Juan
16:2-3.
“Os expulsarán de las sinagogas; y aun
viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios.
Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí.”
El ser humano tiene la costumbre de defender su creencia
cuando está convencido que ésta es la verdad, incluso con su propia vida; son
capaces de llegar a morir por causa de lo que cree.
¿Qué serías capaz de hacer en defensa de tu fe, de tu
creencia? El problema está cuando se sienten en el derecho u obligación de
agredir e incluso matar a otro para defender o imponer su creencia.
Quizá pienses que tú no matarías a nadie, pero ¿qué tan
seguro estás de no hacerlo? Quizá ya lo hayas hecho. ¿Hablarías con un muerto?
Estoy seguro que no; has aprendido que la persona que murió ya no vuelve a
tener contacto con los vivos. Ya no reconoces a aquel que ha muerto entre los
vivos, le tienes sólo en el recuerdo, pero no le hablas; aún cuando algunos en
ignorancia van a cementerio a hablar con los difuntos.
¿Has notado lo que haces con aquel que te manifiesta que no
cree en tu Dios? ¿O aquel que se aparta de tu creencia? Lo primero que haces es
quitarle el habla. Ya no le reconoces, es como si hubiese muerto.
Figurativamente para ti murió. Aun cuando físicamente no le
has matado, le das por muerto. Piensas que si tu mueres te ganas la recompensa
de Dios porque tu si tienes al Dios verdadero y si ese que le quitaste el habla
muere ¿Qué obtendrá? Ya le distes por muerto.
“Aún hay
esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo
que león muerto.” Eclesiastés 9:4.
Ahora ¿Por qué haces eso? Porque no
conoces a Dios, ni a su Hijo Jesucristo. Si a Dios conocieras hicieras lo que
él hace.
¿Qué hace Dios con todos aquellos
que no le tienen a él por Dios? Si alguno buscara hablarle ¿No le escucharía?
“Entonces
Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción
de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia.”
Hechos 10:34-35.
“Y sabemos
que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su
voluntad, a ése oye.” Juan 9:31.
La conducta de alguien nos habla si
conoce a Dios.
“Guardaos de
los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por
dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se
recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da
buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar
malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen
fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los
conoceréis.” Mateo
7:15-20.
Dios es un Dios vivo.
Este es un
principio en el cual debe estar basada nuestra fe. Sólo un Dios vivo es capaz
de hacer por nosotros y concedernos lo que le pidamos. Este Dios vivo es Jehová
de los ejércitos.
“Mas Jehová
es el Dios verdadero; él es Dios vivo y Rey eterno; a su ira tiembla la
tierra, y las naciones no pueden sufrir su indignación.” Jeremías 10:10.
Que lamentable que algunos confundan
la resurrección de Jesucristo y el hecho de que está vivo porque Dios lo
resucitó, con la existencia de un Dios vivo. (Ver artículo: Quien vive; y quien
es el que vive)
“¿cuánto más
la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo
sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que
sirváis al Dios vivo?” Hebreos 9:14.
Este Dios vivo es el que viendo la
condición del ser humano, muerto en delitos y pecados, envió a su Hijo amado en
propiciación por nuestros pecados; y es que Jesucristo necesitó del mismo Dios
que le envió para que le resucitase de entre los muertos al tercer día. Este
Dios que resucitó a Jesucristo es el único Dios viviente, es el Dios que
nosotros servimos.
El Dios de Jesucristo.
Conocer que nuestro Señor Jesucristo
es un siervo del Dios viviente es vital para nuestra salvación. Cuando él le
preguntó a sus discípulos que quien creían ellos que era el hijo del hombre,
Pedro expresó una gran verdad: Jesucristo es el Hijo del Dios viviente.
“Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.”
Mateo 16:15-16.
Cabe destacar que nuestro Señor Jesucristo es un siervo fiel del Dios
viviente, tiene al único Dios verdadero como su Dios. En el episodio relatado
en el libro de Juan se ve claramente que Jesucristo sirve a Dios, que tiene un
Dios. No solamente es Hijo del Dios viviente sino que también le tiene por
Dios.
“Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién
buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has
llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré. Jesús le dijo: ¡María!
Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro). Jesús le dijo:
No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y
diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.” Juan 20:15-17.
Y es que así ya estaba profetizado
que debía acontecer, que Jesucristo llamaría Padre a Dios y que le reconocería
como su Dios.
“Él me clamará: Mi padre eres tú, Mi Dios, y la
roca de mi salvación. Yo también le pondré por primogénito, El más excelso de
los reyes de la tierra.” Salmos 89:26-27.
¿Puede usted decirle hoy al Señor
Jesucristo como le dijera aquella mujer moabita a Rut: “…Tu Dios será mi
Dios…”? Quiera Dios que usted llegue a conocer al Dios de Jesucristo; o mejor
aún ser conocido por Dios.
Siendo conocidos por Dios.
No es lo mismo conocer a Dios que
ser conocidos por Dios. Usted puede llegar a conocer a Dios pero no ser
conocido por Dios y esto representar un problema. Si no ser conocido por
nuestro señor Jesucristo es un problema ¿Cuánto más no ser conocidos por Dios?
Mire lo que dice la escritura, en la parábola de las diez vírgenes, las que no
eran conocidas del esposo, que es Jesucristo, quedaron fuera de las bodas.
“Después vinieron también las otras vírgenes,
diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os
digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que
el Hijo del Hombre ha de venir.” Mateo 25:11-13.
Quiero resaltar que el esposo en
esta parábola representa a Jesucristo y no a Dios. Usted y yo, como la novia
del cordero, como la iglesia, nos casaremos con nuestro Señor Jesucristo y no
con Dios.
Otro ejemplo, de no ser conocidos
por Jesucristo y las consecuencias que acarrea, lo podemos ver en el relato
cuando Jesucristo venga a juzgar, donde la expresión es: “…nunca os conocí...”
“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el
reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los
cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí,
hacedores de maldad.” Mateo 7:21-23.
Entonces no ser conocidos por
nuestro Señor Jesucristo trae como consecuencia quedar excluidos de la
salvación. También tome en cuenta que no conocer quien es Jesucristo acarrea
perdición, pues quien no conoce a Jesucristo tampoco llega a conocer al padre.
“Ellos le dijeron: ¿Dónde está tu Padre? Respondió
Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a
mi Padre conoceríais.” Juan 8:19.
Se puede decir que se conoce a
Jesucristo aun cuando nunca lleguen a conocer al Dios que sirve Jesucristo.
“Decían entonces unos de Jerusalén:
¿No es éste a quien buscan para matarle? Pues mirad, habla públicamente, y no
le dicen nada. ¿Habrán reconocido en verdad los gobernantes que éste es el
Cristo? Pero éste, sabemos de dónde es; mas cuando venga el Cristo, nadie sabrá
de dónde sea. Jesús entonces, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: A
mí me conocéis, y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo, pero el que
me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis. Pero yo le conozco,
porque de él procedo, y él me envió.” Juan 7:25-29.
“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios
envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los
que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por
cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el
cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo,
también heredero de Dios por medio de Cristo. Ciertamente, en otro tiempo, no
conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses; mas ahora,
conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que
os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis
volver a esclavizar?” Gálatas 4:4-9.
Ahora, no ser conocido por Dios trae
consigo la muerte segunda, no somos reconocidos como hijos.
“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos
llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le
conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado
lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos
semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta
esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.” 1ra de Juan 3:1-3.
Esto de ser conocidos por Dios no es
otra cosa que el que Dios nos de el derecho o privilegio de ser hechos hijos de
Dios, y que ponga sobre nosotros el espíritu de su hijo; que ahora formamos
parte de los que han de heredar la salvación y los tesoros de Dios juntamente con
cristo. Ser conocidos por Dios es ser tenidos por hijos, y si hijos también
herederos. Dios nos ha reconocido.
La naturaleza violenta de los que no conocen ni temen a Dios.
Los que no conocen a Dios tienen una
naturaleza violenta. Son dados a usar sus propias fuerzas, no sólo para
resolver sus problemas sino para meterse en más problemas. Al no ser capaces de
esperar en Dios, de dejar lugar a la ira de Dios, toman la justicia por sus
propias manos para matar a todo aquel que no piense igual a ellos. Usan la
espada, su fuerza humana y no permiten el operar del Espíritu de Dios.
“En su
consejo no entre mi alma, Ni mi espíritu se junte en su compañía. Porque en su
furor mataron hombres, Y en su temeridad desjarretaron toros. Maldito su furor,
que fue fiero; Y su ira, que fue dura. Yo los apartaré en Jacob, Y los
esparciré en Israel.” Génesis 49:6-7.
Hay un dicho popular que dice: La
violencia es el arma del que no tiene la razón, y este es el caso de los que no
conocen a Dios. Esto lo vemos como ejemplo en todos aquellos religiosos que se
encargaron de crucificar al Señor Jesucristo; su alma tenia sed de muerte, y
llegaron a matar a Jesucristo porque no conocían a Dios ni a su Hijo
Jesucristo. Este mismo espíritu de violencia sigue operando hoy en día en
algunas personas.
“Os
expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os
mate, pensará que rinde servicio a Dios. Y harán esto porque no conocen al
Padre ni a mí.” Juan 16:2-3.
Note usted que esta naturaleza violenta va acompañada de
ignorancia, no conocen a Dios. Hoy no somos expulsados de las sinagogas pero si
de sus equivalentes, las organizaciones religiosas. Piense un poco: ¿Que
actitud tomamos usted y yo cuando nos encontramos con alguien que no cree igual
que nosotros? ¿Como nos comportamos con aquel que predica diferente a nosotros?
Nuestro comportamiento dice mucho de lo que sabemos, mucho de cual es el Dios
al que servimos.
El señor Jesucristo relacionó esta
conducta violenta, homicida, con los hijos del diablo, quien ha sido homicida
desde el principio. Le dijo a los que querían matarle:
“Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese
Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no
he venido de mí mismo, sino que él me envió. ¿Por qué no entendéis mi
lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro
padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido
homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no
hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y
padre de mentira. Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de
vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no
me creéis? El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís
vosotros, porque no sois de Dios.” Juan 8:42-47.
Permítame decirle: si usted cree que
Jesucristo salio de Dios y vino al mundo porque Dios le envió entonces usted
tiene por Padre a Dios. Si usted tiene una creencia diferente usted no tiene
por Padre al Dios de Jesucristo. Así lo dijo nuestro Señor Jesucristo: “…Si
vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido,
y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió…”
Si usted usa la violencia contra
aquellos que no creen igual que usted esta a tiempo de reflexionar y
recapacitar. La naturaleza violenta es de aquellos que no son hijos de Dios.
La naturaleza pacifica de los siervos de Dios.
Los siervos de Dios son todos
aquellos que conocen y temen a Dios, los que hacen la voluntad de nuestro Padre
que está en los cielos.
“Acordaos de
la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me
han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi
palabra, también guardarán la vuestra. Mas todo esto os harán por causa de
mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado.” Juan 15:20-21.
Los siervos de Dios dejan lugar a la
ira de Dios; teniendo como ejemplo a nuestro Señor Jesucristo:
“Pues para esto fuisteis llamados; porque también
Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas;
el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le
maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba
la causa al que juzga justamente;” 1ra de Pedro 2:21-23.
De la misma manera el siervo de Dios
hoy debe aprender a ser pacifico y encomendar la causa a Dios que es el que
juzga justamente.
“No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno
delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros,
estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados
míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la
venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre,
dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de
fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con
el bien el mal.” Romanos 12:17-21.
Es de resaltar que tendremos enemigos; personas a quienes no
les caeremos en gracia, especialmente porque predicamos al Dios verdadero, al
Dios que ellos no conocen y a su Hijo Jesucristo, y no predicamos el dios de la
tradición del mundo; pero ellos darán cuenta a Dios por lo que hacen.
Yo te presento y represento al Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo, y con esto no estoy condenándote, simplemente te invito a que
sirvamos al mismo Dios, al Dios viviente.
A quien se debe
temer.
Tu que sufres
persecución, injurias, desprecio, por causa de predicar la verdad, de dar a
conocer al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, no le temas a los hombres
violentos, antes temed a Dios.
“A Jehová de
los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo.” Isaías 8:13.
“Mas os
digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más
pueden hacer. Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que
después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí,
os digo, a éste temed.” Lucas 12:4-5.
¿Y quién es mi
hermano?
¿Tiene que ver esto con conocer a Dios? Si, y mucho. Así
dijo nuestro Señor Jesucristo.
“Y la gente que
estaba sentada alrededor de él le dijo: Tu madre y tus hermanos están afuera, y
te buscan. Él les respondió diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? Y
mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y
mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi
hermano, y mi hermana, y mi madre.” Marcos 3:32-35.
En esta porción Jesucristo nos hace hincapié que los que
hacemos la voluntad de Dios somos hermanos de Jesucristo, por ende hijos de
Dios. Note que él se incluye como hijo de Dios, como nuestro hermano, hijos de
un mismo Padre que es Dios.
Vea la diferencia:
“Vosotros
sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer.
Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad,
porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es
mentiroso, y padre de mentira.” Juan 8:44.
Ellos por no conocer a Dios hacían la obra del maligno, por
eso no eran hermanos de Jesucristo.
Algo que le va a ayudar a saber si usted conoce al Dios
verdadero es que usted procure el crecimiento tanto propio como el de los
demás, que se preocupe porque otros tengan vida, la vida que Dios ha puesto
para ser alcanzada por la fe en Jesucristo.
“Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” Juan 17:3.