“Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de
incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros
cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se
endurezca por el engaño del pecado. Porque somos hechos participantes de
Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del
principio, entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis
vuestros corazones, como en la provocación.”
El realizar cambios en nuestras vidas es uno de los
retos más grandes del Ser humano. En la medida que vamos aprendiendo, mientras
crecemos en estatura y años, vamos asumiendo como propias las cosas que hacemos,
caemos en costumbres, mañas, como usted las quiera llamar. Cada vez que
necesitamos que ocurra algo diferente es necesario hacer cambios, adaptarnos a
nuevas situaciones. Son las cosas que no podemos controlar las que nos obligan
a hacer cambios. Usted puede programar como vestir en un día muy particular
según las actividades que ha programado, pero resulta que ese día amanece
lluvioso, aun cuando usted mantenga su itinerario, pues es mandatario realizar
la actividad, es necesario realizar algunos ajustes. Por ejemplo: Si la
actividad programada era para hacerse al aire libre si está lloviendo es
necesario reprogramar bien sea con toldos, paraguas o cambiar la locación a un
lugar cerrado, llegando el algunos casos a ser necesario suspender la actividad
por no poderse hacer en un lugar cerrado. Así podemos ver que tenemos la
capacidad de adaptarnos.
Esto no es malo en si mismo.
El realizar cambios o
adaptaciones no es malo en si mismo, solo que trae consigo nuevas situaciones
para lo que quizá no estemos preparados. En el caso del cristiano, el confinamiento
en casa trae consigo ciertos peligros de los que debemos cuidarnos. Veamos
algunos de ellos:
El peligro
de dejarnos de congregar.
Si usted pasa veintiún (21) días sin ir al templo, y
se acostumbro ¿le hará falta ir al templo? Es probable que ya no. Entonces la
tarea de la iglesia sería romper esa costumbre que se está creando, de no
congregarse para volver a la costumbre de congregarse, si es que la iglesia no
consiguiera otra forma de hacer sus actividades publicas.
Todo cambio genera resistencia. Esta es la razón por
la que en algunos países han tenido que multar y hasta poner en prisión a
algunas personas para que entiendan que hay que hacer un cambio. Pero ¿la
iglesia? Debemos orar, que Dios nos de sabiduría para hacer lo que es correcto
y necesario para seguir funcionando; sin caer en contienda con los que
gobiernan y mucho menos retarlos o recriminarles porque no existe ninguna ley
que les autorice a suspender las reuniones en las iglesias, como si el gobierno
atentaran contra la libertad de culto. Si su pensamiento es que los gobernantes
no están haciendo bien las cosas entonces haga usted lo que es correcto:
“Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que
obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra. Que a nadie difamen, que
no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos
los hombres.” Tito
3:1-2.
“Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y
acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que
están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad
y honestidad.” 1ra
Timoteo 2:1-2.
El peligro que trae el dejarnos de congregar es que lleguemos
a sustituir nuestra costumbre de vivir para Dios por llevar una vida alejada de
la presencia de Dios. Y no es que la vida cerca de Dios está dentro de la
iglesia sino que nos perdemos de la bendición de compartir y la ayuda mutua, la
bendición que Dios envía cuando estamos reunidos.
Puede llegarse el caso en que algún cristiano
entonces vea que no sea necesario congregarse cuando en realidad lo que hay es
que buscar una forma de congregarnos para recibir la bendición de Dios pero sin
crear dependencia a las personas.
Si bien es cierto que no congregarnos no es pecado es
mayor el riesgo de sucumbir al pecado especialmente cuando nuestra dependencia
ha sido hacia los hermanos y no hacia Dios. Nuestra confianza y esperanza debe
en todo momento estar en Dios, en el Dios al cual servimos, quien se deja
encontrar de aquellos que le buscan.
La costumbre de reunirnos en templos ¿de donde vino?
Si revisamos en la Biblia los hombres de fe, vemos que antes de la ley no
existía algo como templo o tabernáculo. Incluso la mayoría de ellos su búsqueda
de Dios era en solitario. Cada quien levantaba el altar y allí adoraba a Dios.
Es triste ver que algunos ven la costumbre de reunirse en templos como de
origen pagano, pero la realidad es que en sus orígenes fue Dios quien le pidió
a Moisés que le reuniera al pueblo para él aparecérseles y hablarles. Antes de
esto no se registra reuniones grandes con la excepción de la realizada por Noé
donde es posible que el cien por ciento (100%) de la humanidad (ocho personas) haya
asistido a esta reunión.
“El día que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová
me dijo: Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las
cuales aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y
las enseñarán a sus hijos; y os acercasteis y os pusisteis al pie del monte; y
el monte ardía en fuego hasta en medio de los cielos con tinieblas, nube y
oscuridad; y habló Jehová con vosotros de en medio del fuego; oísteis la voz de
sus palabras, mas a excepción de oír la voz, ninguna figura visteis.” Deuteronomio
14:10-12.
Luego les ordena construir un tabernáculo de reunión,
aunque el pueblo en general no tenía entrada al tabernáculo. Cuando la
presencia de Dios descendía en el tabernáculo cada uno se paraba a la puerta de
su tienda y desde allí adoraba. Y es que ¿Cuál sería el tamaño de un templo
donde entraran todos los israelitas que estaban allí en el desierto?
“Y viendo todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta
del tabernáculo, se levantaba cada uno a la puerta de su tienda y
adoraba. Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su
compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su
servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo.” Éxodo 33:10-11.
Estaba establecido para el pueblo que al adorar,
desde donde estaba, debía mirar hacia donde estaba el lugar santísimo en el
tabernáculo cada vez que fuese a orar.
“toda oración y todo ruego que hiciere cualquier hombre, o todo tu
pueblo Israel, cualquiera que conociere su llaga y su dolor en su corazón, si
extendiere sus manos hacia esta casa, tú oirás desde los cielos, desde el
lugar de tu morada, y perdonarás, y darás a cada uno conforme a sus caminos,
habiendo conocido su corazón; porque sólo tú conoces el corazón de los hijos de
los hombres;” 2da
Crónicas 6:29-30.
Ahora no me entienda mal, no hace falta que usted
busque hoy en que dirección le queda el templo donde se congrega para orar en
dirección al templo, pues nuestra oración está dirigida a Dios y él mora en las
alturas.
El peligro de dormirnos.
La parábola de las 10 vírgenes.
“Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que
tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran
prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo
aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus Lámparas.
Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la
medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces
todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las
insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras
lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos
falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para
vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que
estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después
vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él,
respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque
no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.” Mateo
25:1-13.
Esta parábola relata la vida de la iglesia en los
últimos días antes de la venida de nuestro señor Jesucristo por la iglesia. En
esta parábola, tanto las que estaban bien como las que no lo estabas,
todas cabecearon y se durmieron. Todas
tenían sus lámparas, que representa la palabra de Dios. Todas tenían aceite,
que es una representación del Espíritu de Dios en nuestras vidas, y todas,
cuando cabecearon, sabían que el esposo vendría, pero todas se durmieron.
El aceite es intransferible. La unción es individual
e intransferible. Se obtiene directamente de la fuente. No se compra ni se vende.
Pero hay quienes lo venden y es aquí donde había una diferencia entre estas
vírgenes. Cinco (5) de ellas, al igual que Simon el mago quisieron tener la
unción por dinero. Hoy hay quienes piensan que con ofrendas y diezmos compraran
la unción. Que el hombre de Dios pondrá las manos sobre ellos y le dará de su
unción por dinero. ¿Por qué las prudentes no le compartieron el aceite? Cuando
venga el esposo ya no es tiempo para predicar. El hecho de ser insensatas ya no
les da derecho a salvación, no hay salvación para los insensatos. Su creencia
era que la unción se obtiene con dinero, así que en ese momento ya no es tiempo
de cambiar de creencia, con la creencia que se duerma con esa misma usted
despertará. Que buenos es saber que el que unge es Dios y que la unción no se
compra. El Señor Jesucristo dijo que el Padre celestial le da el Espíritu Santo
a los que se lo pida.
“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros
hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que
se lo pidan?” Lucas 11:13.
Es necesario entender que la venta del aceite no fue
causa o producto de que las vírgenes se hayan dormido, es producto de la
degradación o corrupción del evangelio que algunos predican; ya ocurría antes
que las vírgenes cabecearan y se durmieran.
Pero hoy el énfasis es en el peligro que estamos
corriendo de cabecear y dormirnos, por la situación que estamos viviendo, si no
hemos llenado nuestra lámpara y su respectivo envase con aceite.
Usted me dirá que eso no es para usted. Permítame
decirle que es usted que corre mas peligro, pues subestima el peligro. Si bien
en el corto periodo que ha durado el confinamiento, por el impulso que usted
traía, usted ha seguido orando y buscando de Dios, pero ha ido perdiendo la
intensidad.
¿Como lo se? Gracias a Dios por su palabra. La
parábola dice claramente: cabecearon todas y se durmieron ¿si leyó? Dice todas,
y eso le incluye a usted.
¿Que es lo importante? Que si usted se va a dormir
duérmase lleno del Espíritu de Dios, con su lámpara full de aceite, porque
eventualmente la necesitara para el día de la venida del esposo. Mientras se
duerme no se gasta aceite concientemente pero ciertamente tampoco se llena el
envase de aceite. Mientras la lámpara esté encendida es necesario estar reponiendo
el aceite. No se trata de una nueva unción o de una doble unción, sino de
mantenernos ungidos con el Espíritu de Dios. Recuerde que el Espíritu se puede
apagar y se puede contristar.
“No apaguéis al Espíritu.” 1ra tesalonicenses 5:19.
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis
sellados para el día de la redención.” Efesios 4:30.
Mantenga su
lámpara encendida.
Si bien es cierto que mientras mantengamos nuestra
lámpara encendida, gracias al aceite, somos luz del mundo, esta no es la única
función que ejerce el espíritu en nuestras vidas.
“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un
monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un
almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así
alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas
obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” Mateo 5:14-16.
Mientras usted mantenga su integridad para con Dios
la unción que le fue dada permanecerá en usted; recuerde que esta unción no es
sólo para que usted ejerza un ministerio sino que la unción es un sello para el
día de la redención y son las arras de nuestra herencia hasta la posesión
adquirida.
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis
sellados para el día de la redención.” Efesios 4:30.
“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el
evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados
con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra
herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su
gloria.” Efesios
1:13-14.
De manera que necesitamos conservar la unción de Dios
en nosotros aún para cuando despertemos del otro sueño.
“Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en
vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también
vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.” Romanos 8:11.
Es cuando despiertan que se dan cuenta que la lámpara
se estaba apagando ¿porque se apaga la lámpara? Por falta de aceite.
Aun cuando esta parábola puede
ser vista como hablando del dormir como la muerte, es mas aplicada a la
condición espiritual que a la física ya que cuando el señor Jesucristo venga no
será momento de prepararse para los que están muertos. Es para los que ya
duermen que será mas evidente la venida de nuestro Señor Jesucristo como un
abrir y cerrar de ojos, ya que ellos cerraron sus ojos y nada saben de todo lo
que ha pasado. Cuando vuelvan a abrir los ojos es el momento en que sean
levantados para recibir al Señor en el aire. No hay tiempo ni momento para
prepararse si a la hora de morir no estaban preparados; mientras que en la
parábola dice que se levantaron y tomaron sus lámparas y les dio tiempo ver que
se les apagaba la lampar por falta de aceite por lo que salieron a buscar donde
comprar. Este proceso de buscar aceite es en vida, antes que llegue la hora de
la muerte.
El peligro de enfriarnos.
“Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán
a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.”
Mateo 24:11-12.
Es de esperar que mientras nos acerquemos al fin de
los tiempos el amor en los seres humanos va a enfriarse. Ya no tendrá fuego, no
será fogoso, apasionado; sin embargo vemos que los seres humanos siguen
amándose, incluso reclamando su derecho de expresar amor a quien ellos quieran
y como ellos quieran, aún haciendo muestra de amor contra naturaleza o no
natural. Vemos que la demostración de amor propia de un hombre a una mujer se
entrega ahora entre hombres o entre mujeres. La demostración de amor entre
humanos es entregada a animales, llegando incluso a amar más a un animal que a
un mismo ser humano. Crean programas para evitar el maltrato animal, que los
animales no mueran de hambre mientras que vemos cada día más maltrato entre los
seres humanos y muchos seres humanos muriendo de hambre. Entonces las
demostraciones de amor siguen presentes; pero Dios dijo en boca de nuestro
Señor Jesucristo que el amor de muchos se enfriará.
¿El amor a quien? Eventualmente los seres humanos seguirán
amándose, pero el amor a Dios ha ido en descenso constante en la humanidad.
Ahora es difícil encontrar personas que amen a Dios como Dios lo está pidiendo:
con todo tu corazón.
“Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y
con todas tus fuerzas.” Deuteronomio 6:5.
La maldad ha hecho que
estos falsos profetas estén haciendo promesas y profecías falsas que al no
cumplirse lleva a que muchos que tienen su confianza en ellos dejen de creer a
Dios cuando lo que han prometido no se cumple. Esto va enfriando el amor de
muchos hacia Dios, incluso lleva a algunos a poner en duda el poder de Dios, la
veracidad de Dios.
Debemos recordar que éste
es un asunto orquestado por el enemigo, mostrar pruebas de que supuestamente
Dios no responde para que cuando aparezca el hijo de perdición con grandes
milagros engañosos entonces la humanidad se vuelque a adorar al mismísimo
Satanás que le ha dado autoridad a la bestia y al falso profeta. Entonces la
humanidad no amará a Dios y la demostración de amor que es propia hacia Dios el
ser humano la demostrará hacia el impostor.
También es necesario tener
en cuenta que muchos dejarán su primer amor. Esta también es una forma de enfriarse.
“Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes
soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo
son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has
trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo
contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has
caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a
ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.” Apocalipsis 2:2-5.
En ésta iglesia encontramos
personas con muy buenas cosas: Trabajaban arduamente, no soportaban a los
malos, tenían discernimiento para saber quienes no eran apóstoles sino
mentirosos, habían pasado por sufrimiento y no desmayaban en el trabajo, pero
tenían un problema: Habían dejado el primer amor, el amor hacia Dios. Con este
reconocimiento viene un llamado al arrepentimiento; y vea la importancia de
amar a Dios con fuerza e intensidad: si no se arrepentían y volvían al primer
amor entonces el candelero le sería quitado; la lámpara se apagará por falta de
aceite.
Podemos ver que el
enfriarse es un problema grande.
El peligro de perder la fe en Dios.
“No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque
os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios,
obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no
tardará. Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi
alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los
que tienen fe para preservación del alma.” Hebreos 10:35-39
La ciencia encontrará la solución a esta situación.
Se encontrará una vacuna y este virus dejara de preocuparnos más que otros
virus. Le pongo como ejemplo la enfermedad llamada sarampión. Es un virus,
muchos nunca han visto un caso, pero el virus sigue circulando. ¿Por qué no
enfermamos? Porque ha existido un programa de vacunación masiva a todos los
niños que ha permitido que desarrollemos anticuerpos contra el virus del
sarampión, así ocurrirá eventualmente con este virus.
Cuando inició este problema de salud, lo primero que
hizo el ser humano fue clamar a Dios, pero cada quien a su Dios, convocar
vigilias, ayunos, ordenado desde la presidencia, y no ha habido respuesta. Otros
reprendieron al virus y le ordenaron irse a los lugares secos, le cancelaron su
poder de enfermar pero vemos que no ha dado resultado.
A la par la ciencia esta trabajando. Cuando logren conseguir
como controlar esta epidemia ¿qué pasara? El ser humano le dará la espalda aun
más a Dios, pues le atribuirá a la ciencia el hecho de haber controlado la
situación.
Esto esta preparando el camino para los últimos días
del gobierno del ser humano sin la dirección de Dios.
Así mismo está descrito que con cada plaga que Dios
enviará en los últimos días, que buscan que el ser humano se arrepienta, dice
la escritura que, ni aun así se arrepintieron de su maldad.
El peligro de muerte.
Más allá de la muerte física, corremos el peligro de
morir por causa del pecado, al apartarnos de Dios.
“Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de
vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes
exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que
ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Porque somos hechos
participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra
confianza del principio, entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, No
endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación.” Hebreos
3:12-15.
El ser sorprendido por la muerte física estando lejos
del Señor trae como consecuencia que quedemos expuestos a la muerte segunda, la
que es la recompensa por el pecado.
“Por que la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida
eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” Romanos 6:23.
“He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el
alma del hijo es mía; el alma que pecare, ésa morirá.” Ezequiel 18:4.
“Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios
y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el
lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” Apocalipsis 21:8.
Seamos concientes del peligro que estamos corriendo y
agarrémonos fuerte de nuestro Dios porque estos días son malos.
“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como
sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por
tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.”
Efesios 5:15-17.