Antes que sea demasiado tarde
Hebreos 12:16-17.
“no
sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida
vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la
bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque
la procuró con lágrimas.”
Cuando se vence o
termina un periodo ya nada podemos hacer para cambiar una situación en
particular; aunque tuviésemos las herramientas y creamos tener las excusas para
alegar, aun cuando pensemos poder hacer que alguien cambie de parecer. Por
haberse terminado el tiempo ya no hay nada que hacer, es demasiado tarde.
Un ejemplo a esta
situación podría ser la ocurrida cuando cayó el diluvio universal, situación
que se repetirá con la salvación de nuestras almas. Durante el periodo de
construcción del Arca las personas no vieron la necesidad de estar dentro de
ella, hasta que llegó el diluvio y ya era demasiado tarde, Dios había cerrado
la puerta.
“Mas como
en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en
los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en
casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta
que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del
Hijo del Hombre.” Mateo 24:37-39.
Otra situación se
da cuando es el individuo que de forma consciente rechaza una oportunidad que
se le está dando, ya sea que crea que no necesitará lo que le están ofreciendo
o menosprecie la oferta y sea entregada o se le de la oportunidad a otro y ya
no hay vuelta atrás; querer disfrutar del beneficio ya no es posible, es
demasiado tarde; otro aprovechó la oportunidad.
“no
sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida
vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando
heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el
arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.” Hebreos 12:16-17.
Otro ejemplo esta
descrito en las escrituras cuando los seres humanos, aun con todas las cosas
que ocurrirán en los últimos tiempos, obstinadamente se negará a arrepentirse.
“Y
los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se
arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los
demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera,
las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar; y no se arrepintieron de sus
homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos.”
Apocalipsis
9:20-21.
Aun cuando es el
relato de los eventos que precederán a la venida de Jesucristo a reinar, y que
para muchos en este periodo ya no hay oportunidad de salvación, pues para ellos
se ha dado el rapto de la iglesia, vemos que dice claramente “…no se
arrepintieron…” desecharon voluntariamente la oportunidad ¿Qué podrán alegar
cuando sean juzgados? Menospreciaron la salvación, no hay excusas.
En el momento en
el que el ser humano comprende que debe arreglar sus cuentas con Dios entonces
acude a aquel Dios del cual le han hablado; aunque este no necesariamente sea
el Dios verdadero.
·
Ya sea por necesidad de perdón.
·
Por necesidad de paz en su interior.
·
Por necesidad de conversión o transformación en una
nueva persona.
·
Por querer una nueva vida.
Es necesario tener
bien claro que todas estas cosas, mencionadas anteriormente, son posibles, pero
algunos nunca lograran conseguirlo ¿Por qué? Porque no ha habido un
arrepentimiento sincero o simplemente no han acudido al Dios correcto, porque sólo
hay un Dios que puede darle lo que están buscando, una sola fuente; han perdido
el tiempo por no haberse asegurado que el Dios al cual le están clamando sea el
verdadero. No basta con lo que nos hayan dicho, es necesario que estemos
seguros de que a quien clamamos es el Dios verdadero, el que puede absolvernos
de culpa; por medio del instrumento que Dios ha dispuesto para tal fin.
“¿Tienes
tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se
condena a sí mismo en lo que aprueba.” Romanos
14:22.
Cuando nos
encontramos con versículos como éste, donde vemos que somos nosotros los que
tenemos en nuestras manos tanto la salvación como la condenación, al aprobar o
desaprobar lo que creemos o no, nos damos cuenta que somos responsables de lo
que creemos y como tal debemos asumir nuestra responsabilidad. No habrá excusa
en el día del juicio, no podremos decir que eso creímos porque era lo que
decían en la iglesia o en eso fuimos enseñados. Asumimos la responsabilidad por
lo que creemos.
Una de las
cosas que ha hecho Dios es Derramar de su Santo Espíritu para que seamos guiados
por el Espíritu de Dios, y que no nos dejemos engañar de los falsos maestros ni
acudamos a intermediarios o mediadores diferentes al que Dios ha establecido.
Dios estableció a Jesucristo para que por medio de él, gracias a la fé en él,
podamos alcanzar la vida eterna.
“Entonces hablaste en visión a tu santo, Y dijiste:
He puesto el socorro sobre uno que es poderoso; He exaltado a un escogido de mi
pueblo.” Salmos 89:19.
Esta es la
razón por la que encontramos a Jesucristo haciendo el llamado:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y
cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y
aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso
para vuestras almas;” Mateo 11:28-29.
Es Jesucristo el mediador que Dios levantó para que
nos acerquemos a él. Si ponemos nuestra fe en alguien diferente a aquel que
Dios ha establecido entonces no alcanzaremos realmente lo que estamos
necesitando, el perdón de nuestros pecados y la salvación de nuestra alma.
Al depositar nuestra fe y esperanza en la forma
equivocada, en la persona o en el Dios diferente, por más que creamos, tengamos
la certeza de estar en la verdad, no es garantía de salvación.
“sabiendo
que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de
vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la
sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros
tiempos por amor de vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le
resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza
sean en Dios.” 1ra Pedro 1:18-21.
La forma correcta es que, por medio de Jesucristo,
creemos en Dios y así llegamos a poner nuestra fe y esperanza en Dios.
Al reconocer a Jesucristo como ese ser que Dios envió
para que muriese en la cruz del calvario y, mediante ese sacrificio, seamos
reconciliados con Dios por el perdón de nuestros pecados, debe llevarnos a
conocer al Dios Verdadero. Si por el contrario lo que ha ocurrido es que hemos
cambiado de ídolo no obtendremos lo que Dios ha prometido. Cuando estábamos sin
Dios y sin Cristo en el mundo, servíamos lo que por naturaleza no es Dios,
tenías ídolos como nuestros proveedores. Si ahora llegamos al evangelio y
hacemos de Jesucristo nuestro Dios lo que hemos hecho es cambiar de ídolo, ya
que estaremos honrando a la criatura antes que al creador. El conocer a Jesucristo
debe llevarnos es a conocer a aquel que creó a Jesucristo, al creador, al verdadero
Dios.
“ya
que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las
criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.” Romanos 1:25.
¿Qué Jesucristo fue creado? Si; así está escrito:
“Pero
vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús,
coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que
por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.” Hebreos 2:9.
Para adquirir este conocimiento hay un tiempo, está
establecido un periodo. Antes que Dios enviara a su Hijo amado, el pueblo
gentil no tenía este privilegio, servía lo que por naturaleza no es Dios, y sus
acciones eran motivo de ira:
“Ciertamente,
en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no
son dioses;” Galatas 4:8.
“entre
los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de
nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos
por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.” Efesios 2:3.
Si usted tiene a Jesucristo como su Dios es porque
aun no ha conocido al Dios verdadero; es necesario que conozca al Dios de
Jesucristo, al Dios verdadero, nuestro Dios.
“Jesús
le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis
hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro
Dios.” Juan
20:17.
Además de la terquedad del ser humano, la muerte del
cuerpo es un impedimento que imposibilita el lograr conseguir este conocimiento;
después de muerto ya no hay esperanza.
“Porque los que viven saben que han de morir; pero los
muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en
olvido.” Eclesiastés
9:5.
“Todo
lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en
el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.” Eclesiastés 9:10.
Sin embargo, lo
peor que puede pasar no es que se acabe la vida, sino que ya no haya
oportunidad para merecerla, alcanzarla, no perderla. Permítame explicarle. Lo
que hoy llamamos vida no es lo que Dios ha prometido darnos. Hoy vivimos
estando sin vida al estar alejados de Dios, pero gracias a la misericordia de
Dios, él nos Dios vida juntamente con Cristo; y esta vida se refiere a la vida
eterna. Se puede vivir sabiendo que ya no hay esperanza de vida eterna, esto es
vivir sabiendo que ya no puede hacerse nada para remediar una situación pues ya
se terminó la oportunidad y simplemente se vive esperando la muerte segunda.
Dios da oportunidad. Esto lo podemos ver muy claro con el relato de tiempo de
Noe. Dios abrió un compás de espera, mientras Noé construía el arca, para que
todo aquel que quisiera salvarse de la muerte pudiera subirse en el arca; sin
embargo decidieron no aprovechar la oportunidad que se les daba. Así llegó el
día en que la oportunidad se terminó ¿Cuándo, al morir? No; la oportunidad
terminó cuando la puerta se cerró.
“Y los que vinieron, macho y hembra de toda carne
vinieron, como le había mandado Dios; y Jehová le cerró la puerta.” Génesis 7:16.
“y no entendieron hasta que vino el diluvio y se
los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.” Mateo 24:39.
Ese breve periodo,
entre el cierre de la puerta y las aguas empiezan a subir, debe ser de gran
angustia para aquellos que no creyeron mientras aun había oportunidad. Ya no se
puede alcanzar la salvación, es demasiado tarde. Dios cerró la puerta pero aun
seguían vivos, contemplando como los que entraron en el barco estaban exentos
de las consecuencias de un diluvio.
Este mismo
panorama se vislumbra para la humanidad de los últimos tiempos. La puerta que
se abrió, con la muerte y resurrección de Nuestro señor Jesucristo, un día va a
ser cerrada, se terminará la oportunidad de salvación. La oportunidad de salvación
se termina antes de morir (muerte segunda) y no con la muerte (muerte primera).
La puerta se cierra y los que no quisieron aceptar las condiciones para ser
salvos quedan excluidos y pueden contemplar como los que si aceptaron están
disfrutando de la salvación.
“Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo;
y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la
puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!
Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.” Mateo 25:10-12.
“Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta
angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. Después que
el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera
empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él
respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. Entonces comenzaréis a decir:
Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. Pero os
dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores
de maldad. Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a
Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y
vosotros estéis excluidos.” Lucas 13:24-28.
Cuando una persona
muere, pasa por la muerte primera, se le cierra la puerta, se les acaba la
oportunidad, aun cuando no se ha terminado el periodo para salvación para todos
aquellos que aun están vivos. Con la venida de nuestro Señor Jesucristo a
Juzgar y Reinar, cuando resucite a los muertos, allí se acabará el periodo, ya
no habrá oportunidad para salvación, pero aún están los seres humanos vivos, y
los que estaban muertos fueron resucitados, así que están vivos. Se termina el
periodo de salvación, pero aun no han muerto; no han pasado por la muerte
segunda.
Por el hecho de
que el periodo se termina, la oportunidad se acaba, y los impíos estando vivos se
darán cuenta de su exclusión, viendo a Abraham y los Salvados siendo consolados;
como los que estaban vivos en los tiempos de Noé que vieron como las aguas
subían pero no podían entrar porque Dios había cerrado la puerta, mientras que
Noé y su familia estaban dentro del Arca.
Ya que el tiempo de arreglar las cuentas con Dios tiene un límite, es
que existe el llamado a Buscar a Dios, mientras lo podemos encontrar.
“Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle
en tanto que está cercano.
Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a
Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será
amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni
vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la
tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos
más que vuestros pensamientos.” Isaías 55:6-9.
Una de las cosas que ocurrirá con la resurrección de
entre los muertos es que se percatarán de que lo que pensaron que había
olvidado con la muerte ahora se ha restablecido en nuestras mentes; su memoria
le será restaurada. Cuando seamos resucitados, para ser presentados a juicio,
es necesario que todos nuestros recuerdos estén intactos; tanto el que hizo
bien como el que hizo mal, para que pueda dar cuenta por sus actos.
Es de resaltar que tanto impíos como los limpios,
emblanquecidos y purificados, serán presentados para ser juzgados.
“Y
muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos
para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.” Daniel 12:2.
“Porque
es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para
que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea
bueno o sea malo.” 2da Corintios 5:10.
Es necesario que esto lo tengamos muy presente,
puesto que hay quienes, en su afán por dejar de sufrir, adelantan los momentos
y eventos que Dios ha establecido según su sola potestad. Meten al cielo o al
infierno a las personas que acaban de morir, dan por muerta el alma junto con
el cuerpo en la muerte primera, exterminan a los malos, y todo esto sin haber
sido juzgados. Es necesario aun pasar por varias situaciones y poder entender
como está nuestra conciencia en cada una de ellas.
A)
Desde
que somos concebidos en el vientre de nuestra madre hasta el momento de la
muerte. En este periodo nuestra alma
está conciente de sus actos, por lo que el día del juicio daremos cuenta por lo
que hicimos mientras estábamos en el cuerpo.
B)
Desde el
momento de la muerte hasta el momento de la resurrección, nuestra alma está
durmiendo, no está consciente del tiempo y espacio en la que se encuentra, nada
sabe; solo duerme en esperanza de ser resucitada para el día del juicio. El día
del juicio no dará cuenta por este periodo, pues no hay obra que se haga más
que dormir.
C)
Desde la
resurrección hasta que pasen los mil años del reinado de Jesucristo sobre esta
tierra y llegue la hora de que esta tierra sea destruida y seamos transportados
a una nueva tierra. Durante este periodo los seres humanos tendrán el mismo
conocimiento que tenían antes de haber muerto. Saben lo que es bueno y malo y
sus recuerdos están intactos. Durante este periodo no se ha dado el borrón y
cuenta nueva. Ya que es necesario ser juzgados y poder vivir o experimentar la
recompensa que trae el juicio. A los justos se les dará consolación y a los injustos
obtendrán tormento; y ambos, justos e injustos, son concientes del porqué están
teniendo esa experiencia. “…cuando veáis a Abram… … y vosotros estéis
excluidos….”
D)
Desde el momento en que los justos estemos en una
nueva tierra con cielos nuevos hasta la eternidad. En este periodo Dios hará un
cambio en nuestras metes y nuestros corazones, es aquí donde se cumplirá lo que
Dios ha prometido: Hará nuevas todas las cosas y no habrá ya más llanto; no
habrá recuerdo de lo vivido, del pasado, grabaremos un nuevo capítulo en
nuestras vidas. En el caso de los injustos, es en este momento en que Dios
cumplirá lo que ha establecido para con ellos, serán exterminados, serán
extinguidos. Ellos pasaran por la muerte segunda, donde el cuerpo y el alma son
destruidos para nunca más existir.
Sólo en el primer
periodo, desde que somos procreados hasta la muerte, es que estamos a tiempo
para poder echar mano de la vida eterna, para ser salvos; después de este
periodo es demasiado tarde, ya no hay oportunidad para arreglar nuestras
cuentas con Dios. No hay segundas oportunidades de ser salvos después que se ha
terminado el periodo, por lo que mientras hay vida hay esperanza.
“Aún hay
esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo
que león muerto.” Eclesiastés 9:4.
Muchos procurarán
entrar pero no podrán.
“Y
alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esforzaos
a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar,
y no podrán. Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado
la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo:
Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.” Lucas 13:23-25.
Note usted que estas personas están procurando entrar es después que se
cierre la puerta, que se acabe la oportunidad, cuando vean que si es verdad lo
de la salvación, pero es demasiado tarde.
Aun estamos a tiempo. ¿Qué estas esperando? No esperes que sea demasiado tarde.