Siervos
del Señor de nuestro Señor
El
propósito de haber sido creados va mucho más allá de ser seres destinados a
recibir.
Recibimos
cada día las inmensurables bendiciones de Dios quien no olvida a su creación y
se acuerda de que somos polvo (Salmo 103:14) por eso extiende su misericordia y
hace que su sol salga sobre buenos y malos y llueva sobre justos e injustos;
por su gran misericordia pasa con su creación. Pero ¿Fuimos creados para
recibir?
Dios,
por medio del profeta Isaías dijo: Este pueblo he creado mi alabanza publicará
(Isaías 43:21).
Fuimos creados para servir a nuestro creador.
I)
Somos siervos de Dios
Estas palabras se las recordó Jesús el Cristo a otra
creatura de Dios, Satanás. Allá en el desierto, mientras le tentaba, el diablo
tuvo la pretensión de que el Hijo de Dios le adorara; pero vemos que Jesús el
Cristo le dijo que él sabía claramente que el al Señor tu Dios a quien debemos
adorar y solo a Dios debemos servir (Mateo 4:10). Por lo tanto Jesús el Cristo no podía
adorar ni servir otro que no fuera a Dios.
Al igual que el Señor Jesús el Cristo, nosotros servimos al Dios creador
del universo, el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible,
tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y
reverencia” (Hebreos
12:28)
Para esto fuimos rescatados de nuestra vana manera de
vivir para que hoy podamos dedicar nuestra vida a servir a nuestro hacedor.
De esto les habló el Apóstol Pablo a
los tesalonicenses de las cosas que se escuchaban de ellos:
“9 porque
ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os
convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, 10 y
esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús,
quien nos libra de la ira venidera (1 Tesalonicenses 1:9-10)
Éste es el Dios a quien nosotros servimos todos aquellos que han alcanzado esta común fe;
24 El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, 25 ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas (Hechos 17:24-25).
Así pues, adoramos y servimos a Dios.
II)
El Señor de mí Señor.
Por boca del profeta David o más conocido como el salmista David, Dios dio a conocer lo que haría en los postreros tiempos con un ser que había de nacer y que sería exaltado por Dios a un sitial de honor sin precedente para la raza humana. En el libro de los salmos él escribió:
“Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies” (Salmos 110:1);
dando a entender por el espíritu que Dios le daría un sitial de honor a alguien y al cual David le estaba reconociendo como “Mi Señor”
El Señor Jesús, el Cristo, le preguntó a los fariseos acerca del Cristo o mesías, que pensaban ellos de quién era hijo, y los fariseos contestaron que de David. Ante esta respuesta Jesús el Cristo les pregunta ¿Pues como David en el Espíritu le llama Señor? Y cita la porción del libro de los Salmos:
44 "Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi derecha,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus
pies" (Mateo 22:41-46)
Veos así que para el Cristo, estaba reservado una distinción de parte de Dios; por eso el Apóstol Pedro hablando el día de Pentecostés en Hechos 2:36 les dice a los estaban reunidos:
“36 Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo”
“Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un Nombre que es sobre todo Nombre, para que en el Nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” (Filipenses 2:9-11)
Esta posición que Dios le dio a Jesús el Cristo de hacerlo Señor es de los que habló el profeta David “Dijo el Señor a mí Señor”. Y esto está establecido así por Dios para gloria suya.
Tenemos así: el Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, quien es Señor del cielo y de la tierra (Hechos 17:24) y Jesucristo, a quien Dios exaltó como Señor y Cristo (Hechos 2:36) para gloria de Dios, presentados ambos como señores. ¿Dónde está la diferencia? En qué Dios es el Señor de Jesucristo, así lo reconoció el mismo Jesús el Cristo. “…el Padre mayor es que yo” (Juan 14:28) pues fue el Padre quien le hizo Señor.
Nosotros, al igual que los discípulos, predicamos a Jesucristo como Señor
“Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús.” (2 Corintios 4:5)
diferenciándolo del Señor del cielo y de la tierra, el Creador y dueño de toda la creación a quien Jesucristo reconoció como su Padre y su Dios.
“Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.” (Juan 20:17).
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.” (Apocalipsis 3:12)
De esta manera es Señor Jesús el Cristo no sustituye, ni toma el lugar, de el Señor creador del cielo y la tierra. Dios lo hace Señor y Cristo por nosotros para que por medio de él alcancemos salvación.
III) ¿Servir a dos Señores?
Ciertamente encontramos las palabras de Jesucristo en Lucas 16:13.
“Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.”
Si leemos detenidamente, podemos ver a qué se refiere esta escritura. Note que no dice: “No podéis servir a Dios y a Jesús el Cristo” sino que la expresión es “No podéis servir a Dios y a las riquezas” ¿Dónde está el problema? Dios y las riquezas son opuestos. Aún cuando Dios es el dueño de la plata y el oro (Hageo 2:8) y de Jehová es la tierra y su plenitud, el mundo y lo que en el habita (Salmo 24:1), Dios no ha entregado no nos ha entregado las riquezas para que sirvamos a las riquezas. Dijo el Apóstol Pablo
“A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.” (1 Timoteo 6:17).
Vemos que no es para que le sirvamos, sino para que las disfrutemos.
Se nos colocó en la tierra, con todas las cosas que Dios creó, para que nos enseñoreásemos de la tierra; no para que la tierra se enseñorease de nosotros (Génesis 1:26-28), y entonces llegásemos a ser siervos de las cosas que hay en el mundo.
Del mismo modo encontramos que el que se hace amigo del mundo se constituye enemigo de Dios (Santiago 4:4); así pues, no se puede servir a dos señores opuestos.
15 No améis al mundo, ni
las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no
está en él.
16 Porque todo lo que
hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la
vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
17 Y el mundo pasa, y
sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. (1 Juan 2:15-17)
Cuando los señores son contrarios,
antagónicos u opuestos, no se encuentran en la misma línea de mando ni
comparten el mismo objetivo, ciertamente
se llega amar a uno más que a otro. En el caso de Dios y su Hijo Jesús el
Cristo, aún cuando ambos son Señores, no son opuestos; el hijo trabaja para el
Padre y nosotros servimos a Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Jesús
el Cristo está establecido por Dios como el camino que nos conduce al Padre (Juan 14:6)
y por medio de él tenemos entrada al Padre por un mismo Espíritu (Efesios 2:18)
Dos Señores en una
misma línea de mando, a quienes debemos amar y servir. Dios está sobre Jesús el
Cristo y es superior que el hijo. Jesucristo dijo: “…el Padre mayor es que yo”.
(Juan 14:28);
así mismo el Apostos Pablo lo expresa en 1 Corintios 11:3 “…Dios es la cabeza de Cristo”.
Vemos así que no son antagónicos, sino
que uno (el Hijo) trabaja para el otro (El Padre); por eso Jesucristo dijo:
“…he acabado la obra
que me distes que hiciese” (Juan 17:4).
Este orden está establecido por Dios mismo
“para que todos
honren al Hijo como honran al Padre…” (Juan 5:23)
y esto se nos manda para gloria de Dios Padre
(Filipenses 2:11)
IV) ¿Servir a Jesús el Cristo?
Servimos a un Señor Jesucristo que no busca su propia gloria, sino la gloria de su Señor, la del Padre que le envió (Juan 7:18)
18 “El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia.”
Que maravilla el poder servir a nuestro Señor Jesucristo que no busca gloria para él mismo sino para su Padre, pues en todo momento se reconoce sujeto al Padre y haciendo la voluntad del Padre (Juan 6:38). Esto es humildad; inclusive el mismo Jesucristo dijo:
“…el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” (Mateo 20:28).
¿Era que no sabía que era Señor? No, Jesucristo sabía que Dios le había hecho Señor, por eso le dijo a sus discípulos
“Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy.” (Juan 13:13);
pero había una cualidad de humildad en él impresionante. Por ésta humildad y disposición de ser obediente a Dios, su Señor, es que escribe el apóstol Pablo que:
“el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,” (Filipenses 2:6).
Jesucristo no tiene problema en que alguien le sirva, eso no le va a llevar a vanagloriarse pues, aún cuando Dios le hizo Señor y Cristo (Hechos 2:36), el tiene claro que su principal tarea es servir.
Ahora ¿Tienes tu problema de servir a Jesús el Cristo como Señor y a Dios su Padre quien es el Señor de Jesús el Cristo?
Jesucristo dijo:
“Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará. (Juan 12:26).
Vemos que de Dios recibiremos recompensa si servimos a Jesucristo, una vez más:
“y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” (Filipenses 2:11).
“Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres. (Romanos 14:18).
V) ¿A quién sirvieron los discípulos?
Voy a colocarle una lista de textos bíblicos, donde usted podrá ver qué hicieron los discípulos y apóstoles, a manera de ejemplo; aun cuando no son todos:
a) Filipenses 3:3
“Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.”
b) Filipenses 3:8
“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,”
c) Santiago 1:1
“Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud.”
d) Romanos 1:1-7
Pablo, siervo de Jesucristo,
llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios,
2 que él había
prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras,
3 acerca de su Hijo,
nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne,
4 que fue declarado Hijo
de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de
entre los muertos,
5 y por quien recibimos
la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por
amor de su nombre;
6 entre las cuales
estáis también vosotros, llamados a ser de Jesucristo;
7 a todos los que
estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a
vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
e) Tito 1:1-4
Pablo, siervo
de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios
y el conocimiento de la verdad que es según la piedad,
2 en la esperanza de la
vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de
los siglos,
3 y a su debido tiempo
manifestó su palabra por medio de la predicación que me fue encomendada por
mandato de Dios nuestro Salvador,
4 a Tito, verdadero
hijo en la común fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor
Jesucristo nuestro Salvador.
f) Judas 1:1
“Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo, a los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo:”
Podemos ver que ellos sirvieron tanto a Dios el Padre de nuestro Señor Jesucristo como a Jesucristo; haciendo la distinción y llamando a Dios como “El Padre de nuestro Señor Jesucristo”, “Dios nuestro Padre” o simplemente “Dios” y en las mas de las veces usaron el término “Señor” para referirse a Jesús el Cristo. Sin embargo, hay pasajes donde la expresión “Señor” es claramente atribuible al Dios creador del Universo.
“Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo:” (Mateo 1:22)
“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.” (Mateo 11:25)
“Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor.” (Lucas 2:26)
“24 Y ellos,
habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor,
tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en
ellos hay;
25 que por boca de David
tu siervo dijiste:
¿Por qué se amotinan las gentes,
Y los pueblos piensan cosas vanas?
¿Por qué se amotinan las gentes,
Y los pueblos piensan cosas vanas?
26 Se reunieron los
reyes de la tierra,
Y los príncipes se juntaron en uno
Contra el Señor, y contra su Cristo.
Y los príncipes se juntaron en uno
Contra el Señor, y contra su Cristo.
27 Porque verdaderamente
se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes
y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel,
28 para hacer cuanto tu
mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera.
29 Y ahora, Señor,
mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu
palabra,
30 mientras extiendes tu
mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu
santo Hijo Jesús.” (Hechos 4:24-30)
No cabe duda que los discípulos se
referían a un Señor superior al Señor Jesús el Cristo al llamarle “Soberano
Señor” y ese Señor soberano es el Dios creador de todas las cosas como ellos
los relatan en Hechos
4:24
En el libro de Hebreo hay una
situación especial, pues en éste libro el Apóstol Pablo cita muchas porciones
del antiguo testamento y allí se puede ver como claramente se refiere a Dios
como Señor y a Jesús el Cristo como nuestro Señor o nuestro Señor Jesucristo;
pero sin ser el mismo.
Ejemplo en el Capítulo 7 de Hebreos,
versículo 14
y versículo 21:
“14 Porque manifiesto es
que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés
tocante al sacerdocio.”
Acá, cuando dice
“nuestro Señor”, está hablando de Jesucristo pero en el versículo 21:
21 porque los otros
ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes; pero éste, con el juramento
del que le dijo:
Juró el Señor, y no se arrepentirá:
Tú eres sacerdote para siempre,
Según el orden de Melquisedec.
Juró el Señor, y no se arrepentirá:
Tú eres sacerdote para siempre,
Según el orden de Melquisedec.
Acá, cuando dice “Juró el Señor”, se
refiere a Dios el Padre.
Otro caso especial es 1 Pedro donde sólo una referencia de la expresión
“Señor”, es atribuible a Jesús el Cristo; el resto de las veces se refiere a
Dios.
“Bendito el Dios y
Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos
hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los
muertos,” (1
Pedro 1:3)
Acá se ve claramente que la expresión
Señor es referido a Jesucristo.
“sino santificad a Dios
el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar
defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la
esperanza que hay en vosotros;” (1 Pedro 3:15)
Vemos que la expresión “a Dios el
Señor” se refiere al Padre de nuestro Señor Jesucristo. De igual modo sucede en
1 Pedro 1:25,
2:3, 2:13, 3:12, todas atribuibles a Dios, y cuando se refiere a
Jesucristo como Señor lo hace con la frase completa “Señor Jesucristo” para
hacer la distinción “Con Dios el Señor” pues no son el mismo.
No constituyen estos todos los
ejemplos, pero nos dan una idea de cómo hacia una diferencia y nos enseña cómo
debemos hablar nosotros de Dios, el Señor de nuestro Señor Jesucristo.
Así pues podemos decir que a este
Señor, Jesucristo, Dios lo ha establecido como mediador entre Dios y los
hombres (1
Timoteo 2:5), para que por medio de él hoy tengamos acceso al Padre:
“porque por medio de
él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.” (Efesios 2:18).
Por esto, no basta con servir a Dios y
olvidarnos de Jesucristo, al igual que no se puede servir a Jesucristo y
olvidarnos de Dios; esto sería negar a Dios y/o a Jesucristo quien le rescato (2 Pedro 2:1).
De esto nos escribió el apóstol Judas, que habían entrado algunos
encubiertamente y que estaban haciendo daño:
“Porque algunos
hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados
para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia
de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor
Jesucristo.” (Judas
1:4)
Antes bien los que hemos creído en el
Evangelio de Salvación estamos llamados a confesar que Jesucristo es el Señor
para gloria de Dios Padre:
“Y todo lo que
hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús,
dando gracias a Dios Padre por medio de él.” (Colosenses 3:17)
23 Y todo lo que hagáis,
hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres;
24 sabiendo que del
Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.
(Colosenses
3:23-24)
Al reconocer a Jesús el Cristo como
nuestro Señor lo estamos haciendo para que Dios sea glorificado, de manera que
damos gracia a Dios por nuestro Señor Jesucristo sabiendo que de Dios
recibiremos recompensa por servir a Cristo el Señor
“Mas gracias sean
dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.” (1 Corintios 15:57)
Servimos a Dios, quien es el soberano Señor, y reconocemos como Señor nuestro a quién Dios ha hecho Señor a Jesús el Cristo, por medio del cual tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.
VI)
¿Por qué Habla de que hay un Señor?
“un cuerpo, y un
Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra
vocación; un Señor, una fe, un
bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en
todos.” Efesios
4:4-7.
Ciertamente, a la Iglesia, Jesucristo es
presentado como Señor; y él mismo hizo la observación al ver que los discípulos
se peleaban por saber quién sería el mayor en el Reino (Lucas 22:24-27). Les habló de los
que en este mundo se enseñoreaban, pero que entre ellos no iba a ser así; sino
que todos ellos eran hermanos
“Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque
uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos.” Mateo 23:8.
De manera que quien se nos ha dado
a la Iglesia como “Señor” es Jesucristo, de quien dijo Pedro en Hechos 2:36.
“Sepa, pues,
ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros
crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”
Su señorío es por decreto de Dios; colocándole en un sitial de honor, lo
exalto hasta lo sumo,
“…sentándole a su
diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y
señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también
en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza
sobre todas las cosas a la iglesia,” Efesios 1:20-22.
De manera que, en la Iglesia, no
existe otro señorío pues todos somos hermanos, bajo el señorío de nuestro señor
Jesucristo quien a su vez está bajo la autoridad de Jehová El Señor, Dios de
Israel. (Éxodo
34:23).
“Tres veces en el año se presentará todo varón
tuyo delante de Jehová el Señor, Dios de Israel.”
¿Y porque digo dentro de la Iglesia? Porque fuera de la Iglesia hay muchos
señoríos y señores. Inclusive a los reyes se les conoce como señores. Como un
ejemplo puedo citar: 2da Samuel 14:17.
“Tu sierva, pues,
dice: Sea ahora de consuelo la respuesta de mi señor el rey, pues que mi señor
el rey es como un ángel de Dios para discernir entre lo bueno y lo malo. Así
Jehová tu Dios sea contigo.”
Ahora en la Iglesia, nuestro Señor es Jesucristo; como dijo el Apóstol
Pablo: “… de Cristo Jesús, mi Señor,…” Filipenses 3:8. ¿Confundía Pablo a Jesucristo con
Dios? De ninguna manera. Usted lo puede encontrar que escribe:
“Gracias doy a Dios,
por Jesucristo Señor nuestro….” Romanos 7:25. ó
“Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor
Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios,” Romanos 15:30.
ó
“Bendito sea el Dios
y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda
consolación,” 2da
Corintios 1:3. ó
“Mas el mismo Dios y
Padre nuestro, y nuestro Señor Jesucristo, dirija nuestro camino a vosotros.” 1Tesalonisenses
3:11.
O como lo dijera el Apóstol Juan:
“Sea con vosotros
gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo, Hijo del
Padre, en verdad y en amor.” 2da Juan 1:3.
Ni Pablo ni Juan estaban confundidos; ellos sabían que existe un Dios, el
Padre y un Señor, Jesucristo, quien fue hecho Señor por Dios y nos fue dado a
la Iglesia como Señor del mismo modo que sabían que Dios está por encima de
Jesucristo.
“Pues aunque haya
algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos
dioses y muchos señores), para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el
Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor,
Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.
1ra Corintios
5:7.
“Pero quiero que
sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la
mujer, y Dios la cabeza de Cristo.” 1 Corintios 11:3.
Tampoco existe un error de traducción al no colocar Jehová en el nuevo
testamento sino la palabra Señor; pues en el Antiguo Testamento se conoce a Jehová Dios como “El Señor”.
“Tres veces en el año
se presentará todo varón delante de Jehová
el Señor.” Éxodo 23:17;
“Y de Jehová el Señor es el librar de la
muerte.” Salmos
68:20;
“Vendré a los hechos
poderosos de Jehová el Señor; Haré
memoria de tu justicia, de la tuya sola.” Salmos 71:16;
“He puesto en Jehová el Señor mi esperanza, Para
contar todas tus obras.” Salmos 73:28;
“Por tanto, Jehová el Señor dice así: No
subsistirá, ni será.” Isaías 7:7, entre otros.
De igual modo aparece como “Señor
Jehová”
“Señor Jehová, tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza, y
tu mano poderosa; porque ¿qué dios hay en el cielo ni en la tierra que haga
obras y proezas como las tuyas?” Deuteronomio 3:24;
“Y Josué dijo: ¡Ah, Señor Jehová! …!” Josué 7:7;
“Y respondió Abram: Señor Jehová,…” Génesis 15:2;
“Entonces clamó Sansón a Jehová, y dijo: Señor Jehová, ...” Jueces 16:28;, entre otros.
De esta manera es reconocido Jehová Dios, como El Señor, por todos estos;
sin embargo aún no había iglesia, Dios trataba con el pueblo de Israel en
conjunto.
Pero en la iglesia primitiva, ocurría algo muy parecido a los que sigue
ocurriendo en nuestras iglesias; Señores y Señoras a montón. Todos quieren ser
el amo y señor de la iglesia. Todos quieren ser los grades, los vistos, quieren
llevarse la gloria, aún se muestran como merecedores de reconocimientos por
meritos, tantas iglesias, tantos misioneros, como si eso es lo que vale. Por
eso se hace necesario el establecer un verdadero señorío dentro de la Iglesia. ¿Habrá
algún sacrificio mayor que el de nuestro señor Jesucristo? Nadie puede
disputarse el señorío con el Señor Jesucristo; quien por meritos y por obras Dios
le concedió el ser hecho Señor y Cristo.
“Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel,
que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y
Cristo.” Hechos
2:36.
Este es el Señorío valido y ¿Qué de nosotros?.
“Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque
uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos.” Mateo 23:8.
No hay lugar
para otro señorío en la iglesia aquí en la tierra, solamente el de Jesucristo.
Es por eso que dice
“Apacentad la grey de
Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino
voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que
están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el
Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de
gloria.” 1ra
Pedro 5:2-4.
No hay posibilidad de señorío aparte del de Jesucristo.
“Por esta causa también yo, habiendo oído de
vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no
ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis
oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os
dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando
los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que
él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los
santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que
creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo,
resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares
celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre
que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió
todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la
iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.”
Efesios 1:15-23.
Por encima de nuestro
Señor Jesucristo está el solo soberano, el Dios de la Gloria, quien es Señor
del Universo y ejerce su señorío en la iglesia por medio de Jesucristo.
“Te mando delante de Dios, que da vida a todas las
cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de
Poncio Pilato, que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la
aparición de nuestro Señor Jesucristo, la cual a su tiempo mostrará el
bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que
tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los
hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno.
Amén. 1 Timoteo
6:13-17.