanos 10:8-10.
Hoy hay tantos que confiesan que Jesús es el Señor, y aunque a veces confunden Señor con Dios, como si fuese lo mismo, el problema mayor lo tienen en lo que deben creer en su corazón que fue Dios el que levantó de entre los muertos a Cristo Jesús. Jesucristo no se resucito el solo sino que Dios le resucito. Si usted dice que Jesucristo se resucito solo entonces está negando a Dios que fue quien le resucito.
A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.” Hechos 2:32.
Piense ¿Cuántas cosas pronunciamos con nuestra boca que no creemos con el corazón?  A veces incluso decimos las cosas para salir del paso, pero Dios establece que creer en el corazón que Dios levantó de entre los muertos a Jesucristo, esto es para justicia; y esto solo lo puede creer aquel que crea en Dios y también en Jesucristo.
Creer en Dios y también en su Hijo Jesucristo nos llevará a conocerles, y a alcanzar la vida eterna. Así dice:
“Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” Juan 17:3.
De manera que la entrega que hizo Dios de dar a su Hijo a morir en la cruz del calvario no tendría valor si no tuviese un propósito, el de ser la propiciación por nuestros pecados, el calmar la ira que causan nuestros pecados.
Esto se diferencia de aquel amor que consiste en dar objetos materiales como muestra de amor, en que el regalo de Dios es con el propósito de darnos una salida o escape a la muerte; y no es simplemente que Dios nos los da porque nos ama, sin importar el final que tengamos.  El amor de Dios se muestra en que nos está dando una oportunidad para que tengamos un final feliz, para esto envió a su Hijo amado en rescate por todos.
“Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” Marcos 10:45.
Por esto dice la escritura:
“Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.” 1ra de Pedro 1:17-21.
Otra diferencia entre el amor que Dios muestra, con el amor basado en dar bienes para lograr agradar al otro, que practica el ser humano, es que quien está airado es el que está demostrando su amor, quien hace el regalo. No es que el ser humano está airado con Dios y por esto Dios le da un regalo para contentarlo. No; esto no es amor. El Amor de Dios se muestra en que siendo él el que está enojado por la conducta del ser humano les provee una salida para que todo aquel que acepte y crea en su provisión consiga que Dios ya no esté más airado con él. Este es el verdadero amor, el que procura el bien del otro.
¿Cómo es el supuesto amor de los seres humanos? Cuando usted hace enojar a alguien entonces va y compra flores, o le da un obsequio para aplacar la ira del que usted hizo enojar. El regalo se le da al que está enojado para contentarlo.
Así no funciona para con Dios. Usted no necesita hacerle regalos u ofrendas a Dios para aplacar la ira que le causan los pecados que usted ha cometido. Piensan que deben regalarle el corazón a Dios para que Dios le perdone. De nada vale que usted le de el corazón a Dios si primero no acepta el regalo que Dios ha dado en propiciación por el pecado. De nada vale que usted intente entregarle a Dios un corazón no arrepentido por las faltas cometidas pues Dios lo que quiere es cambiarte tu corazón de piedra por uno no endurecido. Usted necesita aceptar la forma y el medio que Dios ha provisto para dejar de estar airado con usted. Dios es el que pone las condiciones.
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,” Hechos 3:19.
“De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.” Hechos 10:43.
Aceptemos pues el amor que Dios nos ha mostrado al enviarnos a su Hijo en propiciación por nuestros pecados y hagamos un cambio en nuestra manera de vivir.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” 2da Corintios 5:17.
“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente,” Tito 2:11-12.
También encontramos que para el ser humano está establecido que no es porque más damos a Dios es que mas le amamos, sino que el que mas ama es aquel que más se le ha perdonado; mientras mas se nos ha perdonado mas llegamos a amar, porque reconocemos cuanto hemos sido perdonados. No importa cuantos pecados has cometido Dios te esta ofreciendo a su Hijo amado en propiciación por tus pecados. Esta dispuesto a perdonarte aunque tus pecados hayan sido muchos para que tú en gratitud le ames mucho.
“Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama.” Lucas 7:47.
No intente comprar el amor de Dios pensando que porque usted le da bastante entonces le demuestra a Dios que le ama. La demostración de que amamos a Dios es simplemente disponer nuestras vidas para hacer su voluntad.
“Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Ésta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.” Juan 6:28-29.
Pero esto no es tan sencillo, pues requiere que aquel que necesita ser perdonado reconozca la falta, se arrepienta y se convierta de corazón para poder alcanzar el perdón.
Dios por amor está dispuesto a perdonar a aquellos que experimenten un arrepentimiento para salvación.
“Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.” 2da Corintios 7:10.
A aquellos que estén dispuestos a hacer un cambio en su vida, Dios sigue mostrando hoy su amor. Acepta su regalo en tu corazón y has que Dios deje de estar enojado contigo.

Entradas más populares de este blog

LAS ENFERMEDADES Y LOS SIERVOS DE DIOS

Las enfermedades y los siervos de Dios. 2da de Corintios 11:29. “¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?” A veces encontramos personas que creen que es su deber pelear contra las enfermedades como si fuesen sus enemigos. Le declaran la guerra, como si la enfermedad es un monstruo que se está llevando a la persona, no sabiendo cual es el origen y que no tienen que pelear sino rogar a Dios, quien es el que puede solucionar la situación. En la biblia encontramos relatos en la vida de los siervos de Dios, episodios donde atravesaron diversas enfermedades; aún cuando eran ungidos de Dios y es que no existe tal cosa como que no tendremos enfermedades en nuestro cuerpo. Grandes hombres de Dios padecieron enfermedades. Existe la posibilidad de padecer enfermedades mientras estemos en esta tierra. El Apóstol Pablo relata en su vida varios episodios de enfermedad. Hablando con los gálatas dice: “Pues vosotros sabéis que a causa de una