Las Palabras de Su Espíritu
El Espíritu de Jehová
ha hablado por mí,
Y su palabra ha estado en mi lengua.
Y su palabra ha estado en mi lengua.
2da de Samuel 23:2
Es
conocido la existencia, en la palabra de Dios, de un grupo de personas que, a
través de los siglos, nos han escrito las palabras que Dios les ha revelado. A
estos hombres se les ha conocido como profetas, siervos, enviados, entre otros,
quienes recibían de Dios las palabras que debían dar a conocer; ya fuese
pasado, presente o futuro, Dios sacaba a la luz lo que estaba oculto. Muchos de ellos fueron perseguidos,
despreciados, muertos a causa de las cosas que decían, pero todos ellos
tuvieron la certeza de hablar de parte de Dios. Abraham, Moisés, David, Daniel,
Jeremías, son algunos de ellos, por medio de los cuales, Dios nos ha hablado. En
el comienzo del libro de Hebreos nos dice el Apóstol Pablo;
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro
tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado
por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el
universo;” Hebreos
1:1-2.
Todos
ellos tuvieron algo en común, algo que sin su presencia no hubiese sido posible
hablar en nombre de Dios. Analicemos un poco el siguiente versículo:
“porque
nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres
de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” 2da de Pedro 1:21.
De acá podemos sacar:
a) No era que alguien decía “voy a profetizar” y
entonces hablaba en nombre de Dios. No era por voluntad humana. Era necesario
que Dios, antes que nada, tuviese algo que decirle al pueblo. Luego, Dios
escogía por medio de quien lo iba a transmitir y le daba la información a la
persona seleccionada.
b)
para poder esta persona recibir el mensaje de parte de Dios, él hacía reposar
sobre el profeta su Espíritu y este Espíritu inspiraba las cosas que el profeta
debía hablar.
Así
lo reconoció Ezequiel cuando dijo:
“Y vino
sobre mí el Espíritu de Jehová, y me dijo: Di: Así ha dicho Jehová: Así habéis
hablado, oh casa de Israel, y las cosas que suben a vuestro espíritu, yo las he
entendido.” Ezequiel
11:5.
Dios
pone su Espíritu sobre los escogidos, para transmitirle sus palabras. De esta
manera le habló Dios a Isaías:
“Y este
será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis
palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus
hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para
siempre.” Isaías
59:21.
Ha hecho Dios uso de
su Espíritu para transmitir su mensaje. Esta fue la recomendación que le dio
Jesucristo a sus discípulos; que debían hacer al ser llevados ante las
autoridades.
“Más cuando os
entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os
será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis,
sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.” Mateo 10:19-20.
De manera que Dios, por medio de su Espíritu,
habla en cada uno de los que él ha escogido para que le sirva; y con éste
propósito hace morar en nosotros su glorioso Espíritu Santo.
Esta fue la forma
como Dios les reveló a los profetas todo lo relacionado con la gracia destinada
para nosotros hoy día.
“A éstos se les
reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que
ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el
Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los
ángeles.” 1ra de
Pedro 1:12.
El Señor Jesucristo
antes de ascender a los cielos se reunió con sus discípulos y les dio
mandamientos de lo que debían hacer. No eran sus mandamientos, fueron los
mandamientos recibidos de Dios, por medio de su Espíritu.
“hasta el día en que
fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a
los apóstoles que había escogido;” Hechos 1:2.
¿Jesucristo tenía el Espíritu Santo? Si, así
ya lo había dicho Dios, por medio del profeta Isaías:
“He aquí mi siervo,
yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto
sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones.” Isaías 11:2.
Dios puso sobre
Jesucristo su Espíritu Santo.
“Y reposará sobre él
el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de
consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.” Isaías 11:2.
Por esto entendemos el hecho de que Dios en
estos postreros tiempos nos haya hablado por medio de su Hijo. Hebreos 1:2.
Dios dio a conocer
así, por medio de sus siervos escogidos, todo lo que estaba oculto desde antes
de la fundación del mundo. Note lo que dice el Apóstol Pablo al respecto: “Sin
embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría,
no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas hablamos
sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó
antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de
este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado
al Señor de gloria. Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni
oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado
para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por
el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de
Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe
las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco
nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos
recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que
sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras
enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando
lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que
son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender,
porque se han de discernir espiritualmente.” 1ra de Corintios 2:6-14.
De manera que Dios,
por medio de su Espíritu, nos reveló todas esas cosas que estaban ocultas y
preparadas para los que le aman. Es así como Dios nos enseña por medio de su
Espíritu.
De esto también dijo nuestro
Señor Jesucristo, cuando habló del otro consolador, el Espíritu de verdad, que
habíamos de recibir los que creyéramos en él.
“Mas el Consolador,
el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas
las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” Juan 14:26.
O como lo dijera un
poco más adelante:
“Pero cuando venga el
Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual
procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Juan 15:26.
Al Dios hacer morar
su Espíritu en cada uno de nosotros nos está garantizando el poder hablar de
forma individual a cada uno de nosotros por medio de su Espíritu que ha hecho
morar en nuestras vidas, no solo para saber y entender lo que ya está escrito
en la palabra de Dios, sino también para darnos a conocer y entender las cosas
que han de venir.
“Pero cuando venga el
Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su
propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas
que habrán de venir.” Juan 16:13.
Ya al finalizar el libro, el profeta Daniel,
interesado por entender las últimas cosas que había oído, se le dijo:
“…Anda, Daniel, pues
estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. Muchos serán
limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y
ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán.” Daniel 12:9-10.
Para estos últimos tiempos se hace más
necesario que nunca el tener en nuestras vidas el Espíritu de Dios, quien nos
guiará a toda la verdad.
El profeta Amós, lo
escribió de esta manera:
“Porque no hará nada
Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas. Si el
león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no profetizará?” Amos 3:7-8.
El
salmista David, consciente de la forma como Dios le dio a conocer cada una de
las profecías que están escritas en el libro de los Salmos, también conocidos
como Salmos mesiánicos, nos expresa su vivencia ya al final de sus días:
“Estas son las
palabras postreras de David. Dijo David hijo de Isaí, Dijo aquel varón que
fue levantado en alto, El ungido del Dios de Jacob, El dulce cantor de Israel:
El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, Y su palabra ha estado en mi lengua.
El Dios de Israel ha dicho, Me habló la Roca de Israel: Habrá un justo que
gobierne entre los hombres, Que gobierne en el temor de Dios. Será como la luz de la mañana, Como el
resplandor del sol en una mañana sin nubes, Como la lluvia que hace brotar la
hierba de la tierra. No es así mi casa para con Dios; Sin embargo, él ha hecho
conmigo pacto perpetuo, Ordenado en todas las cosas, y será guardado, Aunque
todavía no haga él florecer Toda mi salvación y mi deseo.” 2da de Samuel 23:1-6.
La
palabra clave en todas estas maravillosas palabras dichas por David es;
“…El Espíritu de Jehová ha hablado por mi…”.
Dios usa su Espíritu para darnos a conocer
sus palabras.