Las Moradas Eternas
Nuestra habitación celestial
2da Corintios 5:1-3
“Porque sabemos que
si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios
un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. Y por esto
también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial;
pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos.”
Una de las preguntas que el ser humano se ha
hecho es ¿Cómo resucitaran los muertos?
“Pero dirá alguno:
¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán?” 1ra Corintios 15-35.
Por medio de las sagradas escrituras Dios nos
da a conocer algunas características del nuevo cuerpo que hemos de tener luego
que se dé la resurrección. Si tomamos en cuenta la materia de la que es hecho
tenemos una diferencia con el cuerpo que hoy tenemos:
“Entonces Jehová Dios
formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y
fue el hombre un ser viviente.” Génesis 2:7.
Por eso el Apóstol Pablo dijo:
“El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el
Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el
celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del
terrenal, traeremos también la imagen del celestial.” 1ra Corintios 15:47-49.
Haciendo así una
diferencia del cuerpo terrenal y el cuerpo celestial.
“Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero una es la gloria de
los celestiales, y otra la de los terrenales.” 1ra Corintios 15:40.
Este nuevo cuerpo será
semejante al cuerpo de Jesucristo, quien es el segundo hombre, el celestial.
“Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la
carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del
pecado, condenó al pecado en la carne;” Romanos 8:3.
Acá nos deja claro
que este cuerpo celestial es carne, a semejanza de carne de pecado, que además
tiene la facultad de ser incorruptible.
“en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque
se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros
seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de
incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible
se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad,
entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en
victoria.” 1ra
Corintios 15:52-54.
La biblia se refiere
a este cuerpo celestial también como “nuestra habitación celestial”.
“Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra
habitación celestial;” 2da Corintios 5:2.
Y no se refiere acá a
la palara “celestial” a que viviremos en el cielo, sino al origen de esta
habitación, de este nuevo cuerpo. Es de origen celestial.
“Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se
deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en
los cielos.” 2da
Corintios 5:1.
Podemos ver también
que cuando se refiere a “nuestra habitación celestial” tampoco está haciendo
mención de un cuarto o pieza donde vamos a vivir en la mansión celestial, pues
esta frase “Mansión celestial” no está en la biblia.
Dios promete una
patria, una ciudad celestial, pero no una mansión, ni mucho menos una pieza
para vivir. La expresión “nuestra habitación celestial” se refiere al cuerpo en
el cual estaremos viviendo en la patria celestial.
“Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una
patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron,
ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es,
celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque
les ha preparado una ciudad.” Hebreos 11:14-16.
Otra forma de
referirse en las sagradas escrituras a este nuevo cuerpo es con la palabra
“morada” término que inclusive es usado para referirse a los cuerpos
celestiales y no solamente a los terrenales.
“Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se
deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en
los cielos.” 2da
Corintios 5:1.
Y esto refiriéndose a
nuestro cuerpo terrenal, pero también podemos ver:
“En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo
hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.” Juan 14:2.
El señor Jesucristo
habló en este pasaje de dos cosas distintas. La primera es de las moradas,
cuerpos celestiales, que están en la casa de su padre y además habló de el
espacio, el lugar donde estaremos para siempre con él.
Esta morada ya están
preparadas, esperando por nosotros y no es que físicamente estén como en un
armario, sino que ya Dios las diseñó y las planificó, sólo está a la espera que
el tiempo se cumpla para hacerlas visibles.
Vale hacer la
observación de una diferencia que existe entre los ángeles de Dios y los
ángeles que desobedecieron y que hoy se conocen como espíritus inmundos; esto
respecto al cuerpo celestial o morada que ocupan. Los ángeles de Dios tienen un cuerpo o morada
celestial donde habitan; pero hubo un grupo de ángeles que, voluntariamente, no
quisieron aceptar esta disposición de Dios y abandonaron su propia morada.
“Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su
propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el
juicio del gran día;” Judas 1:6.
Vemos que estos
ángeles “abandonaron su propia morada” se salieron de sus cuerpos celestiales
que Dios les había asignado y Dios los limitó a un lugar; andando como
espíritus, sin cuerpo, los cuales dan la impresión que fuesen como humo. Ellos
no tienen cuerpo por su necedad de abandonar sus propias moradas y recibirán el
pago a su conducta. Ellos se diferencian de los ángeles de Dios, en que los
ángeles fieles a Dios permanecen en sus moradas celestiales.
De manera que en la
biblia encontramos el uso de la palabra “morada” para referirse a el cuerpo,
tanto terrenal como celestial, y no solo para una casa hecha de bloque,
cemento, piedra, palo o tantos otros materiales que usa el ser humano en esta
tierra.
Los espíritus
inmundos andan errantes buscando lugar donde reposar, un cuerpo, una morada y
por eso se posesionan de los cuerpos del que le dé lugar.
“Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos,
buscando reposo; y no hallándolo, dice: Volveré a mi casa de donde salí. Y
cuando llega, la halla barrida y adornada. Entonces va, y toma otros siete
espíritus peores que él; y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel
hombre viene a ser peor que el primero.” Lucas 11:24-26.
Esto lo hacen porque
no poseen morada, son espíritus sin cuerpos espirituales.
Nosotros hoy vivimos
en una morada terrenal, temporal; pero estamos aguardando esa morada que Dios
nos ha de dar para vivir la vida eterna en la patria celestial, en el lugar que
Dios ya ha dispuesto de darnos para que allí le alabemos y le glorifiquemos.