Mateo
24:4-44.
“Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán
muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis
de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario
que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación
contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en
diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores. Entonces os entregarán
a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa
de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos
a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a
muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.
Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este
evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y
entonces vendrá el fin. Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la
abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda),
entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. El que esté en la azotea,
no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva
atrás para tomar su capa. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen
en aquellos días! Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de
reposo; porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el
principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen
acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días
serán acortados. Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o
mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos
profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si
fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. Así que, si os
dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los
aposentos, no lo creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se
muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.
Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las
águilas. E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se
oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo,
y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del
Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la
tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con
poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán
a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el
otro. De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y
brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando
veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. De cierto os
digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y
la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Pero del día y la hora nadie
sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. Mas como en los
días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días
antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento,
hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el
diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.
Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado.
Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será
dejada. Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero
sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de
venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad
preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.”
Solemos orar cuando estamos en presencia de algo que
no nos gusta para que esa situación cambie, llámese enfermedad, problemas,
dificultades, necesidades, entre otras cosas. Es de esperar que no nos gusten
muchas de las palabras proféticas de nuestro señor Jesucristo relatadas en el
capítulo 24 del libro de Mateo. ¿A quien le gusta las guerras? ¿A quien le
gusta el hambre? ¿A quien le gusta las pestes? Ahora, cabe la
pregunta ¿Cuantas de estas cosas podemos cambiar?
Lo primero que hay que saber de esta porción es que
es una profecía. Cuando se dan a conocer las cosas futuras, o por
acontecer porque Dios se lo de a conocer, esto no es mas que una profecía. El
profeta Jesucristo nos informó lo que pasará en los últimos tiempos. ¿El
profeta Jesucristo? Si, como lo oye. Aclaremos esto.
“Porque Jesús mismo dio testimonio de que
el profeta no tiene honra en su propia tierra.” Juan 4:44.
“Sin embargo, es necesario que hoy y
mañana y pasado mañana siga mi camino; porque no es posible que un profeta
muera fuera de Jerusalén.” Lucas 13:33
“Entonces
él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue
varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el
pueblo;” Lucas
24:19.
Si las palabras dichas por el profeta no se cumplen
entonces el tal profeta ha hablado con presunción y si se cumplen entonces en
verdad Dios ha hablado por boca de ese profeta.
“El profeta que tuviere la presunción de
hablar palabra en mi nombre, a quien yo no le haya mandado hablar, o que
hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá. Y si dijeres en tu
corazón: ¿Cómo conoceremos la palabra que Jehová no ha hablado?; si el
profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni
aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con presunción la habló
el tal profeta; no tengas temor de él.” Deuteronomio 18:20-22.
Tomando esto en cuenta y conociendo que Dios le dio
palabra a Jesucristo para darnos, nos hacemos la pregunta ¿que de todas estas
cosas dichas en Mateo 24 se pueden cambiar? ¿Oraremos para que no se cumplan
esperando que Dios deje por mentiroso a su hijo Jesucristo?
“Porque yo no he
hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento
de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es
vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.”
Juan 12:49-50.
“Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré
mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare. Mas a
cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré
cuenta.” Deuteronomio
18:18-19.
Si Dios no dejo caer por tierra ninguna palabra dicha
por Moisés y Samuel ¿Hará con Jesucristo menos?
“Bendito sea Jehová, que ha dado paz a su
pueblo Israel, conforme a todo lo que él había dicho; ninguna palabra de
todas sus promesas que expresó por Moisés su siervo, ha faltado.” 1ra de Reyes 8:56.
“Y Samuel creció, y Jehová estaba con él,
y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras. Y todo Israel, desde
Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel profeta de Jehová.” 1º de Samuel
3:19-20.
La mayoría de los componentes de la
profecía dicha por el Señor Jesucristo en Mateo 24 no es opcional, con certeza
se cumplirán. Cuando oramos a Dios que cambie una situación que no es opcional
estamos destinados a no recibir lo que queremos. Prevalecerá la palabra dicha
con anterioridad por boca del profeta de parte de Dios. Por muy espiritual que
usted sea o piense ser, Dios no le complacerá quitando las guerras, el hambre,
las pestes y otras cosas como estas. Mire estos ejemplos donde el mismo Dios
dice que si estuviesen delante de su presencia estos varones que fueron fieles
a Dios ni aun así cambiaría de parecer con respecto al pueblo que le había
desobedecido.
“Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo
de hombre, cuando la tierra pecare contra mí rebelándose pérfidamente, y
extendiere yo mi mano sobre ella, y le quebrantare el sustento del pan, y
enviare en ella hambre, y cortare de ella hombres y bestias, si estuviesen
en medio de ella estos tres varones, Noé, Daniel y Job, ellos por su justicia
librarían únicamente sus propias vidas, dice Jehová el Señor. Y si hiciere
pasar bestias feroces por la tierra y la asolaren, y quedare desolada de modo
que no haya quien pase a causa de las fieras, y estos tres varones
estuviesen en medio de ella, vivo yo, dice Jehová el Señor, ni a sus hijos ni a
sus hijas librarían; ellos solos serían librados, y la tierra quedaría
desolada. O si yo trajere espada sobre la tierra, y dijere: Espada, pasa por la
tierra; e hiciere cortar de ella hombres y bestias, y estos tres varones
estuviesen en medio de ella, vivo yo, dice Jehová el Señor, no librarían a sus
hijos ni a sus hijas; ellos solos serían librados. O si enviare pestilencia
sobre esa tierra y derramare mi ira sobre ella en sangre, para cortar de ella
hombres y bestias, y estuviesen en medio de ella Noé, Daniel y Job, vivo yo,
dice Jehová el Señor, no librarían a hijo ni a hija; ellos por su justicia
librarían solamente sus propias vidas.” Ezequiel 14:12-20.
“Me dijo Jehová: Si Moisés y Samuel se
pusieran delante de mí, no estaría mi voluntad con este pueblo; échalos de
mi presencia, y salgan.” Jeremías 15:1.
Podemos ver como Dios extiende su misericordia hacia
estos hombres fieles, salvándolos o librándolos en el momento en que el resto
de la población sufre las consecuencias de sus acciones. Que hay momentos donde
la intercesión no dará el resultado que esperamos y cuidado y no recibamos la
misma respuesta que le diera Dios a Jeremías:
“Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni
oración, ni me ruegues; porque no te oiré.” Jeremías 7:16.
“Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni
oración; porque yo no oiré en el día que en su aflicción clamen a mí.” Jeremías 11:14.
Debemos tener
bien claro que las cosas que están relatadas proféticamente para los últimos
días son consecuencia o resultado de la conducta de la humanidad. Dios hará
estas cosas procurando que las personas se arrepientan, pero podemos ver que no
habrá arrepentimiento en sus corazones.
“Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun
así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los
demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera,
las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar; y no se arrepintieron de sus
homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos.” Apocalipsis
9:20-21.
“El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a
los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el gran calor, y
blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se
arrepintieron para darle gloria.” Apocalipsis 16:8-9.
“El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino
se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas, y blasfemaron contra el
Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de
sus obras.” Apocalipsis
16:10-11.
La gran mayoría de las persona que oran es
procurando que le sean cambiadas las circunstancias, lo que le rodea, pero
ellos no están dispuestos a cambiar. ¿Ahora piensa usted que Dios, que conoce
los corazones, dejará de enviarle castigo a los que no están dispuestos a
arrepentirse, porque usted se lo pida? ¿Le pedirá usted a Dios que quite estas
plagas sabiendo que ni con las plagas se van a arrepentir? Antes nuestra
oración debe ser, con mucha humildad, reconociendo que sabemos que los impíos
no se arrepentirán a pesar de todas estas cosas, y que necesitamos la ayuda de
Dios para que, si nos tocase vivirlas, podamos mantenernos firmes sin dudar,
que nuestra fe no falte; que haga con nosotros según sus infinitas
misericordias.
Todo lo que
pidáis al padre creyendo lo recibiremos.
Entiendo que hay quienes se aferran a esta expresión
porque creer tener el derecho a exigirle a Dios que quite de en medio las
situaciones que no le gustan. Son ellos los que le dicen a Dios lo que aprueban
o no aprueban de las cosas que hace Dios.
“Y todo lo que pidiereis en oración,
creyendo, lo recibiréis.” Mateo 21:22.
“Por tanto, os digo que todo lo que
pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.” Marcos 11:24.
“Y todo lo que pidiereis al Padre en
mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.” Juan 14:13.
“No me elegisteis vosotros a mí, sino que
yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y
vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi
nombre, él os lo dé.” Juan 15:16.
Aunque es una expresión que se repite es Juan quien
hace una aclaración:
“Si pedimos conforme a su voluntad el nos oye.”
“Y esta es la confianza que tenemos en
él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si
sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las
peticiones que le hayamos hecho.” 1º de Juan 5:14.
Entonces no son nuestros caprichos las
peticiones que Dios nos contestará, muchas veces no cambiará el entorno sino
que debemos cambiar nosotros; ya sea que dejemos de clamar o que Dios nos
conceda nuestra vida como recompensa por haberle sido fiel.
“Porque ciertamente te libraré, y no caerás a espada, sino que tu
vida te será por botín, porque tuviste confianza en mí, dice Jehová.” Jeremías 39:18.
La vida de Jeremías es un buen ejemplo de vida para
nuestra conducta en las cosas que están por acontecer.
Ante las palabras proféticas dadas por nuestro Señor
Jesucristo estemos dispuestos para cambiar y adaptarnos nosotros, pues estos
son eventos que se cumplirán nos gusten o no nos gusten, estemos o no de
acuerdo; así están ya profetizados.
Ahora, dentro de las cosas que se pueden cambiar,
incluidas dentro de la profecía de Mateo 24, tenemos aquellas que nos
involucran de forma individual, por esto si se debe orar:
No ser
engañados.
Cada vez es más frecuente que introduzcan enseñanzas
dentro de las iglesias que no son verdaderas, o que no pertenecen a la iglesia
de Cristo, pero que se están mostrando como reales. Es tan frecuente esto que
cuando digan que el cristo está en equis lugar muchos van a ser engañados e
irán a verlo. Si no tenemos claro que no somos nosotros los que iremos por
nuestros propios medios a buscar a Jesucristo cuando regrese sino que es él
quien vendrá por nosotros, estamos expuestos a ser engañados. Los Ángeles serán
enviados a recogernos, en otras palabras, vendrán por nosotros, no iremos
nosotros por nuestros propios medios.
“…Mirad que nadie os engañe…”
Oremos que no seamos engañados.
No os
turbéis.
El ver todas estas cosas que ocurren a nuestro
alrededor puede causarnos turbación. Si hemos sido instruidos que nada malo nos
acontecerá pero Dios está permitiendo que pasemos tribulación esto puede
causarnos turbación. Es necesario que todas estas cosas acontezcan.
“…mirad que no os turbéis…”
Debemos orar que no seamos turbado.
Que no
tropecemos.
Cuanto daño hace a nuestra vida los problemas, los
engaños, las mentiras que a diario se divulgan por supuestos creyentes, lobos
disfrazados de ovejas. El ver como se producen estas cosas puede hacernos
tropezar.
“…Muchos tropezarán entonces…”
Debemos orar que seamos guardados.
Condiciones
climáticas para el día de la huida, en caso que nos toque huir.
Que si es necesario huir podamos tener condiciones
favorables, un lugar donde resguardarnos hasta que lleguen momentos mejores o
venga el señor Jesucristo por nosotros; en especial si es necesario dejar las
comodidades de la ciudad, nuestras casas, nuestras posesiones, entre otras
cosas. Si no pudiésemos comprar ni vender, por no habernos dejado implantar la
marca de la bestia, una opción es internarnos en los bosques, las regiones
apartadas de la civilización, el campo, donde podamos sostener la vida mientras
llega la hora de partir con el señor.
“…Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni
en día de reposo;…”
Oremos para que si nos toca huir haya buenas
condiciones.
Los días
acortados, en caso que estemos en peligro de apartarnos.
Sería preferible la muerte física ante la realidad
inminente de poder apartarnos de Dios que seguir viviendo en este mundo lejos
de la presencia de Dios. Se que no muchos le pedirían a Dios que les quite la
vida, pero si creemos no poder resistir más es mejor la muerte y salvar nuestra
alma de la condenación.
“…Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería
salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados…”
Oremos para que estemos preparados para lo primero
que se nos presente, sea la muerte o la transformación por la venida de
Jesucristo.