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Jesucristo, semejante en todo


 

Jesucristo, semejante en todo.

Hebreos 4:15

 "Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado."

Cuando nos encontramos que la Biblia habla de que Jesucristo se asemeja a alguien quizá sea una sorpresa para algunos que está semejanza la tenga con el hombre; nos dice claramente que Jesucristo es semejante al hombre en todo, y esto marca una distinción entre Dios y Jesucristo, incluso es prueba de que Jesucristo no es Dios el Padre, pues Dios no es semejante a los hombres.

Mientras que de Dios la Biblia dice: "...A qué, pues, me haréis semejante..." de Jesucristo dice que es semejante a los hombres en todo.

"¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo." Isaías 40:25. 

"¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis?" Isaías 40:18.

"Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí," Isaías 46:9.

Debe quedarnos bien claro que Dios no es semejante a alguna de sus criaturas, sino que son sus criaturas las que son semejantes a él; está semejanza es en una sola dirección, los seres vivientes son semejantes a su creador. 

Aún cuando dice la Biblia que Jesucristo fue hecho semejante a Dios, el énfasis se hace en dejarnos saber que Jesucristo es semejante en todo a los hombres, sus hermanos; Jesucristo es semejante a sus congéneres.

"Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz." Filipenses 2:5-8.

Y es que por ser creados a imagen y semejanza de Dios somos seres semejantes a Dios, en forma de Dios, pero esto no nos hace Dios, no somos de naturaleza divina, somos seres humanos; tanto Cristo como nosotros somos semejantes o en forma de Dios. 

"Este es el libro de las generaciones de Adán. El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo." Génesis 5:1.

"Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios." Santiago 3:9.

No existe otro ser que sea de la misma naturaleza de Dios Padre, el creador; no hay otro Dios.

“Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios. ¿Y quién proclamará lo venidero, lo declarará, y lo pondrá en orden delante de mí, como hago yo desde que establecí el pueblo antiguo? Anúncienles lo que viene, y lo que está por venir. No temáis, ni os amedrentéis; ¿no te lo hice oír desde la antigüedad, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno.” Isaías 44:6-8.

Al igual que Cristo, el hombre fue hecho en forma de Dios, con el propósito de otorgársele señorío, para que señorease, pero a causa de la desobediencia vino a ser esclavo, llegando incluso la muerte a enseñorearse de ellos. La Biblia dice claramente que somos esclavos de aquello que nos vence, y de aquel a quien obedecemos.

"Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció." 2º de Pedro 2:19.

"¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?" Romanos 6:16. 

De Jesucristo la Biblia dice que es "... en todo semejante a sus hermanos..."  Y esto para que pudiera hacer la labor que Dios le encomendó.

"Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo." Hebreos 2:17.

Es la semejanza la clave para lograr el propósito que se trazó Dios con la venida del Señor Jesucristo, hacer la reconciliación de todas las cosas.

"y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz." Colosenses 1:20.

Entonces, ¿Qué es semejante?

a) Al tomar en cuenta lo que les ocurre o experimentan dos seres vivos podemos decir:

Si hace el mismo proceso es semejante.

Una de las cosas que encontramos en las escrituras es la comparación de los hombres con las bestias, y la semejanza que se encuentra entre ellos es lo que ha llevado a algunos seres humanos a considerar el origen del hombre en los animales, como si el hombre fuese descendiente de los animales. La Biblia dice que el hombre es semejante a las bestias, pero ¿Por que lo dice? Porque hay procesos que le ocurren tanto al hombre como a los animales, en estos procesos hay similitud, pasan por la misma experiencia.

"Mas el hombre no permanecerá en honra; Es semejante a las bestias que perecen." Salmos 49:12.

En lo que se refiere a la muerte, tanto los hombres como los animales están sujetos a pasar por ella, en esto son semejantes; pero, al hablar del tipo de carne, aunque los dos tienen carne, sus carnes son diferentes.

"No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves. Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrenales." 1º de Corintios 15:39-40.

b) Tomando en cuenta la constitución, como está conformado aquello que comparamos, podemos decir que si tiene los mismos elementos es semejante.

Entonces semejante se aplica a las cosas que nos rodea y a los seres vivientes, pudiendo decirse que es semejante porque está constituido por los mismos elementos aun cuando estos varían en figura o forma, tamaño o proporción, color, cantidad, pero comparten un mismo proceso o función. En el caso de los seres humanos, están constituidos por los mismos elementos y estos pueden variar en figura o forma, tamaño o proporción, color, cantidad. Podemos tomar como ejemplo el cabello, o los ojos, aunque todos los tienen hay variación de uno a otro, por esto son semejantes; sin embargo, la semejanza es mayor cuánto más parecido sean.

Teniendo en cuenta que Jesucristo vino por intervención de Dios, debemos preguntarnos ¿Tiene la semejanza de Dios o la de Adán? ¿Desciende de Adán, por lo que es semejante a Adán, o fue creado por Dios, por lo que entonces es semejante a Dios? Pero ¿Acaso Adán no fue creado a imagen y semejanza de Dios? Pues la respuesta es que Cristo tiene la semejanza de Dios al igual que Adán tiene la semejanza de Dios. Aunque son creaciones separadas en el tiempo, en cada una de ellas se usó el mismo molde, porque Adán es figura de Cristo, y también cristo fue hecho con los mismos materiales que Adán; claro está que para la creación de Jesucristo el polvo de la tierra ya estaba transformado en carne tal como hizo Dios cuando creó a Eva de la costilla de Adán. En la creación de Eva Dios no necesitó volver a tomar polvo directo de la tierra, si así hubiese sido, Adán no hubiese podido decir de Eva: esto es carne de mi carne. En vez de tomar nuevamente polvo de la tierra, Dios tomó parte de la carne de Adán y, sin un proceso sexual, sin necesidad de óvulo o espermatozoide, Dios creó a Eva de la costilla de Adán y se la dio por compañera. De igual manera, cuando Dios crea al Señor Jesucristo dentro del vientre de María tomó parte de la carne de María, sin necesidad de ser el óvulo y sin la utilización de espermatozoide, Dios creó a Jesucristo dentro del vientre de María, de su simiente. Por esto fue necesario que se dijera en la escritura que la carne de Cristo es semejante, con los mismos componentes de la carne de pecado, para que entendiéramos que no hay diferencia, que tiene semejanza Jesucristo con Adán, y ésta no poca, es semejante en todo. Al ser tomado el material, para la creación de Jesucristo, de María, éste pasa a ser descendiente de Eva, de Adán, de Abraham, de David, hijo de María y judío según la carne, pero venido por voluntad de Dios y no de hombre; en otras palabras, Dios creó en el vientre de María un hombre. El Señor Jesucristo fue creado a semejanza de carne de pecado como Eva fue creada a semejanza de la carne de Adán, quien engendró hijos a su imagen y semejanza. El Dios que obró el milagro creativo de Eva a partir de la costilla de Adán es el mismo Dios que obró el milagro creativo del Señor Jesucristo en el vientre de María; En el huerto Dios creó una mujer a partir de elementos tomados de un hombre y aproximadamente cuatro mil años después Dios creó un hombre a partir de elementos tomados de una mujer.

Semejante en todo

Debemos tener bien claro que Jesucristo es semejante a nosotros en todo, está compuesto por los mismos elementos, y tiene las mismas funciones o experimenta los mismos procesos.

"Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo." Hebreos 2:17.

Si la escritura dice que Jesucristo es semejante a nosotros en todo, yo debo creerlo, pues así es, porque así nos hizo Dios a ambos, semejantes. Decir que Jesucristo tiene dos naturalezas, una humana y una divina, o decir que Jesucristo es cien por ciento hombre y cien por ciento Dios es negar lo que establece Dios en la Biblia, que Jesucristo es semejante a nosotros en todo; a no ser que ellos dijesen que nosotros tenemos también la misma configuración cien por ciento hombre y cien por ciento Dios o con dos naturalezas, una humana y otra divina, y esto sería un error mayor aún que el de negar la semejanza de Cristo con nosotros. 

Veamos algunos ejemplos que dejan clara la semejanza de Jesucristo con nosotros; aunque la intención no es poner de manifiestos todos los aspectos, sirvan estos como una muestra representativa.

Para poder ser el Señor Jesucristo el agente que Dios usaría para, por medio de él, hacer la redención de la humanidad, revertir las consecuencias de lo que había hecho el Adán del huerto, es imprescindible que Jesucristo sea semejante a nosotros en todo. Esta semejanza es necesaria para poder expiar los pecados. Hay algunos que piensan que Jesucristo perdona los pecados porque es Dios, pero la realidad es que para poder Jesucristo ser la ofrenda de expiación por los pecados era necesario que fuese un hombre, en igualdad de condiciones; y por medio de este hombre Dios nos concede el perdón de pecados.

"Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos." Romanos 5:18-19. 

"Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados." 1º de Corintios 15:21-22.

Si Jesucristo fuese Dios y hombre entonces no sería semejante a Adán que sólo es hombre; el pecado habría entrado al mundo por un hombre y la justificación por un Dios, cuando la escritura dice que tanto el pecado como la justificación vinieron por un hombre. 

La semejanza en la figura

Jesucristo era como el hombre promedio, no había parecer en él, ni hermosura que le hiciese sobresalir.

"Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos." Isaías 53:2. 

En la apariencia, su fisonomía, el Señor Jesucristo no difería de las personas que le rodeaban, a tal punto de que, cuando fueron al huerto para prenderle, Judas tuvo que dar una señal para que pudieran reconocer quien era el que iban a llevarse, fue necesario identificarlo con un beso.

"Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle.  Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Maestro! Y le besó." Mateo 26:48-49.

Jesucristo no era como Saúl, que sobresalía de los que le rodeaban, sino que fácilmente se confundía con la multitud.

Es necesario recalcar que en la misma Biblia encontramos que él Adán del huerto era figura del que había de venir, por lo que no hay diferencia entre Adán y Cristo en sus rasgos físicos.

"No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir." Romanos 5:14. 

Cuando vemos las características de su cuerpo necesariamente el Señor Jesucristo debía parecerse a los judíos puesto que está escrito que según la carne es descendiente de David, lo que a su vez le da derecho al trono de Israel. Así podemos decir que Jesucristo en su fisonomía era tal cual un judío promedio, sin rasgos sobresalientes.

"acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne," Romanos 1:3.

La escritura es bien clara cuando dice que Jesucristo vino de los patriarcas, haciendo referencia a su ascendencia judía, a Abraham, Isaac y Jacob.

"de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén." Romanos 9:5.

La semejanza en el funcionamiento de la carne.

Está semejanza en la carne va más allá de la fisonomía externa, tiene que ver con los deseos y pasiones propias de la carne. Jesucristo en su carne experimentó los mismos deseos y pasiones que las nuestras, de lo contrario no hubiese podido padecer las mismas tentaciones que nosotros, y nos dice la Biblia que Jesucristo fue tentado en todo. Señala la escritura que el cuerpo de Jesucristo es "...en semejanza de carne de pecado..." constituido por los mismos elementos y con el mismo funcionamiento.

Dios creó a Jesucristo a semejanza de carne de pecado, para que en todo fuese semejante a sus hermanos y pudiera hacer la redención.

"Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;" Romanos 8:3.

Con esto está diciendo que su cuerpo o su carne, no es como la de Dios o la de los ángeles, o algún otro ser viviente, sino que su carne tiene las mismas características que la de los hombres pecadores, que Jesucristo no es un superhumano o un Dios haciéndose pasar por hombre, ni un Dios que se convirtió en hombre.

No se asuste porque la Biblia diga que la carne de Jesucristo era a semejanza de carne de pecado, lo importante es que Jesús no fue pecador; su carne es carne de pecado más él no fue un pecador. Recuerde que semejante es que tiene los mismos elementos, aunque estos puedan variar en cantidad, color y forma, lo importante es que mantenga el funcionamiento, así que también en su carne Jesucristo es semejante a los hombres.

Dios determinó que los hombres, al reproducirse, engendraran hijos según su imagen y semejanza.

“Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set.” Génesis 5:3.

De igual modo Dios le confirió a Jesucristo, cuando lo creó, la misma semejanza de carne que Adán les transmitió a sus hijos; que para resaltar que era la misma carne, el Apóstol Pablo especifica que es en semejanza de carne de pecado. Para algunos, decir “semejanza” no es decir “igual o idéntico”, o sea, dicen que semejante es que se parece más no que es lo mismo, por esto Jesucristo era parecido, pero no era la misma carne, con esto contradicen las escrituras que dice que Jesucristo es semejante en todo a sus hermanos. Con esto dicen que la carne de Jesucristo no era carne de pecado, sino parecido; porque si fuera carne de pecado no podría salvarnos, no hubiese sido el cordero de Dios. ¿Quiere decir que la sangre y la carne de los machos cabríos es mejor que la del hombre? Porque encontramos que con los sacrificios de animales se recibía perdón de pecados.

“Y para expiación de su culpa traerá a Jehová un carnero sin defecto de los rebaños, conforme a tu estimación, y lo dará al sacerdote para la expiación. Y el sacerdote hará expiación por él delante de Jehová, y obtendrá perdón de cualquiera de todas las cosas en que suele ofender.” Levíticos 6:6-7.

Ahora, piense un momento, cuando dice la escritura que Adán engendró un hijo a su semejanza ¿Quiere decir que era parecido a la carne de Adán pero que no era la misma carne? Esto sería absurdo, pues aún nosotros no tendríamos la semejanza de Adán. Todos sabemos que Adán engendró hijos según su imagen y semejanza, hombres como Adán. Así mismo, Jesucristo participó de lo mismo, no de algo diferente, para poder redimirnos del pecado, eso le da merito a su sacrificio por nosotros, pues la carne de Jesucristo es semejante, con los mismos elementos que la nuestra y aún así pudo vencer al pecado, pudo permanecer en santidad, dándonos el ejemplo para que nosotros hagamos lo mismo.

“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,” Hebreos 2:14.

No es necesario que se diga de él las mismas palabras que dijo Adán de Eva cuando fue creada, para saber que Jesucristo participó de la misma carne.

“Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Génesis 2:23.

Es el hecho de que no se hallo pecado en él, como cordero perfecto, al ser entregado en propiciación, por lo que hace la expiación por nuestros pecados.

Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” 2da Corintios 5:21.

Recuerde, los hombres estamos hechos a la semejanza de Dios, entre ellos está incluido el Señor Jesucristo, que es un hombre.

“Con ella bendecimos al Dios y Padre, el y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios.” Santiago 3:9.

Cuando Dios creó a Adán tuvo en cuenta la carne que habría de tener el Señor Jesucristo cuando fuese creado, la carne de los hombres.

"... Adán, el cual es figura del que había de venir…" Romanos 5:14.

Carne de pecado. La carne no hace el pecado, somos nosotros, el alma, la que toma la decisión de pecar, al dejarse llevar por los sentimientos y emociones, deseos y pasiones. La carne está sujeta a la ley del pecado y de la muerte, pero no es la carne la que determina hacer el pecado, por esto el alma, que decide hacer la voluntad de la carne, es la que lleva la sentencia de muerte. La carne está sujeta a pasiones y deseos, pero es el alma quien decide si satisface estás exigencias de la carne.

Mire lo que dice Dios en el libro de Santiago:

"Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte." Santiago 1:13-15.

Entonces vemos que es el alma que toma la decisión de pecar, y ésta es la razón por la que sobre el alma pesa la sentencia: "...el alma que pecare, esa morirá...", y no dice: la carne que pecare morirá.

"He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá." Ezequiel 18:4. 

Si bien es cierto que existen unas pasiones que combaten contra el alma, es el alma quien toma la decisión de pecar, no la carne; Pudiésemos decir que la carne propone, pero el alma dispone, por eso ordena que nos abstengamos de los deseos de la carne; y no satisfagamos los deseos de la carne.

"Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma," 1º de Pedro 2:11.

"Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis." Gálatas 5:16-17.

Jesucristo, al igual que nosotros, fue tentado, según nuestra semejanza; y la escritura aclara que fue tentado en todo, pero sin pecado.

"Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado." Hebreos 4:15. 

Permítame decirle que lo de la tentación de Jesucristo no fue un simulacro, ni una simulación para aparentar, esto se hubiese constituido en un pecado, pues engañar es pecado y Jesucristo no es engañador. Para algunos, por más que él fue tentado, Jesucristo no podía pecar supuestamente por ser Dios, así que decir que nosotros podemos vencer la tentación como lo hizo el Señor Jesucristo sería un cuento, una vil mentira pues nosotros no somos Dios. Pero Jesucristo fue tentado según nuestra semejanza y era posible que él pecara, pero decidió ser fiel a aquel que lo había enviado, dándonos ejemplo para que sigamos sus pisadas.

El Señor Jesucristo estuvo sujeto a pasiones como las nuestras, pero no cedió ante la tentación, por eso dice que fue tentado en todo según nuestra semejanza. Ejemplo de ello es la tentación en el desierto, donde fue tentado en los deseos de la carne, la vanagloria de la vida y los deseos de los ojos. El apóstol Santiago nos deja saber que Dios escuchó a Elías, y le concedió lo que le pidió, aún cuando Elías estaba sujeto a pasiones semejante a las nuestras, o sea que Elías era un ser humano, un hombre como nosotros; del mismo modo el Señor Jesucristo estuvo sujeto a pasiones semejante a las nuestras, de lo contrario no se pudiese decir que es semejante a nosotros en todo, ni que fue tentado en todo según nuestra semejanza.

"Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses." Santiago 5:17 

Entonces, la carne de nuestro Señor Jesucristo es carne de pecado, sujeta a la ley del pecado y de la muerte, más no pecadora. El Señor Jesucristo no permitió que la carne se enseñoreara de él, hizo morir los deseos de la carne por medio del Espíritu de Dios que mora en él, que es lo mismo a lo que estamos llamados nosotros a poner por obra, a hacer morir las obras de la carne por medio del Espíritu de Dios.

"porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis." Romanos 8:13.

Así que también nosotros estamos supuestos a hacer lo mismo: por el espíritu que Dios ha hecho morar en nosotros, hagamos morir las obras de la carne.

"Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos." Gálatas 5:24.

"Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;" Colosenses 3:5.

"Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios." 1º de Corintios 6:11.

Si alguno peca, se arrepiente y se aparta del pecado, ¿Acaso no deja de ser pecador? Cuánto más alguien que se abstenga de pecar, que haya hecho morir las obras de la carne, aunque sea de la misma carne, éste será tenido como no pecador.

Pretender que Jesucristo no pecó porque su carne era diferente a la nuestra, o como algunos lo consideran, porque era Dios, es pedirnos a nosotros que hagamos lo que hizo cristo, pero estando nosotros en desventaja. Es por esto por lo que sería absurdo un planteamiento de que nosotros debemos ser como Cristo siendo que nosotros somos hombres y Cristo Dios. Para que sea válida la petición, que nosotros debemos ser como Cristo, es que él sea semejante a nosotros en todo, hombre igual a nosotros, de hombre a hombre, de lo contrario sería injusticia, y en Dios no hay injusticia. Dios nos pide que seamos como su hijo Jesucristo que es semejante a nosotros en todo.

"Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo." Hebreos 2:17. 

Efesios 4:13 "hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;"

1º de Juan 2:6 "El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo."

Semejanza en emociones y necesidades

Jesucristo sintió hambre, cansancio, sueño, sed, y experimentó alegría, tristeza, enojo, como cualquier otro hombre, y todas estas no se sienten solo con el cuerpo o en el cuerpo sino también en el alma y en el espíritu.

"Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta." Juan 4:6.

"Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?" Marcos 4:38.

"Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró." Juan 11:33-35.

La semejanza en el ser: Espíritu, alma y cuerpo.

Jesucristo tiene los mismos tres elementos conformando su ser: un espíritu, un alma y un cuerpo. Esto lo podemos ver claramente en la hora de la muerte, cuando hablando con sus discípulos les dijo que su alma estaba muy triste. Es el alma la parte del ser que siente, entre otras cosas, las emociones; como también la que es responsable ante Dios por todas las decisiones que tome mientras está dentro del cuerpo. Al salir el espíritu de vida del cuerpo, el alma es conducida a las profundidades de la tierra, Jesucristo lo refirió como el corazón de la tierra, en el abismo, junto con los muertos, que allí estaría tres días.

"Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo." Mateo 26:38.

"Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches." Mateo 12:40.

El otro elemento es el espíritu de vida, el que da vida al cuerpo, el que es la lámpara de Dios en el cuerpo del hombre. Es el espíritu de vida del hombre el que vuelve a Dios en la hora de la muerte.

"Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró." Lucas 23:46. 

El tercer elemento es el cuerpo, la habitación o morada tanto del alma como del espíritu. En el caso de Cristo su cuerpo fue colgado en un madero y de allí fue bajado par ser trasladado al sepulcro.

"Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo. Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue." Mateo 27:58-60. 

En Cristo encontramos los mismos tres elementos que conforman a un ser viviente porque él es un ser viviente, por cuánto él fue hecho semejante a los hombres, que están hecho a semejanza de Dios.

"sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;" Filipenses 2:7.

Cabe destacar que lo que haga uno de estos elementos afecta a los otros dos mientras conforman el ser. Cuando el alma del Señor Jesucristo estaba angustiada hasta la muerte podemos ver que su sudor era como grandes gotas de sangre. Está descripción no es un recurso literario, narra lo que en realidad ocurrió, nos deja ver cómo las emociones afectan el cuerpo y viceversa, por formar parte de un ser.

"Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra." Lucas 22:44.

¿Y acaso no es Jesucristo la imagen del Dios invisible? 

Que Jesucristo es la imagen de Dios no es nuevo, lo que quizá no había prestado atención es que Jesucristo no es el único que es la imagen de Dios; ya que así lo dispuso Dios para los seres creados como hombres, que fueran hechos a su imagen y semejanza. Así que, cuando Dios creó a Jesucristo también lo creó a su imagen, como a todos los hombres.

"El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación." Colosenses 1:15.

Si, así como lo está leyendo: Jesucristo es la imagen del Dios invisible; al igual que Adán y toda su descendencia, porque a imagen de Dios es hecho el hombre. No dice la Biblia que Jesucristo es "la única" imagen del Dios invisible, sino que "...es la imagen del Dios invisible...", Y es la imagen porque es hombre, no un ángel.

Encontramos que en el momento que Dios crea al Adán del huerto dice la escritura que fue hecho a imagen de Dios.

"Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó." Génesis 1:27.

Ahora bien, luego que el hombre peca, desobedece ¿Dejó de tener la imagen de Dios? Si dejó de tener la imagen de Dios ¿Por qué Dios dice lo contrario? Después de la desobediencia de Adán y Eva y, posterior a imponérseles castigo por la desobediencia, encontramos que para Dios el hombre sigue creado a su imagen.

"Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre." Génesis 3:22.

Usted podrá decir que está haciendo referencia al hecho de que ahora el hombre sabe el bien y el mal, que por esto es que dice: "...es como uno de nosotros...” Sin embargo, lo que dice es que el hombre es como uno de nosotros y ahora sabe el bien y el mal. El hecho de que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios no se perdió, sino que se le agregó el saber el bien y el mal. Note usted que, luego que sale Noé del Arca, muchos años después de haber pecado adán y Eva, Dios le recuerda a Noé que el hombre es hecho a imagen de Dios; esto muestra que no perdió está característica cuando Adán y Eva pecaron.

"El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre." Génesis 9:6.

Tanto Jesucristo como nosotros traemos la imagen de Dios, mostrada en su hijo Jesucristo y dada a nosotros desde el principio. En otras palabras, a nosotros, en la creación de Adán, se nos dio la imagen que traería el Hijo de Dios cuando fuese engendrado en el vientre de María, por eso tenemos la imagen de Hijos de Dios, la imagen que imprimió Dios en sus hijos, su descendencia, que no es otra que la imagen de Dios, su creador.

"Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos." Romanos 8:29.

Al ser Jesucristo el primogénito de entre muchos hermanos eso significa que pasamos ser hijos de Dios, cumpliendo con el propósito por el cual Dios nos creó. Así lo encontramos en el libro de Malaquías, que Dios buscaba una descendencia para sí, hijos de él.

"¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud." Malaquías 2:15.

Éste es el propósito de Dios, llevar muchos hijos a la gloria, cada uno de esos hijos llevando su imagen.

"Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos." Hebreos 2:10.

Cuando Dios nos creó, con la creación del Adán del huerto, tomó como modelo, como patrón a su hijo Jesucristo que había de nacer en el futuro, por esto dice que Adán es figura de Cristo.

"No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir." Romanos 5:14.

No es solamente que seamos semejantes a Cristo, sino que Jesucristo es semejante a nosotros y todos semejantes a Dios.

¿En que nos diferenciamos de Cristo?  En que hemos practicado el pecado y necesitamos ser perdonados, mientras que en Cristo no se halló pecado; aunque él no estuvo excepto de pecar. En el libro de 2da de Samuel nos dice que si Cristo hiciera mal sería castigado por Dios.

"Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres;" 2º de Samuel 7:14.

Cuando la Biblia dice que el Señor Jesucristo no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca, está enfatizando que se buscó, pero no se halló; significa que el que pesa los corazones lo pesó y no fue hallado falto. No se trata de que le era imposible pecar, sino que por más que le invitaron a pecar no se vendió a hacer lo malo, no cedió ante la tentación, ni se hizo esclavo del pecado.

“Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca;” 1ra de Pedro 2:21-22.

Por eso Jesucristo es merecedor de la bienaventuranza o privilegio que Dios da a los fieles.

Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche.” Salmos 1:1-2.

En esto consiste la virtud de Cristo, que siendo semejante a nosotros y rodeado de las mismas pasiones fue fiel a Dios en todo, alcanzó la victoria sobre el mundo.

"Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo." Juan 16:33.

No permitirás que tu santo vea corrupción.

Una de las cosas donde Dios metió su mano fue en no permitir que el cuerpo de Jesucristo viera corrupción. Si Dios no permitió que Jesucristo viera corrupción es porque estaba supuesto a pasar por ella como el resto de los seres creados. Toda la creación de Dios está sujeta a corrupción.

"Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo." Romanos 8:20-23.

El que fuera necesario que Dios no permitiera que Jesucristo viera corrupción, es indicativo de que Jesucristo estaba sujeto a esta misma circunstancia. En el proceso de crecimiento, desde la concepción hasta el día que alcanzó su juventud, se dieron en su cuerpo los mismos cambios que experimentamos cada uno de nosotros. A diferencia del primer Adán, quien fue creado ya adulto, el Señor Jesucristo estuvo sujeto a un desarrollo progresivo y, al colocar su cuerpo en el sepulcro, estaba supuesto a descomponerse, más Dios no lo permitió. Dios vivificó el cuerpo de Cristo y le levantó al tercer día incorruptible, sin haber pasado por corrupción.

"Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros." Romanos 8:11.

Por todas estas cosas y más, nuestro Señor Jesucristo es semejante a nosotros sus hermanos, porque así lo quiso Dios; a él sea la gloria por los siglos de los siglos.

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