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¿Predicaron los discípulos las costumbres judías entre los gentiles?


¿Predicaron los discípulos las costumbres judías entre los gentiles?
Hechos 21:25.
"Pero en cuanto a los gentiles que han creído, nosotros les hemos escrito determinando que no guarden nada de esto; solamente que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación."

En el libro de los hechos podemos encontrar parte de los acontecimientos que vivieron los miembros de la iglesia primitiva en su inicio. Estas vivencias nos ayudan a comprender el mensaje que debe ser predicado y que debemos creer aun hoy. Nos ayuda identificar situaciones que no se pueden catalogar como nuevas  pues ya ocurrió en épocas de los discípulos de Jesucristo.
Bueno, no todo fue apacible, hubo diferencia entre ellos. Esto fue debido a que unos estaban llenos del Espíritu de Dios y fueron guiados por Dios, otros no estaban llenos del Espíritu de Dios y se negaron a escuchar y seguir las instrucciones del Espíritu de Dios.  
En los últimos tiempos se han conformado grupos que, al igual que en los días de los apóstoles de Jesucristo, quieren imponer entre los creyentes que se guarden la ley de Moisés, no tanto porque por ella hayan de ser justificado, pues saben que por guardar la ley no alcanzaran la justificación, sino que de forma sagaz lo plantean como necesario por ser las supuestas raíces del evangelio; así lo platean como las raíces judías del cristianismo; de esta manera, muy sutil, hacen judaizar a los gentiles.
Luego de la muerte y resurrección de Jesucristo, se produjo un cambio que los judíos, incluyendo a muchos de los que habían creído en Jesucristo, y parte de aquellos que debían predicar la verdad, no pudieron entender y por tanto no lo aceptaron; presentándose discordia entre judíos y gentiles que habían creído en Jesucristo. ¿Por qué el cambio fue después de la muerte de Jesucristo? Porque, al ser Jesucristo el cordero de Dios que quita el pecado del mundo, la vida se alcanza por la fe en Jesucristo y no por guardar la ley.
“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” Juan 3:36.
“Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas.” Romanos 10:5.
De manera que la vida hoy la obtenemos por medio de Jesucristo, ya no por guardar la ley.
Los discípulos de Jesucristo, que llegaron a ser apóstoles, estaban conscientes del evangelio que predicó Pablo entre los gentiles, no así algunos que fueron creyendo después; incluyendo a aquellos que se quedaron simplemente con lo que predico Juan el bautista y no fueron bautizados con el Espíritu Santo. Por esto hubo problemas dentro de la iglesia, tanto que la causa o razón por la que apresan al Apóstol Pablo cuando este llegó a Jerusalén fue por la diferencia en la enseñanza de Pablo con la de algunos judíos. Un grupo de judíos acusaban a Pablo de apostata porque no enseñaba entre los gentiles las costumbres que les había dado Moisés, incluso Pablo le decía a los judíos que no debían guardarlas.
 “Y al día siguiente Pablo entró con nosotros a ver a Jacobo, y se hallaban reunidos todos los ancianos; a los cuales, después de haberles saludado, les contó una por una las cosas que Dios había hecho entre los gentiles por su ministerio. Cuando ellos lo oyeron, glorificaron a Dios, y le dijeron: Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la ley. Pero se les ha informado en cuanto a ti, que enseñas a todos los judíos que están entre los gentiles a apostatar de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni observen las costumbres. ¿Qué hay, pues? La multitud se reunirá de cierto, porque oirán que has venido. Haz, pues, esto que te decimos: Hay entre nosotros cuatro hombres que tienen obligación de cumplir voto. Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga sus gastos para que se rasuren la cabeza; y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando la ley. Pero en cuanto a los gentiles que han creído, nosotros les hemos escrito determinando que no guarden nada de esto; solamente que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación.” Los Hechos 21:18-25.
Encontramos en esta porción tres puntos que quiero resaltar; las palabras dichas por los ancianos Judíos:
1. Todos los judíos que habían creído eran celosos por la ley.  Aunque Pablo era Judío no entraba en este “todos”; pero no fue el único, estos es visible en la respuesta de de Jacobo y los ancianos que con él estaban.
2. Pablo predicaba entre los gentiles que no circuncidaran a sus hijos ni guardaran las costumbres judías.
3. Jacobo y los ancianos de la iglesia que estaban allí reunidos afirmaron que ellos habían dado instrucción por escrito para los gentiles que habían creído que no guardaran ningunas de esas cosas que guardaban los judíos.
En esta ocasión no tocaré el punto donde estos judíos estaban cometiendo el mismo error por lo que el apóstol Pablo había reprendido duramente al apóstol Pedro, el de la simulación; aparentar ante los judíos una cosa siendo otra; y animar a Pablo para que simulara que el si guardaba la ley cuando Pablo no guardaba las costumbres de la ley.
Esta es una realidad que trajo como consecuencia que algunos de los creyentes en Jesucristo que eran judíos tuviesen prácticas diferentes a las que había entre los gentiles que habían creído; y la lucha de algunos judíos por querer obligar a los gentiles a judaizar. Lo cierto es que esto trajo como consecuencia la coexistencia de dos grupos.
¿Uno de los dos grupo en desobediencia? ¿Acaso en pecado? El Apóstol Pablo lo relata así:
“Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.”  Romanos 14:1-10.
No hemos sido puestos para juzgar a nadie; simplemente siguiendo la recomendación de los apóstoles de Jesucristo, usted y yo que no somos judíos no necesitamos judaizar, no necesitamos guardar las costumbres judías para ser salvos. Vivamos para Dios por la fe en nuestro Señor Jesucristo y bajo la ley del espíritu de vida; la ley de Cristo.
“Pero en cuanto a los gentiles que han creído, nosotros les hemos escrito determinando que no guarden nada de esto; solamente que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación” Hechos 21:25.
Con respecto a los gentiles que han creído dice claramente:
“Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestión. Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles; y causaban gran gozo a todos los hermanos. Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y los apóstoles y los ancianos, y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos. Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés. Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este asunto. Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos. Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles. Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme. Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: Después de esto volveré Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; Y repararé sus ruinas, Y lo volveré a levantar, Para que el resto de los hombres busque al Señor, Y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, Dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos. Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo. Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones principales entre los hermanos; y escribir por conducto de ellos: Los apóstoles y los ancianos y los hermanos, a los hermanos de entre los gentiles que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia, salud. Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo, hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Así que enviamos a Judas y a Silas, los cuales también de palabra os harán saber lo mismo. Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien. Así, pues, los que fueron enviados descendieron a Antioquía, y reuniendo a la congregación, entregaron la carta; habiendo leído la cual, se regocijaron por la consolación.” Hechos 15:1-31.         
¿Acaso mintieron los discípulos cuando dijeron que al Espíritu de Dios le había parecido bien que los gentiles no guardasen las costumbres Judías? Mire clara mente como dice: “…Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis….” Tener en cuenta que estas personas estaban llenas del Espíritu de Dios y también que estuvieron de acuerdo en que al Espíritu de Dios le parecía bien que los gentiles no guardaran las costumbres judías esta diciendo claramente que Dios así lo ha establecido en este periodo de la salvación.
En base a esta porción del libro de los Hechos 15 ¿Entonces había dos grupos diferentes?
Si; esa es la realidad, y esto se presentó desde el inicio de la predicación del evangelio de Cristo. Un grupo entre los judíos y un grupo entre los gentiles. Esto tenía que ver con el origen de la creencia de estos judíos. Dice claramente que era de los fariseos que habían creído.
“Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés.” Hechos 15:5.
Así aún hoy, hay quienes quieren agregar al evangelio las costumbres que traen del mundo. Quieren servir a Dios sin dejar las costumbres pasadas, sin dejar de ser fariseo. Fuimos escogidos para salir del mundo y sus costumbres, para que nos convirtamos.
Cuando estos judíos entraban al grupo gentil querían obligarles a guardar las costumbres judías mientras que entre el grupo gentil se enseñaba que estas cosas no era necesario guardarlas; como los discípulos de Jesucristo les habían informado por medio de carta y el mismo Aposto Pablo predicaba.
Así relata el Apóstol Pablo de una reunión que sostuvo en Jerusalén con los discípulos de Jesucristo, los ancianos de la iglesia:
“Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también conmigo a Tito. Pero subí según una revelación, y para no correr o haber corrido en vano, expuse en privado a los que tenían cierta reputación el evangelio que predico entre los gentiles. Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a circuncidarse; y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros. Pero de los que tenían reputación de ser algo (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción de personas), a mí, pues, los de reputación nada nuevo me comunicaron. Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles), y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión. Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer. Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar? Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado. Y si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera. Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago. Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.” Gálatas 2:1-22.
El Apóstol Pablo llama a estos dos evangelios, tomando en cuenta el contenido de la enseñanza y el pueblo al que fue dirigido: El Evangelio entre los judíos como el de la circuncisión y el evangelio entre los gentiles como el evangelio de la incircuncisión.
¿Hasta donde llegaron estos judíos con la presión hacia los gentiles?
“Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos.” Hechos 15:1.
En este versículo podemos ver que estos judíos quisieron agregar los ritos dados por Moisés como parte de los requisitos para ser salvos: condición para la salvación la circuncisión; ¡Que desfachatez! De esta misma forma hoy hay quienes quieren imponer el rito de guardar el día sábado como necesario para agradar a Dios. Pero ¿Es el guardar el sábado un rito? Si, al igual que el de la circuncisión; ambos fueron una señal de recordatorio.
“Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico.” Ezequiel 20:10.
Del mismo modo que no es necesario circuncidarse para ser salvo tampoco es necesario guardar el día sábado.
Es necesario resaltar que: el no predicar costumbre judías dentro de la iglesia gentil fue una posición tanto del Apóstol Pablo como de los Discípulos de Jesucristo que estaban en Jerusalén; ya que ellos fueron los que enviaron la carta donde se decía que no se inquietara a los gentiles que habían creído, y que no guardarán ninguna de esas cosas. Los que se oponían eran un grupo de judíos celosos de la ley, de los fariseos.  Tenga presente que así como los discípulos no predicaron costumbres judías entre los gentiles de la misma manera hoy, dentro de los gentiles, tampoco es necesario predicar las costumbres judías para ser salvos o para agradar a Dios. Tenga cuidado para no judaizar.

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