Dios y su poder.
Hablando
Dios con Moisés, estando ya en Egipto y antes de mostrar las maravillas que
Dios mostró por medio de plagas en Faraón y su pueblo, le dice la forma como él
se dio a conocer a Abraham, a Isaac y a Jacob.
“Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios
Omnipotente, mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos.” Éxodo 6:3.
Es maravilloso poder ver que el Dios a quien servimos
puede darse a conocer como el Dios Omnipotente, que todo lo puede. Dios goza de
una cualidad única en relación a las cosas que es capaz de hacer. Dios puede
hacerlo todo. Creó lo que hoy vemos de lo que no se veía.
“Por la fe entendemos haber sido
constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve
fue hecho de lo que no se veía.” Hebreos 11:3.
Por esta cualidad de Dios fue conocido en el principio
“Dios Omnipotente” Indefectiblemente, Dios tiene poder. Este poder de Dios es
invisible. Así está descrito en la
palabra de Dios; pero lo conocemos es a través de las cosas que Dios hace con
su poder.
“Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen
claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de
las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” Romanos 1:20.
Dios se
manifiesta por medio de su poder creador, su poder milagroso, en la creación.
Sabemos que Dios se ha manifestado cuando vemos el
efecto o resultado de su poder; cuando vemos que se da origen a algo o a
alguien que solo Dios puede hacer. De esta manera lo refirieron los fariseos al
ver lo que era hecho por medio de Jesucristo:
“Éste vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de
Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con
él.” Juan 3:2.
De esta manera
reconocieron que había algo que obraba por medio de Jesucristo “El poder de
Dios”.
Relatado así por Lucas en su evangelio
“Aconteció un día, que él estaba enseñando, y estaban sentados los fariseos
y doctores de la ley, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea,
y de Judea y Jerusalén; y el poder del Señor estaba con él para sanar.” Lucas 5:17.
Por medio de
Jesucristo, Dios hacía milagros y sanidades, siendo un canal a través del cual
se hacía manifiesto el poder de Dios.
“Y toda la gente procuraba tocarle, porque poder salía de él y sanaba a
todos.” Lucas
6:19.
Este poder que
salía de Jesucristo, es el poder de Dios que obraba por medio de él. De este
poder habló el Salmista David, como algo que le pertenece a Dios.
“Una vez habló Dios; Dos veces he oído esto: Que de Dios es el poder,” Salmos 62:11.
“Asimismo se alegró mucho el rey
David, y bendijo a Jehová delante de toda la congregación; y dijo David:
Bendito seas tú, oh Jehová, Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo y
hasta el siglo. Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la
victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la
tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos.
Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano
está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos.
Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre.” 1ra Crónicas 29:10-13.
Esta expresión
“…en tu mano está la fuerza y el poder…” nos habla de la capacidad de Dios de
hacer, pues hay que diferenciar de cuando habla de poder refiriéndose a
Autoridad; que también le pertenece a Dios. Pero cuando nos da poder de
autoridad nos concede el permiso para obrar con su poder de hacer, de crear.
En la biblia vamos a encontrar la expresión “Poder de
Dios” relacionado a las personas o al Espíritu de Dios, sin ser los mismos,
sino que por medio de las personas o el enviado, Dios hace obrar su poder. Así
tenemos: “El poder del Espíritu de Dios” Romanos 15:19,
ó “El poder del Altísimo” Lucas 1:35, ó simplemente “poder” Hechos 1:8; pero
que al leer el contexto sabemos que se refiere al poder de Dios y no se está
refiriendo a algo o alguien diferente.
Lo que si es necesario entender que existe una
diferencia o distinción entre “El Espíritu de Dios” y “El Poder de Dios”; que cuando la palabra de Dios habla del
Espíritu de Dios y de el Poder de Dios no se refiere a lo mismo. Puesto que
encontramos que Dios, cuando ungió al Señor Jesucristo, dice claramente que lo
hizo con los dos: Con espíritu Santo y con Poder:
“cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y
cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo,
porque Dios estaba con él.” Hechos 10:38.
Este hecho era
conocido por Jesucristo, por esto les habló a los discípulos diciendo:
“pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu
Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo
último de la tierra.” Hechos 1:8.
Vemos que la condición para estos discípulos recibir
poder era que sobre ellos viniera el Espíritu Santo. Fue con el derramamiento
del Espíritu Santo en sus vidas que pudo manifestarse, operar por medio de
ellos el poder de Dios. Jesucristo les dijo:
“He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos
vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde
lo alto.” Lucas
24:49.
Era necesario que
ellos fuesen bautizados con el Espíritu Santo para que el poder de Dios pudiese
manifestarse por medio de ellos. De esta manera es el accionar de Dios. Dios
envía su Espíritu y manifiesta su poder como respaldo a aquellos que ha tomado
como siervos y los ha ungido. El poder de Dios se manifiesta por medio de su
Espíritu, siendo diferente a este pero dependiente del mismo; pues donde Dios
envía su Espíritu obra su poder.
Es necesario hacer la observación que las obras que
hicieron los discípulos, antes de recibir el Espíritu Santo, cuando fueron
enviados de dos en dos y el grupo de los setenta, ellos pudieron realizar estas
obras por el respaldo que les daba Jesucristo quien les había comisionado. El
Espíritu Santo estaba con ellos, pero no estaba en ellos.
“el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir,
porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con
vosotros, y estará en vosotros.” Juan 14:17.
Cuando Dios envía su Espíritu a morar en nuestras
vidas, tiene como propósito poner de manifiesto su poder en nuestras vidas;
para hacer la obra que Jesucristo hacía mientras estaba acá en la tierra con
sus discípulos
“Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los
que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de
perdición, para que la Escritura se cumpliese.” Juan 17:12.
En esta misma
oración vemos que Jesucristo le pide a Dios que los guarde:
“…Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre,….” Juan 17:11.
“No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.” Juan 17:15.
“No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.” Juan 17:15.
¿Cómo hace Dios
esta obra de guardarnos del mal? Para eso envía Dios su Espíritu a hacer morada
en nuestras vidas para que su poder se haga manifiesto y nos guarde del mal.
“que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la
salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.” 1ra Pedro 1:5.
Gracias a Dios
que con su poder nos guarda, por medio de su Espíritu que ha enviado del cielo
para morar en nuestros corazones.
Dios tiene poder y de él es el poder. En esto debe
estar fundada nuestra fe, en las obras que Dios puede hacer; desde transformar
al más vil pecador en un hijo de Dios, hasta llegar a hacer nuevas todas las cosas.
“para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando
fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos
con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y
longanimidad; con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para
participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la
potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien
tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.” Colosenses 1:10-14.
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas
pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” 2da Corintios 5:17.
“Y el que estaba sentado en el
trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque
estas palabras son fieles y verdaderas.” Apocalipsis 21:5.
Todo esto es
posible gracias al poder de Dios que obra en nosotros y por medio de nosotros
para gloria de Dios Padre.
De manera que nuestra fe debe estar fundada en el
poder de Dios, quien
“… es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo
que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros,” Efesios 3:20.
De esto nos habla el Apóstol Pablo, que la predicación
del evangelio no consiste en excelencia
de palabras o sabiduría; sino en poder de Dios.
“y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana
sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe
no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.” 1ra Corintios
2:4-5.
Al ser llenos
del Espíritu de Dios, entonces el poder de Dios se hará manifiesto en nosotros
y por medio de nosotros. Es Dios con su poder, por medio de su Espíritu, quien
hace la obra.
“Buscad a Jehová y su poder; Buscad siempre su rostro.” Salmos 105:4.