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EL FIN DE NUESTRA FE


El fin de Nuestra Fe
1ra de Pedro 1:3-9
“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,  que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la
 salvación de vuestras almas.”

Al hablar del fin de nuestra fe, nos estamos refiriendo a “Fin” como finalidad o propósito; más no como el momento donde se acabe nuestra fe.
¿Qué ganamos o qué recibiremos por haber creído a las cosas que Dios ha prometido por boca de los profetas a lo largo de todo este tiempo?; porque, sin duda alguna, la razón por la que servimos a Dios es  porque hemos creído a las palabras que los profetas han hablado de parte de Dios, cosas que encontramos escritas tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento.
Si tomamos como ejemplo a Abraham, tenemos que:
a) Dios le hizo un llamado a servirle.
b) Dios le prometió una recompensa.
¿Cuál fue? Que lamentable que la mayoría solo fije su mirada en las cosas de este mundo y responde: “Dios le prometió que heredaría la tierra de Canaán para su descendencia.”. Y aunque este fue parte de lo que Dios le prometió, el propósito del llamado de Dios es más alto, más sublime; le llamó para algo eterno, no temporal, no pasajero, algo mejor que esta tierra.
“Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. ” Hebreos 11:13-16.
Y de esta ciudad celestial dice:
“porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.” Hebreos 11:10.
Esto va mucho más allá de bienes terrenales, temporales, de este mundo. Hubo promesas de las cosas por venir; así como se nos ha hablado  nosotros, de un mundo venidero.
“Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando;” Hebreos 2:5.
“Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, ” Hebreos 9:11.
Podemos ver acá, que el Apóstol Pablo, hace referencia a unos bienes y un mundo venidero, donde Jesucristo es Sumo sacerdote, porque así le agradó al Padre en darle esa herencia y aun más; determinó para los salvados que seamos coherederos juntamente con Cristo. E inclusive va mucho más allá: Le prometió que en cuanto a la carne, de él, levantaría el Cristo, el salvador del mundo, por medio del cual serían benditas todas las familias de la tierra, y así mismo recibiríamos la herencia.
Pero para poder recibir esta herencia y poder ser participantes de esta gloria venidera es menester ser salvos. ¿Cómo alcanzamos la salvación? Por medio de la fe.
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;” Efesios 2:8.
Así lo dijo el Apóstol Pedro:
“obteniendo el fin de vuestra fe, que es la  salvación de vuestras almas.” 1ra de Pedro 1:9.
Dios puso como condición, para darnos la salvación, el hecho de que podamos tener fe. Recuerde usted que la fe tiene su base o fundamento en las promesas de Dios y no en nuestros deseos. Basta creer y esperar convencidos que recibiremos lo que Dios ha prometido para que sea considerado ante Dios que tenemos fe.
El haber escuchado Abraham la voz y haberle creído sus promesas, le llevó a actuar, a caminar en fe, creyendo que Dios era poderoso para cumplir todo lo que le había prometido.
“Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba.” Hebreos 11:8.

Luego Dios le prometió un hijo y Abraham también le creyó y Dios le cumplió. Y ¿Qué hizo cuando Dios le pidió que sacrificara a Isaac?
“Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el
 que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.” Hebreos 11:17-19.

Vemos que este hombre al escuchar las promesas que Dios le hizo no dudo en actuar confiado en que Dios le iba a cumplir. ¿Cómo lo iba a hacer Dios? Eso no era preocupación, ni debe serlo hoy, pues Dios es el Dios Todopoderoso. Pero ¿Solo recibió promesas? No; también recibió ordenanzas y tareas que cumplir.
“por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes. ” Génesis 26:5.

Dios ha prometido la salvación y no solo eso, ha dado instrucciones de que hay que hacer para alcanzar la salvación. Si queremos alcanzar la salvación es necesario creer y hacer lo que está establecido para la salvación. En eso que está establecido es en lo que debemos poner nuestra fe. Si creemos que Dios lo dijo y actuamos en función de lo que Dios dijo, eso es fe; fe en Dios y en sus promesas.
“Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Ésta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús    es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. ” Romanos 10:8-10.

Es creer lo que Dios ha establecido, que Jesús el Cristo es El Señor; pues dice la escritura que Dios le hizo Señor y Cristo (Hechos 2:36), o como dijo el Ángel:
“...os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.” Lucas 2:11.
Y creer que Dios le levantó de entre los muertos, o sea, creer que Jesús no se quedó allí en la tumba sino que está vivo porque Dios le levantó de entre los muertos. Esa fe dará como fruto que Dios nos conceda la salvación.

Qué fácil es creer que Jesucristo murió en la cruz del calvario por nuestros pecados, y que bueno, pues por su sangre, recibimos perdón de pecados, pero la fe para salvación va mucho más allá de que nuestros pecados hayan sido perdonados. El perdón de pecados es un paso previo a la salvación. Si hemos sido perdonados tenemos acceso a la salvación. Pero ¿Cómo alcanzamos la salvación? Por creer lo que Dios ha hecho con Jesucristo: Le ha hecho Señor; le ha dado un nombre sobre todo nombre.
“Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos.” Hechos 10:36.

Y no solamente le hizo Señor de todos, sino que no le dejó en la tumba.
“Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra de Judea y en Jerusalén; a quien mataron colgándole en un madero. A éste levantó Dios al tercer día, e hizo que se manifestase; no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos.” Hechos 10:39-41.

Esta fe nos traerá como resultado que Dios nos conceda la salvación, y luego que ya seamos salvos obtendremos la herencia que Dios tiene preparada para los salvados.
“Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me   dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin.   Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. ” Apocalipsis 21:5-7.

Que privilegio, poder disfrutar de las cosas que Dios va a hacer, pasar a ser Hijos de Dios y que el Dios Todopoderoso sea nuestro Dios.

Para esto Dios nos hizo renacer:
“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.” 1ra de Pedro 1:3-5.
“Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.” 1ra de Pedro 1:17-21.

El tener esta fe, en las palabras de Dios, en lo que Dios ha hecho y hará según sus promesas, dará como resultado que Dios nos conceda la salvación de nuestras almas. Este es el fin de nuestra fe, de ser tenidos por dignos de escapar del castigo que vendrá y recibir el galardón que Dios tiene preparado para los que le aman. Escapar de ser castigados con los que no obedecen a la voz de Dios. ¿De qué nos vamos a Salvar?
Nos vamos a salvar de ser excluidos de la presencia del Señor y de su reino para siempre; de ser atribulados y atormentados.
“Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad. Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos.” Lucas 13:27-28.
“Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre  vosotros).” 2da Tesalonicenses 1:6-10.
Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre.” Apocalipsis 14:9-11.
“Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.” Apocalipsis 20:10.
“Escúchame; yo te mostraré, Y te contaré lo que he visto; Lo que los sabios nos  contaron De sus padres, y no lo encubrieron; A quienes únicamente fue dada la tierra, Y no pasó extraño por en medio de ellos. Todos sus días, el impío es atormentado de dolor, Y el   número de sus años está escondido para el violento. Estruendos espantosos hay en sus oídos; En la prosperidad el asolador vendrá sobre él. Él no cree que volverá de las tinieblas, Y  descubierto está para la espada. Vaga alrededor tras el pan, diciendo: ¿En dónde está? Sabe que le está preparado día de tinieblas. Tribulación y angustia le turbarán, Y se esforzarán  contra él como un rey dispuesto para la batalla, Por cuanto él   extendió su mano contra Dios, Y se portó con soberbia contra el Todopoderoso. Corrió contra él con cuello erguido, Con la espesa barrera de sus escudos. Porque la gordura cubrió su rostro, E hizo pliegues sobre sus ijares; Y habitó las ciudades  asoladas, Las casas inhabitadas, Que estaban en ruinas. No      prosperará, ni durarán sus riquezas, Ni extenderá por la tierra su hermosura. No escapará de las tinieblas; La llama secará  sus ramas, Y con el aliento de su boca perecerá. No confíe el  iluso en la vanidad, Porque ella será su recompensa. Él será cortado antes de su tiempo, Y sus renuevos no reverdecerán. Perderá su agraz como la vid, Y derramará su flor como el olivo. Porque la congregación de los impíos será asolada, Y fuego consumirá las tiendas de soborno. Concibieron dolor, dieron a luz iniquidad, Y en sus entrañas traman engaño.” Job 15:17-35.
Si bien hoy en día, viviendo aún en esta tierra, la palabra de Dios dice:
“por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,” Romanos 3:23.
Hemos de estar conscientes que, a pesar de ésta condición, Dios le da la oportunidad al ser humano de arrepentirse de sus pecados y Dios, por medio de la predicación del evangelio y su Espíritu Santo, trata con el ser humano dándole oportunidad; inclusive disfrutando de la gracia de Dios
“...que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. ...” Mateo 5:45.

Pero quedar excluido de la presencia de Dios y de su reino siendo atormentados y atribulados para siempre, ¡Válgame Dios! ¡Dios nos libre y nos guarde!.
“Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.” Lucas 21:36.

En otras palabras, que seamos salvos de la ira del Gran Dios Todopoderoso que ha de derramar sobre los que no le conocieron y no le dieron honra y gloria.
“La ira de Jehová contra los que hacen mal, Para cortar de la tierra la memoria de ellos.” Salmos 34:15.

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