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Características de los pactos de Dios





Efesios 2:12.


“En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.”

A lo largo de las sagradas escrituras encontramos que Dios ha hecho diferentes pactos con los seres humanos. Vamos a revisar los más relevantes y ver en ellos los componentes de esos pactos, cual es el esquema que usa Dios en sus pactos y porque podemos considerarlos pactos, más allá de la simple expresión.

¿Cuál es el esquema que Dios usa en sus pactos?

El esquema o estructura va a estar determinado por los componentes que se repiten o no en cada uno de los pactos. Así podemos encontrar que Dios:

a)     Da mandamientos u ordenanzas que el involucrado en el pacto debe cumplir.

b)     Hace promesas, recompensas que le serán otorgadas a aquel que cumpla los mandamientos del pacto.

c) Establece una señal como recordatorio de que Dios ha hecho un pacto con esa persona la cual debe observarse mientras el pacto está vigente.

Cada uno de estos elementos es posible identificarlos en los diferentes pactos que Dios ha hecho, a lo largo de la historia, con los seres humanos; mandamientos, promesas y señal, por eso podemos considerarlos pactos.

Cabe destacar que cuando Dios hizo un pacto con una sola persona no uso intermediario o mediador, él mismo se comunicó y estableció el pacto; mientras que cuando estableció el pacto con un grupo grande de personas entonces se valió de un mediador o intermediario para hacer llegar los términos de ese pacto; usó un mensajero. Pudiésemos referirnos como pacto individuales cuando Dios habló directamente con el involucrado en el pacto y pacto colectivo cuando establece un pacto que va dirigido  a muchas personas, pero se vale de alguien para comunicarles el pacto.

Revisemos algunos pactos que ha hecho Dios.

El pacto de Dios con Noé.

Este pacto lo encontramos en el libro de Génesis capitulo seis.

“Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo.” Génesis 6:18.

Noé se ganó el privilegio de que Dios estableciera un pacto con él gracias a que Noé era temeroso de Dios.

“Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová.” Génesis 6:8.

Dios establece pacto con gente que alcanza buen testimonio delante de él, con gente obediente, que hace lo que Dios le ordena.

“Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó.” Génesis 6:22.

Este es el primer paso, encontrar a alguien obediente que tenga temor de Dios, que esté dispuesto a hacer todo lo que Dios le ordena. Note usted que Dios estableció el pacto con Noé después que Noé obedeció. Dios le ordena construir el barco y le promete que va a establecer el pacto con Noé, pero no es sino hasta después del diluvio que vemos las ordenanzas o mandamientos de Dios para con Noé.

“Sal del arca tú, y tu mujer, y tus hijos, y las mujeres de tus hijos contigo. Todos los animales que están contigo de toda carne, de aves y de bestias y de todo reptil que se arrastra sobre la tierra, sacarás contigo; y vayan por la tierra, y fructifiquen y multiplíquense sobre la tierra.” Génesis 8:16-17.

“Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra. El temor y el miedo de vosotros estarán sobre todo animal de la tierra, y sobre toda ave de los cielos, en todo lo que se mueva sobre la tierra, y en todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados. Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo. Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis. Porque ciertamente demandaré la sangre de vuestras vidas; de mano de todo animal la demandaré, y de mano del hombre; de mano del varón su hermano demandaré la vida del hombre. El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre. Mas vosotros fructificad y multiplicaos; procread abundantemente en la tierra, y multiplicaos en ella. Y habló Dios a Noé y a sus hijos con él, diciendo: He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestros descendientes después de vosotros; y con todo ser viviente que está con vosotros; aves, animales y toda bestia de la tierra que está con vosotros, desde todos los que salieron del arca hasta todo animal de la tierra. Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra. Y dijo Dios: Ésta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra. Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes. Y me acordaré del pacto mío, que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá más diluvio de aguas para destruir toda carne. Estará el arco en las nubes, y lo veré, y me acordaré del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente, con toda carne que hay sobre la tierra. Dijo, pues, Dios a Noé: Ésta es la señal del pacto que he establecido entre mí y toda carne que está sobre la tierra.” Génesis 9:1-17.

En estas escrituras recoge las ordenanzas que Dios les dio y la promesa de no destruir más la tierra con agua, también agregó una señal de haber hecho un pacto con Noé y sus descendientes. Acá no les promete vida eterna, ni salvación, simplemente les garantiza la multiplicación y la vida sobre esta tierra. Cabe destacar que aun en los cielos aparece la señal que Dios estableció desde aquel tiempo como recordatorio del pacto entre Dios y Noé; un arcoíris cuando cae lluvia sobre la tierra.

El pacto de Dios con Abran.

Otro de los pactos que llama la atención es el que establece Dios con Abram, y éste tiene una dimensión diferente al que estableció Dios con Noé, pues hay promesas que aún están por cumplirse; este pacto también es conocido como el pacto de la promesa.

Dios escoge a Abram, a una persona que estuvo dispuesto a cumplir todo lo que Dios le ordenó. Este pacto está más enfocado a la parte espiritual. Lo encontramos en el libro del génesis. Luego que Dios le pide a Abram salir de su tierra y de su parentela e ir al lugar que Dios le iba a mostrar, cuando Abram le obedeció, Dios estableció con él un pacto.

“En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates;” Génesis 15:18

Y en sucesivas ocasiones Dios le fue dando forma al pacto con Abram, dándole ordenanzas y haciéndole diferentes promesas.

“Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera. Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos. Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones. Éste es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje. Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo. Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto. Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre. Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella. Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir? Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él. Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación. Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene.” Génesis 17:1-21

Acá podemos ver que hasta incluso le cambió el nombre de Abram a Abraham. Ahora junto con las ordenanzas también Dios le hizo promesas; y aparece en la historia del pueblo de Israel la circuncisión. Ciertamente es una ordenanza, Dios le mando que debía circuncidar todo varón, pero este mandamiento se constituyó en el recordatorio del pacto que Dios hizo con Abraham.

“Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros.” Génesis 17:11

Como ya dije: Dios establece pacto con los obedientes a sus mandamientos. Cumplió Abraham, no solo con el recordatorio sino que fue obediente a Dios en todo; incluso cuando Dios le pide en sacrificio a Isaac, aquel hijo en el cual Dios le había prometido descendencia. En este episodio se da una palabra profética que apunta a la venida del Cordero de Dios que quitaría el pecado del mundo.

“Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto? Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos.” Génesis 22:7-8.

No le estaba mintiendo, pues así como Dios proveyó un cordero trabado entre los zarzales, que tomara el lugar de Isaac, también estaba hablando de la provisión de Dios del Cordero que había de morir por los pecados de la humanidad.

En este pacto, de Dios con Abraham, también encontramos mandamientos u ordenanzas, promesas y un recordatorio o señal de éste pacto que Dios estableció con él; en este caso la circuncisión.

Al igual que el pacto de Dios con Noé, con Abraham estableció el pacto de forma personal, él mismo, sin mediador. Este pacto fue ratificado por Dios para con Isaac y con uno de sus hijos, Jacob.

 Y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él.”  Génesis 17:19.

Cuando dice: “...pacto perpetuo para sus descendientes después de él” es necesario que entendamos que Dios ratifica el pacto con los obedientes y aquellos con los que no ratifica el pacto quedan excluidos del pacto.

“Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene.” Génesis 17:21

“Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob.” Éxodo 2:24.

Vemos así que Dios no estableció un nuevo pacto con Isaac y con Jacob, sino que ratificó el mismo pacto de la promesa que había hecho con Abraham para con Isaac y con Jacob. Es de resaltar que así como los otros hijos de Abraham, seis en total, no entraron en el pacto de Dios con Abraham, sino solo con Isaac, de la misma manera ocurrió con el otro hijo de Isaac, que se llamó Esaú. Dios no ratificó el pacto hecho con Abraham en Esaú sino en Jacob ¿Por qué?  Dice la Escritura que Esaú menosprecio la bendición de Dios.

“Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.” Hebreos 12:17.

¿Qué dice Dios que hace con aquellos que le menosprecian?

“Por cuanto tuvo en poco la palabra de Jehová, y menospreció su mandamiento, enteramente será cortada esa persona; su iniquidad caerá sobre ella.” Números 15:30-31.

Aquel que menosprecia a Dios, y sus bendiciones, Dios lo desecha.

Dios establece su pacto con los que le aman y le obedecen, por esto no ratificó su pacto con Esaú porque éste menospreció la bendición de Dios.

Esto es clave para entender el porqué Dios se vio en la necesidad de establecer un pacto con el pueblo de Israel cuatrocientos treinta (430) años después de haber hecho aquel pacto con Abraham.

“Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con
Cristo
, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa.” Gálatas 3:17.

El pacto de Dios con el pueblo de Israel.

Se dieron las condiciones que hicieron necesario que Dios no ratificara el pacto que había hecho con Abraham para con el pueblo de Israel, sino que a causa de las transgresiones Dios hizo con ellos un pacto con cláusulas diferentes que las que tenía en pacto con Abraham.

“Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador.” Gálatas 3:19.

Dios en el Monte Sinaí, por medio del Ángel de Jehová, y en manos de Moisés, establece un pacto con el pueblo de Israel. Es de resaltar que con el pueblo de Israel hizo dos pactos. Uno con los de salieron de Egipto, allá en el Monte Sinaí, y otro, cuarenta (40) años después, cuando habían muerto todos aquellos que se revelaron queriendo regresar a Egipto y Dios los destruyo en los cuarenta (40) años que dieron vueltas por el desierto.

La primera de estas dos ocasiones es la más conocida, cuando Dios le entregó las tablas a Moisés con los mandamientos.

“Y Jehová dijo a Moisés: Escribe tú estas palabras; porque conforme a estas palabras he hecho pacto contigo y con Israel. Y él estuvo allí con Jehová cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan, ni bebió agua; y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos.”  Éxodo 34:27-28.

Pero luego de esto el pueblo se desvió, y deseó volverse a Egipto, por lo que Dios los hizo morir en medio del desierto.

La segunda ocasión, después de cuarenta años, la palabra de Dios dice:

“Éstas son las palabras del pacto que Jehová mandó a Moisés que celebrase con los hijos de Israel en la tierra de Moab, además del pacto que concertó con ellos en Horeb.” Deuteronomio 29:1.

Podemos ver que este pacto es hecho en una ocasión diferente, aun cuando todavía estaba Moisés. En el versículo cinco se refleja que ya han pasado cuarenta años.

“Y yo os he traído cuarenta años en el desierto; vuestros vestidos no se han envejecido sobre vosotros, ni vuestro calzado se ha envejecido sobre vuestro pie.” Deuteronomio 29:5.

Y, además acota, más adelante, que es un pacto:

“Guardaréis, pues, las palabras de este pacto, y las pondréis por obra, para que prosperéis en todo lo que hiciereis.” Deuteronomio 29:9.

para que entres en el pacto de Jehová tu Dios, y en su juramento, que Jehová tu Dios concierta hoy contigo, para confirmarte hoy como su pueblo, y para que él te sea a ti por Dios, de la manera que él te ha dicho, y como lo juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob. Y no solamente con vosotros hago yo este pacto y este juramento, sino con los que están aquí presentes hoy con nosotros delante de Jehová nuestro Dios, y con los que no están aquí hoy con nosotros.” Deuteronomio 29:12-15.

Tanto en el pacto en el Sinaí como en el pacto en la tierra de Moab, encontramos mandamientos, ordenanzas, promesas, pero llama la atención que en este pacto no agrega una señal diferente a la que ya estaban observando; y esta señal lo constituye el guardar y santificar el día de reposo, que fue establecido por Dios que sería el día Sábado. Hago la observación pues el guardar el sábado es la señal sólo para estos dos pactos, para ningún otro, mientras estuvieron vigentes.

“Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico.” Ezequiel 20:12.

“y santificad mis días de reposo, y sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios.” Ezequiel 20:20.

Ahora, estos pactos que Dios concertó con el pueblo de Israel, la mayoría de los israelitas los menospreciaron; y no es que yo quiera hablar mal del pueblo de Israel, permítame mostrarle lo que Dios le dijo a Moisés referente a esto.

“Y Jehová dijo a Moisés: He aquí, tú vas a dormir con tus padres, y este pueblo se levantará y fornicará tras los dioses ajenos de la tierra adonde va para estar en medio de ella; y me dejará, e invalidará mi pacto que he concertado con él;” Deuteronomio 31:16.

Y esta también es la razón por la que Dios dice:

“Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; No como el pacto que hice con sus padres El día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor.” Hebreos 8:8-9.

Por el pueblo de Israel menospreciar los mandamientos de Dios, este pacto quedó abolido; El escritor del libro a los hebreos lo relata así:

Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia” Hebreos 7:18.

De manera que Dios no ha procurado, ni procurará resucitar o retomar este pacto. Cuando Dios se acordó del pueblo de Israel fue recordando el pacto que había hecho Dios con Abraham, Isaac y Jacob, el pacto de la promesa, y no con el pueblo en el Sinaí ni en Moab.

Entonces yo me acordaré de mi pacto con Jacob, y asimismo de mi pacto con Isaac, y también de mi pacto con Abraham me acordaré, y haré memoria de la tierra.” Levítico 26:42.

Es necesario recordar que este pacto con Abraham, Isaac y Jacob no es el mismo del Sinaí ni el de Moab con el pueblo de Israel.

Por el pueblo de Israel menospreciar el pacto que Dios concertó con ellos en el Sinaí y en Moab, cuando Dios establece un nuevo pacto lo hace en base al pacto hecho con Abraham.

También es de resaltar que de la misma manera que sigue apareciendo la Señal en los cielos, del pacto de Dios con Noé, sigue existiendo la circuncisión como señal de un pacto y así sigue existiendo el día Sábado; todos ellos recordatorios de diferentes pactos que Dios ha concertado en algún momento con el ser humano, pero cada nueva señal no viene a formar parte del pacto siguiente, ni en conjunto forman parte del pacto que está vigente hoy día. Cada pacto con su señal y ninguna es vinculante al pacto más reciente. Así llegamos al pacto hecho con el Señor Jesucristo.

El pacto hecho con Jesucristo.

¿Qué Dios hizo un pacto con Jesucristo? Sé que en este punto habrá algunos extrañados o escandalizados, pero permítame mostrarle por las escrituras. Dios hizo con Jesucristo de la misma forma que hizo con Isaac y Jacob; ratificó el pacto hecho con Abraham.

Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa.” Gálatas 3:17.

Aquí dice claramente que el pacto de Abraham fue ratificado para con Cristo. Fue el punto de partida incluso para Dios establecer un nuevo pacto que involucra a Jesucristo como mediador de este nuevo pacto. Note usted que para con Cristo no fue ratificado el pacto de Dios con Moisés y el pueblo de Israel, sino el anterior a este: el pacto de Dios con Abraham, el de la promesa.

Se constituye Jesús el Cristo en la simiente de Abraham, aquel a quien Dios le había hecho las promesas.

En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.” Génesis 22:18.

Hablándole Pedro al pueblo de Israel les recordó el pacto de Dios con Abraham y no el de Dios con Moisés y el pueblo.

“Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.” Hechos 3:25-26.

Dios ratifica el pacto de Abraham para con Cristo y, por medio de él, establece un nuevo pacto que permitirá bendecir a todas las naciones de la tierra y ya no solo al pueblo judío. De esto habló el mismo Señor Jesucristo: él dijo que su sangre es la sangre derramada por todos en el nuevo pacto.

Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada.” Marcos 14:24.

De este nuevo pacto nos habla el escritor al libro a los hebreos:

“Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.” Hebreos 8:6.

“Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.” Hebreos 9:15.

“a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel. Mirad que no desechéis al que habla.” Hebreos 12:24.

Vemos claramente que Jesucristo es el mediador de un nuevo pacto y que éste es para con nosotros hoy en día; es el pacto de Dios con la humanidad, por medio de Jesucristo.

Para poder ser considerado éste el pacto de Dios para con la humanidad, por medio de Jesucristo, debe tener mandamientos u ordenanzas, promesas y una señal. De este pacto Jesucristo es el mediador, así como Moisés fue el mediador del pacto entre Dios y el pueblo de Israel.

“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.” 1ra Timoteo 2:5-6.

Este pacto también consta de promesas para aquellos que lo guarden (ver artículo Las promesas, la ley y el nuevo pacto)

“Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.” Hebreos 8:6.

De igual forma podemos encontrar en este nuevo pacto una señal, que nos recuerda el sacrificio hecho por nosotros, cuando un hombre derramó su vida hasta la muerte en la cruz del calvario. Esta señal la constituye el participar de la cena del Señor. (Ver artículo Señal del pacto, con Jesucristo y toda la humanidad).

“Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.” Lucas 22:19.

“Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.” 1ra Corintios 11:23-26.

Esto es memorial de que un nuevo pacto fue establecido, recordatorio de que Nuestro Señor Jesucristo, el cordero de Dios, fue inmolado por nuestros pecados y su sangre preciosa nos limpia de todo pecado; y que por medio de él hoy se nos anuncia resurrección y vida eterna.

No necesita seguir observando los mandamientos de pactos pasados, ni guardando señales de pactos anteriores, en Cristo estamos completos; guardando la ley de Cristo y los mandamientos del nuevo pacto hecho con la sangre preciosa de nuestro señor Jesucristo presentada en el lugar Santísimo en los mismos cielos.

“Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.” Hebreos 9:11-15.

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