Romanos 11:17
“Pues
si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has
sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de
la rica savia del olivo,”
Con uno de los
procesos por medio del cual se hace propagación y mejoras en las
características de algunas plantas, como lo es un injerto, las escrituras nos
ilustra cómo fue que los gentiles llegamos a ser participantes de la savia del
buen olivo.
Existe una gran
verdad, expresada por nuestro Señor Jesucristo, que no debe ser causa de
confusión, pero que es necesario que la entendamos.
“Vosotros
adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la
salvación viene de los judíos.” Juan 4:22.
Si bien es cierto
que la salvación viene de los judíos, no son los judíos como pueblo quienes nos
dan la salvación. ¿Por qué entonces dice que la salvación viene de los judíos?
Primero: Porque
fue por manos de un judío, el león de la tribu de Judá, que Dios provee la
salvación a la humanidad. A él se refirió Dios cuando le prometió a Abraham que
en él serían benditas todas las familias de la tierra.
“Bendeciré
a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán
benditas en ti todas las familias de la tierra.” Génesis 12:3.
“Y
tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; Porque irás delante de la
presencia del Señor, para preparar sus caminos; Para dar conocimiento de
salvación a su pueblo, Para perdón de sus pecados, Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora, Para
dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para
encaminar nuestros pies por camino de paz.” Lucas
1:76-79.
Es el ser que es reconocido
como judío, Jesucristo, el que tiene un papel preponderante en la salvación y
no el pueblo de Israel o pueblo judío como tal.
Segundo: También
es necesario reconocer que la salvación les fue ofrecida primero al pueblo de
Israel y, a causa de que ellos menospreciaron la salvación, al rechazar al
Señor Jesucristo, luego ésta fue pasada a los gentiles. En este sentido, por
haber estado disponible primero para los judíos y después para el resto de la
humanidad también podemos decir que la salvación viene de los judíos.
“Digo,
pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por
su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos.”
Romanos 11:11.
Pero es necesario
tener muy presente que esta salvación no es por la ley sino por la gracia de
Dios que se nos es dada por la fe en Jesucristo; aun cuando la ley hablaba de
la salvación que vendría por mano de Jesucristo no es la ley la que nos salva
ni obtenemos salvación por medio de ella.
“El que sacrifica alabanza me honrará; Y al que ordenare su camino,
Le mostraré la salvación de Dios.” Salmos 50:23.
“Pues
la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por
medio de Jesucristo.” Juan 1:17.
En los escritos
del antiguo testamento encontramos que hablan de la venida de Jesucristo y de
la salvación que vendría por medio de él.
“Y
les dijo: Éstas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era
necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés,
en los profetas y en los salmos.” Lucas 24:44.
“ya
que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de
él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.” Romanos 3:20.
“Queda,
pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia
(pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza,
por la cual nos acercamos a Dios” Hebreos 7:18-19.
El periodo de
salvación por gracia inicia con la venida de Jesucristo y por medio de
Jesucristo.
“para
que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la
potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón
de pecados y herencia entre los santificados.” Hechos
26:18.
“y
que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden
hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” 2da Timoteo 3:15.
Los que quieren
forzar a los gentiles a adoptar costumbres que son propias del pueblo de Israel
han tomado como referencia la comparación que hace el apóstol Pablo con las
ramas de un olivo, pero en su afán de darle un papel relevante a Israel en la
salvación lo colocan como el olivo. Para ellos Israel es el olivo donde los
gentiles fueron injertados. Pero ¿qué dice realmente la escritura?
“Si
las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es
santa, también lo son las ramas. Pues si algunas de las ramas fueron
desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de
ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, no
te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la
raíz, sino la raíz a ti. Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para
que yo fuese injertado. Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú
por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. Porque si Dios no
perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará. Mira, pues, la
bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que
cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra
manera tú también serás cortado. Y aun ellos, si no permanecieren en
incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a
injertar. Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo
silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más
éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio
olivo?” Romanos 11:16-24.
En esta porción
debemos estar claros de que representa a quien en ella, ya que eso nos
permitirá interpretar correctamente las escrituras.
Allí habla de dos
olivos, uno llamado silvestre y otro al que se refiere como el buen olivo.
Habla de ramas para referirse a dos pueblos, ramas tanto del buen olivo como
ramas del olivo silvestre. Las ramas representan al pueblo judío y también las
ramas representan a los gentiles.
¿Quién es el olivo
en esta porción? Cuando pregunto por el olivo me refiero al tronco y a las
raíces. Algunos han interpretado que la raíz y el tronco del buen olivo es
Israel, pero no es así. El pueblo de Israel no es el buen olivo. El pueblo de
Israel está representado en las ramas naturales del buen olivo, mientras que
los gentiles son las ramas del olivo silvestre.
¿Por qué Israel no es el buen olivo?
Primero: Porque
si fuese el olivo, el tronco, las raíces, no dijese que fueron desgajados del
buen olivo, sino dijera simplemente que fueron arrancados. Mire este ejemplo:
“En
un buen campo, junto a muchas aguas, fue plantada, para que hiciese ramas y
diese fruto, y para que fuese vid robusta. Diles: Así ha dicho Jehová el
Señor: ¿Será prosperada? ¿No arrancará sus raíces, y destruirá su fruto,
y se secará? Todas sus hojas lozanas se secarán; y eso sin gran poder ni mucha
gente para arrancarla de sus raíces.” Ezequiel
17:8-9.
Note usted que en
este ejemplo no habla de desgajar ramas sino de arrancar de raíz la planta por
no dar fruto. Las raíces no se desgajan sino que se arrancan.
Segundo: En
el caso del pueblo de Israel lo que ocurre es que la raíz y el tronco permanecieron
delante de Dios, en su tiempo dieron fruto, lo que fue desgajado e injertado
fueron las ramas. Tanto la raíz como el tronco permanecieron fieles a Dios
hasta su muerte, no así las ramas.
Las ramas se
desgajan, el tronco se arranca, las ramas se injertan mientras que el tronco se
siembra.
Es de resaltar que
la Biblia dice claramente que no todas las ramas fueron desgajadas, así como no
todas las ramas fueron injertadas.
“Pues
si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre,
has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz
y de la rica savia del olivo,” Romanos 11:17.
Puntualmente dice:
“Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas,…” Y esto porque hubo, y aun
hay judíos que siguen injertados, han aceptado el nuevo pacto que Dios
estableció por medio de Jesucristo.
“porque
esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para
remisión de los pecados.” Mateo 26:28.
En este nuevo
pacto las ramas que formen parte del olivo serán nutridas de la buena savia.
“Pues
si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has
sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y
de la rica savia del olivo, no te jactes contra las ramas; y si te jactas,
sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.” Romanos 11:17-18.
Esta raíz,
describe la escritura, es Isaí, y de Isaí retoñó un vástago.
“Y
otra vez dice Isaías: Estará la raíz de Isaí, Y el que se levantará a
regir los gentiles; Los gentiles esperarán en él.” Romanos
15:12. “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará
de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de
sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de
conocimiento y de temor de Jehová.” Isaías 11:1-2.
Por textos como
este no podemos decir que Jesucristo es la raíz, sino que es un vástago, una
rama; mientras que la raíz y el tronco es Isaí. Sin embargo, nosotros no fuimos
injertados en la raíz sino en el vástago que retoñó de la raíz y tronco de
Isaí. Nos alimentamos de la savia del buen olivo al estar injertados en
Jesucristo. Viene a ser Jesucristo el buen olivo que retoñó de la raíz de Isaí.
Tambien es necesario resaltar que en ninguna parte de las escrituras se refiere a la raiz como creencias, enseñanzas o mandamientos. La raiz está referida a una persona, Isaí.
Tambien es necesario resaltar que en ninguna parte de las escrituras se refiere a la raiz como creencias, enseñanzas o mandamientos. La raiz está referida a una persona, Isaí.
¿Qué
comparación tiene este olivo con la vid?
“Yo
soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no
lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que
lleve más fruto.” Juan 15:1-2.
“Yo
soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste
lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” Juan 15:5.
La vid es
Jesucristo, es la vid verdadera, mientras que los pámpanos son tanto los
israelitas como los gentiles, y hago la distinción de esta manera para darme a
entender, pues sabemos que ahora en el Señor ya no hay tal distinción de dos
pueblos, pero es necesarios para entender que en el periodo de la gracia no hay
posibilidad de que existan ramas que no estén injertadas en Jesucristo.
“Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en
otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de
Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando
la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la
ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de
los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar
con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y
anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que
estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por
un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino
conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,” Efesios 2:13-19.
“Pero
venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la
fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo,
de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni
libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos
según la promesa.” Gálatas 3:25-29.
Es de resaltar
que, aun cuando la promesa fue hecha a David, la referencia del tronco es hacia
Isaí, padre de David, colocando tanto a David como a Jesucristo como ramas o
vástagos que salieron del tronco de isaí. ¿Por qué es así? En las plantas que
se podan, cada rama que brota del tronco y da fruto, para la siguiente
temporada de esa rama salen o brotan nuevos vástagos, pasando a ser esta rama
que dio fruto parte de las ramas secundarias del tronco, sin embargo cuando el
árbol esta en crecimiento, en la poda, no se le deja todas las ramas sino
aquellas productivas. Aquellas ramas que no permiten el crecimiento o presentan
enfermedades son podadas.
En el caso de
Israel, en diferentes épocas a lo largo de su historia, han sido pocas ramas
las que fueron productivas, que no estaban enfermas, pocas permanecieron; Isaí
fue una de esas pocas ramas productivas que permanecieron y de él salio un
vástago productivo. Cada una de las ramas que permanecieron son consideradas
parte del olivo y parte de la vid. Todas aquellas ramas que no permanecieron no
son parte de la vid, fueron cortadas.
De manera que
ahora, en este tiempo, hemos sido injertados en el buen olivo, no en las ramas
que representan al pueblo de Israel.
Ni los gentiles,
ni los israelitas, son el tronco. En ambas porciones representan ramas, así que
nosotros no hemos sido injertados en el pueblo de Israel, sino en el buen
olivo, y somos ramas de la vid que es Cristo, en el tronco y raíz que es Isaí.
Es la raíz la que hace santa a las ramas, y la sabia
que corre por la raíz la que sustenta tanto a los israelitas como a los
gentiles que hemos creído. Todos tenemos la misma dependencia del mismo olivo,
y no dependen los gentiles de los judíos ni los judíos de los gentiles. Estamos
injertados en el vástago que es Cristo y nos nutrimos de la sabia que viene por
medio de él, porque separados de Jesucristo nada podéis hacer.